Cuando
el debate se hace largo
22 de junio de 2020
Por Julio C. Gambina (Rebelión)
Algo de eso me ocurre cuando pienso en la Argentina de mediados del 2020, cuando la pandemia, la negociación de la deuda pública o el fenómeno de la estafa asociada a
No puedo
entender la “crisis sanitaria” si no miro el desarme de la salud pública y la
mercantilización concomitante; ni el problema del endeudamiento sin el origen
odioso, ilegitimo e ilegal de las acreencias asumidas en dictadura y
renegociadas en los turnos constitucionales para sostener un modelo productivo
de inserción mundial subordinada. Mucho menos entender el proceso actual de
Vicentin como aquellos gringos de hace casi un siglo, si no lo asocio a un
largo proceso de transformaciones desde los años de plomo. Ello nos remite a la
complicidad en la desaparición de trabajadores, o en la estatización de la
deuda privada, o en el uso del Estado para la actividad particular en el marco
del agro-negocio de exportación.
Coronavirus
La pandemia se desarrolla con fuerza en el presente año, aun cuando su denominación es del anterior, pero incluso, tiene antecedentes previos y asociados a una dinámica de apropiación social destructora de
Los fallecidos son la imagen que nos devuelve un epicentro de la pandemia que recorre el territorio nuestro americano, con Brasil segundo en contagios y muertes; pero con Perú convirtiéndose de manera acelerada en el séptimo país entre los 188 afectados. Chile también preocupa y la incertidumbre está asociada a un bajo contagio de nuestros vecinos: Uruguay y Paraguay.
Entre tanto, en el país se discuten las medidas preventivas y se disocia arbitrariamente una dupla inescindible como salud y economía. Se trata de un debate, a veces agobiante, por irracional, que omite el carácter dialéctico de ambas y muchas otras dimensiones, que involucra a la economía en variados espacios de una totalidad.
¿Acaso no hay una economía política de la salud? ¿O una política económica de la salud? Al primer interrogante se responde analizando el tipo de relaciones sociales que organizan el estado de la salud del conjunto de
Incluso, la municipalización de la lógica privatista de los noventa puede dar cuenta de diferenciaciones en la organización de la salud en grandes distritos, que debieran ser comparados para discutir el asunto.
¿Fueron similares las políticas de salud asumidas en los noventa en Rosario, Córdoba o el AMBA? Es un interrogante a responder con investigaciones sobre la especificidad de la lógica política de los gobiernos municipales, incluso con la variante autónoma de la Ciudad de Buenos Aires recién a fines de la última década del siglo pasado.
Un
dato relevante para pensar con mirada de lardo aliento el presente de la salud,
debiera pensar a la salud y a la economía en el país luego de 4 años de
macrismo, en el marco de un ciclo de 44 años de inserción local en el ensayo
liberalizador (neoliberal) de la genocida dictadura, que potenciaron los años
noventa.
La
creciente mercantilización de la salud y el deterioro del cuadro sanitario
social tiene historia larga. No debiera ser una novedad, ni sorprender.
No se queda atrás el debate de la deuda, con el juicio desplegado por Alejandro Olmos contra el accionar de la dictadura en materia de endeudamiento ilegal, ilegitimo y odioso. Una demanda luchada que tuvo sentencia judicial en el 2000, hace ya dos décadas y que aún duerme el “sueño de los justos”, esperando condiciones políticas para su ejecución.
Vale una
acotación: me viene en el recuerdo de este cuento largo la propuesta de Floreal
Gorini por la anulación de las leyes de la impunidad, que antes fue de Luis
Zamora y siempre con la pluma de Carlos Zamorano. Aquello que parecía imposible
fue realidad por la movilización popular entre siglos. Esa fue la condición de
posibilidad para su materialización, la que aun continua en los juicios contra
la impunidad por el genocidio.
