Brasil vencerá al Brazil
7 de septiembre
de 2019
El territorio de los pueblos
arde, los árboles se convierten en cenizas que vuelan y se desmoronan sobre las
ciudades: el cielo oscuro cae con un peso inconmensurable, desalineando el
tiempo, y ya no sabemos si habrá futuro. Los habitantes de las metrópolis están
olvidadizos, enclaustrados en edificios y en embotellamientos, miran para
arriba asustados y parecen, por fin, recordar que hay una floresta, ahí al
lado. O había.
Por Amigos de la Tierra Brasil.
Ciertamente,
podemos hacer poesía con lo que está sucediendo, las tragedias son cantadas,
pero no nos engañemos: hay algo crudo y feo que está por detrás del fuego que
consume el Amazonas – las cortinas del humo no nos tapan la visión. La mano
manchada de sangre que enciende la llama es la mano del capital. Es la política
neoliberal colonialista, tan dócilmente adoptada por el gobierno de Bolsonaro,
que permite el ataque a los pueblos de las selvas y sus territorios.
Cada
palabra proferida por Bolsonaro (PSL) y sus ministros, principalmente el
ministro de Medio Ambiente Ricardo Salles (Partido Novo), es como un soplo que
estimula la llama.
Cuando alguno de ellos intenta crear fantasmas y enemigos,
invirtiendo papeles y culpando a las organizaciones ambientalistas por los
incendios que el mundo observa perplejo; o, cuando otro intenta responsabilizar
con zancadillas a “las personas del Norte” (refiriéndose a la población
brasilera del Amazonas, que culpabiliza por supuestos “hábitos arcaicos”) por
el fuego que consume el territorio con toda su magnífica biodiversidad. Y si los
discursos ya encienden la brasa, sus acciones son como alcohol, causantes de
esa explosión calamitosa. Podemos citar la reducción de R$ 187 millones en el
presupuesto del Ministerio del Medio Ambiente, que causó una secuencia de
cortes en programas dirigidos al cuidado ambiental; la Política Nacional
sobre Mudanza del Clima tuvo un corte equivalente a 95% en su presupuesto; el
Programa de Apoyo a la Creación, Gestión e Implementación de las Unidades de
Conservación Federales, del ICMBio (Instituto Chico Mendes de Conservación de
la Biodiversidad), fue recortado en más de R$ 45 millones. Podemos mencionar
además: la extinción y ataques a importantes consejos que trabajan en la
fiscalización y planificación de políticas ambientales, como es el caso del Consejo
Nacional del Medio Ambiente (Conama); las frecuentes agresiones al Ibama
(Instituto Brasilero del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales
Renovables), considerados por el gobernante de ultraderecha como una simple
“industria de la multa”; la negación de la ciencia, cuando es ella la que ayuda
a denunciar lo obvio, desde el aumento de la desforestación en la gestión
actual, hasta el mal causado por los agrotóxicos a la salud de la población
(estos agrotóxicos fueron liberados de forma record y, recientemente,
disminuyeron las clasificaciones con relación a sus toxicidades).
Podríamos
extendernos con la lista, pero paramos por aquí. En este momento el foco es
otro: es la mano que coloca el fuego, más que el fuego que se propaga; la mano
que manipula este gobierno racista, colonizado y misógino: la mano del capital.
Es
verdad que no es absolutamente nuevo lo que está pasando. Nuestra tragedia
socio ambiental no comienza hoy: mega-proyectos de desarrollo, con grandes
focos en la minería agresiva, en las represas y el agro-negocio, impactan el
medio ambiente y a los pueblos de Brasil desde hace tiempo. Parece eterno el
saqueo de nuestros bienes comunes. Tampoco es ninguna novedad que el clima seco
facilita el inicio de los incendios: así mismo que la ignorancia de los tiempos
actuales desafíe los conocimientos básicos, parece haber consenso en esto.
Sin
embargo, son otras las dimensiones de lo que está sucediendo en este momento.
