Nación
Mapuche.
Héctor
Llaitul y la CAM:
Crónica de la palabra
de un weychafe en la capital del Reino
“Hablamos de esta posibilidad concreta de
situarnos, de reconocernos y autoconvocarnos como Nación mapuche”
Hay quienes te enseñan con sus actos,
con su trayectoria personal y política, que hay una dignidad más grande que la
vida misma. Eso, que resulta fácil de formular, difícil de asimilar e imposible
siquiera de imaginar para muchas cabezas, la primera persona que nos lo enseñó
en el largo periplo de Vocesenlucha por las tierras del Abya Yala fue Héctor
Llaitul Carrillanca. Para el mundo, vocero político de la Coordinadora Arauco
Malleco. Para nosotros, además, maestro y peñi o lamngen, que
quiere decir hermano en mapudungun, la lengua mapuche.
Estos días recibimos consternados la
noticia de un nuevo asesinato a un comunero mapuche en el sur de Chile por
parte de las “fuerzas de orden” del Estado chileno. Camilo Catrillanca, de 24
años, era padre de una niña de 4 meses y nieto del Lonko de la comunidad Temucuicui ,
en la comuna de Ercilla. Camilo regresaba a su casa en su tractor después de
una larga jornada de trabajo cuando fue baleado por miembros del “Comando
Jungla”, que en la tarde del pasado miércoles 14 de noviembre desplegó un
violento operativo en la comunidad sembrando el pánico entre los comuneros,
muchos de los cuales corrieron a refugiarse en los cerros de los alrededores.
Un grupo de niños trató de entrar al lugar donde Camilo estaba siendo atendido
antes de fallecer. La policía los golpeó y detuvo a algunos de ellos. Junto a
Camilo, fue herido un menor de edad. Trasladado a un centro de salud, este fue
inmediatamente rodeado por un operativo policial. El Comando Jungla es un grupo
de élite de Operaciones Especiales de Carabineros (policía chilena) de unos 80
hombres que ha recibido entrenamiento en EEUU y en Colombia en técnicas de
contrainsurgencia y que algunas informaciones apuntan que vendrá a entrenarse
igualmente en España para combatir a las comunidades mapuche. Esto se enmarca
en el “Plan Impulso Araucanía”, que implica un incremento de la militarización
de los territorios mapuche por parte del Estado chileno. Una iniciativa del
actual gobierno del derechista Sebastián Piñera que ha sido catalogada como una
especie de “Pacificación de la Araucanía 2.0” y que da continuidad a las políticas
emprendidas por anteriores gobiernos dizque progresistas como el de Michelle
Bachelet.
El pasado octubre llegaba a España el
flamante presidente de Chile, quien, en lo que los medios definieron como una
visita exprés, fue recibido por los reyes de España después de participar en un
foro económico llamado “Desafíos en Chile. Hacia un crecimiento integral,
inclusivo y sostenible”, organizado por el diario El País. Sebastián Piñera
también se reunió con el presidente Pedro Sánchez y mostró su interés por
“atraer inversiones de España en áreas como infraestructura, banca y turismo”.
Días después recibimos en Madrid otra
visita también de apenas 24 horas, la del werken (vocero) mapuche Héctor
Llaitul Carrillanca, quien no fue recibido por reyes ni presidente del
gobierno. Héctor viajó a Ginebra para denunciar ante la ONU el perseguimiento
que vive su pueblo, en especial el papel de las transnacionales en los
territorios mapuche. “Sobre la marcha”, como él dice, pudimos extenderle la
invitación para que se dejara caer por estas tierras de quijotes, coronas y
quebrantos. Desde Vocesenlucha nos encargamos de coordinar las actividades en
Madrid, con la colaboración imprescindible en la organización de las compañeras
de la Coordinación de Apoyo al Pueblo Mapuche – Trawunche Madrid y del
colectivo América Latina Soberana, además de otros compañeros que pusieron su
granito en una apretada agenda que dio para un conversatorio en Lavapiés, una
cena colectiva en el espacio de Los Comunes, una rueda de prensa en la librería Traficantes
de Sueños, una reunión en el Congreso de los Diputados con parlamentarios sensibilizados
con la causa, una entrevista en el programa de radio de la cadena Ser Punto
de Fuga y otras reuniones bilaterales con personas y organizaciones del ámbito
de los derechos humanos. Todo esto antes de partir hacia Bilbao en el viejo
rocinante asmático de Vocesenlucha.
