El presidente de Brasil anuncia
“remate” del sector estatal como complemento
a reformas laboral y pensional
8 de septiembre de 2017
Por Carlos Julio Díaz Lotero (AIL)
Brasil, que cuenta con la tasa de desempleo
más alta de América Latina y un déficit fiscal que supera los 50 mil millones
de dólares, se va a hundir en un caos social si el presidente Michel Temer
lleva a cabo su reciente anuncio de privatizar 57 empresas del Estado,
incluyendo Eletrobras, considerada la “joya de la corona” del sector publico
brasileño.
Además de la brutal política de austeridad,
en Brasil acaban de imponer una reforma pensional profundamente regresiva, y
una reforma laboral que da vía libre a la tercerización, al predominio de los
contratos individuales frente a la contratación colectiva, a una mayor
flexibilidad de la jornada de trabajo, limita las vacaciones y la salud laboral
para las mujeres embarazadas, y agiliza las condiciones de despido del
trabajador. Todo con el supuesto propósito de mejorar la competitividad del
país para atraer inversión y crear empleo. Además, esta reforma debilita al
sindicalismo atacando la contribución sindical, que era obligatoria y
equivalente a un día de salario al año. Ahora pasó a ser voluntaria.
Estas medidas de política pública de corte
neoliberal no sólo han deteriorado el nivel de vida de los pensionados y de los
trabajadores, sino que, hasta el momento, no han tenido ningún impacto en el
aumento de la inversión y el empleo.
Mejorar la competitividad a costa del bienestar de la población,
es una política que destruye el mercado interno y subordina la dinámica
económica al comportamiento de los mercados externos, que en la coyuntura
actual se caracterizan por un pobre crecimiento, estancamiento de la
productividad y auge de medidas proteccionistas, como las que impulsa el
gobierno de los Estados Unidos al retirarse del Acuerdo Transpacífico de
Cooperación Económica, y renegociar el Tratado de Libre Comercio con México y
Canadá.
Esto significa que estamos en el peor de los
mundos: debilitamiento de los mercados internos con reformas laborales que
recortan derechos, mercados externos que no se reactivan ,
y un creciente proteccionismo que hará más difícil su acceso a nuestros países.
Ahora el presidente Temer dice que para atraer
la inversión y crear empleo hay que vender al Estado. Dentro del paquete que se
va a poner en venta, a precio de ganga, se encuentran puertos, aeropuertos,
carreteras, vías ferroviarias, compañías de electricidad y la acuñación de
moneda, entre otras.
Eletrobras, una de las empresas que se pondrá
en oferta, es la mayor compañía del sector de energía eléctrica de América
Latina y décima en el mundo. Como holding controla gran parte de los sistemas
de generación y transmisión de energía eléctrica de Brasil. Comprende en total
29 hidroeléctricas, 15 termoeléctricas, dos plantas nucleares, 237
subestaciones y más de 59,7 mil kilómetros de líneas de transmisión. La agencia
británica Reuters informa que los mercados financieros “están eufóricos” ante
la posibilidad de devorarse el supuestamente “ineficiente” complejo eléctrico
brasileño.
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La privatización propuesta por Temer no solo
no aumentará la inversión ni creará más empleo, sino que le quitará
competitividad al país al incrementarles costos a las empresas. Fue lo que
ocurrió en Colombia con la privatización del sector eléctrico, que elevó el
precio del kilovatio hora de energía 4 veces el promedio internacional. El
efecto de esto es la reducción de la rentabilidad de las empresas y un aumento
del desempleo.
La venta del patrimonio público al sector
privado no se debe considerar desde el punto de vista económico como inversión,
sino como una transferencia de propiedad de un bien público del Estado a los
particulares, quienes buscan la máxima rentabilidad en detrimento de los
objetivos sociales y de desarrollo que debe tener el Estado.
La producción de energía de calidad a un costo
razonable es fundamental para la actividad productiva de un país, por lo que es
un sector estratégico para el Estado. Todo país necesita tener un amplio sector
público que le permita proveer a la sociedad ciertos bienes que pueden no ser
de interés para el mercado, pero sí para la sociedad y el desarrollo económico,
como los servicios públicos domiciliarios, la justicia, la seguridad ciudadana,
el espacio público, la infraestructura, la seguridad social, la cultura, la
ciencia, la educación, el alumbrado público, los museos, entre otros.
La privatización no va a solucionar el
problema del déficit fiscal, porque esto depende de la dinámica económica y de
un desarrollo empresarial, que Brasil no tiene. El sector público es
fundamental para construir un futuro en el que la riqueza se redistribuya con
equidad, los derechos se garanticen a quienes el mercado descarta, y las
empresas tengan un entorno estable para su progreso.
Es deber moral del sindicalismo, de los
movimientos sociales y los sectores democráticos, resistir a esta nueva oleada
neoliberal en América Latina y, mediante acuerdos nacionales con sectores
empresariales y políticos progresistas, defender el rol del Estado en la
economía y la sociedad, y promover una política pública de trabajo decente para
el logro de la justicia social y una paz estable y duradera.
Carlos Julio Díaz Lotero. Analista ENS
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=231284
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