Pensamiento crítico. Medio ambiente y
capitalismo
Julio C Gambina, Resumen Latinoamericano ,
28 de septiembre de 2019.-
Las masivas movilizaciones mundiales en
defensa del clima y el medio ambiente evidencian la preocupación social sobre
el deterioro del planeta y las condiciones de la vida. Aun cuando se
indica el accionar del ser humano para esta depredación de la naturaleza, no se
enfatiza lo suficiente en la responsabilidad del modelo productivo del
capitalismo. Las protestas debieran concentrarse más en este aspecto esencial
que en el fenoménico del impacto ambiental. El responsable del cambio climático
es el modo de producción capitalista.
No alcanza con consumir menos, cuidar
los cursos de agua, los bosques, los glaciares o la naturaleza en su conjunto,
si al mismo tiempo no se atacan las causas que están en las formas de la
producción capitalista, asentada por siglos en la explotación de la fuerza de
trabajo y la depredación de la naturaleza. El trabajo es el padre de la riqueza,
y la tierra la madre, sostenían los clásicos de la Economía Política ,
una disciplina científica que surgió para fundamentar el moderno modo de
producción capitalista.
Por eso la necesidad de criticar al
capitalismo, no solo sus efectos. El diagnóstico es fundamental para encarar
procesos realistas de solución. De lo contrario, solo deambularemos por
senderos marginales que no conducen a resolver el problema. Una vez
identificado el problema es que se puede pensar en modificar la realidad, la
que no puede hacerse de inmediato, ya que requiere de un complejo proceso
social que incluye la asunción de la conciencia colectiva sobre lo que está
provocando el problema y los modos de operar para su modificación.
Ese camino de la transición del orden
capitalista actual hacia otro modo de producir y distribuir es lo que se
discute desde la emergencia de la crítica de la economía política y las
variadas experiencias de revolución social desde el Siglo XIX hasta el
presente, con mucho de ensayo y error, renovado especialmente desde los
procesos de cambio en Nuestramérica de los años recientes. Es un proceso no
agotado, en desarrollo y que explica las confrontaciones y debates en curso en
nuestros países.
Voces
en Nuestramérica
Por eso resulta interesante recoger las
voces pronunciadas desde nuestros territorios. Sostuvo en la ONU Evo Morales :
“No podemos mantener el silencio cómplice frente a la catástrofe a escala
planetaria que se avecina y tampoco podemos hablar de prudencia cuando estamos
en el umbral de la destrucción asegurada. El capitalismo ha fomentado, ha
introducido y ha impulsado en los últimos dos siglos la fórmula más salvaje y
destructiva de nuestra especie, convirtiendo todo en mercancía para beneficio
de unos cuantos”
Adicionó en la misma intervención: “La
madre tierra está acercándose peligrosamente al crepúsculo de su ciclo vital,
cuya causa estructural y responsabilidad corresponde al sistema capitalista.
Este sistema ha desencadenado a gran velocidad una fuerza arrolladora y
destructiva a nombre de la libertad de mercado, de libre competencia y los
derechos humanos”.
Hay quienes critican al gobernante de
Bolivia por la explotación de los hidrocarburos y otras formas del modelo
económico boliviano que favorece la apropiación estatal de rentas para generar
un proceso de distribución primaria y secundaria que atiende inmediatas e
imperiosas necesidades sociales. ¿Acaso pretenden los críticos negar el
diagnóstico formulado induciendo políticas de miseria para el conjunto
empobrecido de la sociedad?
Lo que no se entiende es el propio
proceso de transición en Bolivia, que incluye los límites de la dependencia y
la urgencia de atender necesidades básicas imperiosas de la población más
empobrecida. Al tiempo que se critica al orden capitalista mundial, se atienden
las imperiosas necesidades de la población y se ensayan formas de la
transición, inexploradas hasta ahora en la sociedad que confronta al régimen
del capital.
El tema no es nuevo en los dos
sentidos, sea la denuncia del capitalismo y las formas de resolver las
necesidades de los sectores menos favorecidos por el orden del capital.
Vale recordar en ese sentido la
intervención de Fidel Castro en la cumbre de la tierra en 1992 en Río de
Janeiro, en cuyo inicio sentenció: “Una importante especie biológica está en
riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones
naturales de vida: el hombre.”
En la brevísima alocución señaló: “Los
bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas
de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen.
La presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos desesperados para
sobrevivir aun a costa de la
naturaleza. No es posible culpar de esto a los países del
Tercer Mundo, colonias ayer, naciones explotadas y saqueadas hoy por un orden
económico mundial injusto.”
Refiriéndose al qué hacer sostenía: “La
solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo necesitan. Lo real
es que todo lo que contribuya hoy al subdesarrollo y la pobreza constituye una
violación flagrante de la
ecología. Decenas de millones de hombres, mujeres y niños
mueren cada año en el Tercer Mundo a consecuencia de esto, más que en cada una
de las dos guerras mundiales. El intercambio desigual, el proteccionismo y la
deuda externa agreden la ecología y propician la destrucción del medio
ambiente.”