La CAM, una organización que revolucionó con
su pensamiento y su acción política las luchas originarias y emancipadoras del
continente americano.
A través de las palabras de su vocero,
pretendemos rescatar algunas líneas del pensamiento de un movimiento mapuche
que es ya memoria viva y horizonte futuro, la Coordinadora Arauco
Malleco , la CAM, una organización que revolucionó con su
pensamiento y su acción política las luchas originarias y emancipadoras del
contin
continente americano y del que este
weychafe (guerrero mapuche) fue fundador. Es esta una especie de crónica
de esa palabra y pensamiento mapuche nacido del alma de las comunidades en
lucha. Es este siquiera un intento de rescatar algunos trazos de esa voz
portadora de una dignidad más grande que la vida misma.
A Héctor lo conocimos en 2015, cuando
en el inicio de un recorrido de dos años por América Latina y el Caribe, tras
sumergirnos en la realidad de las luchas populares del pueblo chileno, viajamos
desde Santiago de Chile hacia el Sur, deteniéndonos en Concepción, comienzo del
territorio histórico del Pueblo Nación Mapuche, el Wallmapu. Héctor por
aquellos días cumplía condena en la cárcel de El Manzano, donde iríamos a
visitarlo. Sin embargo, antes de llegar nosotros a Concepción le otorgan el
régimen de libertad diurno. Es por eso que nos encontramos en ese espacio que
llamamos, ingenuamente, “libertad”.
En ese primer acercamiento a Héctor nos
sorprende su seriedad, su rigurosidad en las preguntas, su insistencia en llevar
las cosas a lo concreto, a ese espacio de las palabras donde todos podamos
entendernos. Fue claro con nosotros. “Recién salgo unas horas al día de la
cárcel, esa nueva situación me obliga a trabajar en una pega frente a un
ordenador, yo, que no me llevo con la tecnología, y el resto del tiempo lo
dedico a mis hijos, no puedo andar dedicándoles tiempo a ustedes”. Irrefutable
argumento. También fue cristalino con lo que podía pasarnos si teníamos algún
tipo de relación con él. “Hace poco botaron del país a unos documentalistas que
estaban apoyando al pueblo mapuche”, “yo estoy considerado como terrorista para
el Estado chileno”, “hay muchos otros movimientos y expresiones mapuche, esta
es sólo una, pueden acercarse a otras”.
A pesar de sus intentos de sacarse de
encima a estos blanquitos, Héctor no es de esa clase de personas que se limita
a lo discursivo, te larga su rollo y allá te apañes. Quizás porque entiende lo
ideológico como ese espacio donde está presente tanto lo espiritual como lo
material, que ama y defiende la vida, se preocupó de cosas tan básicas como
dónde pasaríamos esa noche. Héctor nos enseñó porque nos cuidó. Y porque nos
cuidó nos enseñó. Poco o nada sabíamos por aquellos días sobre la lucha del
pueblo mapuche. Eso tenía sus cosas buenas y sus cosas malas. Todavía no
sabemos bien por qué, pero seguimos tejiendo. De esos comienzos de relación con
la realidad mapuche nacieron tres documentales. En ninguno de ellos aparece
Héctor. Sí sin embargo su pueblo, el pueblo por el que lucha, producto de lo
cual ha debido soportar largos períodos de prisión y largas huelgas de hambre
que dejaron secuelas en lo orgánico, pero enaltecieron su dignidad a la vez que
la del pueblo mapuche.
A última hora de la tarde solía
preguntarnos la hora.
Debía regresar en la noche a la soledad de las rejas, símbolo
palpable de la criminalización contra este pueblo. En una ocasión le pregunté
si no tenía reloj, a lo que me respondió que no. “Creo que tengo por ahí uno
que no uso”. Escarbando en uno de los bolsillos de mi mochila, encontré un
sencillo reloj digital negro con pulsera de goma. Se lo alcancé. “Puedes
quedártelo”. “No acepto regalos”, me dice pensativo. “Podemos hacer un
intercambio”, añade. “Puede ser a cambio de tu libro”, le pregunto. “Ya,
listo”.
