Entrevista con John M. Ackerman, analista del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
Intelectuales y lucha
política
en el México neoliberal
29 de febrero de 2016
29 de febrero de 2016
Por Aldo Fabián Hernández
Solís (Analéctica)
John M. Ackerman es un reconocido intelectual mexicano enfocado al
análisis político y al estudio de la democracia mexicana. Analista del
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Intelectual
crítico que lucha con la pluma desde diversas trincheras entre ellas sus
columnas en Proceso y La Jornada, además de acompañar a millones en la lucha
contra el neoliberalismo.
Esta entrevista, a la par que recorre pasajes
de su vida, se centra en el debate en torno a los intelectuales y sobre la
actual coyuntura política de México. [i]
Profesor
empecemos con este discurso que señala la muerte de los intelectuales públicos.
¿Qué estamos viviendo hoy en el campo intelectual mexicano?
Por un lado hay una realidad, esta camada de
intelectuales orgánicos del sistema que con su discurso a favor de los derechos
y la democracia, blindaba y protegía al mismo sistema relativamente de otras
críticas más fuertes; ese colchón intelectual que tenía antes el sistema
autoritario ya no lo tiene. Lo puedes ver al comparar a Salinas y Peña Nieta,
sin hacer ninguna apología al desastre que fue el sexenio corrupto y neoliberal
de Salinas, pero lograba encantar y tener un diálogo con personajes como
Octavio Paz, Rolando Cordera, y hasta con Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes y
otros. Algunos intelectuales críticos otros no, servían en momentos
estratégicos al sistema. Ahora el sistema autoritario ya no cuenta con ese
blindaje, sí hay un fallecimiento, decaimiento, de cierto tipo de intelectual
orgánico público. Y no sólo de los intelectuales, también del gobierno. Enrique
Peña Nieto no ha leído un libro, el mismo lo confiesa, no necesita de, ni
requiere, ni puede generar una burbuja en la intelectualidad orgánica. Esto es
trágico pero también una gran oportunidad. Es trágico porque antes por lo menos
se buscaba esa legitimidad intelectual, una legitimidad falsa e hipócrita. Pero
esa necesidad de ser respetado como régimen por los intelectuales, quiero
pensar, ejercía cierto control. Ahora ni eso, el cinismo es tan extremo y
absoluto que ni se busca la legitimidad intelectual, nos acercamos a una
cultura política estrictamente del poder, si se puede hablar de eso, una
cultura política más parecida a los EUA. En EUA se celebra públicamente el
anti-intelectualismo, por ejemplo con Donald Trump o George Bush Jr. quien
presumía que él sacaba calificaciones de “C” y “D” en Yale y aun así pasaba y se
podía colocar en la
élite. Los Simpsons , nos encanta a todos, pero es
parte de esa celebración del anti-intelectualismo. La cultura política de los
EUA es profundamente anti-intelectual. Dan un lugar a los académicos e
intelectuales de Harvard y Yale, eso les da una legitimidad tecnocrática
específica y hay una circulación entre los think
tanks y el gobierno, pero
ellos no son intelectuales públicos, más bien son académicos políticos que
circulan entre las universidades y el poder. Es realmente trágico y es un
ejemplo de como el nuevo PRI es peor que el viejo PRI, el nuevo sistema es más
autoritario aún, porque con esta idea del movimiento hacia la democracia, lo
que vamos haciendo es moviéndonos cada vez más hacia un sistema político y
económico como el de los EUA, sin los contrapesos y cosas positivas que ahí
pudiera haber.
Esto implica una gran oportunidad,
precisamente este vacío y transparencia del poder ignorante, desnudarse tanto,
mandar federales para reprimir a maestros, el video del año pasado de Angélica
Rivera defendiendo su “Casa Blanca”, los mismos discursos de Peña Nieto van
desnudando y desgranando esta mitología del poder autoritario supuestamente
intelectual. Si bien es una tragedia la deconstrucción de todo lo que es
México, su historia, su pueblo y sus movilizaciones sociales, abre una
oportunidad para construir algo nuevo, una nueva mexicanidad utópica para el
siglo XXI.
Encontramos al mismo tiempo, como pocas veces
en la historia de México, a un grupo numeroso de intelectuales que acompañan
las luchas sociales, que luchan contra la actual situación. ¿Cuándo decide John
Ackerman además de dar la batalla en las ideas, salir a marchar, a luchar
políticamente?