Agregaba: “Si se quiere salvar a la
humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y
tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos
pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más
transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que
arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un
orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para
un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la
deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre.”
Al tiempo que criticaba al capitalismo
como forma hegemónica en el sistema mundial, en momentos que había desaparecido
la bipolaridad, el jefe de la revolución cubana señalaba las dificultades de
los países dependientes y atrasados para encontrar sus caminos de solución en
confrontación con la lógica dominante.
La discusión sobre la transición no
supone un rumbo sin contradicciones y son las que recogen ambas intervenciones
mediadas por casi tres décadas de pronunciadas y que fueron transitadas con
experiencias que aun animan el debate contra el orden capitalista.
Actualidad
del debate
Es un tema actual y trascendente,
porque la responsabilidad está en la hegemonía del capitalismo mundial y aun
cuando se aprueben protocolos internacionales, que además EEUU no suscribe,
resulta imposible resolver el tema.
No alcanza con discursos o protocolos
de denuncia, sino acontece una dinámica social de organización y movilización
contra las causas del calentamiento global y el cambio climático. No hay forma
de mitigar el efecto devastador mientras subsista el régimen del capital.
Se impone la discusión por el cambio de
las relaciones sociales de producción y su efecto depredador sobre la
naturaleza, que incluye en su seno a la especia humana. Se trata de un tema
sustantivo para Nuestra América, en tanto territorio históricamente condenado a
la provisión de materias primas y “recursos naturales”, que, si visibilizáramos
como “bienes comunes” de la actual y futuras generaciones, a otras conclusiones
se arribarían.
El tema viene de la conquista y
colonización, agudizado en años recientes con la suba de los precios de las
materias primas, aun con el retroceso actual, donde se recicla el papel
subordinado de la región por vía del deterioro secular de los términos de
intercambio en el sistema de relaciones internacionales.
Nuestros países generan riqueza y
excedente económico vía explotación de estos bienes comunes en beneficio de la
reproducción del gran capital transnacional que define el ciclo económico, es
decir, la producción, la distribución, el cambio y el consumo. Remito al
petróleo, al gas, al cobre, al agua, a la tierra, al oro, al litio, a la
biodiversidad, o a diversos materiales que se acumulan en nuestro suelo.
Resulta imprescindible enfatizar en que
los “recursos naturales” son bienes comunes, que pertenecen a la humanidad,
pero que, al estar asentados en nuestros territorios, la soberanía en su
cuidado y gestión es imprescindible, lo que demanda una mirada local, sí, pero
sobre todo regional, de una respuesta conjunta e integrada.
Claro que eso suena como una anomalía
ante la preeminencia del discurso y las políticas liberalizadoras en la región. Se puede
observar a Bolivia en el sostenimiento de un proceso soberano, rodeado por
procesos liberalizadores de sus vecinos: Argentina, Brasil, Chile, Paraguay,
Perú.
Es una cuestión para discutir en
tiempos electorales en Bolivia el próximo 20/10, y en Argentina y Uruguay una
semana después, el 27/10; aún más allá de procesos eleccionarios en el destino
de la región, gobierne quien gobierne. El modelo productivo asentado en el agro
negocios, la mega minería, la explotación de hidrocarburos no convencionales
(Argentina), e incluso la industrialización dependiente y los mecanismos de
especulación que incluye el fuerte endeudamiento, caso argentino especialmente,
exige la discusión sobre la continuidad o no de ese modelo y las posibilidades
para intentar cambios y en lo posible, procesos de transición que confronten
con el orden capitalista.
Por eso no se trata de una cuestión
ambiental lo que está en debate, sino las formas de producir, distribuir,
intercambiar y consumir. Cambiar el modelo productivo resulta imprescindible.
Es algo que debe encararse como proceso regional.
No alcanza con definiciones nacionales,
aunque son imprescindibles. Se requiere la superación de los condicionantes que
impone la dependencia de las transnacionales, de los organismos internacionales
y de una lógica discursiva hegemónica del pensamiento en Política Económica,
relativo a que lo único que se puede hacer deviene de la liberalización de la economía,
del libre mercado y la libre competencia, falacia en tiempo de dominación
monopolista.
La respuesta es la soberanía nacional y la
integración regional, para la crítica al capitalismo como única forma de
confrontar contra los efectos del cambio climático y el calentamiento global.
En defensa del medio ambiente se impone el cambio del modelo productivo y
ensayar los caminos concretos de la transición hacia sociedades que en el
centro de sus objetivos se encuentre la defensa de la vida humana y natural.
Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/09/28/pensamiento-critico-medio-ambiente-y-capitalismo/
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