Entrevista. Beverly Keene*:
”La Minustah busca mantener a Haití al
servicio de los intereses de Estados Unidos,
las empresas y los capitales que ellos representan”.
18 de febrero de 2015
Publicado por Resumen Latinoamericano
Por Mario Hernández
M.H.:
Se cumplieron 5 años del terremoto que costara entre 250.000 y 300.000 vidas y
también un nuevo aniversario de la independencia de Haití, primer país
independiente de Latinoamérica, en 1804, 6 años antes de nuestro 25 de mayo. Con
la característica particular de convertirse en la primer República negra que,
entre otras cosas, eliminó la esclavitud. A estas efemérides se suma el hecho
coyuntural que el Comité por el retiro de las tropas de Haití, en representación
de una serie de organizaciones de nuestro país y latinoamericanas, se hizo
presente en la Embajada de Chile con el objetivo de entregar una carta dirigida
al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que visitó Haití entre los días
23 y 25 de enero y este mes está presidido precisamente por Chile. Esta
declaración lleva una serie de firmas, como las de Jubileo Sur, Diálogo 2000
Argentina, Encuentro Sindical Nuestra América, Comité Argentino de Solidaridad
por el retiro de las tropas de Haití, el premio Nobel de la paz Adolfo Pérez
Esquivel, Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo (Línea Fundadora), Mirta
Baravalle de la misma organización, Frente Popular Darío Santillán, etc. Para
conversar sobre esta carta al Consejo de Seguridad que aborda varias temáticas
que queremos profundizar, hoy hemos invitado a Beverly Keene de Jubileo Sur,
Diálogo 2000, miembro también del Comité argentino por el retiro de las tropas
de Haití.
Una carta al Consejo de Seguridad que creo es una pintura bastante ajustada de
la situación que vive el pueblo haitiano, donde se han producido algunas
novedades de la coyuntura política de ese país como ser lo que humildemente he
denominado un golpe de Estado, porque el pasado día 13 de enero han caducado las
autoridades parlamentarias del Senado y la Cámara de Diputados y el actual
presidente Martelly se ha hecho de la suma del poder público estableciendo un
gobierno que funcionará por decreto, a través de la designación de un Primer
Ministro, Evans Paul, quien reemplazó a Laurent Lamotte y que ha prometido en su
asunción convocar a elecciones durante el transcurso del corriente año. Mientras
tanto esa situación se produzca, lo cierto es que Michelle Martelly va a
gobernar por decreto. ¿Qué nos podés comentar respecto de esta situación?
-B.K.: En primer lugar agradecer el espacio para hablar sobre
Haití, a veces parece algo muy lejano a nosotros, pero aquí en Argentina tenemos
muy presentes las estrategias diversas de intervención de Estados Unidos, Canadá
y Francia, los poderes centrales en nuestro mundo hoy, en lo que son las vidas y
las decisiones políticas de los pueblos de América Latina. Sin ir más lejos,
tenemos el golpe de Estado que se produjo en Paraguay hace unos años atrás, el
golpe en Honduras en 2009, y también
el golpe de Estado en Haití en 2004, que
llevó a la constitución de la Minustah,
esta misión que se suponía era para la estabilización de Haití, cuando en
realidad lo que se percibió en ese momento y que se ve con mucha más fuerza hoy,
es que busca mantener a Haití al
servicio de los intereses de Estados Unidos, las empresas y los capitales que
ellos representan.
Efectivamente, el golpe de Estado
que se está dando en este momento en Haití, por las vías más modernas, no hace
falta que los marines estadounidenses ocupen Haití como lo hicieron en 1915
porque se pueden dar el lujo de
tercerizar la
ocupación militar, como en este caso con las tropas de nuestros países de
América Latina, de Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, etc., una serie de países
que se utilizan no por un decreto del Departamento de Estado de Estados Unidos
sino a través del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas,
al que recientemente el Presidente boliviano bautizó muy correctamente como
“Consejo de Inseguridad”. En este caso se lo utiliza para imponer la voluntad de
los poderes de siempre. En Haití esto significa en este momento el inicio de un
período de gobierno por decreto. Justamente esta visita que se realizó el fin de
semana el Consejo de Seguridad, sin duda tiene como objetivo legitimarlo, rodear
esta nueva situación de un nuevo Primer Ministro, que puso un gabinete que los
medios llaman “de consenso”, buscando legitimar este proceso que no es la
voluntad del pueblo haitiano, sino de los poderes que en este momento ocupan
Haití a través de las tropas de la Minustah.