Los que escribimos hoy desde una posición
crítica construimos a partir de la enorme obra de los grandes intelectuales de
izquierda que ha tenido México desde hace décadas y siglos. Pero en estos
momentos donde lo intelectual es más menospreciado que nunca por el poder,
donde ha perdido su prestigio, nos hemos visto obligados aparte de escribir
también a hacer cosas. Por ejemplo, el domingo pasado estuvimos en Tixtla [ii],
paramos una detención arbitraria de una colega de la Asamblea Popular
de Tixtla, que la querían meter a la cárcel para generar miedo entre la
población durante las elecciones extraordinarias para Presidente Municipal en
aquella población. Nos encontramos en un contexto en que la pura argumentación
filosófica, pública, mediática, rinde menos frutos que antes y esto es un
ejemplo del contexto tan trágico en el que nos encontramos. Yo en lo personal
quisiera dedicarme nada más a escribir y a leer. Pero de repente uno se da
cuenta que el mensaje sólo llega a un público muy específico de los mismos de
siempre, sobre todo en el nivel académico. Uno tiene que hacer un esfuerzo para
llegar más allá de la intelectualidad crítica de siempre. Y te expones a fuerte
críticas, la palabra más común que usan para descalificarme es que soy muy
“estridente” o “poco objetivo”. Hay muchos riesgos en tomar postura, en querer
escribir para un público más amplio, y hay aún más riesgos en saltar
torniquetes y en sacar personas de la cárcel. Este tipo de acciones no me ganan buena
fama entre las “buenas conciencias” pero a veces uno tiene que hacerlo. Aquí
también seguimos una larga tradición mexicana de académicos-activistas. Adolfo
Gilly estuvo en la cárcel, González Casanova fue rector, Arnaldo Córdova fue
diputado, Jaime Cárdenas también fue diputado. La verdad es que sin compararme
con estas figuras estoy haciendo mi mejor esfuerzo para seguir el ejemplo de
estos grandes intelectuales, críticos y participativos en la vida nacional.
Tiempos de cambio en el mundo de las ideas,
de fin de hegemonías…
Hay una gran oportunidad en esta crisis de las
ideas. Si lo vemos a nivel histórico internacional el fin de la guerra fría
primero se presentaba como una victoria para el capitalismo neoliberal y la
democracia liberal sobre un sistema comunista, pero lo que fue derrotado no fue
el comunismo sino una visión burocratizada y autoritaria de esa orientación. Y
así como cayó en los ochentas y noventas ahora veinte años después estamos
viviendo la misma caída pero ahora de la democracia liberal y el capitalismo
neoliberal realmente existente. Tardó veinte años pero pasó, es la dialéctica
de la historia son procesos que tardan, el símbolo ya no es la caída del muro,
sino la erección de muros, el muro México-EUA, Europa-medio Oriente.
Esto es trágico pero genera una gran
posibilidad para desarrollar nuevas vías de pensamiento crítico y de praxis. Creo que ya estamos
terminando la etapa del posmodernismo puramente destructivo. Hizo bien su
labor. Lo que hizo el posmodernismo en estos veinte años fue destruir y minar
la legitimidad de este sistema supuestamente victorioso. Pero ya estamos
entrando a una nueva etapa de construcción porque la destrucción de todo está
generando verdaderos monstruos, Donald Trump y Marie Le Pen son eso, son el
alter ego, la quinta esencia, la corrosión de lo que es el sistema de
democracia liberal y capitalismo neoliberal realmente existentes. Así los veo.
Empiezan a salir respuestas en Sudamérica, el sur de Europa, hasta en el Norte,
aunque en sí ninguno de estos esquemas representa la solución definitiva. Yo
creo que hoy los mejores ejemplos serian Bolivia y Ecuador, desde lo que se ha
podido construir, estamos ensayando, pero lo que queda claro en todos estos
experimentos de Chávez, de Lula, de SYRIZA, Podemos, todos muy distintos, pero
hay un reconocimiento histórico de los pueblos del mundo de la necesidad de
pasar a una nueva etapa, de nuevas hegemonías, de nuevas respuestas.
Volviendo a México, en tu libro “El mito de
la transición democrática” señalas la inexistencia de democracia en nuestro
país, la presentas como mito. Profesor, ¿ante qué sistema nos encontramos?
Lo que propongo en mi libro es definirlo como
autoritarismo neoliberal. Este sistema inicia en 1946, año en que se crea el
Partido Revolucionario Institucional. Y no es por la simple creación de un
nuevo partido, ni por lo que es el partido actualmente sino porque el paso del
PRM a PRI, fue una transición de régimen, incluso si trazas los cambios en los
estatutos se ve claramente.
