Las 52 millones de
toneladas de soja transgénica y
la ética de los científicos y los Ingenieros
Agrónomos.
9 de marzo de 2010
9 de marzo de 2010
Por Alberto
J. Lapolla*
"Según
todo indica la cosecha de sojaRR (transgénica- forrajera) de esta campaña
2009-2010, orillará las 52 millones de Tn, abarcando la friolera de 19 millones
de has sembradas. Lo cual implica alrededor del 57 % de la producción total de
granos y el 55% del área sembrada. Esto es, una profundización aun mayor del
monocultivo sojero y del proceso de sojización."
A Mariano
Levin, in memorian
Lo peor,
peor está.
Según
todo indica la cosecha de sojaRR (transgénica- forrajera) de esta campaña
2009-2010, orillará las 52 millones de Tn, abarcando la friolera de 19 millones
de has sembradas. Lo cual implica alrededor del 57 % de la producción total de
granos y el 55% del área sembrada. Esto es, una profundización aun mayor del
monocultivo sojero y del proceso de sojización. Proceso que pagamos destruyendo
casi todas las demás actividades agrícolas y transformando a uno de los mejores
ecosistemas del mundo para producir alimentos, en una factoría neocolonial de
producción de ‘pasto-soja’, subsidiando la producción
industrial de China, la India y la Unión Europea. Países
que no desean producir materias primas a ser usadas en cadenas alimenticias
secundarias, las que compran a países del Tercer Mundo (nosotros) mientras
destinan todos sus recursos agrícolas a producir alimentos, sosteniendo su
soberanía alimentaria, contrapartida de un proceso de industrializació n
exitoso, tal cual hicimos los argentinos entre 1945 y 1976. La Argentina por el
contrario destina la mayor superficie posible de de su feraz pradera pampeana
(más de 35 millones de hectáreas) a producir parte de la cadena alimenticia de
otros países, ignorando o debilitando la nuestra. Nuestro
vecino Brasil, y el propio Chile -a pesar de su modelo neocolonial- no actúan
así. De tal forma la otrora famosa soberanía alimentaria argentina es hoy cosa
del pasado. Hecho que puede comprobarse en el reciente desmedido aumento del
precio de la carne, debido a la reducción constante del stock y de la
superficie ganadera, que la sojización produce, expulsando la ganadería a
regiones marginales de menor productividad. De tal forma, la ganadería perdió
desde el inicio de la sojización la increíble cifra de 13.5 millones de has en
Pampa húmeda y una cifra cercana a los 3 millones de cabezas por año, en las
últimas cinco campañas, produciendo una drástica reducción del stock. Este
proceso viene unido a la concentración de la producción de carne para el
mercado interno en los feed-lots,
que hoy concentran casi el 80% de la producción de carne para consumo interno.
Carne ‘chatarra’ contaminada con antibióticos, anabólicos, hormonas, vacunas,
funguicidas, y sobre todo con animales alimentados sin pasturas naturales, con
alto nivel de granos, lo cual altera totalmente su composición nutricional,
afectando la salud de la población que los consume. Es decir, la de la mayoría
de los argentinos, pues los feed-lots producen 11 de los 14 millones de
cabezas de ganado que se faenan por año. El resto son animales criados a campo
con pasturas, que van a exportación o a cortes de alto precio. Lo mismo ocurre
con las demás producciones desplazadas por la sojización, como la horticultura,
la lechería, la fruticultura, la apicultura, y la producción familiar en
general, lo cual ha afectado notoriamente los precios y la oferta -en cantidad
y calidad- de frutas, verduras y lácteos. La producción familiar que debería
ser la base de la recomposición de un modelo productivo, sano, solidario,
democratizador, descentralizador y repoblador del campo argentino, y
principalmente productor de alimentos, por el contrario es arrasada por las
fumigaciones aéreas de glifosato -ya limitadas en los EE. UU., y Europa- y por
los precios absurdos de la tierra sojizada. A esto hay que sumarle la
depredación al ecosistema, la contaminación de napas, fuentes de agua, arroyos
y ríos, la exportación masiva de nutrientes que supera holgadamente los 1500
millones de doláres por año. La absoluta destrucción del bosque nativo. La
destrucción de fuentes de trabajo: la sojaRR crea 2 puestos de trabajo cada
