El Maquillaje Verde del
Capitalismo no cambia su esencia depredadora: la Fábula Greta y sus
limitaciones
29 de septiembre
de 2019
CECILIA
ZAMUDIO
Los
verdaderos ambientalistas de este mundo son los pueblos en lucha contra la
depredación que perpetran las multinacionales: los que entregan sus vidas por
sus comunidades, por las montañas y ríos. Cada mes, decenas de esos verdaderos
ambientalistas son asesinados en sus países: las balas de los sicarios del
capitalismo transnacional revientan sus cabezas llenas de honestidad y lucha, y
mueren con las manos limpias, unas manos que jamás habrán estrechado las manos
infames del FMI, ni las de los demás vampiros del planeta. La clase explotadora
y su sistema capitalista se perpetúa en base al Exterminio y a la alienación:
en base a la violencia, y también en base a la mentira que impone a través de
sus medios masivos.
En
sendas fotos se aprecia a Greta Thunberg, el nuevo personaje hyper-mediatizado
por el aparato cultural del capitalismo, junto con la directora del FMI y
candidata al BCE, Christine Lagarde (el FMI, esa institución del capitalismo
transnacional que depreda la naturaleza y hambrea pueblos enteros): un apretón
de manos que ilustra muy bien la felicidad de los amos del mundo al saludar a
quienes bien les sirven en la importante tarea de penetrar todas las luchas con
Caballos de Troya que encausen las energías hacia callejones sin salida, que
manipulen a las mayorías en seudo luchas que no vayan nunca a tocar la raíz de
los problemas, y por lo tanto no los solucionen. El capitalismo que está
acabando con la naturaleza no es cuestionado por la fábula de Greta. El planeta
se muere y siguen con su Pan y Circo. Cinismo absoluto.
La
televisión, la prensa, la industria cultural, están en manos de monopolios
privados en el capitalismo: esos monopolios suelen también tener capital en el
complejo militar industrial, en el agroindustrial, en la industria química y
farmacéutica, etc… Todo lo anterior explica el porqué los medios masivos no
televisan a nadie que cuestione realmente sus intereses: nadie que cuestione la
perpetuación de este sistema, que cuestione al capitalismo, recibirá tal
hyper-mediatización.
La
depredación de la naturaleza se debe al modo de producción capitalista: el
agroindustrial intoxica la tierra, la megaminería devasta montañas y ríos, etc.
El sobreconsumo es un fenómeno teledirigido por el aparato cultural del
capitalismo, por el bombardeo publicitario. La Obsolescencia Programada ,
mecanismo perverso de envejecimiento prematuro de las cosas, implementado
adrede en el modo de producción capitalista, también le garantiza a la
burguesía que las masas sobreconsuman, porque así es que la burguesía llena sus
arcas: en base a la explotación contra las y los trabajadores y en base a la
devastación contra la naturaleza.
No
hay solución a la devastación de la naturaleza dentro del capitalismo. Ante la
tragedia palpable de continentes de plástico flotando en los océanos, de la
deforestación vertiginosa de bosques milenarios, de los glaciares depredados,
de las napas freáticas y ríos contaminados y desecados, de cordilleras
rebanadas por la mega minería, del uranio empobrecido con el que el complejo
militar industrial bombardea regiones enteras, de los niveles de CO2
en claro aumento, el cinismo de los amos del mundo es descomunal. Cómo si
plantearan lo siguiente:
«No
se puede tapar el sol
con un dedo, es decir ya es inocultable la devastación del planeta que los grandes
capitalistas estamos perpetrando; ahora bien, lo que sí se puede hacer para
seguir depredando y capitalizando, es mentir sobre las causas profundas y
sistémicas del problema. Lo importante es que no se nos señale a nosotros como
los responsables, que no se nos señale a los propietarios de los medios de
producción, los que decidimos qué se produce, bajo qué condiciones y a qué
ritmo, los que nos enriquecemos mediante el saqueo de la naturaleza y mediante
la plusvalía que le sacamos a las y los trabajadores, los que decidimos cómo
debe comportarse la población, ya que la inducimos al sobreconsumo que nos
enriquece a nosotros, y la inducimos a no cuestionar a este sistema que tanto
nos conviene a nosotros como minoría dominante. El fingir que nos preocupa el
planeta, dará muy buenos réditos, basta con una buena operación de propaganda a
nivel mundial, que se nos vea escuchando a algún símbolo que habremos creado
previamente, algo que no nos cuestione como clase dominante, como clase
explotadora, y que no cuestione en definitiva este sistema».