Esta es una situación a la que tenemos que prestar mucha atención, en la que estamos involucrados directamente a través de la presencia de tropas argentinas en Haití, por ende, apoyando esta situación, y tenemos que escuchar la voluntad que expresan las voces de las organizaciones sociales y populares haitianas, reconociendo que tanto en Haití como en todos nuestros países hay una gran diversidad de opiniones políticas.
Hay partidos que se llaman y se
dicen de la “oposición” que están acordando con Martelly para poner en marcha
este nuevo golpe de Estado y hay partidos de la oposición que están en contra de
esto y siguen manifestándose día por medio de manera masiva en las calles de
Puerto Príncipe y en otras partes del país. También hay otros partidos,
organizaciones sociales, movimientos populares en Haití que siguen reclamando lo
que es lógico, su soberanía, el derecho del pueblo haitiano de hablar y poder
decidir por sí mismo sin la intromisión de Estados Unidos, Francia, Naciones
Unidas, la OEA o la Minustah, en sus asuntos internos. Muchas de estas
organizaciones con las que tenemos un contacto permanente expresan su
preocupación, no solamente por esta pérdida de soberanía sino por lo que está
sucediendo por detrás de esto,
un proceso de
recolonización donde la política de mantener los salarios de Haití como los más
bajos de todo el hemisferio, favoreciendo la instalación de la maquila,
industrias sobre todo textiles que exportan a Estados Unidos a precios de
miseria y favoreciendo la instalación de grandes empresas de exploración
petrolera y aurífera.
En estos momentos han llevado una
queja formal al Banco Mundial por su apoyo al gobierno de Haití por la
posibilidad de reformar la Ley minera para que las empresas mineras ingresen y
consoliden su posición sin ninguna posibilidad que el Parlamento las supervise o
controle.
También hemos visto en estos
últimos meses muchas manifestaciones y protestas de parte de comunidades
pesqueras costeras en algunas partes de Haití, que han sido señaladas como sedes
de futuras inversiones para el turismo de lujo, oponiéndose a la política de
desplazar a las comunidades locales y quitar al pueblo no solamente los medios
de su subsistencia sino también cualquier posibilidad de decir algo al respecto.
Hay protestas casi todos los días
frente a estos avances en lo que es un proceso de recolonización y saqueo,
porque aunque no lleguen a nuestros diarios hay una sociedad muy activa y
alerta. Tenemos una situación muy compleja, de la que nos llega poca
información, la clave es entender que hay un golpe de Estado en curso en Haití y
la Minustah, la
Misión de estabilización de las Naciones Unidas, es cómplice de ese golpe.
Las tropas de
Argentina, Brasil y otros países no están cumpliendo misiones humanitarias, sino
cumpliendo como guardia pretoriana de la verdadera ocupación de Estados Unidos,
Canadá y Francia. La
situación es de mucha dificultad para un pueblo que es el más empobrecido de
nuestra América Latina y el Caribe. Es importante recordar que en su época de
colonia francesa fue la más rica de Francia, entonces no es que Haití, como
todos los países de América Latina seamos pueblos pobres, hay un proceso
concreto de empobrecimiento que el pueblo haitiano sigue sufriendo. No podemos
aceptar que esos países extranjeros sigan determinando su destino y menos
aceptar tropas de nuestros países ayudando en ese cometido.
La presencia de la Minustah forma parte de una industria rentable para las
Fuerzas Armadas latinoamericanas
-M.H.:
Luego vamos a volver sobre la realidad interna de Haití. Has mencionado la
presencia de tropas argentinas, y las has denominado como tropas de ocupación,
no son las únicas tropas que forman parte de la Minustah, recientemente se ha
producido un debate entre el gobierno saliente y entrante en Uruguay, el futuro
Canciller Nin, quien fuera vicepresidente de Uruguay habló del inminente retiro
de las tropas uruguayas y rápidamente el Canciller Almagro y el Ministro de
Defensa, Huidobro, salieron a desautorizar ese punto de vista. Más allá de estas
“contradicciones” me gustaría que le expliques a nuestros oyentes cuáles son los
fundamentos por los cuales las autoridades argentinas sostienen la presencia de
tropas de nuestro país en Haití.