1000 has y destruye 9 de cada 10, debido a su técnica de cultivo por Siembra Directa. Sumemos
también la expulsión masiva de pequeños chacareros y arrendatarios y la
expulsión de comunidades indígenas que los sojeros producen y la degradación
del suelo que la repetición del ciclo continuado soja-trigo-soja produce. Sumemos la destrucción de la
flora, la fauna, la microflora, la microfauna, y la disminución masiva de la
Biodiversidad, que la sojización produce en forma permanente y continuada desde
1995. Dejamos para el final, porque lo trataremos aparte, los graves efectos
sobre la salud humana que producen los más de 300 millones de litros de
agrotóxicos fumigados por campaña sobre la pampa sojizada y la población que la habita. De tal forma,
si uniéramos todos estos costos colaterales y estructurales (los sistemas
agrícolas no son circuitos económicos cerrados sino abiertos) que la sojaRR
produce a nuestra economía y que hemos abordado en otros artículos, sería poco
lo que nos restarían de los aproximadamente 19 mil millones de dólares en
bruto, que reportará la enorme cosecha sojera. Y esos costos en algún momento
habrá que asumirlos pues año a año, iremos deteriorando nuestro ecosistema
productivo, hasta acabar con el, sin posibilidad de retorno.
Lo más
grave: contaminación al por mayor
Durante
el conflicto agrario, la Presidenta de la nación pidió al Conicet un estudio
sobre la toxicidad del glifosato. Tomado por sorpresa por la decisión, y porque
los aliados sojeros, de golpe se habían transformado en feroces enemigos del
gobierno, el Dr., Lino Barañao Ministro de Ciencia y Tecnología, pero hombre
vinculado en forma directa a la industria biotecnológica multinacional, designó
una comisión ad hoc por fuera de los concursos habituales
para un estudio de esta complejidad. Y en particular eludió sumar voces u
opiniones que pudieran contradecir lo expresado por la multinacional Monsanto
en sus informes, que son la base de todo lo que se maneja sobre los efectos del
glifosato, sobre plantas, suelo, ambiente y gente. Contraviniendo todos los
estudios que se están publicando en el mundo y en nuestro propio país, como por
ejemplo el informe del Dr., Andrés Carrasco, sobre el herbicida estrella del
complejo sojero, el informe concluyó un galimatías político-cientí fico (dos
disciplinas que en general no se llevan bien) donde en una página se asegura
que: ‘bajo condiciones de uso responsable, entendiendo por ello las condiciones
de uso autorizadas por las normas vigentes y cumpliendo con la adopción de
buenas prácticas para su aplicación, el glifosato y sus formulados no implicarían riesgo para la salud humana o el
ambiente. ’Este párrafo es
casi una obviedad que señalan todos los marbetes de agrotóxicos. Sin embargo,
el informe no concluye en ninguna parte que el
glifosato y sus formulados no implicarían riesgo para la salud humana y el
ambiente. Pero dejando en
claro las cosas (los científicos-polí ticos no son tontos) el informe termina
señalando que ‘en Argentina no existen suficientes datos sobre los efectos del glifosato
en la salud humana, por lo cual sería importante promover la realización de los
estudios pertinentes.’Es decir en realidad el grupo del Conicet concluye que
los organismos técnico-cientí ficos del Estado no saben nada, sobre los efectos
que el principal agrotóxico del complejo sojero está produciendo sobre la salud
y el ambiente de un área de más de 35 millones de hectáreas en el corazón
productivo del país. Cabe aclarar que el informe del Conicet de fecha de julio
de 2009, no fue especialmente imparcial. A su cargo estuvo el Ing. Claudio
Ghersa que fue uno de los principales impulsores del modelo sojero a través del
núcleo monsantiano de la Facultad de Agronomía de la UBA. Bajo la batuta del
ex decano Fernando Vilella, Héctor Huergo (director de Clarín Rural y de
Expoagro), el fallecido Héctor Ordoñez (creador de la idea de la ‘ Argentina verde y competitiva
contra la inviable
Argentina industrial’), la Nación Rural , la
Bolsa de Cereales de Rosario y Aapresid,
sumado a todo el Instituto de investigación al que pertenece Ghersa. Ellos
establecieron una política de‘pensamiento único’ respecto de la transgenia, la
sojiziación y la
