" Estamos viendo cómo esta enfermedad se inserta en los sistemas inmunológicos débiles. Pero si tomamos distancia y ampliamos la perspectiva, vemos que nuestro sistema económico, dispuesto y construido en base a la voluntad de sacrificar la vida en beneficio de las ganancias, generó las condiciones previas para que esta crisis sea todavía más profunda, debilitando nuestro sistema inmune colectivo y generando las condiciones para que el virus se desarrolle de forma desenfrenada".
Conversación
entre Angela Davis y Naomi Klein
Imaginarios
para salir del desastre
27 de junio de 2020
PorLucía Sbriller, Solana de la Torre
Revista Anfibia
Angela Davis y Naomi Klein reflexionan sobre la
oportunidad que la crisis del coronavirus representa para movimientos
sociales e izquierdas. Cruzan las instantáneas del presente con otros
momentos fundamentales de la historia. Vuelven a pensar otro mundo
posible basado en menos represión, más activismo, imaginación y
perspectiva feminista.
Naomi Klein y Angela Davis se encontraron en una charla virtual organizada
por The Rising Majority: “Coronavirus y construcción de un movimiento
opositor”. Hubo más de 200 mil personas escuchando el vivo, en todo el
planeta, en todos los horarios e idiomas, pero con una visión de mundo
compartida. Hablaron de la crisis global, de la pandemia, de los
feminismos, de los trabajos imprescindibles, del racismo, de las
personas privadas de su libertad. Atravesadas por el acontecimiento
reflexionaron sobre los desafíos que se vienen para los activismos y
para la izquierda internacional en un escenario que nos impone la
necesidad de desafiar los límites de la imaginación de lo posible. Angela Davis es activista antirracista, anticapitalista e histórica
referente de las luchas afro en los Estados Unidos a gravés de las
Panteras Negras. Es autora de Género, raza y clase y ¿Son obsoletas las prisiones? Naomi Klein es activista anticapitalista y ecologista, cineasta y periodista. Escribió No Logo y La doctrina del Shock. Modera la conversación la activista Thenkiwe Mcharris. THENJIWE MCHARRIS:Esta conversación intenta poner
en común visiones transformadoras y nos invita a hablar de los cambios
estructurales que necesitamos. ¿Qué nos dice esta crisis sobre el
fracaso del capitalismo y sobre el riesgo de que el sistema aplique sus
propias soluciones para afrontar el desastre? NAOMI KLEIN: Esta es una crisis creada por el
capitalismo. La pandemia misma es una expresión de nuestra guerra contra
la naturaleza, de las enfermedades que vienen desde “lo salvaje” a la
esfera humana porque nos estamos metiendo en ese plano de lo salvaje
cada vez más. Estamos viendo cómo esta enfermedad se inserta en los
sistemas inmunológicos débiles. Pero si tomamos distancia y ampliamos la
perspectiva, vemos que nuestro sistema económico, dispuesto y
construido en base a la voluntad de sacrificar la vida en beneficio de
las ganancias, generó las condiciones previas para que esta crisis sea
todavía más profunda, debilitando nuestro sistema inmune colectivo y
generando las condiciones para que el virus se desarrolle de forma
desenfrenada. Esto se expresa de muchas maneras: a tavés de los sistemas médicos
privados, en la denigración del trabajo de cuidado -al no brindar los
equipos de protección adecuados-, y en la denigración de los trabajos de
servicio: las personas que producen y entregan alimentos son tratadas
como desechables. Todo ésto hace que el virus esté fuera de control. Además, tenemos el capitalismo del desastre. Vemos lo mismo de
siempre: frente a tanto dolor y necesidad, el oportunismo corporativo no
se pregunta cómo aportar soluciones sino cómo puede enriquecerse aún
más. Algunos ejemplos son las regulaciones ambientales suspendidas en
China y en Estados Unidos en nombre de ayudar a la economía, y el
impuesto a la regulación financiera. Esta declaración de intenciones
impulsa crisis encubiertas, son ataques explícitos a nuestras
democracias ya débiles. Entonces vemos a un Viktor Orban en Hungría, a
Jair Bolsonaro en Brasil, a Benjamin Netanyahu en Israel, a Trump en
Estados Unidos… Son lo mismo. Todos usan la autoridad para obtener mayor
poder de vigilancia. ANGELA DAVIS: Al escucharte, Naomi, pienso en lo que
pasa en Palestina, en lo que pasa en Siria y en Kurdistán, pienso en
las poblaciones que están expuestas a situaciones de represión como
respuesta fallida al Coronavirus. THENJIWE MCHARRIS: Angela, durante años nos hablaste del sistema carcelario. ¿Podemos pensar la coyuntura desde una perspectiva abolicionista? ANGELA DAVIS: Al analizar el impacto y los intentos
para mitigar el virus, se pensó en la situación de las personas forzadas
a mentenerse encerradas. Hubo preocupación por quienes quedaron
confinados en cruceros. Pero deberían preocuparnos -y más, incluso- las
personas que están en prisión o en centros de detención de inmigrantes.
