Terminator y la
distopía 4.0
10 de noviembre de 2018
Por
Joseba Permach Martín
(Rebelión)
La robotización va hacer desaparecer millones de empleos.
Ese es el nuevo mantra que los economistas del sistema repiten machaconamente y
que tiene como objetivo presentar como problema lo que bien pudiera ser una
solución. Pero no adelantemos acontecimientos y analicemos la película por
partes.
Terminator entra en acción
El año 2013 los profesores de la Universidad de
Oxford C.B Frey y M.A. Osborne presentaban un trabajo tituladoThe future of
the employment en el que
alertaban que “de acuerdo con nuestras estimaciones el 47% de los empleos están
en riesgo” (Frey y Osborne, 2013). En este famoso y emblemático trabajo se
anunciaban de forma dramática la desaparición de un buen número de ocupaciones
y, por si fuera poco, correlacionaron negativamente salario y computarización. O
dicho de otra forma, que los procesos de robotización iban a generar, también,
la disminución de los salarios. Terminator entraba fuerte en escena disparando,
sin contemplación alguna, contra empleos y salarios.
Obviamente, el debate sobre las consecuencias
del desarrollo tecnológico en el empleo no es nuevo y podemos recordar, por
ejemplo, al movimiento ludita del siglo XIX destruyendo las máquinas que
supuestamente iban a acabar con el empleo. Lo cierto es que la tecnología siguió
avanzando y el número de personas empleadas también.
Ahora, sin embargo, el anuncio sobre la amenaza tecnológica o de la robotización no proviene de la clase trabajadora. Son los economistas e instituciones económicas del establishment las que de forma permanente nos acribillan con informes que vienen a recordarnos que Terminator 4.0 está a la vuelta de la esquina.
Por ejemplo, el informe Industria
4.0: Global Digital Operations Study 2018 realizado por la consultora PwC
para 27 países hablaba del fuerte efecto que iba a tener la automotización en el
empleo y cifraba, por ejemplo, que el 34% de los empleos del estado español iban
a ser automotizados para el 2030.
El Foro Económico Mundial que anualmente se reúne en Davos (Suiza) lleva años introduciendo este tema en su programa de debate y con ello, obviamente, pretende extender dicho debate al conjunto de la opinión pública mundial. De hecho, recientemente este mismo organismo acaba de publicar The Future of Jobs 2018 en el que se vaticina la posible pérdida de 75 millones de empleos, aunque también habla de la creación de nuevas ocupaciones. Este trabajo, además, es la segunda edición de un primer informe publicado en 2016 en el que se anunciaba la inmediata pérdida de 5 millones de empleos en cinco años.Es evidente la intención del foro de los más ricos del planeta por insertar permanentemente este debate en los medios y para ello, bien en forma de informes bianuales o programándolo en sus reuniones anuales, nos recuerdan que independiente de su magnitud, es cosa de tiempo, Terminator viene por nosotr@s.
Terminator
acabará contigo, no te resistas
Durante los últimos años también se han
elaborado otro tipo de informes y trabajos que han refutado dicha tesis. Por
ejemplo, el trabajo publicado por Wolfang Dauth y otros sobre el tema, para el
caso alemán, afirma que “los robots no han tenido un efecto agregado en el
empleo alemán” (Dauth y otros, 2017). Claro que para comprender las razones de
dicha afirmación, a continuación, señalan que “este efecto parece deberse en
gran medida a los esfuerzos de los consejos de trabajo y los sindicatos” (ídem).
Obviamente, hay quien no desea que se hable de esta parte y, por tanto, algunos
estudios tienen más reflejo que otros en los medios de comunicación.
¿Pero y qué busca el
establishment con la publicación de dichos trabajos apocalípticos? Pues ni más ni menos que titulares, por
ejemplo, como el publicado por El País en noviembre del 2017: “La robótica
eliminará hasta 800 millones de empleo en el 2030 (El País, 2017). Y si alguien
tiene duda de las intenciones del diario, añado el segundo titular de la noticia
que nos alivia la
dramática amenaza al decir que si bien Japón, EEUU y Alemania serán los más
golpeados por la automatización, “El impacto en México será menor por los bajos
sueldos” (Ídem). ¿Bajar los sueldos es la solución?
En este caso el informe fue realizado por la Consultoría Mackinsey Global Institute. Vease la calidad científica del mismo que calculaba entre 400 y 800 millones los empleos que iban a desaparecer. ¿Y qué más da que un estudio de semejantes características se parezca más a una predicción de cualquier adivinador televisivo que a una investigación científica, si lo que buscaban la Consultoría Mackinsey Global y El País era meternos el miedo hasta los huesos?