“Costó un mundo llegar a estos
lugares”, comienza confesando Héctor en el Centro Cultural de Lavapiés, apenas
dos horas después de que su avión procedente de Ginebra aterrizara en Madrid, y
aún con algunas molestias producto de la conjunción de las alturas y las secuelas
de las huelgas de hambre. “Estamos muy agradecidos porque es la primera vez que
la CAM tiene una expresión a nivel internacional. Llevamos más de 20 años como
movimiento, como organización, y nunca antes habíamos enviado ningún
representante, y a mí me toca el honor de hacerlo después de muchos esfuerzos
por parte de nuestra gente, de comunidades y de personas en específico”. Antes
de comenzar a llenar de contenido sus palabras, Héctor quiere dejar claro que
él solo representa una expresión del pueblo mapuche. “Yo no soy el
representante de todo el pueblo mapuche. Yo represento una expresión de la
lucha de mi pueblo en la
actualidad. Yo hago vocería desde la organización a la que
pertenezco, la CAM”.
“Hay una situación de expoliación, de
usurpación del territorio mapuche,
del
Wallmapu”
La
historia mapuche
El profesor y sociólogo Marcos Roitman
Rosenmann, de origen chileno exiliado después del golpe de Estado de Pinochet,
hace una introducción histórica al conversatorio en Lavapiés, donde señala que
en América Latina, con Estados construidos de manera monoétnica, “los únicos
conquistados son los pueblos originarios, todos los demás somos
conquistadores”. Esos pueblos han sido “sometidos, conquistados y utilizados
como mano de obra barata”. “Los primeros ejércitos y Fuerzas Armadas se
foguearon matando a los pueblos originarios. También ya con los Estados
nacionales”. “La lengua del conquistador articula una visión del mundo. La
Memoria de los Pueblos originarios es oral. Negarles el uso del lenguaje es negarles
su memoria, su vida, su historia”. Son estas algunas de las frases de la
exposición del profesor Roitman. Precisamente por esa historia comienza Héctor
Llaitul su relato.
Estamos ubicados en el Cono Sur, en lo
que se conoce como Chile, pero también hay mapuches del lado argentino. Un
pueblo originario que ahí habitaba antes de la llegada de los invasores.
Nuestros grandes referentes surgen de esa época, de hacer frente a la
arremetida, a la conquista y a la invasión de parte precisamente de España, en
ese tiempo un imperio que a través de la conquista de nuestros territorios del
Abya Yala arremetió con mucha fuerza en contra de distintos pueblos
originarios. Pero con el pueblo mapuche hay una situación encontrada. Jamás fue
sometido por el Imperio español. De eso podemos dar cuenta con mucho orgullo.
Sin embargo, se empieza a conformar
esto de los Estados nacionales, surge Chile, surge Argentina, en un contexto
donde el comercio va entregando una particularidad, la intromisión del capital
foráneo, por lo tanto el afán de Chile y Argentina es reconquistar los
territorios mapuche. Y por eso se desarrolla esto que se conoce, y quizás sea
el hito más importante, como la invasión del Wallmapu, llevada adelante por dos
Estados, por el chileno, con la campaña militar conocida como la Pacificación
de la Araucanía, y por el argentino, con lo que se conoce con la Campaña del
Desierto, ambas campañas binacionales que arremetieron con mucha fuerza, en un
ejercicio concreto de exterminio, campaña político-militar hasta que
definitivamente obtuvieron esta conquista, derrotar a nuestro pueblo y
someterlo a un régimen de ocupación de tipo colonial que se mantiene hasta el
día de hoy. Hay una situación de expoliación, de usurpación del territorio
mapuche, del Wallmapu, el territorio ancestral mapuche, de más del 95% de esta
territorialidad. Ese hito marca un antes y un después. De ahí nacen las
contradicciones que vivimos hoy día con el Estado chileno y el Estado
argentino.
“Hoy en día la realidad es que el sistema de
propiedad usurpada se sostiene en la industria forestal”
La
tercera invasión
En esa historia de opresión y
resistencia, Héctor Llaitul identifica tres invasiones: “una, la del Imperio español,
dos la del Estado
Nación chileno y tres la del capital monopólico financiero,
la arremetida del capitalismo en la territorialidad ancestral”. “¿Cómo se
instaló el modelo neoliberal en el Wallmapu?”, se pregunta.
Con la contrarreforma territorial, a
raíz del golpe militar y la dictadura de Pinochet, se desarrolla una verdadera
revolución de la economía en esta parte. Hay una transformación de toda la
territorialidad, de toda la estructura que existía en nuestro Wallmapu
ancestral. Se nota
principalmente por la introducción del monocultivo, específicamente de las
plantaciones de pino y eucalipto en donde el Estado compromete toda su fuerza,
toda su capacidad. La dictadura le entrega principalmente las tierras a las
forestales, a las corporaciones chilenas, y con el tiempo esta situación ha ido
transformándose en el verdadero enemigo del Pueblo Nación Mapuche. Hoy en día
la realidad es que el sistema de propiedad usurpada se sostiene en la industria
forestal.
