Haití se levanta contra la corrupción,
el nepotismo, la
represión y la impunidad.
22 de
noviembre de 2018
Por
Jean-Luc
Mercier
(Rebelión)
El domingo 18, día de la movilización en Haití contra la corrupción, el
nepotismo y la impunidad y para exigir la rendición de cuentas por el
despilfarro de los fondos de Petrocaribe, causó once muertes, 47 heridos y
75 arrestos en la capital y en varias ciudades provinciales.
Petrocaribe
es un programa de asistencia creado en 2005 por el gobierno de Hugo Chávez
en Venezuela para ofrecer petróleo a precio subsidiado para los países del
Caribe. Los recursos obtenidos por Haití a través de Petrocaribe debían ser
invertidos en obras de infraestructura, así como en proyectos económicos y
sociales. Sin embargo, varias auditorías realizadas hasta ahora no han
logrado determinar el destino de tres mil 800 millones de dólares, parte de
esos fondos.
Ese día estuvo doblemente marcado por la conmemoración del 215
aniversario de la Batalla de Vertières y la movilización popular en torno al
tema Petrocaribe, que también exige la salida requerida del presidente
Jovenel Moïse.
Las protestas llevaron al gobierno haitiano a desplegar el domingo más de
3.000 agentes policiales. Grupos de la oposición convocaron manifestaciones
en diferentes zonas de la capital, Puerto Príncipe, y en la norteña Cabo
Haitiano en demanda de una investigación profunda sobre el presunto desvío
de fondos millonarios del programa petrolero Petrocaribe.
Con pancartas en las que reclamaban se averigüe el paradero de unos 3.800
millones de dólares de Petrocaribe , miles de personas marcharon frente al
Palacio Nacional en Puerto Príncipe, se dirigieron a la sede del Parlamento
y recorrieron el populoso barrio de Delmas, donde se les unían más
manifestantes.
Según una investigación del Senado, al menos 14 exfuncionarios estuvieron
vinculados al desvío de los fondos durante el gobierno del expresidente
Michel Martelly (2011-2016) y ninguno ha sido procesado judicialmente.
El exsenador Moïse Jean-Charles, quien encabezó las protestas en Cabo
Haitiano, 130 kilómetros al norte de la capital, también pidió la renuncia
del presidente Jovenel Moïse y de su gobierno por considerar que se han
negado a profundizar la investigación. Moïse canceló el domingo el viaje que
tenía previsto junto a los miembros de su gabinete a Cabo Haitiano para
conmemorar el 215 aniversario de la batalla de Vertieres, la cual representó
el último paso de los haitianos para obtener su independencia de Francia.
Los inconformes bloquearon varias calles con basura y neumáticos en
llamas que emitían un denso humo negro, el cual cubrió gran parte de Puerto
Príncipe durante la tarde. La mayoría de los negocios permanecieron cerrados
y el transporte colectivo dejó de operar. El transporte público y el
comercio informal quedaron completamente paralizados.
Grupos opositores, como la coalición Sector Democrático y Popular,
aprovecharon la protesta para pedir la renuncia del presidente, Jovenel
Moise e instaron a seguir paralizando las actividades, hasta la renuncia del
mandatario.
Haití vive una fuerte crisis económica y la moneda nacional, el gourde, está en caída libre frente el dólar, mientras la inflación se sitúa en el 14 % cada mes desde el inicio del año, y hay un alto índice de desempleo. Uno de los principales problemas, que causa resentimiento en la población, es el de los privilegios y la impunidad de las fuerzas de la ONU, Minustah. Son 7.000 soldados de Argentina, Brasil, Uruguay y otros países, que -según las denuncias de los movimientos sociales- roban a la gente, violan a las mujeres y niños y les contagian enfermedades, y todo ello sin ningún castigo.Estas circunstancias, sumadas al escándalo de corrupción de Petrocaribe, han generado en una parte importante de la población total desconfianza en la capacidad del actual régimen para mejorar la situación.
El Parlamento haitiano publicó en 2017 un informe en el que involucra a
exfuncionarios, del partido actualmente en el poder, en irregularidades en
el uso de los fondos de Petrocaribe, pero hasta ahora nadie ha sido
procesado por este caso, en el que se desviaron más de 2.000 millones de
dólares, según una investigación del Senado.
