haciendo de la
necesidad virtud
26 de noviembre de 2011
Por James Petras (Rebelión)
Traducido para Rebelión por Pedro Gómez
El gobierno de Obama, tras proseguir durante 3
años con las guerras coloniales iniciadas por el ex presidente Bush, finalmente
ha tenido que reconocer las dramáticas consecuencias de las políticas llevadas
a cabo, tanto en EEUU como en el exterior. En consecuencia se ha impuesto el
“principio de realidad”: el mantenimiento del imperio estadounidense requiere
modificar las estrategias actuales, con el objetivo de reducir los impactos
negativos en el campo militar, político y diplomático [1] .
Todavía esta por ver si los cambios hasta el
momento acaecidos son resultado de una nueva política post-colonial, la “Doctrina Obama ”,
o simplemente constituyen una serie de medidas improvisadas en vista de los
reveses recibidos (“haciendo de la necesidad una virtud”).
Empezaré por trazar los fallos estratégicos que indujeron al rediseño de la política Bush-Obama
a mediados del 2011. A
continuación mostraré el “principio de realidad”, ĺa crisis profunda y las
presiones crecientes que han empujado al gobierno de Obama a cambiar la metodología de la guerra
imperialista . Los cambios
tienen como objetivo mantener el poder en una situación de recursos escasos y
con aliados más que dudosos. La tercera parte muestra los cambios en las
estrategias tal y como han ido sucediendo, enfatizando como éstos responden al
desarrollo de circunstancias desfavorables y al surgimiento de nuevas
oportunidades.
En la sección final evalúo críticamente las
nuevas políticas imperiales de Obama, el impacto sobre ciertos países y sus
habitantes, así como sus consecuencias sobre los EEUU.
El continuo Bush-Obama: 2009-2011
Obama tomó el testigo del gobierno Bush, y
continuó su carrera, expandiendo el presupuesto de guerra por encima de los
750.000 millones de dólares, incrementando en 30.000 las tropas en Afganistán,
aumentando el gasto en bases militares y en mercenarios en Irak, e
incrementando las incursiones aéreas en Yemen, Pakistán, Somalia y Libia. Todas
estas políticas han conducido a la profundización de la crisis económica, al
incrementarse el déficit comercial y el déficit público hasta 1,6 billones de
dólares. La popularidad del gobierno y del partido Demócrata han bajado
considerablemente. Paralelamente al incremento del gasto externo, se ha de
añadir el gasto de miles de millones de dólares en decenas de nuevas
agencias gubernamentales encargadas de la seguridad en el interior de los EEUU.
El crecimiento de la deuda externa y del déficit interior se da al mismo tiempo
que el rescate financiero por valor de 1 billón de dólares a Wall Street. Todo
ésto mientras 10 millones de familias perdían sus viviendas y el paro se
disparaba hasta las dos dígitos.
Obama ha expandido las guerras iniciadas por
Bush, los rescates bancarios y los recortes millonarios de impuestos a las
clases más pudientes. Además ha propuesto ingentes recortes en el gasto federal
en medicina y educación. Por otra parte a pesar del creciente gasto en defensa
no se ha conseguido ni una sola victoria militar trascendente. A principios del
tercer año de su gobierno se vislumbra, entre la dañada economía interna y la
pérdida de varios aliados importantes, que el imperio estadounidense está en
quiebra.
El principio de realidad
Después de tres años de gobierno incluso los
más intransigentes y dogmáticos ideólogos del gobierno Obama han percibido el
fracaso de la política exterior y el decreciente apoyo doméstico y exterior a
sus políticas. Los islamistas constituyen un gobierno en la “sombra” por todo
Afganistán, infligiendo cada vez más bajas a las tropas aliadas de la OTAN,
incluso en la capital, Kabul. En Irak, incluso el gobierno títere se ha opuesto
al establecimiento permanente de tropas estadounidenses, mientras las
diferentes facciones se preparan para el conflicto post-colonial: los
colaboradores del régimen, la resistencia, los diferentes clanes y tribus,
etnias separatistas, paramilitares y mercenarios. Irán ha incrementado su
influencia en la región frente a los EEUU, especialmente en Irak, Siria, el
oeste de Afganistán, los estados del Golfo, Líbano y Palestina (Gaza), pese a
las amenazas estadounidenses y las sanciones económicas diseñadas por los
sionistas.