La
CAM
De esa situación de despojo y de la
articulación de una resistencia de más de 500 años es heredera la lucha organizada
en torno a la
Coordinadora Arauco Malleco , nacida a finales de los años 90.
La CAM surge en un contexto, hace ya 20
años. Hay un hecho puntual, los sucesos de Lumaco, donde se queman los primeros
tres camiones por parte de comunidades movilizadas que desarrollaban un proceso
de recuperación territorial, específicamente en contra de una forestal. Ahí se
visibilizó y se entendió el problema de fondo, la contradicción fundamental:
entender a nuestro enemigo, cuál es nuestro enemigo y de alguna manera cómo
entrar a confrontarlo. Nosotros hacemos un análisis del cuadro, de la realidad
del momento y hacemos la valoración de que se agotaron los mecanismos
institucionales, se agotaron los mecanismos internos de reclamación de nuestros
derechos. Por ello había que pasar a una fase de antagonismo frente a un
enemigo muy definido.
Veinte años de confrontación directa
contra el capital monopólico nacional y extranjero que ha dejado una de las
historias de lucha y resistencia más impresionantes y revolucionarias del
continente. Un hito
extraordinario en América. Su concepción política, método de lucha y nivel de
conciencia ética caracteriza a la CAM como una de las expresiones de lucha,
resistencia organizada y pensamiento político más avanzadas, frontales y
consecuentes en la batalla contra el capitalismo.
“Es la disputa territorial la que ha generado
esta situación de violación de derechos a nuestras comunidades”
La
propuesta política
La situación de ocupación, sometimiento
y opresión histórica hacia el Pueblo Nación Mapuche es la que define el
nacimiento de una propuesta política, la que nos hace levantar a nosotros dos
concepciones. Una, la concepción de reivindicación territorial y política. Y la
otra, la concepción de levantar un proyecto de liberación nacional mapuche, que
es lo que nos convoca a nosotros en la CAM. Hay una disputa territorial, que es el
trasfondo del conflicto. Es la disputa territorial la que ha generado esta
situación de violación de derechos a nuestras comunidades. No es casual que opere así el Estado
chileno, y en el último tiempo el Estado argentino. Y tiene que ver con el
despertar de un pueblo. Tiene que ver con esta capacidad que va teniendo
nuestro pueblo, nuestra gente, de asumir la defensa de los territorios y los
recursos y plantearse incluso esta concepción de libertad que nos legaron
nuestros antepasados, que nosotros la situamos en la reivindicación de la
autonomía para la
Nación Mapuche.
Son efectivamente estos dos conceptos,
autonomía y Pueblo Nación Mapuche, dos elementos centrales en la propuesta
política de la
Coordinadora Arauco Malleco. La pregunta es ¿qué entiende por
autonomía el pueblo mapuche y en concreto la CAM?
La
autonomía
Nada tiene que ver la defensa y la
reivindicación de autonomía del pueblo mapuche con la concepción de autonomía
que se tiene en este lado del mundo, con la España de las autonomías como forma
de organización político-territorial de regiones y nacionalidades. La propuesta
de autonomía del pueblo mapuche tiene que ver con soberanía. Tiene que ver con independencia
política, con la administración de recursos que hoy les son negados. Autonomía
tiene que ver con la tierra como valor de uso y no como valor de cambio, en
consonancia con la cosmovisión del pueblo mapuche, en relación de reciprocidad
y respeto hacia la
vida. Autonomía para la CAM tiene que ver con independencia
de partidos políticos y de otras instituciones del Estado chileno. Autonomía
para el movimiento mapuche organizado tiene que ver con la recuperación de la
propia identidad como pueblo, la resignificación de sus espacios territoriales
y sagrados, el cuidado de su lengua. Autonomía tiene que ver con el ejercicio
de una justicia y una economía propias. Autonomía mapuche tiene que ver con el
derecho de autodeterminación. Tiene que ver por tanto con la asunción del
concepto de Pueblo Nación Mapuche.