El líder opositor Moisés Jean Charles afirmó ayer en Cabo Haitiano, en
declaraciones a la prensa, que sólo con la salida del presidente Jovenel
Moise del poder habrá un juicio por el caso de Petrocaribe.
El presidente-banana
Jovenel Moïse, quien triunfó en los comicios nacionales de su país en
octubre de 2015 y noviembre de 2016, este martes fue nombrado presidente
electo por el Consejo Electoral Provisional de Haití. Entonces, la crisis
política que atravesaba la nación caribeña ocasionó que la declaratoria del
vencedor se pospusiera por más de un mes.
De acuerdo al Consejo Electoral haitiano, Moïse, del partido de derecha
Tet Kale se impuso con el 55,6% de los votos en los comicios del 20 de
noviembre de 2016. En segundo lugar quedó Jude Célestin, de la Liga
Alternativa para el Progreso y Emancipación de Haití, con 19,5% del caudal
electoral.
La declaratoria se produjo después de semanas de incertidumbre, denuncias
de fraude de parte de partidarios de Célestin y protestas de seguidores de
Moïse que reclamaban que sea nombrado presidente electo. El Consejo
Electoral señaló, luego de un recuento, que en la votación hubo
irregularidades pero no el "fraude masivo" denunciado.
La victoria de Moïse de octubre de 2015 también había sido impugnada y
finalmente anulada tras violentos disturbios. Tan solo el 21% de los
ciudadanos habilitados para votar acudieron a las urnas en noviembre de
2016.
Moïse, de 49 años, es un empresario que proviene del distrito rural de
Trou-du-Nord, en el departamento Nordeste de Haití. Estudió ciencias de la
educación en la Universidad de Quisqueya, en la capital Puerto Príncipe,
considerada como el mejor centro académico privado de Haití.
"En 1996 deja la capital y se traslada a la comuna de Port-de-Paix (en el
departamento Noroeste) con el ardiente sueño de desarrollar el interior del
país", se puede leer en la biografía de su sitio web oficial, donde se
detalla que sus primeros movimientos empresariales estaban relacionados con
la venta de partes de autos y después comenzó el cultivo de bananas.
Sus emprendimientos le valieron llegar a ser, en menos de una década,
secretario general de la Cámara de Comercio e Industria de Haití. Además del
rubro de la exportación de bananas, Moïse tiene proyectos empresarios
relacionados a la generación de energía eólica y solar y otros negocios
relacionados con la agricultura.
Una de sus cartas de presentación durante la campaña electoral haitiana
fue su origen en un distrito rural. Su segunda bandera es el éxito que logró
en algunas de sus iniciativas empresariales, y así fue que pudo llegar al
electorado haitiano de las regiones con mayores dificultades económicas
poniéndose a él mismo como un "ejemplo de éxito posible".
Es más, durante la campaña aprovechó el sobrenombre por el que muchos le
llaman en su país: "el hombre banana". Su llegada a la política fue posible
gracias al apoyo del expresidente haitiano Michel Martelly (2011-2016) y el
partido de derecha Tet Kale. Es la primera vez que Moïse ocupa un cargo
público en su vida. Martelly, quien además es uno de los músicos más
conocidos en Haití, dejó el mando de su país en medio de varias denuncias de
corrupción y acusaciones de sus adversarios políticos.
Tras un fin de año marcado por protestas en las calles y denuncias de
fraude, Moïse pidió a los haitianos que "pasen la página". La inestabilidad
política lleva mucho tiempo afectando a la economía de un país que ya antes
de las elecciones de 2015 era el más pobre de América. Más del 60% de las
personas que viven en Haití sobreviven con menos de dos dólares al día, de
acuerdo a los reportes de Naciones Unidas.
Más de la mitad de la población haitiana es analfabeta y el 90% de la
educación está en manos privadas sin posibilidades de acceso para la mayor
parte de la población. El desempleo es del 80%. La situación social es
también muy desigual. El 95% de la población es negra sin embargo existe una
discriminación manifiesta tanto lingüística como por el color de la piel. La
discriminación se hace notar sobre todo en la distinción entre campo y
ciudad. Depende de donde nazcas serás campesino o ciudadano, esto está
totalmente interiorizado. Los mulatos conforman el 5% restante y controlan
todo el país.
