Reflexiones sobre el
libro "Arde el Wallmapu: autonomía, insubordinación y
movimiento radical
mapuche".
4 de noviembre de 2018
Por Gilberto López y Rivas (Rebelión)
El libro de
Cesar Enrique Pineda, Arde el
Wallmapu: autonomía, insubordinación y movimiento radical mapuche en Chile,
publicado este año por la UNAM, el Centro de Investigaciones sobre América
Latina y El Caribe y Bajo Tierra ediciones, es singularmente relevante en el
ámbito de las investigaciones en torno a movimientos sociales, pueblos
originarios y procesos autonómicos.
La obra constituye un riguroso, fundado, comprometido y logrado
esfuerzo teórico-empírico por adentrarse en una de las experiencias de lucha
indígena más avanzadas y congruentes del continente: la de la Coordinadora
Arauco-Malleco (CAM), movimiento del pueblo mapuche que,
entre 1997 y 2003, protagoniza un proceso de disputa de tierras ancestrales y
reivindicación de autodeterminación y autonomía, en una intensa confrontación
con el Estado chileno, latifundistas y corporaciones trasnacionales. El
trabajo, señala Pineda, “Intenta narrar esa historia y, en especial, comprender
e interpretar dicho proceso de insubordinación (...) El ciclo de
insubordinación, antagonismo y proyecto emancipatorio abierto por la Coordinadora Arauco
Malleco constituye (su) eje conductor.”
El autor se plantea un objetivo doble: por un lado,
“recuperar, sistematizar y narrar la historia…(de) un actor colectivo sumamente
polémico tanto para el propio movimiento mapuche como para la intelectualidad
chilena; un sujeto demonizado por los medios de comunicación, categorizado como
terrorista, grupo radical o subversivo por el Estado y los grupos dominantes de
Chile.” Por el otro lado, se busca comprender, afirma Pineda, “como se produce
socialmente el fenómeno de la insubordinación; por entender las formas, modos
tiempos, pasos, potencias y límites de las clases, etnias y pueblos subalternos
en la construcción de su disposición a luchar.”
Se intenta
“comprender los complejos procesos de producción de rebeldía e insubordinación,
así como su posterior estabilización y disciplinamiento,” ya que el Estado
chileno, --destaca Pineda--, responde a este movimiento, “con un agresivo y sofisticado
proceso de desarticulación, de contención, de contrainsurgencia social y
represiva que, entre 2003 y 2009, provocaría la contracción y el debilitamiento
de la movilización mapuche y, posteriormente, el cierre del ciclo de lucha por
la tierra y la autonomía, al ser encarcelados sus lideres, quienes fueron condenados
de manera definitiva en El libro inicia con un prólogo de Raúl Zibechi, que es, en sí mismo, un reconocimiento a la valiosa aportación de Pineda; “un trabajo de años”, afirma, “en el cual la experiencia directa, el conocimiento de las personas, comunidades y geografías, es uno de los aspectos más notables de una investigación comprometida y en absoluto neutral.”
Dividida en dos partes, una suerte de introducción, seis capítulos, reflexiones finales, extensa y actualizada bibliografía, y más de una docena de entrevistas claves, la obra trata en su primer capitulo sobre la situación del pueblo mapuche en Chile, el proceso extractivista, el colonialismo interno y la interpretación que de ello hacen las dirigencias de
Pineda aclara, que su investigación tiene un fuerte componente
testimonial, “que se explica desde un enfoque sociohistórico construido a
partir de largas y numerosas entrevistas realizadas con presos mapuches en la
cárcel y con activistas entrevistados en sus comunidades, el cual se contrasta
y se pone en dialogo con lo expresado por varios historiadores y especialistas
chilenos.” A ello se suma, una extensa investigación hemerográfica y las
correspondientes interpretaciones teóricas que proveen la base analítica de lo
investigado.
Coincido plenamente con Pineda en cuanto a que uno de los
principales aportes de su investigación radica no solo en la reconstrucción de
la historia de la CAM, “sino, en especial, haber tratado de comprenderla desde
adentro, desde la lucha social, desde la perspectiva de los de abajo.”