Yo pertenezco a un pueblo, un Pueblo
Nación. Ya estamos acuñando esto del concepto de pueblo nación con más fuerza,
por los significados, los componentes que hay ahí. Hablamos de esta posibilidad
concreta de situarnos, de reconocernos y autoconvocarnos como Nación mapuche. Y
lo decimos porque aquí están todos los elementos para el efecto. A través de
parlamentos [firmados con el Imperio español], que deben estar aquí en los
museos de España, se reconocía la soberanía de nuestro pueblo, y una
territorialidad y una capacidad socioadministrativa, política, de autonomía
para la nación mapuche. Eso existió, y esa es una de las reivindicaciones que
nosotros hacemos. Es decir, esta posibilidad de territorio definido, esta
posibilidad de organización social, política, ideológica, que nos permite un
destino común, una situación común en todos los ámbitos, con cultura, con
cosmovisión, con pensamiento, con idioma, es lo que caracteriza y particulariza
a la Nación
Mapuche. Esos elementos están todos presentes en nuestro
pueblo. Hay que recuperarlos. Esa es la lucha.
Este ejercicio partió con la lucha muy
concreta de la recuperación de las tierras, lo que a nosotros nos lanzó como
actor político. A la CAM se la conoce muy fuertemente por haberse hecho cargo
de la recuperación de tierras, más allá de lo simbólico, en los hechos. Es la
posibilidad de hacerse con los recursos para la reconstrucción de nuestro
pueblo, pero no visto solamente en esta concepción económica o material sino
desde la perspectiva simbólica, cultural, ideológica, inclusive espiritual de
lo propiamente mapuche. La autonomía la CAM la ha entendido como la lógica
central, como un proceso de descolonización ideológica, cultural, de mirada, de
actitud, de valores. Tiene que ver con la resignificación, con la recuperación
de lo propio, de la identidad y tiene que ver con el compromiso de asumir la
lucha de un pueblo, una lucha desigual, el imaginario de David contra Goliat.
El
conflicto
Con lo dicho hasta ahora queda claro
que el antagonista en el
conflicto del pueblo mapuche no es otro que los grandes intereses capitalistas
y los Estados chileno y argentino, que nacen precisamente como gendarmes de
esos intereses y que hoy día avalan y protegen las inversiones de
transnacionales principalmente madereras, pero también hidroeléctricas y
mineras.
Es un choque inevitable de dos lógicas,
dos realidades, la de la reproducción del capitalismo, con las forestales, y la
reconstrucción de un mundo mapuche, que tiene que ver con el tejido social,
político, ideológico que nos legaron nuestros antepasados. Esta es una realidad que nos situó en
una lucha de tipo anticapitalista muy fuerte, porque si nosotros reivindicamos
la realidad mapuche, el mundo mapuche, la cosmovisión mapuche, la forma de
entender este mundo, la forma de relacionarnos con la tierra, nos obliga a la
defensa de nuestros espacios, incluso definición del espacio en una forma
significativo-cultural muy potente. Tiene que ver con esa relación insondable,
muy poderosa, de que nuestros hermanos están ahí en relación con la naturaleza. Por lo
tanto en contra de la situación que generan las políticas extractivistas hay
una relación de contraste muy poderosa. Eso nos lleva a levantar una posición
muy radical de lucha.
La
violencia
Hay una cosa que nos llamó la atención
respecto de esa radicalidad de la que la CAM se ha hecho portadora.
Radicalidad, como señala Roitman, y para que se entienda en estas tierras, en
el sentido martiano del término, que no es otro que el etimológico: “Radical no
es más que eso: el que va a las raíces”, afirmó Martí. Algo así fue lo que nos
llamó la atención de la CAM: ese ir hasta las raíces del monstruo siendo
capaces de enarbolar la bandera de una ética extraordinaria que ama y defiende la vida. Como nos
explicaba Héctor en una conversación informal caminando por las calles de
Madrid, al fin y al cabo “se trata de una lucha por la vida”.
Nosotros hemos sido conocidos con
alcance a nivel internacional porque la CAM se hacía cargo de las operaciones o
de las acciones directas que se llevaban adelante. Acciones principalmente de
sabotaje en el marco de la autodefensa y la resistencia de nuestros
territorios, de nuestro hábitat, de nuestras comunidades. Situación muy
compleja de poder visibilizar en un sentido integral, pero basta decir que
estas acciones aisladas, no son acciones indiscriminadas sino acciones que
deben ser situadas en un contexto de reivindicación de los derechos
político-territoriales. Y que tiene que ver con las comunidades, con la
deliberación de ese tejido en reconstrucción, no puede ser en otro marco.