El interés estratégico de Haití en medio del Caribe hace que nada pueda
hacerse sin el consentimiento y la supervisión de los EEUU. En este sentido
las intervenciones han sido constantes. “Ya en 1986 Haití producía arroz
suficiente para alimentar a toda la población. Con la llegada de las
políticas neoliberales se bajaron los aranceles de importación del 30% al 2%
y el arroz pasó a ser tan barato que los agricultores no pudieron competir
con el arroz que se importaba de EEUU y se marcharon a la capital como
desplazados internos por esta violencia económica", señala Gulin Bonhomme,
profesor haitiano e investigador para la paz
Siete años después de que un devastador terremoto mató a más de 200.000 personas en enero de 2010, unos 55.000 haitianos siguen en campamentos improvisados con condiciones de vida extremadamente pobres, según la Organización Internacional para las Migraciones. Y las esperanzas de recuperación económica se vieron afectadas todavía más a principios de octubre de 2016 por el huracán Matthew, que dejó daños estimados en más de 2.000 millones de dólares.
Las políticas del FMI
Ya el 6 de julio, Haití había sido escenario de protestas en rechazo al
aumento en los precios de la gasolina, el petróleo y el kerosene, una medida
acordada en febrero entre el gobierno y el Fondo Monetario Internacional
(FMI). Ante la violencia, la medida fue revertida al día siguiente y el
presidente Jovenel Moïse llamó a la población a regresar a sus hogares.
Sin embargo, las protestas continuaron y han dejado al menos tres muertos, así como daños a edificios gubernamentales, comercios, hoteles y oficinas de negocios. Los disturbios ocurrieron en la capital Puerto Príncipe, en la ciudad Cap-Haitien y en las comunas de Les Cayes, Jacmel y Petit-Goave.Las protestas y el descontento social en el país por los ajustes exigidos por el FMI hicieron que el primer ministro haitiano, Jack Guy Lafontant, presentara su renuncia el 14 de julio.
Ayuda "humanitaria"
La medida de "ajuste" del FMI implicaba el aumento de la gasolina en 38%,
del diésel en 47% y el del kerosene, utilizado por la mayoría de los
haitianos para alumbrar sus casas, debido a que no tienen electricidad, en
51%..
Se trataba de un acuerdo de "ayuda humanitaria" entre el Gobierno de
Haití y el FMI, realizado sin el consentimiento de la población, como parte
de un programa de ajustes, cuyo propósito era poner fin a los subsidios que
tienen los productos derivados del petróleo bajo el pretexto de reducir el
déficit presupuestario gubernamental y "estabilizar" la economía.
La deuda de Haití con el FMI dio un salto tras el terremoto de 2010, que dejó al menos 222 mil 570 fallecidos, 1,5 millones de personas en la indigencia y pérdidas materiales calculadas en 7.900 millones de dólares. Se trató de un "préstamo" de 114 millones de dólares que debía empezar a ser reembolsado tras un período de cinco años y medio.
Las ONGs
Las promesas de la comunidad internacional se hicieron esperar y se
prometieron 16 mil millones de dólares para la reconstrucción de Haití, un
dinero que acabó en manos de las ONGs, nunca repercute en el país. “Es el
país de las ONGs, con más de 14 mil, en una nación pequeña de nueve millones.
Las ONGs hacen sus proyectos y nadie los controla. De los 10 mil millones de
dólares que llegaron de la ONU la mayor parte fue para las ONGs que nunca
transfieren competencias a los haitianos, sino que los colocaron en una
situación de dependencia, pasividad y desamparo, indica Bonhomme.
Haití se ha convertido en la gallina de los huevos de oro de las ONGs que
acuden como moscas. Nadie sabe a ciencia cierta cuantas ONGs hay, ni lo que
hacen, o en que se gastan los fondos. La duplicación de servicios y la
ingente acumulación de material sin utilizar es prácticamente la norma. Sólo
300 están inscritas, así que hay cientos que actúan sin control alguno. La
mayoría de ellas son cajas negras que nadie supervisa.