Pero
la gangrena no se cura con tiritas, y obviamente la depredación del planeta no
se frenará con los placebos que el mismo sistema ofrece para encausar el
descontento social hacia callejones sin salida.
Greta
y su grupo apelan a las supuestas «cualidades morales» de los amos del mundo,
apelan a su supuesta «buena voluntad»; una vez más entramos en la fábula
anestesiante que finge ignorar que en el capitalismo la acumulación de riquezas
la perpetran los grandes capitalistas de dos maneras fundamentales: la
explotación contra las y los trabajadores y el saqueo de la naturaleza. En esta
fábula del GreenWashing (lavado verde) se plantea fraudulentamente la
existencia de un supuesto «capitalismo verde», algo totalmente imposible por la
lógica misma del sistema. No es posible un «capitalismo verde», como no es
posible un «capitalismo con rostro humano», como no es posible un león
vegetariano. Y eso simplemente porque cuando hablamos de este sistema
económico, social, político y cultural que es el capitalismo, hablamos de los
mecanismos inherentes a su lógica: ca-pi-ta-li-zar.
Y
a los que vengan con el fraude de que “los países nórdicos son grandes ejemplos
de capitalismo bueno y verde”, decirles que mejor se lo pregunten a una víctima
de las masacres que las grandes empresas nórdicas han fomentado en el Congo
para poder saquear hasta la médula el Coltán y otros recursos. ¿Les suena de
algo Ericsson, Saab, Volvo, Bofors (armas), Nammo (armas), Kongsberg (armas),
Ikea, H&M, etc? Ni muy “verdes” ni muy “humanas” en lo que a explotación y
devastación contra las y los trabajadores y contra la naturaleza se refiere.
¿Ah, que si se logra externalizar fuera del país toda la cloaca de las
prácticas que enriquecen a una multinacional, entonces no se toma en cuenta
dicha cloaca? ¿Y la faraminosa cifra de negocios de las empresas suecas,
noruegas y finlandesas en base a la venta de armas, y su lucrativa
participación en toda nueva invasión de la OTAN, tampoco será mostrada en la
fábula, no?
No es posible un «capitalismo verde», como no es posible un «capitalismo con rostro humano», como no es posible un león vegetariano. Porque la explotación y la depredación son inherentes al capitalismo. Ahora bien, lo que sí es posible, es maquillar el mismo rostro inhumano y nada verde del capitalismo, con toneladas de maquillaje para que parezca lo que no es. Pero un león con una máscara de zebra, no será nunca vegetariano como el personaje de su máscara, así como un sistema como el capitalismo, no será nunca «verde» como las máscaras que de sí mismo mediatiza el mismo sistema. Grandes multinacionales energéticas, depredadoras por excelencia de la naturaleza, arboran logos de colibrí o de fauna marina. La BMW y un banco suizo financian el barco con el que Greta surca los mares: ¿Será entonces menos poluyente, menos infame, el proceder de la BMW o del banco suizo?
Por
otra parte, en el discurso del GreenWashing se culpabiliza a todos por igual, y
al final… «si todos somos culpables nadie lo es de manera específica», lo que
es una manera de diluir responsabilidades, de no señalar a los principales
responsables de esta barbarie: los grandes capitalistas, la burguesía
transnacional.