Ante la caída de los gobiernos
pro-estadounidenses en Egipto y Túnez (Mubarak y Alí), y de los levantamientos
populares que amenazan los gobiernos títeres del Yemen, Somalia y Bahrein, el
gobierno de Obama se ha visto obligado a admitir que el “modelo” de guerra
israelí, basado en la ocupación y colonización mediante un gobierno títere, no
es viable. El principio de realidad se ha impuesto: Obama y Clinton ya no son
los guardianes de un imperio en expansión sino de un imperio en decadencia. El
proyecto imperial de la época post-soviética, iniciado por Bush padre, se basó
en la acción unilateral y la supremacía militar. Tras Clinton, que mantuvo el
modelo, Bush hijo lo expandió y Obama lo ha multiplicado. El modelo se ha
revelado desastroso: guerras interminables que han culminado en un gran
movimiento pro democrático que ha generando la caída de varios gobiernos afines
a los EEUU.
Las guerras coloniales han vaciado la
tesorería imperial, han empobrecido a los estadounidenses y han socavado el
apoyo del proyecto imperialista. El estado de opinión en los EEUU se ha visto
muy afectado por el coste del imperio, pero también por la influencia económica
cada vez mayor de las economías emergentes: China, India... En ningún lugar ha
sido tan evidente el declive de los EEUU como en Latinoamérica, donde nuevos
gobiernos nacionalistas tienen políticas exteriores divergentes con los EEUU.
Estos países han alcanzando un gran crecimiento económico empezando a colaborar
con nuevos socios comerciales, mientras rechazaban varios golpes de estado
apoyados por EEUU y repudiaban el neoliberalismo reciclado impuesto por
Geithner. No ha habido ningún
lugar en el planeta en el
cuál el gobierno Obama pudiese mostrar una victoria militar, éxito económico o
una mayor influencia política.
A medida que las derrotas militares, los
problemas económicos y el descontento se hacían patentes, se iba desarrollando
una nueva política imperial. No es una política totalmente consolidada, sino
que se va moldeando con las nuevas circunstancias.
El proceso de formación de
Lo primero que ha tenido que reconocer el
gobierno Obama, es que las guerras coloniales basadas en la ocupación militar
territorial, no son viables en un mundo de estados soberanos. Generan una
resistencia prolongada, problemas presupuestarios, un goteo de bajas y desde
luego no se autofinancian, como afirmaban los genios sionistas del Pentágono.
Es preciso diseñar nuevas formas de guerra para mantener el imperio y destruir a
los adversarios.
La decisión más difícil del gobierno de Obama
ha sido si admitir la derrota en Irak y retirar las tropas, o si declarar la
“victoria”. Derrota, en el sentido de que los EEUU no pueden mantener un ejercito de
ocupación y han tenido que dejar Irak en manos de un gobierno que expandirá los lazos con Irán y será hostil a Israel o victoria,
en el sentido de haber derrocado a Saddam Hussein y haber debilitado la
influencia de Irak en la
zona. La derrota y la retirada finalmente suponen mantener 20.000
soldados en los pequeños estados del Golfo, gobernados por monarquías
despóticas, y posicionar una flota de guerra en el Golfo Pérsico. Obama-Clinton
aseguran que las tropas y la flota de guerra naval y aérea servirán para
reocupar Irak en caso de que caiga el gobierno actual y sea sustituido por un
gobierno nacionalista. Es un escenario “cuestionable”, ya que reocupar Irak
conduciría a una guerra larga y costosa. El principal objetivo del
realojamiento de tropas es proteger a los gobiernos de los pequeños estados del
Golfo de los movimientos internos pro-democráticos y lanzar un ataque aéreo y marítimo, conjunto con Israel, contra Irán.
O sea, la reducción de
tropas en Irak se sustituye
por la acumulación de fuerzas aéreas y marítimas que permitan atacar y destruir
bases militares y puntos económicos neurálgicos en Irán.
La retirada de los EEUU es el resultado de la derrota ; es una retirada obligada . La reubicación de tropas en los
pequeños estados despóticos del Golfo, supone una disminución de la presencia
estdounidense en la zona, y el apoyo a unos gobiernos despóticos muy frágiles.
El trasvase de tropas desde Irak a los estados del Golfo, tiene como objetivo
sacar las tropas de un Estado grande, con una larga historia de resistencia e
independencia, poniéndolas a salvo en pequeños santuarios. Los EEUU no pueden
permitirse un conflicto interminable, ni tampoco pueden garantizar la seguridad
de un pequeño contingente en Irak. La retirada hacia los Estados del Golfo, es
hacer de la necesidad una virtud, manteniendo una posición en la retirada,
desde la cuál poder lanzar la próxima guerra aérea.