El británico David Harvey sostiene que las ONGs son los caballos troyanos de la globalización neoliberal, mientras que Ricardo Seitenfus afirma que “hay una relación causa-efecto entre la infelicidad de los haitianos y la felicidad de las ONGS y el peligro más grande que afrontamos ahora es la ‘onegización’ del país. Haití nunca estuvo tan debilitado como ahora y le toca dialogar y aceptar muchas cosas pero hay una relación perversa entre la debilidad del estado haitiano y la fuerza de las ONGS en el país”
El capitalismo tiene la habilidad de mercantilizarlo todo. Dónde hay una
necesidad que cubrir cabe la posibilidad de traficar, montar negocios y
sacar pingues beneficios. La enfermedad, la educación, el sexo, la
paternidad, el deporte, el reposo, respirar aire libre, el arte... ¿ Por qué
no traficar con la compasión?, señala el Servicio Informatico Ecuménico y
Popular.
La mercantilización de las ONGs significa que el centro de atención de
los traficantes de ayuda deja de ser “los damnificados”. Todo mercado
capitalista genera en sus operadores una ineludible necesidad de crecer y
ganar cota en un medio cada vez más competitivo. El centro de atención pasa
a ser “los donantes”. Se trata de ofrecer “un producto humanitario” cada vez
más atractivo y “venderlo” utilizando sofisticadas técnicas de marketing.
Para ello es preciso contar con técnicos y directivos experimentados. El
periódico español El País dedicó una página entera al tema en enero de 2011
con el título “Profesionales de la solidaridad”, un sector que ocupa en
España a 529.000 empleados remunerados (y mucho incauto mal remunerado).
Cita sin desparpajo el caso ejemplar de un dinámico economista, con larga
experiencia como director de ventas de Procter & Gamble, que ha sido fichado
por una ONG fundada por un magnate de la banca. Cada vez son más concurridos
los cursos y postgrados de especialización en ONGs impartidos por escuelas
de negocios.
En muchos casos se trata de verdaderas corporaciones multinacionales con oficinas abiertas en paraísos fiscales para “gestionar” los cuantiosos fondos que reciben al margen de las onerosas regulaciones fiscales de los “gobiernos”. 77 ONGs están siendo investigadas por tales prácticas.
Las autoridades de Haití se vieron en la obligación de abrir una
investigación contra todas las ONG en el país tras el escándalo de Oxfam,
cuyo equipo se vio involucrado en casos de explotación y abuso sexual,
negligencia y nepotismo en 2011 en la isla, según infomó el ministro de
Planificación y Cooperación Externa haitiano, Aviol Fleurant. El presidente
Moise, aseguró que el caso de Oxfam solo es la punta del "iceberg" y reclamó
que se investigara también a otras ONG como Médicos Sin Fronteras (MSF).
Tras el terremoto, el país también sufrió una epidemia de cólera, de la
cual es acusado el personal de paz de Naciones Unidas. La enfermedad mató a
más de ocho mil personas y más de 650 mil se enfermaron. A esta catástrofe
se unieron los huracanes Matthew e Irma en 2016 y 2017, tras los cuales
miles de personas siguen viviendo en campamentos.
El terremoto sirvió de excusa para una nueva intervención "humanitaria" de Estados Unidos en Haití, donde años antes, entre 1951 y 1986, fue responsable de implementar la dictadura de los Duvalier para controlar y saquear los recursos naturales de la isla. Esta calamidad que atravesaba el país también abrió la oportunidad para la "ayuda humanitaria" de la ONU, que tomó el control de la isla con la misión MINUSTAH (7 mil soldados y policías).La intervención extranjera terminó siendo un fraude económico, pues mientras el país seguía sufriendo las consecuencias del terremoto, millones de dólares en "ayuda humanitaria" de Occidente no llegaron nunca a la población. Casi el 9% de este financiamiento quedó en fundaciones y organizaciones no gubernamentales extranjeras, entre ellas la Fundación Clinton.La deuda externa de Haití se estima en unos 890 millones de dólares, de los cuales el 41% corresponde al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), su mayor acreedor, y el 27% al Banco Mundial (BM).
Jean-Luc Mercier. Sociólogo haitiano, analista asociado al Centro
Latinoamricano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=249335
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