Acá, en Estados Unidos, las personas quedan detenidas por un período de
uno a seis meses, no más de un año. Sin embargo, en este contexto, una
sentencia de tres meses puede significar la pena de muerte. Aquí muchas
organizaciones -Critical Resistance, No New Jails, All Of Us or None,
Transgender Gender-Variant & Intersex Justice Project- piden la
liberación de prisionerxs. En Estados Unidos hay 2.3 millones de
personas tras las rejas. Pedimos, en particular, la liberación de lxs
ancianxs. Y considerando que la cárcel acelera el envejecimiento,
hablamos de mayores de 50. Las apelaciones también piden la liberación
de lxs niñxs que están en institutos para menores. Estaba leyendo un artículo de Mike Davisis en la “Jacobin”, donde
menciona a la “corona-crisis” como un monstruo alimentado por el
capitalismo. Dice que esta pandemia expande el argumento de que el
capitalismo global parece biológicamente no sustentable por la ausencia
de una infraestructura de salud pública global. Y afirma: “Tal
infraestructura nunca existirá si los movimientos sociales no quiebran
el poder de las grandes farmacéuticas y del sistema de salud privado”.
La mirada abolicionista nos obliga a pensar de manera amplia y a
recordar, por ejemplo, a aquellxs que no tienen casa. Incluso si se
lleva a cabo la descarcelación de la cantidad de personas tras las
rejas, muchxs sólo tendrán las calles como un lugar para refugiarse. Por
lo tanto, también tenemos que pensar en el acceso a la vivienda y al
alimento. Si Irán pudo liberar a 70 mil prisionerxs, es decir, un tercio
de su población de detenidxs, los Estados Unidos deberían poder hacer
lo mismo. THENJIWE MCHARRIS: Esto nos lleva a la siguiente pregunta. ¿Cómo saber qué es posible transformar? ¿Cuánto más tenemos que involucrarnos? NAOMI KLEIN: Se necesita de un gran compromiso.
Recién estamos en la primera etapa de esta tremenda crisis. Una vez que
reconocemos que estamos en una emergencia, el gran compromiso es
posible. Ahora, por ejemplo: todos los que estamos compartiendo esta
conversación seguramente pasamos nuestras vidas tratando de convencer al
mundo de que el status quo nos llevaba al desastre. Estados Unidos no
vio esta pandemia como una crisis. Lo dijo FOX News: que las personas
mayores y las enfermas debían morir en silencio, en nombre del mercado.