La intervención en Libia indica la fórmula
escogida por el gobierno Obama para mantener el imperio. La justificación de la
intervención es tan falsa como la usada en Irak: en vez de armas de destrucción
masiva, se ha maquinado la excusa del genocidio y la violación. Se ha
improvisado una resolución de la ONU que permite la intervención para “proteger
a la población”, pudiendo así la OTAN, lanzar en 8 meses, 30.000 ataques aéreos
destinados a derrocar al gobierno y destruir la economía del país. La política
de Obama en Libia se ha basado en una triple estrategia: 1. bombardeos aéreos , marítimos y el apoyo de asesores de las
Fuerzas Especiales. 2. Un ejército de mercenarios y el uso de expatriados como
“nuevos líderes”. 3. Una coalición multilateral imperialista de países europeos
(la OTAN) y de las petro-oligarquías del Golfo. A diferencia de Afganistán
o Irak, los bombardeos masivos han sustituido a la invasión por parte de un
gran ejército. Los estrategas del gobierno Obama ya han catalogado la
experiencia de Libia como la “doctrina Obama”, al permitir recuperar el control
de un gobierno Árabe independiente. Pese a la propaganda masiva de apoyo al rol
de los mercenarios “rebeldes”, la verdad es que las fuerzas leales a Gadafi han
sido vencidas únicamente gracias al poder militar aéreo de la OTAN.
La celebración por parte de Obama y Clinton de
la victoria es prematura. Ha supuesto la destrucción
de la economía , desde los
puertos a los sistemas de irrigación, pasando por las carreteras y los
hospitales, y el hundimiento del mercado laboral, al deportar a cientos de
miles de trabajadores subsaharianos y profesionales del Norte de África. En
otras palabras, ha sido una victoria pírrica: Washington ha vencido al
adversario, pero no ha conquistado un estado viable económicamente.
Lo que es peor aún, las fuerzas terrestres
mercenarias apoyadas por Washington, incluyen una amalgama de fundamentalistas,
gánsteres, jefes de clanes oportunistas y neoliberales con pocos intereses en
común. De hecho están todos armados y listos para repartirse el territorio. La
situación es parecida a la creada en Afganistán tras la lucha contra el régimen
pro-soviético, cuando los EEUU armaron a grupos fundamentalistas, bandas de
narcotraficantes, jefes de clanes y señores de la guerra de todo tipo. Tras la
derrota del gobierno, las mismos grupos armados por los EEUU, se volvieron
contra éste, alimentando un movimiento pan-islámico por el sur y centro de
Asia, los estados del Golfo, Oriente Medio y el Norte de África.
En pocas palabras, las débiles relaciones
entre los diferentes componentes del “gobierno” Libio, tiene toda la apariencia
de conducir a Libia a un estado fallido. En estas condiciones, ni la OTAN, ni
las petroleras van a poder establecer bases firmes de operación.
EEUU ha recurrido a ataques aéreos con misiles
y con drones para debilitar a la resistencia, llegando a matar a algunos
líderes insurgentes locales. Estos ataques han generado la repulsa de clanes
enteros y en general de la opinión pública de los estados atacados. Los ataques
con drones han matado a cientos de civiles, fomentando que sus parientes y
otros habitantes de pueblos y ciudades se incorporen a la resistencia. Después
de 3 años de intensos ataques aéreos con misiles, el gobierno de Obama no ha
conseguido ni una sola victoria decisiva sobre los insurgentes. De hecho, los
datos disponibles apuntan más bien hacia la situación opuesta. Las tribus del
noroeste de Pakistán se han incorporado masivamente a la resistencia y la
mayoría de los paquistaníes (80%) ve con malos ojos los ataques aéreos con
drones que violan la soberanía de Pakistán, obligando hasta ahora al gobierno
aliado a cuestionar sus conexiones militares con los EEUU. Tampoco en Somalia o
Yemen, los ataques con drones y con las Fuerzas Especiales, han conseguido
debilitar las protestas masivas de la población contra los gobiernos en
cuestión. La guerra de alta tecnología se ha revelado como un pobre sustituto
de la también fallida intervención terrestre en gran escala.
