Reflexiones en torno a
la 3ra versión de la
Escuela Hugo Chávez Frías - Alba, Concepción
“Mapu ta koñi eymun”:
Aportes para el debate en torno a
la
configuración de una alianza entre pueblos
10 de febrero de 2016
10 de febrero de 2016
Por Pavel Guiñez Nahuelñir
kelluafen trawultual tañi pu che
wiñoltuafymi tañi mapuche rakiduam
pelomtuafen antu ngunemapun
chuchi rupu taiñ inaiafel
Kume rupu, Kume rupu mu nga inaleltuafen
fill mapu, fill mapu mu nga allkungeai nga
rakiduam
(Auka Purrun)
Piensan el hombre y la mujer mientras escuchan, brazos cruzados
sobre el pecho, escuchando, escuchándose, masticando las ideas que surgen de
las entrañas a medida que las palabras van asentándose en su cabeza, evitando
que la reflexión sea reemplazada por una andanada de juicios sin orden y
terminen asi, siendo dichas de forma que el auditorio les reste seriedad.
Hablan los antiguos, las antiguas, en recta posición frente a la mesa, el mate
servido corre, esta vez puro, amargo, sin enjuagues, aquello avisa que la
conversación es seria, lo suficiente quizás para durar días, el resto escucha:
Nosotros y nosotras, hijos, hijas de la noche,
de la tierra, nos con-centramos en ella cuando sus rincones nos invitan al
sueño de un otro futuro, distinto, diferente, transitado con los nuestros, al
hombro, en brazos, delante o atrás, da igual, el asunto es ser bandada, y
dirigir o ir detrás, y donde nos toque jugar. En su oscuridad nos preparamos
para los desafíos del día, en ella nos hemos refugiado durante los largos días
de inclemencia, en ella hemos descansado para retomar el desafío de seguir
siendo vertiente, y aportar al fértil caudal de las ideas, acciones y
pensamientos de nuestra gente, que son la vocación vital e imparable que nos
recorre las venas y nos agita la esperanza. Nuestros hijos, “los de después”, para
quienes lo único que podemos legar es una montaña de posibles construidos con
nuestras manos, nos reclaman ser plantados en tierra fértil donde germinar,
vivir y proyectarse, y estamos en eso, peleando cada cual en su trinchera,
avanzando lo que nos permitan nuestras fuerzas, pero así como de nada sirve un
dedo fuera de la mano, de nada les servimos a los que vienen si no dejamos
huella, surco, camino para seguir aquello que nosotros continuamos, de lo que
otros y otras hicieron en otros tiempos.
Se produce una pausa, se cargan las teteras
mientras se muerden las razones, se descansan los músculos responsables de
nuestra posición y entonces toman su lugar los descansados, la vida busca su
equilibrio, su acomodo, los cuerpos también, después de la pausa, quién habla
continúa:
Sin embargo –sigue- no son sólo las
penumbras las dueñas de la noche, también son los miedos y temores que se han
extendido hasta el día, ganándole terreno a las certezas que durante siglos
construimos, miedos hijos de un sistema político, jurídico y legislativo
impuesto por la fuerza de las armas durante la pacificación de la araucanía, y
que instaló otro país en nuestros territorios y entre nuestras gentes, creando
divisiones territoriales, al mismo tiempo que físicas y afectivas. Entre
nosotros sembraron dolores, rabias y penas, creció la más espesa de las
malezas, nuestra dispersión y sobrevivencia obligada, fue abono para el olvido
y el desarraigo de nuestra gente que sobrevivió vagando en las ciudades ajenas,
mismas condiciones en que se desarrolla el capitalismo y que construye su
imperio en nuestra división, con el abono de las desconfianzas, competencias, e
individualismos que nos siembra desde niños en las escuelas, iglesias, y sobre
todo por la guerra... o por el miedo a ella...
de vez en cuando agita las brasas o de cuando
en vez el azucarero, ambos signos de que nada quieto por mucho arroja buenas
señales, pierde vida y cada pausa sirve para remojar la garganta, tal como el
camino requiere descanso para ser terminado .