“En nuestras definiciones y praxis política
anticapitalista, tenemos claro quiénes son nuestros principales enemigos”
La violencia, la violencia histórica,
la violencia política, está como elemento central en esta confrontación, desde
el momento mismo en que nosotros defendemos los territorios, la autonomía y la
libertad que desarrollaron nuestros antepasados y desde el momento mismo que a
través de una campaña político militar se arremete y se nos sostiene en esta
situación de opresión como pueblo, más el régimen de ocupación colonial que
permanentemente hemos vivido con la supresión de todos nuestros derechos. Hay
ahí una señal muy clara de la violencia política por parte del Estado. Está en
lo estructural, en lo superestructural, en lo ideológico, en lo cultural. Si
además a esto le agregamos el componente de racismo o el discurso racista como
ingrediente, como componente, es una situación muy violenta en la que se ha
mantenido al Pueblo Nación Mapuche.
En su libro Weichan, Héctor Llaitul
explica con detalle esa perspectiva ética de la CAM: “en nuestras definiciones
y praxis política anticapitalista, tenemos claro quiénes son nuestros
principales enemigos y por eso no damos prioridad a lidiar con latifundistas y
parcelarios. Nuestros enemigos son las forestales y los grandes latifundistas.
No planteamos acciones ofensivas, ni siquiera contra la fuerza policial que
sostiene hoy una forma de ocupación y militarización. Como es evidente al
analizar nuestro accionar, no propiciamos muertes ni pretendemos dañar a las
personas. Nunca hemos planteado emboscadas. Pese a todo, incluso a
circunstancias como las actuales, nos identificamos con valores, con propósitos
nobles. Buscamos reconstruir armonía, buscamos justicia, luchamos por
restablecer un tipo de sociedad mapuche sana y justa”(1).
La
criminalización
Durante una cena compartida en el
espacio de Los Comunes, después del conversatorio, Héctor nos relata cómo en
uno de los varios aeropuertos por los que ha pasado en estos días de periplo
europeo, en un control policial aduanero apareció todo su expediente. “¿Usted
es Héctor Llaitul?”, le pregunta el policía de turno, “Sí, ese soy yo, todo lo
que pone ahí es cierto, y usted me haría un gran favor a mí y a mi pueblo si me
detuviera”. El policía se le queda mirando y sin muchas ganas de líos estampa
su sello en el pasaporte de Héctor. “Puede continuar”.
Héctor recibe la noticia de que la PDI,
policía de investigaciones de Chile, ha detenido a su hijo Ernesto Llaitul
“Pensar
trae consecuencias. La discrepancia se elimina quirúrgicamente”. Así comienza
el texto de Marcos Roitman, La
criminalización del pensamiento. Lo que se criminaliza, más allá
del actuar, es el pensamiento, porque es el pensamiento lo que precede a la
acción organizada.
No es solamente en el terreno de los
hechos, es también de los planteamientos, de lo teórico, que surge desde el
Pueblo Nación Mapuche. Esto es muy valorable, al menos algunos lo sentimos así,
porque somos los mapuche los que estamos levantando de nuevo el rakiduam y el
proyecto político que nos legaron nuestros antepasados. Eso es un hecho
inédito, porque antes eran otros los que planteaban estrategias de liberación y
de lucha.
Es por eso que molesta tanto la
propuesta política de una organización como la CAM. Y es por eso que el
pensar y el actuar de la CAM tuvo consecuencias en sus 20 años de existencia:
persecución, asesinato o encarcelamiento de dirigentes y weychafes mediante
montajes político-policiales. Una criminalización brutal que llevó a Héctor
Llaitul y otros comuneros a soportar largos períodos de cárcel, debiendo asumir
otras formas de lucha como la huelga de hambre. Hasta 82 días pasó el propio
Héctor sin ingerir alimentos.
Apenas unos minutos después de salir de
los estudios de la Cadena
Ser en la
calle Gran Vía , tras participar en el programa de radio Punto
de Fuga, Héctor recibe la noticia de que la PDI, policía de investigaciones de
Chile, ha detenido a su hijo Ernesto Llaitul. Se le acusa de portar un bidón de
gasolina y un hacha, productos que si bien resultarían sospechosos en las
arterias del centro de Madrid, no pasan de ser usuales instrumentos de trabajo
en los territorios donde Ernesto vive, en pleno campo. Héctor trata de
comunicarse con alguien para saber algo más sobre la detención. Son
momentos de preocupación y poca claridad respecto de los hechos.
“La policía se ha militarizado en el Wallmapu.