Siembra Directa , que prácticamente ha anulado todo debate
científico serio sobre la agronomía y las políticas agropecuarias en la FAUBA. Esta política
ignoró, ocultó y reprimió, todo intento de estudio serio de control ambiental y
agronómico sobre los efectos de la sojización en el ecosistema a que se
aplicaba. Su responsabilidad crecerá con el tiempo y será éticamente ineludible,
cuando, como ya está pasando, sea imposible ocultar los gravísimos daños que la
lluvia permanente de agrotóxicos produce sobre la salud de la población
argentina
Informe
monsantiano
No sólo
se ubicó como coordinador del equipo a un miembro del lobby monsantiano como el
Ing. Ghersa, sino que el informe tomó como base de referencia a un trabajo
norteamericano del año 2000, realizado por Gary Williams, Robert Kroes y Ian
Munro. Olvidando señalar que dicho informe había sido patrocinado por la multinacional Monsanto.
Es decir, Monsanto se investigó a sí misma y el Conicet usó
sus ‘estudios imparciales’ para juzgar la toxicidad del producto
que la multinacional comercializa. Como es lógico, el informe de Williams
concluye en la total inocuidad del glifosato. De manera notable el Conicet no
convocó siquiera como contraparte, a la gran cantidad de científicos que dentro
de las estructuras académicas del país vienen trabajando hace tiempo por su
cuenta, demostrando todo lo contrario: que
el glifosato, sus coadyudantes y demás agrotóxicos del complejo sojero, son
responsables de producir cáncer, malformaciones en los nacimientos, abortos
espontáneos, lupus, leucemias, alergias, enfermedades respiratorias,
intoxicaciones, dermatitis, y enfermedades crónicas por contacto. Enfermedades desconocidas en
frecuencia y existencia, antes de la irrupción de la sojaRR en nuestras pampas.
A pesar de todos estos estudios producidos en el país e informados a la
comunidad científica local, no fueron convocados, ni el Dr Walter Pengue, ni el
Dr Jorge Morello, ni el Dr Raul Montenegro (Premio Nóbel alternativo) , ni el
Dr Jorge Kaczewer, ni el Dr. Adolfo Boy, ni el Dr Andrés Carrasco, quien en
2009 confirmó, en la Argentina los estudios que viene realizando en Francia el
equipo de Gilles-Eric Seralini, que demuelen la falsa inocuidad del glifosato.
Tampoco fueron consultados los grupos de médicos que en todo el país están
denunciando el aumento de casos de cáncer, nacimientos con malformaciones y
abortos espontáneos provocados pro los agrotóxicos, tales como los Dres.,
Alejandro Oliva de Rosario, Darío Gianfelice de Paraná, Gómez de Maio de
Posadas, o Jorge Lenzi , del
Colegio Médico de Saladillo que encontró un incremento de más del 30% del
cáncer colo-rectal desde la irrupción de la sojización en la zona. El Dr. Alejandro Oliva, Director de
Andrología del hospital Italiano de Rosario coordinó un estudio
multidisciplinario del cual participaron la FAA, el INTA, la UNR y el Colegio
de Ing. Agrs., de Rosario. El estudio, abarcativo de toda la cuenca sojera
central, demostró palmariamente la relación del glifosato y los agrotóxicos del
complejo sojero con la propagación del cáncer en toda la región bajo estudio de
Santa Fe y Córdoba. Llegando a
comprobarse que la frecuencia
de determinados tipos de cáncer era varias veces mayor en pequeños poblados del
interior sojero que en las grandes ciudades, cuando hasta 1995, era exactamente
al revés. Dicho estudio de gran importancia, no fue publicado en el país por
presión del INTA y los gobiernos provinciales y debió ser publicado en la
revistaCadernos de Saude Publica de
Brasil, encontrándose un resumen en los archivos de la FAA. El Dr., Gómez de
Maio, jefe del Departamento de Neonatología del Hospital Nacional de Posadas,
Misiones, ha denunciado y publicado reiteradamente los efectos del glifosato y
otros agrotóxicos en l a
producción de nacimientos con malformaciones, tumores y abortos espontáneos
altamente superior a la
media. En este caso se acumulan los efectos de la sojización y
el uso del glifosato en la producción de tabaco. Los Dres., Darío Gianfelice y
Mascheroni vienen denunciando desde hace años, el gran aumento de abortos
espontáneos, cánceres, leucemias, malformaciones en los nacimientos de Entre
Ríos y Santa Fe en zonas sometidas a los agrotóxicos del complejo sojero.