-B.K.: En cierto sentido te podría responder que es muy fácil, en
septiembre del año pasado le tocó al Congreso Argentino aprobar la salida de las
tropas que participan en Haití de la Minustah, es una autorización que tiene que
dar el Congreso en cualquier situación en la que Argentina quiera enviar tropas
fuera del país o recibir dentro del país la visita de tropas de otro. En ese
debate que se hizo en septiembre en la Comisión de Relaciones Exteriores y la de
Defensa de la Cámara de Diputados, un debate que el partido oficialista no
esperaba, ya que esperaba un trámite como en anteriores oportunidades, varios
partidos se presentaron para reclamar y exigir que hubiera un debate sobre la
participación de Argentina en la Minustah y acordaron que los funcionarios del
gobierno que fueron a defender la posición de la participación de Argentina en
la Minustah no tenían argumentos, pero es una decisión que se sigue manteniendo.
Esa sería la respuesta más fácil.
Otra es la que nos dio el Ministro de Defensa, Agustín Rossi, que en marzo del
año pasado visitó Haití durante 36 horas haciendo un saludo de rutina a las
tropas estacionadas en Haití, cuando volvió de este viaje, al que lo acompañaron
un batallón de periodistas, alrededor de 50 de casi todos los medios masivos, el
mensaje fue muy claro y lo repitieron todos los medios, diciendo que la Minustah
y la participación Argentina es una misión humanitaria, más o menos dando a
entender que se había establecido después del terremoto y no 5 años antes del
mismo. Se mostraban escenas de las tropas argentinas entregando agua en bidones
a la población, como ejemplo de misión humanitaria. Esos son los argumentos
oficiales.
En la Cancillería, a la que hemos ido durante los últimos años en repetidas ocasiones distintas organizaciones populares y sociales, para insistir en nuestro reclamo de retiro de las tropas, por lo general tampoco defienden mucho la presencia, sí hacen mucho hincapié en que no es una decisión de la cual Argentina se hace cargo sola, afirman que están ahí con otros países de América Latina y que el retiro sería en conjunto, no se tomaría una decisión unilateral.
Podría resultar respetable o
entendible esta posición, pero no quita la responsabilidad de cada gobierno de
estar defendiendo una situación para la que no tienen argumentos de peso. Si el
motivo por el cual tenemos tropas de Argentina en Haití durante 11 años es para
seguir entregando agua a la población, podemos concluir que ha sido un fracaso
total, porque supongamos que esa fuese su misión, la verdad es que tanto tiempo
y que no se haya podido resolver nada respecto a un problema que obviamente es
real, porque el suministro de agua se sigue manejando con camiones y con bidones
con agua y no se ha ido más allá de eso, lo que de por sí sería reconocer el
fracaso de la misión.
Está claro que ese no es el
objetivo. Según el Consejo de Seguridad, Haití representa un peligro para la
seguridad de la región. Muchos gobiernos siguen aprobando eso en octubre cuando
revén el mandato de la Minustah, y ese peligro se pone en boca de Estados
Unidos, que dice que si la situación se complica en Haití van a tener muchos
inmigrantes haitianos en las costas de Florida y como no pueden permitirlo la
situación debe ser controlada.
Esa es la defensa oficial que se hace en el Consejo de
Seguridad. Pero, en realidad, lo que vemos es que
la permanencia se da por objetivos de control, dominación, saqueo y colonización
del pueblo haitiano.
Podemos mirar un poco más los
argumentos que esgrimen distintos gobiernos en nuestra América Latina, podemos
reconocer que hoy en día existen debates, como el que hemos visto entre el
gobierno saliente y el entrante en Uruguay, que significa que hay preocupación
sobre esta presencia de tropas latinoamericanas en Haití. Más de uno ha llegado
a la conclusión de que se han metido en un callejón sin salida, en una trampa
que puso Estados Unidos y Francia
cuando invitaron a los gobiernos
“progresistas” liderados en 2004 por Lula de Brasil y Néstor Kirchner de
Argentina, de hacerse cargo de esa ocupación
y que ahora no saben cómo salir con elegancia.