El PRM (Partido de la Revolución Mexicana )
un partido de masas, ligado a la Expropiación Petrolera ,
se le puede criticar a Cárdenas muchas cosas, pero la intención y el proyecto
fue un partido de masas, que no era un partido de control desde arriba, era una
cuestión de que el Estado tuviera una comunicación y un fomento de la
movilización popular desde abajo. Y esa misma dinámica posteriormente sería utilizada
contra el propio sistema del cardenismo, al darle un papel tan destacado al
Estado, una vez que el Estado es controlado por otros intereses se modificó
completamente la relación entre la sociedad y sus gobernantes.
La transición del PRM al PRI es el gran
viraje. Es ahí donde inicia el sistema de la hipocresía institucionalizada en
1946 con Miguel Alemán, sus primeras acciones son mandar al ejército en contra
del sindicato petrolero, él le da la concesión plena a TELEVISA, Miguel Alemán
y su hijo fueron accionistas centrales de Televisa, ahí inicia la gran
corrupción y complicidad entre las grandes empresas, empresarios y el Estado.
Fue una verdadera alternancia.
El PRI se crea como un proyecto estrictamente antirrevolucionario,
repudia la Revolución, repudia a Lázaro Cárdenas, pero mantiene discursivamente
la Revolución, la mexicanidad, como mero recurso legitimador, y ahí le da juego
a los intelectuales por ejemplo. Pero ahora ya chuparon toda la sangre de ese
legado, ya no tendría que llamarse “Revolucionario” el PRI, desde 1946 tampoco,
pero ahora es tan extremo el cinismo y la deslegitimación, hasta la figura del
presidente ha perdido su legitimidad. Gracias al legado del Tata Cárdenas los mexicanos éramos
conocidos por la gran admiración hacia la figura presidencial. Ni siquiera
Vicente Fox o Calderón llegaron a extremos tan altos de rechazo como los que
tenemos hoy con Peña Nieto.
Lázaro Cárdenas no fue un populista eso es muy importante, él fue
popular, ciertamente, y en realidad socialista en muchos sentidos. En su estilo
y su ideología era muy distinto a Perón en Argentina o a Brasil con Getúlio
Vargas, que eran individuos salvadores de la patria que mezclaban perspectivas
socialistoides con ideologías fascistas. El primer trabajo de Perón como
gobierno fue como Secretario de Trabajo de un gobierno abiertamente fascista,
que apoyó a los Nazis. Los populistas argentinos se aliaron con terratenientes,
apoyaban a los obreros pero con una lógica de desarrollo social-fascista.
Lázaro Cárdenas al contrario tenía una lógica rural a favor de los campesinos
con los que se alió en contra de los terratenientes, también apoyaba a los
trabajadores pero desde una lógica socialista liberal, al fin de cuentas ya que
el liberalismo, en todas sus manifestaciones, ha sido el signo de nuestra
historia. Tanto que hoy el liberalismo en México ya no significa nada porque
tenemos desde Flores Magón hasta Maxi miliano,
desde Carlos Salinas, Enrique Krauze hasta el Sub comandante Marcos, todos son
“liberales”.
Un legado profundo, el de las luchas populares, el del
cardenismo, sin embargo tras casi tres décadas de neoliberalismo autoritario
parece enterrado…
No la han destruido, es increíble, cuando EPN
presenta su propuesta de reforma energética en agosto del 2013 inicia su
discurso diciendo “aquí en este salón presidencial Lázaro Cárdenas expropió el
petróleo en el 1938, nosotros vamos a regresar al texto de Cárdenas”. De manera
superficial es un cinismo absoluto, indignante, para cualquiera que conozca la
historia de México, que un señor así, como EPN que lo único que busca es lucrar
con las petroleras y el patrimonio nacional y entregar la soberanía a los EUA,
utilice la figura de Don Lázaro para justificar sus reformas. Pero cuando vas
más a fondo te das cuenta que la verdadera “victoria cultural”, que es lo que
cantaban los panistas cuando se aprobó la reforma energética, la verdadera
victoria cultural es de la izquierda, del legado cardenista. Tan así que este
señor que despacha en Los Pinos no puede repudiar directamente, públicamente,
de frente a Lázaro Cárdenas.
En México los que hablamos de cambios de fondo
somos la izquierda, por mucho que odien al Peje y por eso lo odian, o a Marcos, tienen
que reconocer que los que plantean dentro de la cultura política trasformaciones
de fondo, de cambio régimen, visiones de país, somos los de la izquierda. La
derecha se queda con cascarones vacíos. ¿Qué ofrece TELEVISA, por ejemplo, en
términos de una propuesta diferente? Alienta en los hechos el racismo, la
exclusión, la depresión, mina la seguridad de los mexicanos, nos hace sentir
menos, en eso hacen muy bien su chamba; el mismo Bronco y Fox tienen esa lógica
de vamos a ser muy “valientotes”. Pero eso no es una ideología articulada de
derecha que mira hacia el futuro, eso es una barrera de contención en contra de
la cultura política de izquierda dominante que todavía está ahí, todavía,
aunque quizás mañana ya no.