Hablamos de efectivos muy bien dotados en términos bélicos, con armamento ya de
guerra”
Puede parecer casualidad que Ernesto
Llaitul pasara la noche detenido irregularmente, sin notificación alguna de tal
detención, mientras Héctor se reunía en una sala del Congreso de los diputados
con parlamentarios de diferentes agrupaciones políticas para denunciar la
situación de persecución y criminalización que vive el pueblo mapuche, en
particular la aplicación de la Ley Antiterrorista , la reciente Operación
Huracán y el Comando Jungla, ese mismo que hoy asesina a un
comunero mapuche por la espalda.
Si ustedes viajaran al Sur se darían
cuenta de la
militarización. La policía se ha militarizado en el Wallmapu.
Hablamos de efectivos muy bien dotados en términos bélicos, con armamento ya de
guerra. Hablamos de miles de efectivos apostados en zona de conflicto, con
blindados, con helicópteros, artillados, avionetas de vigilancia, e incluso con
esta capacidad de no ser detectados, sistemas de vigilancias, drones, el
Comando Jungla, equipo especializado que se entrena en Colombia, en EEUU y que
probablemente también se venga a entrenar a España. Estos elementos dan cuenta
de un escenario más complejo, mayor. Estamos hablando no solamente de la Ley Antiterrorista
sino de la Ley de Inteligencia, que sostiene a un estado y a la clase
dirigente, donde están los entes persecutorios a todo nivel, y que aúna todos
estos esfuerzos desde el poder, desde las Fuerzas Armadas, desde los partidos
políticos, desde el empresariado, en sostener un sistema de vigilancia y
monitoreo en contra de toda la población, pero que está hoy día direccionado en
un sentido antidemocrático, oscuro, que incluso hace prácticas de los tiempos
en que operaba la DINA y la CNI [órganos de inteligencia de la dictadura], con
agentes, con infiltración y con muchos recursos.
Si los españoles llegaron diciendo que
nosotros éramos sanguinarios, sin alma, primitivos, a los que con la cruz y la
espada se tenían que someter, posteriormente, cuando se conforma el Estado
nación chileno dijeron los mapuchitos que había que civilizar, o éramos los
indios flojos y borrachos,… ese estigma constante, desde los tiempos de la
conquista hasta los tiempos actuales, que hoy día somos definidos de
violentistas y terroristas. Tiene que ver con eso, con reproducir en todos los
entes del aparato estatal, de la lógica del poder en su conjunto, desde los
medios de comunicación, la educación, el discurso político, la visión racista,
para la estigmatización y finalmente la eliminación de nuestro pueblo.
El
Pueblo chileno
Son muchas las voces, tanto de
periodistas como del público asistente al conversatorio en Lavapiés, que se
interesan por la relación de la lucha del pueblo mapuche con el movimiento popular
chileno, con el pueblo de Chile. Inquietud compleja a la que Héctor intenta dar
respuesta.
“la lucha del pueblo mapuche no va a ser
posible sin la lucha del pueblo chileno”
Yo he sido mandatado para hablar del
pueblo mapuche, y no de lo que le pasa a los chilenos o de las posiciones de
los chilenos, pero comparto el análisis de que el conflicto más importante o
más serio que tiene el Estado chileno es con la causa mapuche. En Chile no hay otro conflicto con
perspectiva que dé cuenta de una defensa mayor en el sentido de los derechos de
los oprimidos. Duele un poco pero es la realidad. El enemigo es común, la oligarquía nos
tiene oprimidos al pueblo nación mapuche y al pueblo chileno, por lo tanto
debiera haber procesos que vayan concatenados, con sus autonomías, con sus
procesos propios, y que nos vamos a encontrar seguramente, vamos a converger,
porque el enemigo es común. Y ojalá que, con esta mirada autonomista, se
reconstruyan mundos de justicia y de poder en el campo popular en el caso de
ustedes o de los chilenos, pero estos esfuerzos serán de los chilenos, nosotros
lo único que podemos decir es que las luchas se tienen que hermanar,
necesariamente. Convivimos en una territorialidad. No todo el pueblo chileno
nos acompaña, ahí hay un trabajo que hacer al respecto, pero hay solidaridad de
la gente común, a pesar de los medios de comunicación, donde el 99,9 %
pertenecen a los poderosos. Hay redes, hay otras cosas que dan cuenta de la
justeza de nuestra lucha y esto nunca lo van a callar, porque está en la
humanidad de los chilenos en general y de los latinoamericanos, y de ustedes
también en otras expresiones, porque si lo planteamos bien el acompañamiento
existiría.