El segundo problema, que puede ser
muy pedestre, es
que la presencia de los latinoamericanos hoy en Haití, en cualquiera de estas
misiones de paz, es una industria, significa recursos, posibilidades de viajar
para los efectivos que se anotan, es un privilegio, un premio monetario en su
carrera.
En Argentina en estos últimos días, cosa que no sale en los noticieros, las Fuerzas Armadas han creado una escuela de capacitación y entrenamiento para los efectivos que participen en misiones de paz. Todo esto forma parte de una industria y cortar la presencia de Argentina en la Minustah la pone en peligro. Ese es un tema que se ve en la discusión, por ejemplo, con Uruguay. Las Fuerzas Armadas uruguayas tienen muchos más antecedentes en la participación en estas misiones de paz de Naciones Unidas, y es un reducto que también vemos en Brasil, incluso en Bolivia, Paraguay, Ecuador, donde se ponen en juego las relaciones entre los distintos sectores de nuestros propios gobiernos. Aquí, entre las Fuerzas Armadas, el Ministerio de Defensa, Cancillería y Presidencia, no todos tienen la misma postura. Y en más de un gobierno de América Latina en voz baja se ha planteado que no pueden sacar las tropas de Haití porque pueden crear un problema con las Fuerzas Armadas de su país. Esto es importante y lo tenemos que tener presente, si volvemos a los argumentos que los gobiernos esgrimen para sostener esa presencia en Haití, en los inicios se hablaba de la posibilidad de crear una política distinta, de cooperación regional con América Latina, que es algo que la mayoría de nosotros quisiéramos apoyar, como hace Cuba con la presencia de sus misiones médicas desde hace muchos años, como ha sido la política de Venezuela a través de Petrocaribe, un apoyo muy concreto a la vida cotidiana del pueblo haitiano. Pero lo que estamos viendo es que los gobiernos de América Latina están repitiendo los mismos errores, las mismas políticas de dominación y presencia de los poderes centrales.
Por eso entendemos que este año,
2015, el centenario de la primera invasión y ocupación de Estados Unidos a
Haití, es un momento crítico en la vida del pueblo haitiano, porque las
organizaciones sociales haitianas están reivindicando la necesidad de avanzar en
la refundación de su país, no con la ocupación de tropas de toda América Latina,
sino con políticas realmente de cooperación, solidarias, de los pueblos y los
gobiernos latinoamericanos, es el momento para avanzar en ese plano y eso
significa, primero, retirar las tropas y luego avanzar en políticas de apoyo en
aspectos humanitarios, las cuales sin dudas se pueden ofrecer y también en todo
lo que pueden ser políticas de apoyo a la institucionalidad haitiana, pero la
que decida su pueblo, no Estados Unidos, el Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas, la OEA o la Comunidad Internacional.
-M.H.:
Uno de los argumentos esgrimidos por nuestros gobernantes ha sido el factor que
implica que la Minustah ayuda a detener la violencia en Haití. Yo me tomé el
trabajo de investigar al respecto y la tasa de homicidios en Haití es de 7 por
cada 100.000 habitantes, mientras que el promedio en el Caribe es de 17, en
México ese índice llega a 24 y en Honduras a 91. Una de las cosas que llama la
atención es que, a pesar de las políticas asistencialistas y de las donaciones
que proporcionaron ayuda a los damnificados del terremoto, el país sigue inmerso
en la pobreza. Mencionaste en alguna de tus intervenciones anteriores, la
construcción de hoteles de lujo. ¿Cómo se entiende esto?
-B.K.: Uno piensa en los intereses económicos que están en juego,
tanto Haití como Cuba, están cerca de las costas de Estados Unidos, y es un
destino caribeño muy atractivo, con aguas cálidas y hermosas. Esa atracción
juega un rol en lo que es la codicia, la política hacia un país al cual
efectivamente al poder no le importa que tiene un pueblo con mucha historia, de
respeto hacia sí mismo, de resistencia, siendo el primer país en poner fin a la
esclavitud, tal vez el único pueblo que logró tanto su liberación de la
esclavitud como del yugo colonial.