Por eso para mí el 2018 es una batalla
realmente histórica. Ya con la reelección, ya con los candidatos independientes,
ya con el petróleo privatizado, ya con todo lo que nos están haciendo, con la
reforma educativa que es totalmente estratégica, pues sí, están ganando y están
avanzando para eliminar esta hegemonía cultural de izquierda que todavía
tenemos, estamos en lo último realmente. Eso es lo que representa para mi López
Obrador, él es una persona que ha dicho “no”, no a esta neoliberalización
americanizada, no a la desaparición de la historia de México y de la
nacionalidad mexicana como la conocemos. Podemos criticar lo que quieras de
López Obrador, cualquier decisión, cualquier aliado y análisis que él tenga,
hay que criticarlo como a todos los políticos, sobre todos los académicos, de
eso se trata la democracia y sobre todo la izquierda. Pero lo
que representa López Obrador históricamente viéndolo como analista de los
procesos sociales, es realmente un milagro que todavía tenemos a alguien como
él. Que no tengamos que ir a pactar con El Bronco, con Mancera, con Ebrard o
Basave, toda esta seudo-izquierda light, esa vieja tercera vía. Que
todavía este alguien tan prominente como López Obrador, dando la batalla
política públicamente, canalizando este espíritu mexicano de lucha, es algo que
no podemos menospreciar. Por eso yo lo apoyo, por lo que representa históricamente.
En México tenemos una muy bonita síntesis de un momento histórico
global de desfondamiento de legitimidad de los sistemas democráticos liberales
realmente existentes y el surgimiento de nuevas izquierdas, y eso junto con el
remanente todavía poderoso de nuestra propia historia de lucha. López Obrador
está a dos caballos. Por eso cuando la gente dice que necesitamos un PODEMOS,
que MORENA no es PODEMOS, es por eso, porque el otro caballo es nuestra
historia de lucha mexicana. Los españoles saltos darían por poder tener una
historia como la nuestra, llena de tantas luchas populares victoriosas. Los
españoles tuvieron una dictadura militar unipersonal de Franco, que purgó y
expulsó a buena parte de la izquierda política, muchos se vinieron aquí a
México, los republicanos. España no tiene esa continuidad histórica de luchas.
A PODEMOS lo apoyo, es maravilloso para el contexto español, pero en México no
necesitamos un PODEMOS necesitamos mucho más, y afortunadamente tenemos mucho
más. Tenemos entonces una coyuntura histórica favorable de derrumbamiento de
los viejos políticos y tenemos una increíble materia prima y continuidad de
luchas históricas, con ello podemos construir esa nueva izquierda. Que
maravilla, no lo tienen todos los países, España no lo tiene, Grecia no lo
tiene.
Entonces ahí hace su aparición la esperanza. Su último
libro aunque trágico termina con optimismo hacia el futuro. ¿Dónde se cifra la
esperanza, el optimismo de la razón?
Lo realmente trágico es el hecho de que
tenemos la materia prima con que lograr una gran transformación histórica. De
lo contrario, no sería trágico, sería solamente triste. Lo trágico está en que
podemos cambiar esta situación. No nos han derrotado todavía, estamos a tiempo
para dar la vuelta y regresar o, en su caso, tomar otro camino para no hablar
en términos nostálgicos de un retorno. Todavía la primera frase del Art. 27 de
nuestra Constitución define a la propiedad privada como un resultado de la acción de la nación. Ello es una
verdadera mentada a John Locke, para decirlo en términos corrientes, es una
confrontación directa con la visión de propiedad privada de Locke. Revisemos
también el artículo 4 de la Constitución, que nos da un abanico de derechos
sociales increíble, al agua, a la vivienda, a la salud; y el Art 123 todavía
dice que todos y cada uno de nosotros tenemos derechos a un trabajo digno, si
tú o yo no tenemos trabajo nos encontramos frente a una violación de la Carta Magna.