El tercer elemento de la “Doctrina Obama ”
consiste en intervenir de forma conjunta con una “tercera parte” o intervenir
de forma multilateral. Este tercer elemento no ha resultado ni en Afganistán ni
en Irak, y sólo ha funcionado de forma parcial en Libia. La fuerza multilateral
en Irak se retiró relativamente pronto, incapaz de sostener los gastos de una
guerra interminable que además gozaba de poco apoyo en los países de origen. Lo
mismo ha ocurrido en Afganistán: la mayor parte de los soldados de la OTAN
abandonaran el país antes de la retirada de los EEUU. La
intervención multilateral en Libia ha destrozado el país para las próximas
décadas. La intervención multilateral se ha basado en la estrategia de entrar,
bombardear y salir corriendo, dejando sobre el terreno a mercenarios conocidos
por la brutalidad con la que actúan: violaciones, pillaje, tortura y
ejecuciones sumarias. Sólo una descerebrada y depravada moral como Hillary
Clinton ha podido cantar alabanzas y bailar una giga ante el acto de un sádico,
cuchillo en mano, torturando a un presidente cautivo y convertirlo en una
"victoria de la democracia".
El cuarto elemento de la “Doctrina Obama ”
es el uso de mercenarios. Estos han participado sin éxito en varias invasiones
cuyo objetivo era proteger a gobiernos aliados de la insurgencia. Los EEUU
financiaron la fallida invasión de Somalia por parte de la dictadura etíope.
Invasión cuyo objetivo era mantener en el poder a un corrupto e impopular
gobierno atrincherado en la capital del país. Le siguió la invasión de Somalia
por parte del ejército de Kenia, apoyado por los EEUU. La intervención ha
conllevado la masacre y hambruna de cientos de miles de refugiados somalíes de
los campos del norte de Kenia y el sur de Somalia y a numerosas emboscadas
mortales por parte de la resistencia islámica nacional. La intervención militar
por parte de mercenarios no ha ayudado a mantener al gobierno somalí en el
poder, sino que ha generado aún más oposición nacionalista.
En Bahrein la invasión del país por el
ejercito de Arabia Saudí, con apoyo de los EEUU, ha permitido mantener temporalmente la monarquía despótica en el
poder, pero sin acallar las demandas del movimiento pro democrático.
El quinto elemento de la “Doctrina Obama ”
consiste en el uso de Fuerzas Especiales, grupos de hasta 500 soldados o más,
altamente entrenados y fuertemente armados, cuyo objetivo es asesinar líderes
insurgentes, aterrorizar a la población civil que les apoya, o actuar de
columna vertebral de las fuerzas locales aliadas de los EEUU. Un buen ejemplo
es el envió de Fuerzas Especiales a Uganda. Hasta ahora no hay noticias de
ninguna victoria decisiva, incluso en este pequeño país. Probablemente en el
futuro el uso de las Fuerzas Especiales se limite a zonas geopolíticas de
interés económico especial, que tengan movimientos de resistencias
relativamente débiles, y sólo de forma “complementaria” a los ejércitos
locales.
El elemento final, y a su vez el mas
importante de la
“Doctrina Obama ”, es la promoción de levantamientos civiles o
militares, y la creación de lideres locales que puedan “cooptar” movimientos
populares, evitando que éstos asuman posiciones antiestadounidenses.
En Siria, Washington y la Unión Europea han
incitado un levantamiento armado sectario y regional, cuyo objetivo es derrocar
al gobierno nacionalista autoritario de Assad. Jugando al juego de las demandas
democráticas y apoyados en la hostilidad de los fundamentalistas contra el
gobierno secular, los EEUU y la UE han urdido, con la colaboración de los
Estados del Golfo y Turquía, una triple estrategia. Las estrategias son:
el uso de sanciones externas, los levantamientos populares y la resistencia
armada contra la mayoría secular de ciudadanos y el ejército que apoyan a
Bashar Assad. La política de Obama se apoya en la propaganda de los medios de comunicación y en los agravios de ciertas
regiones, para generar una fuerza suficiente como para “cambiar el régimen”.
Paralelamente a la política “desde el
exterior” llevada a cabo en Siria, en Egipto y en Túnez, en estos dos últimos
países se ha optado por una estrategia aplicada desde el interior.
Enfrentándose a las protestas obreras, nacionalistas y pro democráticas en
Egipto, Washington ha financiado y apoyado el golpe de una junta militar. Esta
promueve las mismas políticas interiores y exteriores usadas anteriormente por
Mubarak para preservar la estructura económica del régimen. Obama y Clinton han
apoyado, mientras evocaban cínicamente el espíritu de la Primavera Árabe, a los
tribunales militares que juzgan, torturan y encarcelan a miles de activistas
pro-democráticos.