Haití sigue siendo muy codiciado,
sus playas, su sol, la riqueza de su suelo, que si bien ya está muy deteriorado
por las políticas de saqueo que se sostienen hace varios siglos, ahora se apunta
al subsuelo y las riquezas ahí escondidas. Ese es el problema, el pueblo
haitiano estorba, está de más, sea yendo para la costa de Florida en sus
barquitos buscando sobrevivir al hambre y la miseria que reina, o el que quiere
vivir en su país y seguir luchando.
La política de dominación tiene intereses geopolíticos muy claros, de Estados Unidos a Venezuela tenés que pasar por encima o alrededor de Haití, si se quiere seguir bloqueando a Cuba, Haití está en un lugar privilegiado y como hemos visto históricamente a Estados Unidos le es suficiente con decir que es el “patio trasero” para seguir manteniendo el dominio. Desde todos esos puntos de vista el pueblo haitiano sigue sufriendo esta política de control y dominación.
La novedad de estos
últimos casi 11 años de la presencia de la Minustah es la participación de las
tropas de América Latina en ese proceso, lo cual lo torna doblemente
inaceptable. La política de Estados Unidos, Canadá y Francia sigue más o menos
sus canales de siempre, y han encontrado a muy bajo precio la posibilidad de
involucrar tropas de otros países para llevar a cabo el trabajo sucio.
Digo esto, porque hay
varias declaraciones de los Embajadores de Estados Unidos en los debates del
Consejo de Seguridad, e incluso hay un estudio hecho por una oficina de
auditoría del Congreso de Estados Unidos que ha arrojado como información que
para ese país mantener las tropas de la Minustah es mucho más barato que pagar
la presencia de tropas propias. O sea, lo que para los militares de América
Latina es un gran premio, por los recursos que se mueven detrás de su presencia
en Haití, para Estados Unidos es muy barato.
Para hablar de una realidad que
tiene que ver con la actualidad del pueblo haitiano, Estados Unidos, Francia y
Canadá son los países que más contribuyen al presupuesto de la Minustah, en este
momento están invirtiendo alrededor de U$S 500 millones anuales para mantenerla.
Les costaría muchísimo más mandar tropas de sus propios países. Esos mismos
gobiernos han sido incapaces, con todo el conjunto de la llamada Comunidad
Internacional, de poner U$S 50 millones para agua potable y la erradicación de
la epidemia de cólera que fue introducida por la Minustah, es su responsabilidad
aunque la ONU está escondiéndose detrás de que las tropas tienen inmunidad.
-M.H.:
Quisiera señalar que el cólera había desaparecido de Haití hace 50 años. Hace
pocos días un Tribunal Superior de Nueva York, donde se presentaron los
damnificados a exigir indemnizaciones, se pronunció en este sentido que
mencionabas, que las tropas no son imputables, por lo tanto, no corresponde el
pago de ningún tipo de indemnización ni cargo a las Naciones Unidas, por la
reintroducción del cólera en Haití.
La prensa mundial tiende a presentar los problemas de Haití de manera
tendenciosa, extrapolándolos de su historia y del contexto neocolonial en que se
engendraron. Como si la pobreza endémica, la desforestación, el cólera, los
daños de las catástrofes nacionales y el arrebato de la soberanía hubieran sido
producidos por un pueblo inconsciente o por un clima adverso, poco se habla de
los despilfarros y costos logísticos de las más de 10.000 ONGs presentes en
Haití que en la mayoría de los casos constituyen más del 60% de su presupuesto.
-B.K.: Yo no conozco exactamente la cifra, pero la presencia de
grandes ONGs existe y me consta que es avasallante. No solamente por los
informes y las versiones periodísticas y las denuncias de las organizaciones
haitianas, sino porque te das cuenta llegando a Haití desde el propio
aeropuerto. La presencia principalmente de las grandes organizaciones que se
dedican supuestamente al desarrollo o reconstrucción después de una catástrofe
como el terremoto, que son una industria que mueve mucha plata, tal vez en
algunos casos con mejores intenciones otras con peores, y ve cualquier situación
de este tipo como un campo fértil de ganancias, en prestigio, en plata y en la
posibilidad de seguir su cometido.