La única razón por la que ha habido una movilización de esta escala
tiene que ver con los viajes geográficos que hizo virus, y que antes de
golpear a Estados Unidos golpeó a sociedades con un tejido social más
fuerte. Entonces tuvimos presidentes como el de China, y algunos del sur
de Europa, que clausuraron sus economías para salvar vidas, y ésto
venció las medidas de Trump que de alguna manera se vio obligado a tomar
decisiones similares. La crisis abre el sentido de lo que es posible. Cuando escribí Doctrina del Shock, cité a
Milton Friedman: “Solo un procedimiento real de crisis produce un cambio real,
y cuando ocurre la crisis depende de las ideas que están por ahí”. Milton
Friedman estaba enfocado en tener una infraestructura intelectual de
preparación para desastres para la derecha, para las corporaciones, porque
entendió que cuando el capitalismo produce su propia crisis y las injusticias
del sistema quedan al descubierto, como sucedió durante la Gran Depresión, la
izquierda tiene una gran oportunidad. Milton Friedman escribió una carta a
Pinochet en los ´70, y le dijo: “Todo salió mal en su país, como en el mío en
la década de 30, cuando la gente tuvo la idea de que podían hacer cosas buenas
con el dinero de otras personas”. Entonces, en otras palabras, toda la
estrategia que están desplegando para moverse tan rápido ante una crisis, para
impulsar su lista de deseos es porque tienen miedo de que impulsemos la
nuestra, tienen miedo de que exijamos exactamente aquello de lo que Angela ha
estado hablando. Que vaciemos las cárceles, que exijamos casas para todxs, que
digamos: “Esperá un minuto. ¿Ganaste 6 trillones de dólares? Podríamos tener un
buen comienzo de un nuevo acuerdo verde con ese dinero”. Quiero decir, si podés
pagarle a la gente para que se quede en casa, podés pagarle a la gente para que
se vuelva a entrenar fuera del sector de los combustibles fósiles. Si las
corporaciones están de rodillas pidiendo rescates, los sectores más
contaminantes del planeta, compañías petroleras, compañías de gas, aerolíneas,
compañías automotrices, de cruceros, significa que podemos tomar posesión de
estos sectores, podemos bajarles un cambio si están en guerra con la vida en la
tierra, podemos cuidar a sus trabajadores. Lo que necesitamos, para citar a mis
colegas de The Leap, que es una organización que co-fundé, es patear puertas,
abrirlas a la posibilidad radical tan a lo ancho y a lo largo como sea posible. En esta crisis nos encuentra en una mejor
posición que la de 2008, cuando la economía mundial colapsó y teníamos claro
que nos veíamos obligados a pagar para salvar a los banqueros. Ocupamos las
plazas y dijimos: “¡No!”. Pero en ese momento no impulsamos nuestras
alternativas radicales con el coraje y con la fuerza suficiente. Esto es lo que
debemos hacer ahora. Estoy tan inspirada por los trabajadorxs de Amazon, Hole
Foods, Instacard, GI y los enfermeros. Todos son trabajadores de la primera
línea pero su trabajo es denigrado y, literalmente, tienen que usar bolsas de
basura para protegerse del virus. Es que así es como el capitalismo los ve,
como basura. Pero ellos están de pie: “No, no somos basura. Nosotros sostenemos
al mundo”. Esa es la energía que necesitamos para construir. Tenemos que
ejercitar nuestro derecho a parar, a retener esa fuerza de trabajo. Necesitamos
abrir la puerta de una patada, ¡y mantenerla abierta! THENJIWE MCHARRIS: Debemos ser audaces y tener confianza pero
también expandir la ronda de posibilidades en nuestra imaginación. Entonces,
¿cómo avanzamos hacia un mayor nivel de demandas? NAOMI KLEIN: Es una carrera contra el tiempo porque
todavía no vimos sus peores ideas. La gente en Gaza nos dice que son un
laboratorio para el resto del mundo. Hoy, en Bombay, fueron diagnosticados los
primeros casos de Corona, en un barrio marginal. Eso es preocupante por lo que
dice Ángela sobre la imposibilidad de las personas para aislarse cuando no
tiene dónde hacerlo. ¿Qué respuesta da un estado carcelario? Sella el barrio
pobre, lo convierte en Gaza. Salvo que estemos ahí diciendo: “¡No! Todos tienen
derecho a una casa, hay muchos hoteles vacíos”. Creo que veremos peores
instantáneas que las que estamos viendo ahora. THENJIWE MCHARRIS: Y vos, Angela, ¿qué crees que esta crisis nos
está pidiendo? ANGELA DAVIS: Estoy de acuerdo con Naomi: tenemos que pensar en
las similitudes entre la década del 30 y ahora. Muchas personas se dan cuenta
que el capitalismo no está preparado para responder a las necesidades de la
gente y de otros seres de este planeta. El capitalismo global es responsable de
la imposibilidad para abordar esta pandemia. También es responsable del gran
número de personas en prisión, del alto costo de la atención médica, la
vivienda y la educación.