Ninguno de ellos fue llamado a participar de la comisión ad hoc, ni siquiera a
exponer sus razones. Tampoco lo fueron las Madres del Barrio Ituzaingó, en
Córdoba que poseen casi 200 casos de cáncer sobre 4.000 habitantes, o de San
Cristóbal o Mal Abrigo, en Santa Fe, que poseen uno de los porcentajes de
malformaciones en los nacimientos más altos del país. Tampoco fueron convocados
los vecinos de Loma Senés de Formosa que fueron fumigados en persona por
productores sojeros y sufrieron todo tipo de enfermedades, lo cual valió un
artículo de denuncia sobre la sojización en Argentina en la revista británica New Scientist (17-4-04). La UNLitoral encontró en
2006 que el 86% de las madres en lactancia poseían restos de agrotóxicos en la leche.La Maternidad Sardá
de Buenos Aires encontró lo mismo pero la cifra subía 90.5%, por supuesto la
comisión ad hoc ignoró estos datos.
Ciencia,
glifosato, cáncer y enfermedad
Sin
embargo, pese a la negativa del informe del Conicet y el ministro Barañao a
reconocer lo que ya es más que obvio, en el resto del mundo -no atado a los
poderosos intereses del rentismo sojero-monsantiano- los estudios,
investigaciones y denuncias contra el glifosato y sus efectos cancerígenos,
están cada vez más difundidos. En 2001 el Dr. Robert Bellé, Director del Centro
Nacional de Investigaciones de Roscoff en Francia, determinó que el glifosato en su formulación como Round-up
activa el mecanismo de ‘check-point’, que
inhibe a la célula el cese de su reproducción. De seguir reproduciéndose
indefinidamente puede transformarse en una masa tumoral, dando inicio al
proceso de tumorización y finalmente al cáncer. Bellé dice que es una locura hacer
fumigaciones aéreas de glifosato. En 2005, Marc et al., reportaron los
mismos efectos encontrados por Bellé en ensayos sobre Erizo de mar, la misma especie usada por Bellé,
(publicado en Toxical
Applicated Pharmacology). En 2006, el Dr., Dick Ralea de la Univ., de
Pittsburg (USA)descubrió que la aplicación de Round-up sobre fuentes de agua
con anfibios en desarrollo, destruía el 70% de la biodiversidad de anfibios y
el 86% en renacuajos (¿Se
acuerdan cuando los argentinos teníamos ranas y sapos?). En la misma línea pero
en nuestro país, un estudio conjunto de la UBA y el Intech (Chascomús) encontró que el glifosato destruía
y alteraba la flora y la fauna de las lagunas bonaerenses. (La Nación 17-3-
2008). Investigadores Oncológicos suecos informaron en el Journal of Amercian Cancer Society, una estrecha relación entre Linfoma
No Hodgkin (un tipo de
cáncer) y el glifosato. El grupo dirigido por Gilles-Eric
Seralini, de la Univ., de Caen en Francia, a través de sucesivos informes en
2005, 2007 y 2009, ha
demostrado que el Round-up a través de su surfactante POEA (Polietoxietielamin
a) produce la muerte de las
células embrionarias, placentarias y del cordón umbilical, dando origen a
malformaciones, teratogenésis y tumores. Sus
trabajos fueron publicados por la revista Scientific
American. Por último el Dr.,
Andrés Carrasco Director del Laboratorio de Embriología de UBA-Conicet,
descubridor de los Genes Hox (que son los que determinan la
morfogénesis en todos los vertebrados, razón por la cual en su momento se lo
mencionó para un posible Premio Nóbel) informó en 2009, haber comprobado en ensayos
realizados durante dos años, que el glifosato usado en dosis mucho menores a
las de campo, y en diluciones similares a las que se encuentran en los cursos
de agua como restos, produce malformaciones placentarias y embrionarias en una
especie de anfibio llamada Xenopus laevis, alterando todo el proceso de
morfogénesis del anfibio, proceso
que a su vez es común a todos los vertebrados y por lo tanto común al ser
humano.
