La relación entre la protección de
la biodiversidad y
la prevención de pandemias
29
mayo 2020
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La
enfermedad del coronavirus o COVID-19 (causada por el virus SARS-CoV-2) tiene
como origen definido el contacto con animales, si bien aún no está del todo
definido quien fue el vector de contagio. Este tipo de enfermedad transmitida
por animales se denomina “enfermedad zoonótica”, y son de las más habituales
dentro de las enfermedades infeccionas, ya que aproximadamente un 70% de las
enfermedades humanas de las últimas décadas son transmitidas por animales
salvajes (1). De hecho, la mayoría de pandemias contemporáneas, como el SARS,
el ébola, el zika o el MERS son trasmitidas por la fauna. Actualmente ,
además, especialmente en zonas tropicales (incluyendo el Asia monzónica, origen
de la actual pandemia), el riesgo de infección por este tipo de enfermedades
está en aumento debido en gran parte a la presión antrópica, especialmente por
el avance de la agricultura intensiva y la urbanización masiva (2).
Sin
embargo, a pesar de ser los animales los transmisores (vectores) del virus, son
también una de las principales contenciones a la expansión de estos. Los virus
siempre han estado presentes en el ambiente, es nuestra relación con la
naturaleza lo que está cambiando.
Existe
bastante consenso científico entorno al papel de la biodiversidad y de unos
ecosistemas funcionales en la prevención de pandemias. Este efecto protector se
debe a distintos factores, como son el control poblacional de los vectores por
parte de sus depredadores o de otras especies que compiten por los mismos
recursos (3) o la dilución del virus entre distintas especies, ya que al no ser
muchas aptas para infectar a humanos, queda frenada la transmisión del virus
(4). Es decir, en un ecosistema sano y con distintas especies, se generan una
gran cantidad de interacciones entre ellas, lo que facilita que unas se
controlen a otras. De hecho, hasta los murciélagos, tan desdeñados últimamente
al ser acusados de la propagación del virus (lo cual aparentemente no tiene
base científica (5)) tienen un papel importante en este efecto protector,
observándose una correlación entre el descenso de sus poblaciones y el aumento
de enfermedades zoonóticas, debido a que su alimentación está basada en la
mayoría de los casos en los animales que actúan como vectores de distintas
enfermedades (6). Esto mismo se demostró con el control de la enfermedad del Virus
del Oeste del Nilo, donde se observó que la diversidad de aves actuaba
reduciendo la incidencia de la enfermedad en los seres humanos (7).
Del
mismo modo que la diversidad de especies es un factor importante en el control
de las pandemias, también lo es la integridad del medio donde se desarrollan.
Por ejemplo, Allan y colaboradores (8) observaron al estudiar la enfermedad de
Lyme, transmitidas por garrapatas, que se daba una mayor abundancia de este
animal (y por tanto un mayor riesgo) en zonas donde los fragmentos de bosque
eran menores. Es decir, un bosque muy fragmentado (ya sea por infraestructuras,
cultivos u otros motivos) y poco conservado, es una situación que aumenta el
riesgo de transmisión de enfermedades.
A
pesar de estos notables efectos beneficiosos, la biodiversidad a nivel global
se sitúa en un punto crítico, cerca de lo que muchos consideran la “sexta extinción
masiva”.
La
pérdida de hábitat, los cambios de uso del suelo, el cambio climático o la
contaminación, están detrás de un proceso que desde hace años ha superado los
límites de seguridad para la especie humana (9). No nos cansamos de decirlo:
este tipo de situaciones, igual que ocurre con los devastadores efectos del
cambio climático, sabíamos desde hace muchos años que pasarían (o empeorarían).
La ciencia nos lleva advirtiendo mucho tiempo. De hecho, las propias
enfermedades infecciosas transmitidas por animales están altamente relacionadas
con los cambios en el medio ambiente (10). Las zoonosis no son nuevas. Sin
embargo, la transformación del medio nos lleva a un riesgo cada vez más alto de
que ocurran.
El
Informe Fronteras 2016 (11) ya advertía sobre los factores que aumentan el
surgimiento de las zoonosis, es decir, de aquellas enfermedades transmitidas de
animales a humanos. Los cuales son:
-Deforestación
y cambios de usos de suelo (urbanización, industrialización, etc.), debido a la
eliminación de especies y del aumento de la probabilidad de contacto con
vectores.
-La
pérdida de especies, que dificulta que los efectos de defensa (como el efecto
de dilución) pueda producirse, por la alteración de las cadenas tróficas.
-Comercio
ilegal de vida silvestre, lo que facilita el contacto con animales sin ningún
control sanitario y favorece la propagación del virus a áreas alejadas del origen.
-Agricultura
y ganadería intensiva, ya que es uno de los principales causantes de
deforestación y a la resistencia antimicrobiana que causa la ganadería.
-Cambio
climático, ya que favorece la expansión de virus y bacterias o de sus vectores,
por la habitual preferencia por climas húmedos y cálidos.
Además
de los efectos sobre la salud que tiene el cambio climático por sí solo (como
el aumento en golpes de calor (12)), la Organización Mundial
de la Salud ya advierte del potencial peligro del cambio climático en la
generación de nuevas pandemias, resultando alarmante la situación al cruzar
escenarios de aumento de temperatura con los de cambio de uso de suelo y
pérdida de biodiversidad (13). Entre estos peligros, destacan los cambios de
hábitats de muchas especies (lo que facilita la aparición de organismos
transmisores en ecosistemas donde no tienen un control efectivo) así como la
posibilidad de liberar patógenos confinados bajo el hielo del permafrost (el
cual se está derritiendo a un ritmo alarmante), los cuales, previsiblemente,
serán difíciles de controlar por las especies silvestres. Asimismo, un estudio
de la Universidad de Aarhus apunta a la probable relación existente entre
mayores cotas de polución y mayor tasa de mortalidad por COVID-19, atendiendo a
las diferentes tasas de mortalidad entre el norte de Italia y el resto del país
(12% y 4,5%, respectivamente) (14). Los autores del estudio señalan que la
contaminación atmosférica (que se estima que provoca la muerte de más de 7
millones de personas al año (15)) debería ser un factor más a tener en cuenta
en las políticas de prevención a implementar. La defensa de la naturaleza es
también la defensa de nuestras propias vidas.
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Fuente:
https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2020/06/07/la-relacion-entre-la-proteccion-de-la-biodiversidad-y-la-prevencion-de-pandemias/
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