“El Amazonas se está quemando más en 2019, y el período seco, por sí solo, no explica
este aumento”, nos alerta Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia
-IPAM. Y dice más: la concentración de incendios forestales en áreas recién
desmatadas y con sequía suave, es un fuerte indicativo del carácter intencional
de los incendios, que tienen la función de limpiar esas áreas. Vaciadas de
gente y de selvas esas tierras pueden ser, entonces, utilizadas para la
expansión del capital a través del avance de la frontera agrícola para el
agronegocio y para los mega-proyectos de extracción mineral, que cuentan con
gruesas inversiones extranjeras.
Más del
60% de los focos de incendio fueron detectados desde inicio del año en
propiedades privadas registradas en el Registro Ambiental Rural, apuntando a
los arcaicos ruralistas nacionales como los peones del agronegocio global.
Incentivado por las políticas de Bolsonaro, el fuego neoliberal se propagó –y
dura mucho más que un día, desgraciadamente.
Brasil
vencerá al Brazil
¿Y cómo
combatir el fuego que se esparce con los vientos fascistas que asolan el país,
y que colocan literalmente en llamas al Amazonas y ponen en riesgo la vida en
el planeta? La respuesta nos surge en una verdad irrefutable: las selvas se
mantienen en pie donde están los pueblos originarios, y ellos son parte de
ellas –así como lo somos nosotros también, a pesar que no sepamos o nos hayamos
olvidado, eludidos por las falsas soluciones del capitalismo que, cuando es
conveniente, se disfraza de verde y se dice preocupado por la selva que más
tarde arrasa, o deja en pie privatizada y transformada en activos de las bolsas
de valores, expulsando de ella a quien vive en armonía en ella. Causan daño,
sumando la ignorancia de unos y la ganancia de otros, y es peor cuando surgen
combinadas en una sola persona. Ejemplos de esto no nos faltan en el actual
gobierno brasileño.
Por
eso, los modos de vida tradicionales nos enseñan sobre cuidar la naturaleza: la
relación es de pertenencia, no de uso. Son las luchas históricas de los pueblos
originarios y de las comunidades tradicionales en defensa de sus culturas y de
sus territorios que inspiran la lucha que llevamos por justicia ambiental,
social, económica y de género para todos los pueblos. De ahí vendrá la
respuesta que buscamos – ¿qué hacer?! – porque de ahí siempre vino, corresponde
a nosotros escuchar. Es así que una alerta debe ser repetida, en sonido bien
alto, independiente de cualquier buena intención, la solución para los absurdos
que presenciamos en este triste capítulo de la historia está en fortalecer la
lucha indígena, quilombola, campesina, feminista y agroecológica. En construir
la soberanía popular desde los territorios para cambiar el sistema. Toda acción
que tome otro camino, o que venga de arriba para abajo, desde Norte hacia el
Sur, del capital sobre la vida, anda a contramano.
La
tristeza y la vergüenza generadas por los incendios criminales son
devastadoras, pero deben ser transformadas en indignación y lucha, uniendo
todos los pueblos de Brasil, en sus diversidades y saberes que emanan de cada
territorio, con sus selvas, sabanas, campos y ciudades, montañas y aguas,
culturas y memorias, para decir que seguiremos resistiendo, existiendo,
construyendo y re-construyendo la fuerza y la soberanía popular para derrotar
ese fascismo tosco, servil a los intereses de las transnacionales y a la lógica
colonialista, racista y patriarcal del mercado. Los dolores y las pérdidas son
inmensas: el capitalismo asume con gusto su naturaleza neoliberal, ataca con
fuerza, defiende toda y cualquier tentativa de equidad, invade y extrae lo que
hay en la tierra, en las aguas y en los cuerpos.
Pero no
son novedades los ataques como tampoco son novedad las resistencias que
encuentran aliento y apoyo en la solidaridad internacional entre los pueblos
del mundo que luchan contra ese mismo sistema y sus injusticias. Y si avanza el
fascismo neoliberal, avanzan en la misma proporción las diversidades y las
defensas por los pueblos y sus territorios. Puede tomar más tiempo del que nos
gustaría, es verdad; sin embargo, si fuera una cuestión de gusto, ciertamente,
no estaríamos aquí. No hay opción: nos queda siempre luchar la lucha impuesta a
nosotros por nuestro tiempo, y sucede ser esta hoy en día la nuestra. Por lo
tanto, Luchemos.
Al fin,
Brasil vencerá al Brazil.
Fuente: https://www.anred.org/2019/09/07/brasil-vencera-al-brazil/
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