Las personas hoy tenemos la capacidad de darnos cuenta de que
no tenía por qué ser así. La crisis revela la naturaleza del
capitalismo racial, el racismo dirigido contra asiático-estadounidenses, por
seguir el ejemplo de… ¿cómo se llama el actual ocupante de la Casa Blanca? Estamos
reconociendo y tenemos la capacidad de organizarnos contra el racismo de las
instituciones, el racismo cotidiano. Y tenemos la capacidad de generar
organización feminista, lo que podríamos llamar la organización feminista
abolicionista, porque todas estas son cuestiones feministas. El racismo es una
cuestión feminista, la falta de vivienda es una cuestión feminista, la
abolición de las cárceles es una cuestión feminista. También deberíamos
considerar que muchas de las personas que están en el centro de esta crisis, en
la primera línea, son mujeres. Y quiero decir una cosa sobre la violencia de
género y el abuso infantil: muchas mujeres están siendo forzadas a pasar las 24
horas del día con sus abusadores, siendo incapaces de conectarse con aquellos
que han sido sus cuerdas de salvataje.
Deberíamos aprovechar ésto como una
oportunidad para generar el tipo de organización que resalte el sentido de la
necesidad de solidaridad internacional, y que tenga la capacidad de sacarnos de
nuestro adormecimiento, de reconocer que podemos aceptar liderazgos de personas
que se organizan en otras partes del mundo. NAOMI KLEIN: Mucho de lo que sé sobre el poder transformador de una crisis lo aprendí viviendo en Argentina, luego de la crisis económica del 2001, cuando tuvieron cinco presidentes en tres semanas y todo colapsó y la gente comenzó a construir algo nuevo en la multitud. Una de las cosas que presencié y que realmente me cambió fue el movimiento de las fábricas que, siendo abandonadas por sus dueños, eran transformadas en cooperativas de trabajo. Eso es lo que reivindico cuando hablo de solidaridad internacional. También valoro lo que tenemos para aprender del movimiento por la soberanía alimentaria. También, hoy hay un nivel de organización digital increíble. Tenemos que defender también el derecho a tener internet, es un bien de uso público pero ahora está en manos de unas pocas grandes corporaciones. Cuando hablamos de respuestas represivas y autoritarias a la crisis eso incluye la capacidad de acallarnos cuando nos organizamos en plataformas de las corporaciones. Luchamos por derechos digitales reales como parte de la transformación que necesitamos. Recordemos un par de cosas de las que muchxs de nosotrxs nos estamos dando cuenta. Uno: nos extrañamos, aunque pasamos mucho tiempo frente a las pantallas. Cuando ésto pase, me gustaría pasar más tiempo en comunidad y construir una economía que valore, que eleve y que esté enraizada en la necesidad de cuidarnos entre todxs y cuidar el planeta. Es posible hacerlo, serán necesarias todas las herramientas que hemos mencionado, las huelgas de alquileres, las huelgas de deudas, tal vez incluso una huelga general. No creo que tenga un hashtag, así que tendremos que encontrar formas de organización que Silicon Valley no nos haya traído. Una de las cosas que más difíciles de esta crisis es tener un hijo de siete años y enseñarle a temer a la gente porque todxs tienen gérmenes, y eso es lo contrario a lo que trato de enseñarle. Fuente: http://revistaanfibia.com/ensayo/imaginarios-salir-del-desastre/
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