A corto plazo, la doctrina Obama
apoyada en la subversión civil-militar, promovida tanto desde el exterior como
desde el interior de los propios países, ha conseguido acallar los prometedores
levantamientos antiimperialistas surgidos a principios de 2011. Sin embargo,
las grandes diferencias surgidas entre los nuevos líderes “reciclados” y los
movimientos pro-democráticos, han generado llamadas a un segundo levantamiento,
para deponer a los oportunistas que “han subvertido las protestas”, traicionando
los principios democráticos de aquellos que se esforzaron en derrocar a las
dictaduras clientes de EEUU.
Conclusión: La “Doctrina Obama ”
El gobierno de Obama esconde, tras los
eufemismos, la escala y la relevancia de las derrotas políticas y diplomáticas
sufridas: la retirada de tropas de Irak se presenta como una “misión de cambio
de gobierno exitosa”, menospreciando la creciente violencia civil y
gubernamental entre facciones rivales. La “retirada” de Afganistán, es en
realidad una derrota militar. Los talibanes y sus fuerzas aliadas, constituyen
ya un gobierno paralelo en la sombra por todo el país, y el ejército mercenario
financiado por el Pentágono con miles de millones de dólares, está infiltrado
por militantes nacionalistas e islámicos.
El gobierno presenta los “bombardeos con
drones” como una exitosa arma contra insurgente, y se publicita a bombo y
platillo como la alternativa viable a la invasión armada por parte de un
ejército de tierra. Sin embargo los “drones” y los asesinatos perpetrados desde
éstos, no son más que éxitos publicitarios, ya que tienen un impacto reducido
sobre la decadente situación política.
A nivel diplomático el declive de los EEUU es
aún más notorio. La
Asamblea General de las Naciones Unidas ha votado en contra
de las propuestas estadounidenses concernientes a Cuba. Por otra parte la
admisión del Estado de Palestina en la Unesco ha supuesto una gran contrariedad
a la política del gobierno Obama. Los EEUU han recortado en represalia el apoyo
financiero de las Naciones Unidas, reduciendo aún más la influencia diplomática
de los EEUU.
Incluso la OTAN se niega a seguir a Obama en
su próxima aventura militar. El gobierno Obama, sometiéndose servilmente al
brazo político de Israel en los EEUU: los 52 “Presidentes de las Mayores
Organizaciones Judías-Estadounidenses”, prepara con Israel un ataque conjunto a
Irán.
El gran peligro de la “Doctrina Obama ”
es que se concentra en los efectos “locales” a corto plazo. El bombardeo aéreo
y marítimo de las instalaciones nucleares y militares de Irán, complacerá al
presidente de Israel y garantizará el apoyo de las organizaciones
sionistas-estadounidenses a la reelección de Obama. Sin embargo no tiene en
cuenta la capacidad de Irán de cerrar el paso petrolero más importante del
mundo, el estrecho de Ormuz.
La victoria aérea sobre Irán, no podrá evitar
los ataques terrestres contra las fuerzas estadounidenses por todo el Golfo.
Todos los Estados petroleros aliados de los EEUU son susceptibles de ataque. Los
misiles iraníes de largo alcance provocaran el terror en Israel, antes incluso
de que los consejeros sionistas de Obama puedan descorchar una botella de
champán para celebrar la “victoria aérea” sobre Teherán.
El intento de transformar los éxitos obtenidos
hasta el momento en una estrategia general, caerían en una falacia. Irán no es
Libia: tiene poder militar y se halla lo suficientemente cerca como para
arrasar las débiles dictaduras del golfo. Israel puede lanzar una guerra contra
el mundo islámico, pero sería una batalla perdida. Las derrotas diplomáticas de
Israel en la ONU no se deben a que haya 193 países “antisemitas”. La troika
sionista, israelí y Estadounidense se está masturbando mutuamente en un cuarto
de baño. Pueden despotricar y morirse de rabia e incluso precipitar una guerra
apocalíptica, pero Obama y Netanyahu se hallan al margen de las dinámicas
globales. Sus políticas son reacciones impotentes ante los movimientos
populares que sueñan con transformaciones históricas, las cuales han comenzado
ya ha penetrar el centro del imperio: Wall Street y Tel Aviv. La “Doctrina Obama ”
está condenada al fracaso porque no es capaz de reconocer que el declive del
imperio no es un simple problema táctico, sino que nos hallamos ante el colapso
sistémico del edificio
imperial . Las grietas en el
exterior han comenzado a generar revueltas en el interior.
[1] Thomas Shanker and Steven Lee Myers “US
Planning Troop Buildup in Gulf After Exit from Iraq ”, New York Times , Oct. 29, 2011
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=140073
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