También hay una enorme presencia
de organizaciones más chicas pero que pertenecen a los sectores religiosos muy
conservadores de Estados Unidos, algunos independientes y otros que forman parte
de conglomerados con una clara intencionalidad política. Otros tienen una
intencionalidad política menos clara pero sirven a los mismos fines. Esa
presencia en Haití que fue terriblemente multiplicada después del terremoto ha
sido denunciada por las organizaciones haitianas de manera sistemática. En
cierto sentido sienten que detrás de ese ejército llamado de cooperación o de
desarrollo, se les escapaba de las manos cualquier posibilidad de opinar sobre
la reconstrucción de su propio país.
Las decisiones y la plata siempre
se mueven por fuera del presupuesto del gobierno haitiano y el Estado ha sido
muy marginado. Es un proceso que lamentablemente no es único en Haití, se puede
ver en muchos otros países, como Indonesia después del tsunami en 2005, y lo
vimos en Irak, porque las guerras significan una destrucción descomunal de la
población y su reconstrucción son industrias de gran escala. En el caso de Irak,
las denuncias de la tercerización de la guerra a empresas contratistas de parte
del gobierno de Estados Unidos, y luego la reconstrucción de esos desastres
realizadas por las mismas empresas. Esta es una realidad de nuestro siglo XXI,
la destrucción y la reconstrucción son industrias y significan una exclusión de
la población de cualquier posibilidad de participación en la toma de decisiones,
en el diseño de esas reconstrucciones, en la construcción de su futuro.
Hoy en Haití esto forma parte importante del contexto, entonces cuando escuchamos a las organizaciones populares haitianas o las manifestaciones callejeras pidiendo el retiro de los extranjeros, tenemos que ubicarnos en esa realidad, están hartos de esa intervención porque están en todos lados, desde lo más cotidiano hasta el debilitamiento del Estado Haitiano. No hay organización popular haitiana que defienda la capacidad del Estado haitiano o del gobierno para resolver los problemas del pueblo, reconocen grandes debilidades, pero en ese reconocimiento también está que, tanto los gobiernos de la llamada “comunidad internacional” como las ONGs, las empresas contratistas y las instituciones financieras, participan con políticas deliberadas en ese debilitamiento del Estado.
Parte de lo que reclaman las
organizaciones populares haitianas en este momento es que cambiar simplemente
los nombres en el gobierno y en el gabinete y seguir excluyendo al pueblo
haitiano de cualquier posibilidad de tomar las decisiones, no va a resolver los
problemas políticos y sociales. Es el propio pueblo el que tiene que resolverlos
y construir su propia fortaleza con organizaciones populares para lograr esos
objetivos.
-M.H.:
Personalmente los argumentos me han convencido de que Haití no es una amenaza
para la paz mundial ni regional. No sé si a los que han escuchado este programa
les ha sucedido lo mismo, pero el objetivo de esta entrevista era justamente
clarificar sobre algunos aspectos poco conocidos de la realidad haitiana. Si ha
quedado algún tema sobre el que desearías ampliar te invito a que lo hagas.
-B.K.: Algo que me gustaría agregar es una invitación, realmente
tenemos una posibilidad y un privilegio pero que es también una necesidad de ir
conociendo a este pueblo que ha contribuido tanto a la historia no solamente
propia sino de América Latina y el mundo en la lucha por la independencia, por
los derechos humanos y el fin de la esclavitud. Es un pueblo que tiene una
cultura impresionante en lo que tiene que ver a sus contribuciones en el arte,
la música, el teatro, el cine. Tenemos mucho para disfrutar de este pueblo y
para aprender de sus luchas y su resistencia hoy en día. Es un deber que tenemos
para ir consolidando los lazos de hermandad y de lucha conjunta con otros
pueblos de América Latina.
Este año desde el Comité argentino
de solidaridad por el retiro de las tropas de Haití esperamos poder avanzar con
actividades, para lo cual nos ponemos a disposición de cuanta organización o
casa cultural, para acercar la cultura de este pueblo y ver cómo podemos
vincular más estrechamente las luchas, conflictos y resistencias también del
pueblo argentino por su supervivencia, por su soberanía, por su
autodeterminación con las luchas del pueblo haitiano. Va esa invitación, más
allá de la presentación mañana de esta nueva carta en la Embajada de Chile.
-M.H.: Justamente aquí, en el barrio de Barracas, la Escuela 11 se
llama República de Haití.
* De Jubileo y
Dialogo 200 Argentina
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