Cuando los
investigadores se preguntan para quién trabajan y para qué sirve
La ciencia y su existencia
12 de noviembre de 2018
La Unión de Científicos Comprometidos
con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina organizó un encuentro en el
que se debatirá a quién sirve, si al capital y las empresas, o a la sociedad. La Uccsnal
exigió la prohibición del glifosato.
Por Darío Aranda
Ciencia para transgénicos
o para campesinos. Investigaciones para explotar litio o trabajar junto a
comunidades kollas. Académicos para extraer petróleo o para un modelo no
contaminante. ¿Ciencia para quién y para qué? Son algunos de los planteos y
preguntas que se debatirán hoy y mañana en el “Encuentro por la Ciencia Digna ”, en
Rosario, donde confluirán académicos que rechazan el modelo científico
vinculado a las empresas. En septiembre pasado, el mismo grupo de
investigadores exigió la prohibición total del herbicida glifosato.
La Unión de
Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina
(Uccsnal) se conformó en junio de 2015, en homenaje a Andrés Carrasco
(científico que en 2009 confirmó los efectos letales del glifosato) y retoma el
legado de otros académicos, como Oscar Varsavsky.
La Uccsnal se propone como espacio de encuentro, reflexión e
intervención para fortalecer una ciencia al servicio de los pueblos. En ese
marco, hoy y mañana martes, durante todo el día, será el “Encuentro por la Ciencia Digna ”, en
el edificio Anexo de la
Universidad Nacional de Rosario (Corrientes 2001).
“Vivimos un tiempo en el que los ahogos presupuestarios y las
políticas oficiales empujan a los vínculos con las corporaciones para poder
trabajar en investigación. Hay quienes no aceptamos ese rol de empleados del
poder de turno y definimos, contra viento y marea, construir conocimiento
científico para los pueblos, entendiendo que la salud de los seres humanos
depende de la salud de la madre tierra”, explicó Damián Verzeñassi, del
Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la
Universidad de Rosario, coorganizador del encuentro junto a la Red de Salud y
Ambiente de la
Asociación Latinoamericana de Medicina Social (Alames) y la Fundación Rosa Luxemburgo.
Participarán decenas de científicos de Argentina, Brasil, Paraguay
y Argentina. Alicia Massarini, investigadora del Conicet y de la Maestría en
Política y Gestión de la Ciencia de la UBA, explicó que el encuentro busca
reunir a académicos que trabajan en una ciencia alternativa y también dar
cuenta de los impactos de la ciencia hegemónica, impulsada por empresas y
gobiernos. “Interpelamos la idea dominante que presenta a la ciencia como una
actividad neutral, objetiva, estrictamente racional, como un espacio para
verdades comprobadas, posicionada erróneamente en un lugar de autoridad. Esa
tecnociencia no mide los impactos y daños de sus intervenciones y tiene la
impunidad de presentarse como motor de progreso, de modernidad, de bienestar.
Cuando en realidad sólo está al servicio del mercado”, afirmó Massarini.
En septiembre pasado, la Unión de Científicos emitió un documento
donde exigió la prohibición total del glifosato. “En países como Argentina,
Brasil y Paraguay tenemos registros de tasas elevadísimas de cáncer, linfomas,
leucemias, enfermedades autoinmunes, malformaciones genéticas y otras
enfermedades en habitantes de comunidades rodeadas por campos de soja
transgénica, donde se realizan aplicaciones intensivas de glifosato”,
recordaron los académicos.
“Por si no fuera suficiente, hay evidencia científica de que el
glifosato persiste en los suelos agrícolas, alcanza los cuerpos de agua,
también se dispersa a través de la lluvia, y sus residuos permanecen en los
cultivos, llegando así a los alimentos que consumen personas aún a grandes
distancias de los campos de cultivo”, afirmaron desde la Unión de Científicos.
La Unión de Ciencia cuestiona el
ideario de que la ciencia pareciera tener la verdad y es la que salda las
controversias. Aclaran que el conocimiento científico es un saber más, ni mejor
ni peor que otros conocimientos (campesinos, indígenas, sociales). Hablan de
una “ecología de saberes”, donde confluyen y se complementan de forma
horizontal distintos conocimientos.
Leonardo Melgarejo, de Brasil, cuestiona también que los medios de
comunicación reproducen sin problematizar a la ciencia empresaria y que,
incluso, no respeta los derechos humanos al justificar que se usen agrotóxicos
con consecuencias en la salud de la población. “Necesitamos una ciencia, de
medios de comunicación y de poderes ejecutivos, legislativos y judiciales
pautados por la ética y atentos a lo que está ocurriendo en la llamada ‘ciencia
instrumental’, la ciencia hegemónica está mayoritariamente al servicio del
capital financiero y actúa en el sentido opuesto de los intereses de la
población”, cuestionó el científico brasileño.
Massarini destacó que América Latina experimenta una nueva “etapa
de saqueo” en la cual la ciencia juega un papel central en la investigación y justificación
de actividades “que afectan la salud de madre tierra y nuestra salud, que son
lo mismo”. Cuestionó el rol de científicos al servicio de la minería a cielo
abierto, el fracking, la pesca intensiva, el monocultivo forestal, transgénicos
y agrotóxicos, entre otros. “Son modelos que hacen estragos en nuestros
pueblos”, cuestionó.
Desde 2011, cada dos años el Instituto de Salud Socioambiental de
la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Rosario organiza una
semana de jornadas referidas a ciencia, universidad, extractivismo y
movimientos sociales. Este encuentro (de lunes y martes) es la antesala del
nuevo congreso, en junio de 2019, donde se reforzará el vínculo entre la
academia y las organizaciones sociales, en defensa del territorio.
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