La inhumana
globalización mundial
1 de febrero de 2016
1 de febrero de 2016
Por Hedelberto López
Blanch (Rebelión)
Como una bendición para los ricos, por un lado, y una maldición
para los pobres, por otra, llegó la llamada globalización capitalista de la
economía mundial que ha incrementado constantemente la desigualdad entre las
personas y los países del orbe.
La selecta reunión de políticos y empresarios
conocida como el Foro de Davos, efectuada en los Alpes suizos a mediados de
enero, tuvo que escuchar el informe emitido por la Organización No
Gubernamental (ONG) Oxfam Intermon donde se confirman las
grandes inequidades existentes en el planeta.
Oxfam denunció en un detallado documento que
solo las 62 personas más ricas del mundo acumulan más capitales que la mitad
más pobres.
En los últimos cinco años (2011-2015) esos 62
acaudalados vieron incrementar sus riquezas en 44% mientras la de la mitad más
pobre se redujo en 41%, o sea un millón de millones (un billón).
Los datos puntualizan que desde el año 2000,
esa edulcorada globalización que las naciones pudientes y las empresas
transnacionales han impuesto en la economía del orbe, motivó que la mitad más
pobre de la población recibiera solo el 1% del incremento de la riqueza,
mientras hacia los bolsillos del 1% de las personas más ricas fuera a parar la
mitad de la riqueza generada en el mundo.
El informe de Oxfam al Foro de Davos, presentado por la
responsable de investigación de la organización, Deborah Hardoon, reafirma que
la desigualdad está “fuera de control” y que el crecimiento económico, en
muchos países, no es sinónimo de mejora de las condiciones de vida de la
mayoría de la población.
El documento, lleno de cifras acumuladas años tras años por
acuciosos investigadores, señala que el sistema económico cada vez está más
orientado a favorecer a los poderosos y en esa dirección se les facilita
esconder sus capitales en los llamados paraísos fiscales, cuyas fortunas
ascienden ya a 7,6 billones de dólares, una cantidad que supera los Producto
Interno Bruto (PIB) del Reino Unido y Alemania juntos.
Los paraísos fiscales se han convertido en uno
de los principales mecanismos para que los acaudalados eludan las obligaciones
impositivas fiscales que se les podrían exigir en sus respectivos países.
Hay países que durante décadas se han hecho
famosos por tener en sus territorios paraísos y Centros Financieros
Extraterritoriales (CFE), como Suiza, pero estos entes financieros proliferaron
y hoy se encuentran en numerosos países.
Varias Organizaciones No Gubernamentales que
se han dedicado a otear esos huecos financieros oscuros aseguran que alrededor
del valor equivalente a un tercio del PIB mundial está depositado en esos
bancos extraterritoriales y que gran parte del capital móvil hace uso de ellos.
Debido al hermetismo de estas entidades, es
casi imposible realizar un estimado del dinero envuelto en esas transacciones.
Recientes cálculos ubican la cantidad en siete trillones de dólares, y la mayor
parte, cerca de cuatro trillones, son de "ahorros" de personas de muy
altos ingresos depositados en el exterior.
En décadas anteriores, Suiza era el imperio
internacional a donde iban a parar los capitales de un sinnúmero de compañías o
individuos que deseaban mantener, en el más absoluto secreto, la procedencia de
su dinero.
Paraísos fiscales se hallan también en Islas
Caimán y Gibraltar, dependientes del Reino Unido, así como en Estados Unidos,
Liechtenstein, Mónaco, Andorra y San Marino.
Suiza y Gibraltar aparecen en la lista como
dos de los paraísos fiscales tradicionales más importantes. En Gibraltar se
hallan registradas cerca de 42.000 compañías y sociedades activas según un
informe del Fondo Monetario Internacional (FMI).
En esa colonia inglesa se crean anualmente
3.000 nuevas sociedades con una permanencia promedio de cinco años. Más de
8.500 empresas se hallan exentas de impuestos y solo los depósitos en los
bancos que se dedican a los negocios fuera de fronteras se calculan en 2.000
millones de libras esterlinas.
Según el último informe de Oxfam, es
especialmente el sector bancario el que se beneficia de los paraísos fiscales,
ya que toda esta riqueza está gestionada por solo 50 de esas entidades. La ONG
añade que de las 200 mayores compañías del mundo, nueve de cada diez tiene
presencia en los paraísos fiscales, lo que ha contribuido a que la inversión en
estos lugares se haya multiplicado por cuatro desde 2001.
La globalización capitalista de la economía
mundial impulsó en los últimos 30 años, la desigualdad entre los habitantes de
las 34 naciones pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE).
Esa institución asegura que la brecha entre
ricos y pobres se ha disparado debido a los ajustes fiscales, las subidas de
impuestos y los recortes sociales lo cual ha motivado que entre sus miembros,
el 10% de los favorecidos posee el 50% de la riqueza, mientras el 40% de los
pobres sólo tiene el 3%.
Los habitantes de España, Grecia, Irlanda,
Portugal, México, países integrantes de la OCDE, han sufrido por la falta de
puestos de trabajo, y los ajustes fiscales que afectan al seguro de desempleo,
la educación y el acceso a la atención de salud.
Mientras los ricos
acumulan montañas de capitales, la pobreza mundial resulta alarmante. Se estima
que en Asia Meridional la población que subsiste con un dólar, se sitúa en 535
millones de personas. En Asia Oriental, Sudoriental y el Pacífico, 466 millones
y en los Estados Árabes, 15 millones.
En África Subsahariana, 280 millones. En América Latina y el Caribe
120 millones de personas sobreviven con dos dólares diarios. En Europa Oriental
y en los países de Asia Central 160 millones viven con cuatro dólares al día y
en Estados Unidos ya hay 56 millones de pobres.
Estos son algunos de los desastres ocasionados por esa
descontrolada globalización que sus propagandistas la definen como un fenómeno
de carácter internacional cuya acción consiste principalmente en lograr una
penetración mundial de capitales financieros, comerciales e industriales para
que el planeta abra espacios a la desnacionalización de los mercados, de las
leyes y la política.
¿Podrá el mundo continuar aguantando esa disparidad entre unos
pocos ricos y la inmensa mayoría de los más necesitados?
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