Qué “veinte años no es nada” dicen Carlos
Gardel y Alfredo Le Pera en “Volver”, pero en el amor con en la vida y por ende
la política, se trata de un cuento largo que empezó en 1976 (por no ir más
atrás) y luego de una investigación,
¿Qué indigna a
la población? Las deudas se pagan, se sostiene a menudo, pero poco se considera
el carácter de estafa que supone el endeudamiento público. ¿Qué característica
tiene la deuda?, me consultaron. Es un mecanismo de dominación, para reorientar
y condicionar el rumbo económico del país y del sistema mundial. La deuda
pública financió a la dictadura genocida en los setenta y la reestructuración
de la Economía, el Estado y la Sociedad entre 1976 y el presente.
El
endeudamiento privado estatizado sirvió para consolidar conglomerados
empresarios que definieron el modelo productivo de inserción subordinado en
este casi medio siglo, del cual Vicentin es solo un ejemplo. El grupo Vicentin
es parte del recorrido histórico de esas transformaciones gestadas en este
tiempo, dónde convive el terrorismo de Estado, la promoción de la inserción
mundial sustentada en el apoyo del Estado capitalista, nada menos que con
privilegio del financiamiento público, no solo en tiempos del gobierno de
Macri, sino desde antes.
Pensar críticamente nuestro presente
Más allá de todas las consideraciones y como termine el episodio Vicentín o el alargado tiempo de la negociación de la deuda, lo interesante es el debate que se habilitó en el país. Es un partido que está en juego, con ofensivas y defensivas que aún tienen que consolidarse. Se trata de un juego largo, con estrategias e iniciativas en pugna.
Argentina está en default y no podrá cancelar su deuda, ni siquiera con la “mejor” negociación que se lleve adelante, de un objetivo que fue anunciado para fines de marzo y ahora se posterga para fines de julio, y quien sabe hasta cuándo, ya que falta negociar luego con el FMI y otros acreedores. En fin, es cuento largo y será más extendido aún. Es y será un karma que nos acompañará por generaciones hasta que la sociedad diga basta, lo que requiere mucho trabajo de organización y argumentada lucha.
No tengo dudas que estamos en un debate fantástico, sobre el agro negocio y la soberanía alimentaria, una categoría escasamente conocida y discutida, desarrollada desde el movimiento campesino a fines del siglo pasado, que tiene connotaciones profundas sobre la crítica al capitalismo actual y encierra propuestas de futuro civilizatorio insuficientemente asumida por la sociedad contemporánea.
Con el debate por las estafas de la deuda pública y de Vicentín se recupera el debate sobre la genocida dictadura y el estrecho entrelazamiento con poder económico. De ahí al debate sobre la estatización de la deuda externa privada bajo el régimen militar, lo que nos muestra el enraizamiento del bloque de poder y la reorganización reaccionaria del orden económico local, contra los derechos y a favor de la mercantilización, la extranjerización y la concentración del poder en este medio siglo que nos separa de los años de plomo.
Discutir la deuda pública y Vicentin ayuda a desentrañar la transnacionalización de la economía local; el papel del Estado capitalista local, e incluso la defensa de la propiedad privada por sujetos sobre los cuales interviene un trabajo ideológico por décadas de privatización de la comunicación vía multimedios que manipulan la conciencia social.
Es un tiempo
complejo e interesante para pensar y actuar la transformación social. Se trata
de momento político complejo, con angustia en la militancia social y política
diversa, que asume la realidad con el desconcierto por manifestaciones de un
“sentido común” afín al proyecto de la dominación, y con inmensas limitaciones
para articular el descontento social extendido entre las clases subalternas.
¿Cómo enfrentar
este tiempo, cómo generar confianza y esperanza en el accionar colectivo y
transformador contra el orden vigente? Queda claro que no alcanza con ganarle
elecciones a la derecha y menos conciliar con ese proyecto.
Julio C. Gambina es presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP
Fuente: https://rebelion.org/cuando-el-debate-se-hace-largo/
No hay comentarios:
Publicar un comentario