Es
verdad que el sobreconsumo no se limita a la burguesía, porque si bien esta
puede consumir muchísimo más y genera un despilfarro brutal, la clase explotada
también ha sido alienada por el bombardeo publicitario, para llevarla a
sobreconsumir, aún a costa de contraer deudas. Pero una vez más, hay una
cuestión de clase: porque es la clase explotadora, la que posee los medios de
producción y propaganda, la que impone su hegemonía ideológica y cultural a
todo el planeta, es la clase explotadora la que aliena a la clase explotada a
través de los medios masivos de su propiedad. Es mediante la alienación que la
clase explotadora dirige a la clase explotada hacia el sobreconsumismo, la
dirige mediante el bombardeo publicitario y mediante los paradigmas que impone
el aparato cultural del capitalismo (individualismo, consumo presentado como «compensatorio»,
noción de “éxito” relativa al tener y no al ser, etc). La Obsolescencia Programada
(envejecimiento prematuro de las cosas) también les garantiza a los grandes
capitalistas que las masas sobreconsuman, para llenar sus cuentas bancarias
mientras devastan al planeta.
En el 2019, las 26 personas más enriquecidas del
mundo tienen la misma riqueza con la que malviven los 3.800 millones de
personas más empobrecidas, la mitad de la población mundial (Oxfam). Un puñado
de multimillonarios posee los principales medios de producción y medios de
propaganda y difusión. El 1% de la población mundial posee el 82% de la riqueza
mundial. La base de datos de consumo de energía eléctrica per cápita, evidencia
que son Europa, Estados Unidos, Canadá y demás metrópolis capitalistas, las que
consumen, y de lejos, la inmensa mayoría de la energía consumida a nivel
mundial.
En
el discurso de la
Máscara Verde , se equipara la depredación que cometen los
grandes capitalistas, las gigantescas empresas que secuestran ríos enteros para
la mega minería, con los pueblos que son sus víctimas. Se equipara a víctimas
con victimarios en ese abyecto discurso del “todos somos culpables”, que no
hace distinción alguna, ni de clases sociales, ni entre el puñado de países que
consumen el 80% de los recursos del planeta (Estados Unidos, Europa, Canadá,
Japón, Australia y demás metrópolis capitalistas) y todos los demás países del
mundo (la inmensa mayoría) que sobreviven con el 20% restante. En el discurso
de la Máscara Verde
no se habla de metrópolis capitalistas que sobreconsumen, versus periferias
capitalistas que son concebidas por el capitalismo transnacional como meras
«bodegas de recursos» y saqueadas hasta la médula, con un impacto ecológico
devastador y un impacto social de empobrecimiento, tampoco se dice que el
saqueo es perpetrado asesinando a toda persona o comunidad que alce su voz
contra el saqueo capitalista.
Se
equipara a las multinacionales depredadoras con los pueblos que éstas
exterminan. Tomemos como ejemplo lo que cometen la Anglo American , la BHP Billiton y la
Glencore al desviar todo un río para usar el agua en la mina de Carbón más
grande del mundo, la mina del Cerrejón en Colombia, lo que causa sequía,
ecocidio, hambruna y Genocidio contra uno de los principales pueblos indígenas
de Colombia: los Wayú. Más de 14.000 niños Wayú han muerto de hambre y sed por
causa del saqueo capitalista que perpetran esas tres multinacionales. El carbón
que se extrae por toneladas, es encaminado hacia Estados Unidos y Europa
principalmente. Así que no, no somos «todos culpables por igual». No es igual
de culpable una familia trabajadora que un capitalista. No es igual de culpable
la
multinacional Glencore que el pueblo Wayú padeciendo
exterminio. No son culpables las y los miles de luchadores sociales,
ecologistas verdaderos, que son asesinados a diario por las balas de los
sicarios del capitalismo transnacional; pero en cambio sí son culpables los que
saquean el planeta y pagan sicarios para exterminar toda oposición al saqueo
capitalista.