Yo creo - dice - que los jinetes del
apocalipsis montados sobre el dinero, expulsaron de nuestras relaciones
colectivas al cariño, el respeto y el acuerdo, y reemplazáronles con los
estériles y pasajeros valores wingka; la inmediatez del consumo, la
impaciencia, el apuro, el saludo “a la pasada”, la verdad absoluta de “lo
técnico”, el relego de las pasiones al rincón de lo ilógico, la conveniencia
como brújula de nuestras relaciones políticas, orgánicas, sociales, la
acumulación, el bienestar propio instalado sobre el malestar de otros, todo eso
y más, y aún no damos debida cuenta de aquello. Sin embargo no pudieron
expulsar a la voluntad, que se mantiene incólume refugiada en nuestros huesos y
en los huesos de los dominados, esperando que amaine la tormenta, a que
regresen los despatriados ahora contenidos en un “nosotros” con miles de
formas, rostros, manos, sexos, edades e ideas, ya dejemos de soñar, ya es tiempo
de despertar.
un sorbo, dos, y pasa:
Hoy, a los pueblos oprimidos del continente, nos resulta
imperativo y urgente construir un porvenir conjunto y nuestroamericano, resulta
urgente sentar la obra gruesa de ese proceso de unidad que abrirá un nuevo período
en la historia de las relaciones humanas y que sentará Estados plenos,
democráticos e incluyentes, que asuman la política ya no “hacia” los pueblos,
sino “desde” los pueblos, de forma tal que nadie se sienta con la facultad de
decidir por nosotros y nosotras, aquello que nos compete. Y para despertar a
ese desafío debemos planificar la musculatura de nuestro sueño colectivo con
nuestras propias manos, bien sabemos que todo músculo requiere “ejercicios”
preparatorios que fortalezcan nuestra potencia de cara al gran desafío, que
cimenten nuestro valor, nuestra confianza y nuestra unidad; donde la
organización, el debate, las ideas, las apuestas, son parte constitutiva de
este proceso que pretende abrazar a todos los marginados de la tierra, porque
tal como las gentes y los pueblos, las ideas que nos nacen requieren circular,
respirar, caminar y transformarse hasta ser superadas creativamente y en
sentido positivo por otras ideas, fruto de otros hombres y mujeres paridos en
otras circunstancias históricas.
se produce un silencio, nadie interrumpe,
nadie pregunta, la pava arde, el mate cruje y el fuego crepita, aun no termina
la vuelta y ya son varias las manos ansiosas que esperan su turno, y aun quedan
palabras refugiadas en garganta:
Los anteriores desafíos, requieren que vayamos
reconociéndonos y despojándonos de las ataduras en las que nos obligaron a
crecer como planta de huerta, atados a una guía, amarrándonos con el
menosprecio, el machismo, el mesianismo y el caudillismo, todos valores
coloniales traídos por el conquistador, ataduras que nos abundan y nos rigen
como las únicas seguridades ante los miedos; el miedo a crecer, el miedo a
debatir, el miedo a transformar, a sumar, el miedo al otro y la otra y sobre
todo el miedo a perder, agotando así las posibilidades de reunirnos en la misma
mesa a debatir nuestros distintos caminos para un fin compartido. Debemos
entonces organizar las urgencias y las importancias, sin pretender jamás
homogeneizar nuestras diferencias para reducir nuestras contradicciones en aras
de un sujeto-objeto estático y a-histórico interconectado por su dependencia
salarial. Las contradicciones que nos surjan, debemos entenderlas como el motor
de las transformaciones que nos permitirán avanzar a pasos agigantados hacia un
amanecer que sea antorcha de esperanza para los pueblos del mundo. Estamos
hechos de historia y la historia la tejemos nosotros y nosotras, que ante el
cansancio y la desazón de la soledad obligada de los nuestros en sus trabajos,
donde sus fuerzas se pagan por debajo de su valor, donde otros se roban nuestro
bienestar calculado en papel moneda, donde los nuestros se resignan a la
competencia permanente y la promesa individual de surgir a costa del otro/otra,
sobre cadáveres flanqueados por el crédito y el consumo, somos sombra y agua en
el desierto para los errantes. Sigamos haciendo y siendo esperanza para
despertar a los nuestros y sumarlos a este camino.