Esta pequeña lista ilustrativa, demuestra que la supuesta inocuidad del
glifosato es un cuento de Monsanto. Empresa acostumbrada a mentir hasta el
final, y miembro del complejo militar-industrial norteamericano, autora del ‘agente naranja’ en Viet Nam, y que ya ha debido
indemnizar con sumas millonarias a los afectados por el PCB, por el Agente naranja, por las
dioxinas, y ahora lo está haciendo -pero en Estados Unidos- por los daños
ocasionados por las fumigaciones aéreas de Round-up. Como siempre ocurrió con
Monsanto o antes con las tabacaleras, ‘científicos’ de dudosa ética, negaron
durante décadas mediante estudios fraguados, informes falseados, ocultamiento
de información y especialmente no realizando los ensayos que había que realizar –‘lo que no se investiga, no se
conoce’. Sin embargo,
finalmente fueron arrasados por estudios serios que demostraron la falsedad de
los estudios de la
empresa. Monsanto , terminó pagando sumas multimillonarias a
los afectados, la mayoría de los cuales desgraciadamente ya no estaban para
poder disfrutar ese dinero.
Salir de
la Sojización
La
Argentina es el país mas sojizado del mundo, la salud de nuestra población está
siendo afectada de manera grave por el uso indiscriminado, irracional y abusivo
de una masa de agrotóxicos que no tiene parangón en nuestra historia ambiental.
Todo, para producir pasto-soja,
que nuestra economía no necesita. ¿No sería más lógico plantearnos recuperar
varios cientos de miles de productores perdidos -hoy solo restan menos de
330.000 de los 660.000 que supimos tener- y proponernos por ejemplo, en lugar
de producir 100 millones de Tn., de commodities que no necesitamos, llegar a
tener un millón de productores? Chacareros que realicen una producción limpia,
basada en la elaboración de alimentos para nuestro pueblo, exportando el
sobrante, que sin dudas sería enorme y multivariado, recuperando por ejemplo la
producción de ‘la mejor carne
del mundo’, que implica pastoreo a cielo abierto, en campos de buena
calidad y rotaciones agrícola-ganaderas, que nos devolverían la fertilidad
natural de nuestros suelos hoy dañados, casi sin gastar en fertilizantes.
Debemos reforestar enormes superficies devastadas por la sojización, pero por
sobre todo debemos distribuir tierra, quebrando el proceso de concentración
descomunal de la propiedad, que se viene produciendo desde 1976. Seguramente
los 19.000 millones de dólares que hoy estaría aportando la sojaRR -sin
beneficio de inventario- serían superados por una producción mucho más variada
y de mayor valor agregado, creando mucho más trabajo y afincamiento rural, en
lugar de la expulsión actual. Pero por sobre todo estaríamos protegiendo a
nuestro pueblo de una catástrofe anunciada y de una muerte lenta pero
inexorable por vía de la contaminación cancerígena y teratogénica de los
agrotóxicos, que hoy desparramamos alegremente sobre uno de los ecosistemas más
feraces del planeta. Un proyecto nacional y popular requiere urgente otra
política agropecuaria pensada para el desarrollo de la nación.
*Ingeniero
Agrónomo, genetista e historiador, Director del Instituto de Formación de la
CMP
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Las_52_millones_de_toneladas_de_soja_transgenica_y_la_etica_de_los_cientificos_y_los_Ingenieros_Agronomos.
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