No han destruido la Constitución
Revolucionaria , esas frases, aunque algunas hayan sido
escritas técnicamente después del Constituyente de 1916-1917, son producto,
escritos con la sangre de Emiliano Zapata y Pancho Villa. Ahí está su obra,
aunque ellos mismo no estuvieron en el Congreso Constituyente pero fue su
sangre la que puso esas frases en la Constitución. Y se sigue actualizando hoy,
todavía tenemos cosas que defender y por eso es trágico que los mismos
mexicanos no lo reconocemos, por eso me enojo, por eso a veces me pongo tan
“estridente”, porque tengo la necesidad de sacudir las conciencias. Es falso
que los mexicanos seamos “agachados” o “dejados”, somos más bien inseguros y
deprimidos.
¿Cómo se ve John Ackerman en este proceso de
lucha, en esta “bola” del siglo XXI contra el neoliberalismo? Me gusta
pensarte, usando la imaginación y volando en el tiempo, en la figura de un
gringo luchando con Villa.
Yo me considero absolutamente mexicano, yo
llegué aquí de joven a los diecisiete años, venía llegando de Nueva York. Yo
soy mexicano por decisión, mis hijas, mi esposa también son mexicanas. Soy de
nacionalidad mexicana tuve que escoger y escogí ser mexicano. Aquí vivo, aquí
es mi vida. Pero no solamente soy mexicano por decisión propia y por la vida
que tengo, sino porque existe una larga tradición estrictamente mexicana de
incorporar y dar lugar y propósito a disidentes políticos y migrantes de todo
el mundo. México es un país profundamente cosmopolita y abierto, esa es otra mentira de que
supuestamente nuestra historia sería “cerrada”, no, no, el mismo Lázaro
Cárdenas fue de los más abierto recibiendo a los republicanos españoles;
después los chilenos, los argentinos que vinieron a México, desde antes el
Batallón de San Patricio.
Mencionaste a Pancho Villa, sabes que uno de
sus artilleros más importante era un alemán, había muchos europeos que peleaban
con Pancho Villa. Ve a Elena Poniatowska hoy, el mismo Paco Taibo II, una
tradición muy mexicana, no hay otro país en que yo pueda pensar que tenga tanta
generosidad, como los mexicanos a extranjeros que buscan apoyar y participar en
la vida política e intelectual del país. En cierto sentido es injusto, desde
luego, porque si hay un malinchismo, lo que luego nos ha permitido destacar más
que otros que son más inteligentes y más arrojados que nosotros.
Pero estoy muy contento, porque yo vine a México en los noventas
en un momento de política totalmente caduca en los EUA, tiempos de Clinton,
ahora está peor. Llegué a México en el contexto del zapatismo, de la supuesta
“transición democrática”, vine a tomar clases de oyente a la UNAM, se me abrió
totalmente un nuevo mundo, ver e interactuar con una juventud universitaria tan
consciente, despierta, participativa, yo dije pues aquí me quedo y aparte me
enamoré. Mi suegro fue un gran dirigente comunista y líder social de Guerrero,
nacido en Tixtla, su padre Don Pablo Sandoval Cruz también un gran luchador
social, mi cuñado, Pablo Sandoval Ballesteros, fue candidato por MORENA a la
gubernatura de Guerrero en 2015. Entonces eso también cuenta y es muy ejemplar.
Una familia comunista, indígena de Guerrero, que recibe con los brazos abiertos
a un gringo que quiere colaborar y apoyar. Me recibe y me transforma y ellos
son los que me dieron mi educación política verdadera, entonces es una
generosidad mexicana de incorporar a los extranjeros dentro de las luchas
nacionales, y por ello estoy muy agradecido.
El 2018 se presenta como una fecha histórica…
Totalmente, el 2018 será histórico de alguna
forma. Si no es para bien será para mal, ya que implicaría la consolidación
definitiva de este autoritarismo neoliberal, de represión militar, de
incorporación total de México a los Estados Unidos. Es muy importante
activarnos estos dos años. Más allá de las elecciones, el 2018 tiene que ser
histórico por la conformación de un bloque histórico, del que hablaba Gramsci.
Al final de cuentas somos mayoría, tenemos el pensamiento y la inteligencia de
nuestro lado, tenemos la historia de nuestro lado, tenemos la coyuntura global
de nuestro lado, tenemos absolutamente todo, menos el dinero y el poder
oligárquico que cada vez se consolida más. Si hay un escenario global donde la
izquierda puede avanzar de manera significativa en el futuro próximo es en
México.
Notas:
[i] Entrevista realizada el martes 8 de
diciembre del 2015 en el IIJ-UNAM.
[ii] Se refiere al domingo 29 de noviembre del
2015, fecha en que se llevó la elección extraordinaria en el municipio de
Tixtla en el estado de Guerrero.
http://www.analectica.org/articulos/hernandez-ackerman/
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=209414
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