Somos fruto de quienes resistieron a la
comodidad de ser esclavos, y tal como ellos no aceptamos vivir sin el control
de nuestro porvenir, que lo sabemos ligado al porvenir del todo completo y
complejo que es la vida en la
tierra- Que ésta rabia y esta alegría sean aviso de que la
larga noche de los 500 años agoniza en nuestras manos, y que de nuestra apuesta
colectiva y unánime, nacerá la unidad entre pueblos que complemente nuestras
diferencias para administrar nuestro territorio conforme a nuestras leyes,
nuestra formas de ser, de luchar, de creer, de pensar, transformar, de vivir y
de morir con dignidad. Nadie habla de volver al pasado (que nos ha permitido
existir, nada más ni nada menos que 14 mil años, por lo que , algo sabemos),
no, nadie dice eso, pero tenemos el desafío de construir un mundo que sea mundo
también para los que vienen y los que les sucederán, sin el riesgo permanente
de las crisis generadas por el “desarrollo”, ni estar contando siempre el
tiempo que nos queda en la tierra, ni por los riesgos de retrotraer la historia
ante los conflictos derivados de la administración de los recursos.
Debemos prepararnos para vencer y crear. Ya
conocimos sus armas, su ambición autodestructiva, sus tecnologías esclavistas,
sus intenciones genocidas y sus divisiones internas hijas de sus privilegios de
clase, son sus diferencias y su competencia irracional las oportunidades que
nos servirán de trinchera en días aciagos, y serán nuestras fortalezas como
pueblo las que nos permitirán derribar el modelo capitalista y su depredadora
inconsciencia, el wingka no colabora, el wingka compite. la colaboración,
sepulturera de la competencia, implica acercarse, generar afectos, saberse ahí,
disponibles para las urgencias, aun siendo iguales en dignidad pero distintos
en humanidad, ¿Cuánto nos conocemos para abordar ese camino de colaboración y
unidad en la diferencia que abra las posibilidades a un futuro radicalmente
distinto, que destrone a la competencia actual por fundar alternativas
prometeicas, endogámicas y en solitario?.
Pues bien ¿Cómo nos imaginamos el futuro?
explicitar aquello que se desea implica plantear tácitamente lo que no se
desea, que es también un conocimiento obtenido gracias a la experiencia de
vivir en medio de aquello que se quiere transformar precisamente por ser
considerado nocivo, nefasto y causa de una serie de desequilibrios que originan
la desgracia en la que nos encontramos, intentemos voltear la ecuación:
Pensar las características de los tiempos en
que estamos viviendo, implica a su vez asumir que nuestra sociedad mapuche es
diversa y multiforme, que en ella han surgido a través del tiempo diversos
liderazgos que, fruto de una identidad colectiva común, se han planteado
caminos que permitiesen salvar la situacion de subordinacion en la que se
encontraban y encuentran los pueblos originarios ante el Estado de Chile. En
ese sentido, el diagnóstico común, dice relación con un proceso de despojo que
no solo fue territorial sino también cultural, lingüístico, corporal y
filosófico y determinó la situación actual de dispersión, invisibilización y
negación de la población mapuche a ambos lados de la cordillera, en la que la
subordinación en las ciudades, la de aquellos que fuimos paulatinamente
empujados a dejar nuestros territorios por la instalación del latifundio,
devenido en la actualidad en 3 millones de Há forestales, nos impulsó a
trabajos precarios, enrolamientos tempranos y oficios agobiantes que nos
permitieran superar el hambre a que nos obligaron. La discriminación permanente
tuvo por resultado la pérdida masiva de los rasgos culturales distintivos como
la lengua y la filosofía, generando un contexto en que al día de hoy, por
ejemplo, el 90% de la población mapuche percibe menos de $500.000, con las
consecuentes implicancias que ello tiene en materia de capital cultural, social
y oportunidades.