Por
nuestras muertas y muertos, ni un minuto de silencio ante la barbarie y la
pantomima con la que pretenden encubrirla: más de 1500 campesinos, indígenas,
afrodescendientes, ambientalistas, luchadores sociales, asesinados en Colombia
por el capitalismo transnacional en cinco años, otros miles en México, otros
tantos en diversos países de África, Asia y América Latina… Y nos vienen con su
fábula de la niña de las trencitas, que NO cuestiona al sistema capitalista y
es hyper-mediatizada, con su montaje que hiede a paternalismo eurocentrado, con
su decorado que hiede a cinismo, con su teatro que hiede a fingir para que todo
siga igual.
Están
experimentando para ver hasta qué punto nos tragamos todos sus montajes con la
sonrisa tonta, mientras que ellos, los miembros de la clase explotadora, siguen
depredando montañas y ríos, océanos y bosques, siguen perpetrando ecocidios y
genocidios, siguen empujando a millones de desposeídos a los caminos del éxodo,
siguen transformando el planeta en un basural y a los seres humanos en
alienados (y al que no se deje alienar, y pretenda luchar por fuera de los
trazados de lo inútil, le asestan la bala paramilitar y militar, o la
persecución política y la cárcel).
«Mientras
tengamos Capitalismo, este planeta no se va a salvar; porque el capitalismo es
contrario a la vida, a la ecología, al ser humano, a las mujeres», expresaba
Berta Cáceres, auténtica ambientalista y luchadora social hondureña, asesinada
por oponerse al saqueo capitalista. Chico Méndes, otro auténtico ambientalista,
defensor de la Amazonía y luchador social asesinado para callar su voz de
consciencia de clase, para intentar frenar la organización política de los
desposeídos, ya señalaba, antes de ser asesinado, las imposturas del
«GreenWashing» (al que por entonces no se llamaba con ese término, pero que ya
existía). Contra el capitalismo y su Maquillaje Verde, también había alzado su
lucha Macarena Valdés, ecologista Mapuche asesinada por defender a la
naturaleza y a la comunidad, por enfrentarse a la multinacional RP Global ,
de capital austriaco, que promueve la energía que vende como «renovable y
sustentable», tras participar del ecocidio y genocidio contra el pueblo
Mapuche. Las y los luchadores contra la depredación de la naturaleza son miles,
sus voces no son mediatizadas, sus vidas suelen ser cortas porque son truncadas
por las herramientas represivas al servicio del capitalismo transnacional.
Y
si algún país pretende nacionalizar los recursos naturales y no permitir que
las multinacionales los saqueen, lo bombardean en sus guerras imperialistas, lo
invaden, le introducen mercenarios fanáticos religiosos incubados desde el
imperio, lo torturan, lo martirizan, le imponen regímenes sanguinarios (¿dónde
están esos falsos “ecologistas” del sistema cuando el imperialismo
estadounidense y europeo masacra naturaleza y pueblos en Irak, Libia, Colombia,
Afganistán, Yemen, etc? Ah… Que ahí no está su seudo “protesta» ¿no?… Claro,
las marionetas al teatrillo, a embaucar incautos, a hacer que las miles de
personas que fueron (y son a diario) asesinadas por el capitalismo
transnacional por haber verdaderamente defendido al planeta en primera línea,
sean más silenciadas todavía en medio de toda la cacofonía, de la
hyper-mediatización de la
ficción. Pero la lucha sigue, contra el capitalismo y su
barbarie; porque la cosmética con la que pretenden tapar su hedor, muchas y
muchos no nos la tragamos.
https://insurgente.org/cecilia-zamudio-el-maquillaje-verde-del-capitalismo-no-cambia-su-esencia-depredadora-la-fabula-greta-y-sus-limitaciones/
Fuente:
https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2019/09/29/el-maquillaje-verde-del-capitalismo-no-cambia-su-esencia-depredadora-la-fabula-greta-y-sus-limitaciones/
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