El autor
investiga, asimismo, junto con la política represiva del Estado chileno, “las
contradicciones internas del movimiento y la CAM (para) aprender de las
lecciones que deja su propia historia, comparar los paralelismos entre su lucha
y la de otros procesos sociales, y en particular, reflexionar sobre los límites
que se presentan en la defensa del territorio, así como los alcances y las
contradicciones de la violencia política.”
A partir de nuestras propias experiencias de estudios comparativos
entre diversos procesos autonómicos en América Latina, en el Proyecto
Latautonomy, coincidimos con Pineda en el sentido de que “la disputa por la
tierra, el territorio y los bienes naturales, así como la autodeterminación, la
autorregulación social y la autonomía, son luchas decisivas de nuestro tiempo.”
Asimismo, estamos totalmente de acuerdo en que “los pueblos originarios son el
corazón de numerosas alternativas antisistémicas y de que, en los últimos 20
años, han demostrado una enorme capacidad sujetica, de construcción de proyecto
alternativo y resistencia frente a la desposesión, el desprecio y el
colonialismo interno.” Prueba irrefutable de esta aseveración en nuestro país,
lo constituye el proceso iniciado por el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional, a partir de 1994, y, como pudimos constatarlo muy recientemente, la
fortaleza, creatividad y amplitud del “sujeto autonómico” expresado en el
Congreso Nacional Indígena – Concejo Indígena de Gobierno. Como escribí el
viernes pasado en La Jornada, con respecto a la Segunda Asamblea Nacional
del Congreso Nacional Indígena-Concejo Indígena de Gobierno-Ejercito Zapatista
de Liberación Nacional, llevada a cabo del 11 al 14 de octubre en el
CIDECI-UNITIERRA, San Cristóbal de las Casas, Chiapas, que constituyó un
acontecimiento histórico: “La extraordinaria capacidad organizativa, manifiesta
en una metodología de espiral ascendente (dialéctica) de ejes de
trabajo-comisiones operativas-resolutivos y posicionamientos; las formas
democráticas de llegar a consensos; la coherencia y concientización políticas
de delegados (as) y concejales (as), refieren a un movimiento caracterizado por
su anticapitalismo y el fortalecimiento de autonomías que se despliegan como un
invaluable instrumento de lucha contra la recolonización de las corporaciones
capitalistas y los grupos represivos “legales” y clandestinos del mal
gobierno”.
También, en
el espacio de las coincidencias con Pineda, resulta muy benéfica su advertencia
de no idealizar estos procesos. “muchas veces, --señala el autor--, el tejido
organizativo de estos movimientos se encuentra atravesado por el colonialismo
ideológico, por numerosas contradicciones subalternas, por límites y errores
peligrosos; en ocasiones, por sectarismos, esencialismos y milenarismos
fundamentalistas; por una profunda fragilidad de sus estructuras frente a la
guerra, la represión o Igualmente, me parecen muy acertadas las reflexiones finales de una obra cuyos alcances informativos e interpretativos van más allá de esta breve reseña, en el sentido de que: “los entramados de parentesco, relaciones, afectivos, etnoproductivos, espirituales, simbólicos y materiales, con base en la forma social “comunidad”, están activándose y reactualizándose con los proyectos políticos indígenas, como resistencia y freno de las invasoras relaciones expansivas de la forma social “capital”, pero también como aspiración y práctica emancipatoria.” Totalmente de acuerdo en que, en los procesos autonómicos contemporáneos, los sujetos que los protagonizan sufren “verdaderas metamorfosis” en sus relaciones sociales, que los potencian como sujetos de cambio, como sujetos políticos “otros”. Asimismo, hay coincidencia plena en la reflexión conclusiva acerca de que: “Los movimientos de los pueblos originarios han generado multiformes y complejos procesos de activación comunal que, a la vez, recuperan, recrean y transforman las relaciones de reciprocidad, cooperación, apoyo mutuo y trabajo colectivo, en movimiento societal antagónico y emancipatorio.”
Resulta gratificante que, en un entorno académico hegemonizado por el productivismo puntillista y las investigaciones extractivistas, se produzcan y se publiquen libros como el que hoy presentamos. Felicitaciones a Cesar Enrique Pineda por escribir este excelente instrumento teórico para la lucha abajo y a la izquierda.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=248597
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