Así, las primeras generaciones que llegaron a
las ciudades, solo pudieron “resistir” estos embates permitiendo a las
siguientes generar las condiciones que permitieran a sus nietos, nosotros,
retomar los caminos y los intentos que nos habilitaran para, al menos, volver a
creer que ese estado inicial de soberanía plena es posible hoy, en un contexto
marcado por la fuerte emergencia del conflicto del Estado de Chile con el
Pueblo Mapuche, reorientando nuestras adscripciones identitarias en función de
un “común” de origen que nos responsabiliza e interpela, pese a su dispersión,
y aportando nuestros saberes adquiridos a ese fin, aún en la soledad de las
ciudades.
las gentes caminan sobre sus espacios, esperan
el baño, comparten impresiones bajo la tenue luz del amanecer, comentarios van,
vienen, la pausa abre paso al murmullo...ya ha pasado bastante tiempo desde la
última vez que salió el sol ,
y no se tiene pleno recuerdo de aquellos días, pero se sienten. Los desafíos
palpitan en las entrañas y uno dubita ¿puede el fruto negar el árbol que le dio
origen?¿puede el fruto negarse a ser semilla o abono?¿podemos nosotros olvidar
quienes somos, abrazar porvenires ajenos y negarnos a ser abono o semilla?:
Durante el empeño de construir una sociedad totalmente diferente a
la actual, lo que implica la extinción total del capitalismo y por tanto la
expansión de nuestro objetivo a otras fronteras. Donde seamos capaces de
defendernos el derecho a participar como pueblos con plenas potencialidades en
la planificación de nuestro destino, uno de las desafíos pendientes que debemos
afrontar, dice relación con condiciones estructurales que nos impiden o nos
limitan nuestro propio desarrollo como Pueblo, de cara al desafío de nuestra
construcción nacional. Factores económicos, políticos, culturales, sociales y
geográficos, entre otros que hemos enunciado, se confabulan para hacer de
nuestra vocación un intento que le resulta difícil despegarse de la situación
general del pueblo chileno y sus organizaciones: la falta de proyecto político
(y por tanto expresión política unitaria) capaz de superar a la consigna y que
se pre figure como apuesta concreta y viable en el territorio a recuperar,
consensuar internamente elementos de organización de la política y de lo
político, de modelo económico, de estructura administrativa, de formación de
sujetos y sujetas capaces de construir, defender y administrar ese territorio
conforme a las exigencias actuales y futuras.
Tenemos un potencial inmenso que desarrollar, que es una ventaja a
la vez que una responsabilidad inmensa, y es que aún tenemos memoria de aquello
que anhelamos, nuestra soberanía suspendida a punta de fusil, no ha podido ser
borrada de nuestras sobremesas, de cómo nuestros antiguos y antiguas
organizaban la vida, sus valores y la relación con el entorno, tenemos esa
memoria circulando y enseñándonos en la resistencia cotidiana desde nuestro
primer llanto en la tierra.
Es imperativo entonces desarrollar nuestros
aspectos programáticos, que es ni más ni menos que imaginarnos el “wallmapu”
como país en relación a otros países, como nación, con otras naciones y que
estructura será la que resuelva esa pregunta, unas estructura con respuesta a
las necesidades del presente, aspectos que nos permitan dibujar elementos
estratégicos que nos hagan capaces de dialogar con organizaciones nacientes del
pueblo de Chile en función de acuerdos y avances compartidos, y que, desde la
nueva izquierda, puedan significar construir un proyecto común de mediano plazo
que abra la puerta a un futuro co-construido en equilibrio, apoyo y respeto.
