¡Una, dos, tres…
muchas marchas!
10 de marzo de 2016
Por Alfredo Grande (APe)
Mi propósito es utilizar la marcha del 24 de Marzo como un
analizador histórico. Es decir, como aquello que nos permite pensar lo
fundante, atravesando el nivel convencional encubridor de la realidad. Este
nivel encubridor es el espejo que nos refleja para que no podamos mirar y
pensar a nuestra realidad.
Realidad entendida a su vez como modo de producción de cosas y de personas.
Modo de producción donde se reproduce la división técnica y política del
trabajo. Y donde se consuma en forma silenciosa el más formidable despojo a los
trabajadores. Carlos Marx lo denominó “apropiación de plusvalía”. Y es tan
invisible como cualquier impuesto al consumo que se paga sin que nos demos
cuenta.
Esa es una de nuestras desgracias. Ojos que no
ven, bolsillo que no siente. Ese modo de producción, que es capitalista, que es
ladrón, que es asesino, que es destructor de tierras, aire y aguas, es
sostenido incluso por aquellos que pretenden combatirlo. Entonces optan por
dulcificarlo. O maquillarlo. O embellecerlo. O banalizarlo. O entibiarlo. Como
capitalismo, pero serio. O como saqueo, pero con el apodo de “inversiones”.
Volverán luminosas golondrinas con sus alas jocosas a endeudar. Y luego, o
antes, que no importa demasiado, se des endeudará, que no es otra cosa que pagar
las deudas anteriores, o sea, honrar las estafas. Porque a las deudas hay que
honrarlas, y a las estafas también.
Desde el antimacrismo, especialmente el
antimakrismo, se insiste con el regreso a los 90, o de los 90. Ese regreso debe
tener el sabor del reencuentro, ya que muchos y muchas que transitaron la
autopista “década ganada”, también circularon airosa y corruptamente por la
autovía “Anillaco – Buenos Aires”, también conocida como “la Menem”.
La marcha del 24 de Marzo es por lo tanto el
analizador que nos permitirá pasar al otro lado del espejo. Ese espejo que
refleja pero también deforma la realidad y termina construyendo caricatura de
caricaturas. Reflejarse es someterse a la tiranía cruel de los vendedores de
ilusiones y alucinaciones.
El Espejo Cambiemos reflejará globos amarillos y la buena vecindad. Cuando los
vecinos protestan y se animan a luchar, es una mala vecindad. Hay que hacerla
de goma con balas de goma o pistolas taser).
Los globos del tipo “pobreza cero” ocultan el
segundo término de la ecuación liberal: riqueza 10.
El Espejo
FPV
reflejará capitalismo serio y derechos humanos. Extraña y siniestra pareja. Al
primer término de la consigna lo desmiente un Jaime (entre tantos otros) y al
segundo término lo desmiente Luciano
Arruga (entre tantos otros).
He llegado a dudar que podamos construir el FRENACRI (Frente Nacional contra la Riqueza). Lo
pensamos con Alberto Morlachetti una noche en que pude ganarle a la generala. Si el 24 de
Marzo es un espejo, tratemos de impedir caer en la tentación de mirarnos,
contemplarnos, admirarnos, elogiarnos por lo increíblemente militantes que
somos. Por lo maravillosamente combativos que nos mantenemos. Por nuestra
inagotable capacidad de estar a la izquierda de cualquier izquierda por más
izquierda que sea. Mirarnos siempre al ombligo es nuestro propio hecho maldito.
Ombliguismo militante. Siempre reaccionario, más allá de la oratoria inflamada
que lo acompañe.
Si tomamos el 24 de Marzo como analizador, no solamente hay que
repudiar a la dictadura genocida. También a todo aquello que la posibilitó, la
facilitó, la promovió y finalmente, la consiguió. Imposible
omitir la masacre de Ezeiza y la organización de la represión institucional
para -estatal conocida como Alianza Anticomunista Argentina. Más conocida como
Triple A.
Pero las siglas encubren. La derecha peronista
dedicó su plan de exterminio a la izquierda, socialista, comunista, trotskista.
Para que el trapo rojo no sea jamás izado en nuestras tierras tan occidentales
y tan cristian as. Lo mismo que opina
la Corte Suprema
en un fallo abyecto sobre la extradición de Rolando Echarri, militante peruano.
El secretario de la Gremial de Abogados, el “negro” Soares me lo contó en un
encuentro en Rosario organizado por la Cátedra Popular de
Derechos en Clave Humana.
La dictadura genocida también fue un efecto,
además de ser como todo efecto, inicio de una nueva serie de causas. Pero me
sorprende la izquierda que apela a la memoria histórica y olvida siempre cómo
fue que llegamos a esto. Un botón que basta para ejemplo. Recibo una
convocatoria “Nos sobran los motivos”, que seguramente tiene una fuerte
adhesión de organizaciones del campo popular. Una de las consignas para la
marcha en unidad del 24 de marzo es: Rechazamos el "Protocolo contra la
protesta social" Si algo es rechazable, es ese protocolo. Pero solamente
una amnesia dolosa puede disociarlo de la ley antiterrorista o del proyecto X o
de la legitimación de las fuerzas armadas en el abrazo de Hebe y Milani.
Pero claro: en aras de la unidad
de eso no se habla. Pues bien: para mí no hablar de eso es traicionar la
memoria de aquellos que lucharon más, mejor y antes que nosotros. Porque si el
que no cambia todo no cambia nada, como nos enseñó nuestro Armando, el que no
recuerda todo no recuerda nada. Y el todo no es un absoluto. El todo es un
relativo a nuestra posición de clase. A nuestra forma de entender la vida. A nuestra manera de
pensar la lucha.
Por eso no creo en la Unidad y a mí también me sobran los
motivos. Creo en la Unión.
En diversidad. Donde la libertad y la lucha de los demás
prolonguen mi libertad y mi lucha hasta el infinito, parafraseando a Rosa
Luxemburgo, la única rosa con perfume revolucionario. El oportunismo de un 24
de Marzo antimacrista desde la concepción política del kirchnerismo no será en
mi nombre. Y estoy seguro que tampoco será en el nombre de los revolucionarios
por un mundo donde no haya más espejos, ni espejitos de colores, y menos
espejos que deforman la realidad.
Unión en diversidad. Una, dos, tres, muchas marchas, muy cerca una de otra,
respetando la distancia ideológica y política, sumando, multiplicando,
potenciando. Por eso es una marcha. Y no es un desfile. Ese será mi 24 de Marzo. Ya lo dije: a mí
también me sobran los motivos.
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