Dice Marina Garcés que vivimos un tiempo donde
todo se acaba, se agota y “ya hace tiempo que se decretó la muerte del futuro y
la idea de progreso” (Garces, 2017:14). La pérdida del futuro tiene
consecuencias directas en la desaparición de un horizonte que nos marque el
camino por donde transitar. Ello, obviamente, tiene consecuencias en nuestra
forma de pensar, de reflexionar y, por ende, de actuar. La desaparición del
futuro tiene consecuencias hoy, aquí y ahora en la medida que negandonos el
poder avanzar, sólo nos queda retroceder o simplemente resistir de forma pasiva
ante la que se nos avecina.
La robotización o la digitalización pudieran
aparecer como la solución a muchos de nuestros problemas, sin embargo, son
presentadas, representadas,
como auténticas amenazas con las que resulta inútil combatir. “La fascinación
por el apocalipsis domina la escena política, estética y científica. Es una
nueva ideología dominante que hay que aislar y analizar, antes de que como un
virus, se adueñe de lo más íntimo de nuestras mentes” (Garcés, 2017).
El virus generador de las distopías 4.0 no tienen otro objetivo que negar la posibilidad de nuevas utopías 4.0 que puedan guiar nuestras luchas, nuestros esfuerzos y nuestras vidas.
Los marcos
y conceptos del virus terminator
La robotización generará la desaparición de
millones de empleos. Ese es el nuevo virus terminator que en forma de marco o frame pretende
infectar nuestras mentes para negar una reflexión diferente a la establecida por
el capital y sus intereses.
Es suficiente mirar en cualquier navegador de
internet para comprobar que los medios del establishment correlacionan
negativamente empleo y robotización. Además, lo hacen valiéndose de verbos como desaparecer,
amenazar, eliminar, acabar, destruir y
que no tienen otro objetivo que fortalecer el mencionado marco. Es verdad que
podemos encontrar algún que otro artículo sobre las nuevas profesiones que
generará la digitalización, pero el objetivo de dichos artículos es el mismo, en
la medida que no niegan la supuesta tendencia global que correlaciona
negativamente robotización y empleo.
Y claro está, esa relación negativa se extiende a los salarios de donde se deduce que nos dirigimos, inexorablemente, a una sociedad dual con dos grandes tipos de empleos: unos pocos muy bien remunerados y otros, la mayoría, muy mal retribuidos. Y sigue Terminator acabando con todo tipo de esperanza; ni empleo, ni sueldo digno.
¿Pero y por qué es tan importante para el establishment taladrar nuestras mentes
con dicho marco?
El conocido sociólogo y promotor del Frame
Analysis afirmaba lo siguiente:
“el marco organiza algo más que el significado; organiza también la
participación...los participantes normalmente no sólo adquirirán un sentido de
lo que está pasando, sino que también (en cierto grado) quedarán espontáneamente
absorbidos, enganchados, cautivados” (Goffman, 2006:359)
Ese, y no otro, es el objetivo del marco
estudiado: engancharnos a una lógica sin solución. Una ecuación donde a la gran
mayoría de los y las ciudadanas de a pie no les queda otro remedio que
resignarse ante dicha evolución y aceptar, entre otras cosas, jornadas de 40
horas o más, bajadas de sueldo y un sistema socialmente injusto sin precedentes.
Se puede plantear, con absoluta lógica que la
robotización y la digitalización debieran dar pie, directamente, a la reducción
de la jornada laboral, pero, obviamente, al capital no le interesa dicho debate.
Como está ocurriendo, le es mucho más rentable extender la utilización de los
contratos parciales involuntarios, con sueldos miserables, que aceptar una
lógica e histórica reducción de la jornada laboral debida a los avances
tecnológicos.
En La
Vigencia de El Manifiesto Comunista, reflexionando
sobre el tema, Zizek se pregunta si “no es esta amenazauna
buena razón para reorganizar la producción de manera que los obreros trabajen
menos? En pocas palabras, ¿no es este problema su
propia solución?” (Zizek, 2018:14).
¿Y por qué nos presentan
como problema lo que bien pudiera ser una solución?
Pero, además, hay otras razones importantes por las que machaconamente el poder
económico y financiero mundial, nos repite mediante sus voceros que la
robotización destruirá “empleo”. Si, ellos siempre dicen empleo, porque saben,
cómo sabemos tod@s, que los robots lo
que hacen es disminuir el “trabajo”.
Si, las palabras importan. Y si, además, son elementos principales de los marcos
mentales que pretenden condicionar nuestros marcos de reflexión y acción, las
palabras importan mucho más.
Utilizar empleo y no trabajo, deja fuera de nuestro marco reflexivo el trabajo no remunerado. Utilizar empleo y notrabajo deja fuera la economía de los cuidados. Utilizar empleo y no trabajo posibilita hablar, como mucho, del reparto del empleo, pero en ningún caso del reparto del trabajo.