Esas carencias o urgencias, nos dicen que más allá del mismo enemigo, tenemos
quizás más puntos de contacto en nuestras propias debilidades; ergo, la
construcción de nuestra “común-unidad” pasajera (juntos pero no revueltos) que
exige la superación del capitalismo, excede y con creces al común-enemigo.
(para ponernos de acuerdo en que viene después, después).
Paralelamente, y como las orillas de un río o
las vías del tren, ¿podemos vencer en solitario e independiente de lo que
suceda con el pueblo chileno?¿como hacer para que la respuesta negativa a la
pregunta anterior, no implique a su vez ser colonizados, o sea nuevamente
subordinados, ahora desde la izquierda?
Sabemos que la culpa no es ni será del
chancho, y por tanto somos y seremos responsables tanto de lo que hagamos como
de lo que dejemos de hacer, estamos obligados y obligadas si queremos liberar a
nuestra sociedad, a avanzar en la politización y educación profunda de nuestros
pueblos y sociedades, debemos generar los espacios que, en función de rescatar
la cultura y la identidad mapuche, permita a sus hombres y mujeres, avanzar en
grados de consolidación del proyecto de sociedad, expresado en nuestra
capacidad de conflictuar de manera sólida y unitaria contra el Estado
neoliberal, y con él al proyecto histórico del bloque en el poder que se basa
en el robo de nuestros recursos naturales, debemos construir niveles de
masividad que doten de viabilidad al proyecto de liberación mapuche, tanto en
los campos como en las ciudades, y en estas últimas, construir los senderos que
traigan a los mapuche errantes que aún buscan saber de dónde vienen, porque la
sociedad wingka definitivamente, no les pertenece.
Para aquello: ¿Podemos prescindir de las
alianzas estratégicas con el pueblo de Chile y sus organizaciones para este
objetivo aun cuando ello implique apostar por un gobierno de los pueblos en
dicha perspectiva unitaria? yo creo que de ninguna manera, ¿en que condiciones
se debe dar dicha relación?, al menos, de respeto entre las partes y sus
espacios y equilibrio político en las relaciones internas e intra pueblos:
“la cultura y la sociedad mapuche siempre se
mostraron permeables a los “préstamos culturales”, y “lo mapuche” es más
complejo hoy de lo que fue alguna vez en el pasado, y se expresa tanto bajo la
forma de una minoría campesina, como por sobre todo, una mayoría urbana. Los
mapuche son la suma de todo eso, y la suma de todo eso es lo mapuche” (José
Mariman)
La superación de la condición de subordinación actual de nuestro
pueblo, de nuestros pueblos, tiene como requisito fundamental el florecimiento
exponencial de nuestras propias cualidades y capacidades como sujetos y sujetas
políticas, hacia niveles superiores a los que actualmente nos rigen para
liberarnos, ese proceso no será de un día para otro y quizás ni siquiera
alcance una generación para dicha superación.
Pero si hoy comenzamos a pensarnos, a mirarnos como
hombres y mujeres con la capacidad total de llevar a cabo dichas
transformaciones, de pensarlas, de confiarlas, de sentirlas, creyendo
firmemente que son posibles, sin vacilaciones, entendiendo que la extinción del
capitalismo no será de un día para otro pero será, y que no obstante cada día
que avanzamos los pueblos, es un día menos de tranquilidad para los ricos, y es
así no sólo porque lo queremos y lo creemos, sino porque cada vez que llegamos
a nuestras casas, la oscura esperanza de la noche contenida en los ojos de
nuestros niños y niñas, nos convencen de que es absolutamente necesario asumir
estos desafíos, porque ningún fruto cae lejos de su árbol, porque ninguna
astilla le rinde tributo a un madero diferente al que la parió. Si es así,
podemos estar seguros y seguras que más de diez veces...Venceremos.
El autor es Mapuche-
Lafkenche. Militante Izquierda Libertaria - Chile
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=208740
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