Como conclusión a este punto, traza
unas palabras que dan que pensar: “la lucha del pueblo mapuche no va a ser
posible sin la lucha del pueblo chileno”. En estos días después del asesinato
de Camilo Catrillanca, se multiplican las manifestaciones en distintos puntos
de Chile. Protestas que dejan un saldo de más 40 detenidos.
Mapuche significa `gente de la tierra’.
Mapudungun es el `habla de la tierra´. Toda esa dimensión cosmovisionaria tiene
que ver con la lucha por la sustentabilidad, el equilibrio, la reciprocidad, el
amor, la fuerza que nosotros sentimos por nuestros hermanos en la naturaleza,
árboles, ríos, vertientes, agua, todo. Lo vemos más allá que en un plano
económico o material, es la forma de vida. Con eso yo me despido, les
agradezco, y bueno, en mapudungun nosotros decimos Amulepe Taiñ Weichan, “la
lucha continúa”, Wewaiñ, `Triunfaremos’, ¡Marichiweu!
Con estas sentidas palabras finaliza el
conversatorio. Tal y como él mismo dice, Héctor Llaitul solo representa una
expresión del movimiento mapuche. Una expresión de lucha autonomista,
mapuchista, de una claridad política y de una dignidad que sólo puede ser un
ejemplo para todas aquellas voces que aspiren a construir una realidad alejada
de los postulados capitalistas. Más ética, más bella, y por lo tanto más
humana. Más acorde con ese buen vivir que persigue la lucha de los pueblos
originarios.
Lolita Chávez: “las multinacionales no
entienden que lleguemos a dar la vida por defender el derecho a existir de la
tierra”
Hoy, ante la noticia de un nuevo
corazón mapuche y comunero asesinado a balazos por parte del Comando Jungla,
ese que Héctor denunció en Madrid, recordamos las recientes palabras de la
defensora de derechos humanos del pueblo K’iche, Lolita Chávez Ixcaquic: “las
multinacionales no entienden que lleguemos a dar la vida por defender el
derecho a existir de la tierra”. He ahí esa dignidad más grande que la vida
misma de la que los movimientos organizados de los pueblos originarios son
portadores. Llegar a dar la vida por una vida digna colectiva. Eso nunca podrán
entenderlo aquellas cabezas dominadas por la epidemia neoliberal. Tampoco
entienden que no hay Estado, ni ejército, ni Comando Jungla que pueda acabar
con esa dignidad.
Dignidad que queda patente en el
funeral del comunero Camilo Catrillanca, donde miles de corazones en lucha le
rindieron un sentido homenaje bajo la cosmovisión mapuche. Allí estuvo presente
Héctor, quien llamó a la resistencia y reivindicó a Camilo Catrillanca
como weichafe de la nación mapuche. “Nosotros entendemos que, en este camino,
nuestro weichafe nos dará la energía necesaria para seguir combatiendo a
nuestros enemigos, quienes están en el sistema y el Estado capitalista”.
En la tarde de un jueves de un octubre
que agoniza, a lomos de nuestro pequeño Rocinante abandonamos la ciudad de
Madrid después de un día intenso, rumbo a Bilbao, donde Héctor continuará con
su agenda de actividades y reuniones. Mientras tomamos la carretera de Burgos,
habla por teléfono con una radio chilena que le entrevista por la detención de
su hijo. Unas horas después, nos enteramos que Ernesto ha sido puesto en
libertad con arraigo nacional, lo que le obliga a firmar una vez al mes ante
Carabineros. Un nuevo hostigamiento contra un movimiento que sabe cuál es el
verdadero enemigo y hacia él enfoca su lucha.
En este
reencuentro con Héctor en tierras castellanas, en su muñeca izquierda llevaba
puesto el reloj digital negro que un febrero de 2015 saqué del bolsillo de una
mochila que nos acompañó durante dos años por las tierras del Abya Yala.
Nosotros guardamos su libro Weichan como
uno de nuestros textos más queridos, un verdadero tesoro de sabiduría mapuche,
portador de esa palabra y ese pensamiento preñado de lucha por la vida digna.
(1) Héctor Llaitul y
Jorge Arrate, Weichan. Conversaciones con un weychafe en la prisión política,
Santiago de Chile, 2012, Ceibo ediciones, pp. 293-295
Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/11/21/nacion-mapuche-hector-llaitul-y-la-cam-cronica-de-la-palabra-de-un-weychafe-en-la-capital-del-reino/
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