Pero, todavía, hay más.
Dice Amaia Pérez de Orozco que la diferencia entre una economía de género y una
economía feminista es que la primera tiene como objetivo integrar la mirada del
feminismo en los conceptos ya establecidos de la economía. Sin embargo, para la
economía feminista “pensar e intervenir sobre la economía implica cambios de
mayor calado que, a menudo, conllevan rupturas conceptuales, metodológicas y
políticas” (Pérez Orozco, 2014:44).
Ese es, precisamente, el objetivo principal del virus terminator 4.0: negar la posibilidad de rupturas conceptuales y metodológicas que pongan en cuestión el discurso mayoritario de una ciencia económica que, desgraciadamente, se ha convertido en la ideología legitimadora básica y fundamental del sistema. El reto, por tanto, pasa por pensar, re-pensar, poner en cuestión sus conceptos, sus marcos y el conjunto de su modelo económico y social.
¿Y si
empezamos a imaginar una utopía 4.0?
Nos dirigimos a una sociedad donde la
robotización y la automatización se van a extender. Si, de acuerdo. Pero también
nos dirigimos a una sociedad donde las personas mayores cada día van a ser más y
donde la economía de los cuidados va ir en aumento. ¿Por qué se oculta este
segundo marco? ¿Por qué se prestigia la digitalización y no el cuidado de las
personas? ¿Cómo afecta todo ello al reconocimiento de dichos trabajos y con ello
a sus sueldos? ¿Qué efecto tiene todo ello en la brecha salarial entre mujeres y
hombres? ¿Si la robotización puede generar la disminución o desaparición de
muchos trabajos, por qué no re-enmarcamos el debate y hablamos del reparto de
trabajo tanto en las denominadas esferas productivas y reproductivas? ¿Y por qué
no dejamos de presentar lo reproductivo como algo subalterno a lo productivo?
¿Por qué la revolución digital y la robotización 4.0 no pueden servir para abrir
el debate sobre una jornada laboral establecida hace ya cien años y en
condiciones tecnológicas totalmente diferentes? ¿Por qué los locales de negocios
pagan impuestos (por ejemplo, el I.A.E) y los robots no han de pagar impuestos?
¿Y por qué, en definitiva, no pensamos, y re-pensamos, la economía para repartir
todo el trabajo y toda la riqueza y vivir en una sociedad más igualitaria?
Hay quien dirá que para hacer posible todo ello necesitamos una
nueva correlación de fuerzas que sea capaz de hacer frente a la concentración de
poder (también tecnológico) y a la ofensiva del capital que estamos padeciendo.
Efectivamente, sólo desde la recuperación del poder poder político y de la
soberanía de los pueblos y de los sectores populares se puede acabar con los
procesos de concentración, oligarquización y privatización del poder al que
estamos siendo sometid@s.
Los marcos del establishment como el del Terminator 4.0, no solo
buscan representar la realidad. Tienen como objetivo último, negar cualquier
reflexión o marco alternativo que la pueda transformar. Nuestra función tiene
que ser la de re-pensar el marco y ofrecer visiones y propuestas alternativas
que lo pongan en cuestión.
Es posible apostar por la robotización para
disminuir el trabajo. Es
posible reconocer en forma de empleo y derechos laborales a la economía de los
cuidados. Es posible disminuir las horas de empleo para
garantizar un mayor reparto del trabajo. Es
posible regular laboralmente para garantizar que dicha disminución de horas de
trabajo no se traduzca en disminución de salarios. Es posible poner en marcha
una fiscalidad progresiva y tecnológica que garantice que los beneficios del
revolución 4.0 son repartidos en beneficio del conjunto de la sociedad. Es
posible apostar por un sector público fuerte que garantice servicios públicos
que prioricen la educación, la sanidad, los cuidados y, en definitiva, la
sostenibilidad de la vida. Es posible aprovechar la digitalización para apostar
por una banca pública al servicio de la personas y de la economía real. Y, cómo
no, es posible apostar por la revolución tecnológica para re-pensar, también, un
modelo económico que disminuya la huella ecológica sin límite a la que estamos
sometiendo a los recursos naturales.
Todas estas y otras alternativas son posibles,
son reales y son materializables. Claro que para ello se necesita, entre otras
cosas, ensanchar el marco de
lo posible. Se trata de no tragar con ruedas de molino 4.0 y ofrecer un
marco, un nuevo horizonte, de transformación económica, política y social
hacia el que transitar con ilusión y convencimiento. Como dice Lakoff “el cambio
de marco, es cambio social” (Lakoff, 2007:4).
Bibliografía
Joseba Permach
Martin es economista y sociólogo. Miembro de Iratzar Fundazioa.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=248875
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