De
un vistazo y muchas aristas #104
2 de junio de
2020
Por
Alianza Biodiversidad
Entrecruzamientos
que agravan los sistemas alimentarios agroindustriales
#Biodiversidad104 | Haciendo eco con toda la documentación de este
número de Biodiversidad, sustento y culturas, presentamos varias
aristas aparentemente dispersas que nos ayudan a entender la gravedad de la
agroindustria: sus fundamentos históricos de acumulación, su filosofía apoyada
por una tecno-ciencia filibustera, las riesgosas innovaciones que alimentan sus
ganancias, la mentira de su filantropía, sus hilos políticos a nivel
internacional, las evidencias de su nocividad en las granjas fabriles, los
transgénicos, los agrotóxicos, la deforestación, las pandemias, el caos
climático y la represión y el crimen para mantenerlas. Todo se conjuga en
este abigarrado mosaico.
La cría industrial de animales en
confinamiento (avícola, porcina, bovina) es una verdadera fábrica
de epidemias animales y humanas
Grandes concentraciones
de animales, hacinados, genéticamente uniformes, con sistemas inmunológicos
debilitados, a los que se administran continuamente antibióticos, según la OMS,
son la principal causa de generar resistencia a los mismos a escala global. Un
perfecto caldo de cultivo para producir mutaciones de virus más letales y
bacterias multirresistentes a los antibióticos, que con los tratados de libre
comercio se distribuyen por todo el globo.[...]
La relación entre
ganadería industrial y epidemias-pandemias va más allá de los grandes
criaderos. Hay causas concomitantes: la cría masiva de animales confluye con la
destrucción de hábitats naturales y de biodiversidad que hubieran funcionado
como barreras de contención de la expansión de virus en poblaciones de animales
silvestres.
Los principales
responsables de esta destrucción de ecosistemas son el sistema alimentario
agroindustrial en su conjunto, el crecimiento urbano descontrolado y el avance
de megaproyectos para servicio de los anteriores: minería, carreteras y
corredores comerciales.
El sistema alimentario
agroindustrial juega el papel principal: según la FAO, la causa mayoritaria de
deforestación en el mundo es la expansión de la frontera agropecuaria
industrial. En América Latina causa 70% de la deforestación, y en Brasil hasta
80%.
De toda la tierra
agrícola del planeta, 78% (!) se usa para la industria pecuaria a gran escala:
sea para pasturas o siembra de forrajes. Más de 60% de cereales que se siembran
globalmente son para alimentar animales en confinamiento
En cada paso de la
cadena alimentaria agroindustrial, 4-5 grandes transnacionales dominan más de
50% del mercado global.
Solamente tres empresas
(Tyson, EW Group y Hendrix) controlan toda la venta de genética avícola en el
planeta. Otras tres la mitad de toda la genética porcina. Y unas pocas más la
genética bovina. Esto causa una enorme uniformidad genética en los criaderos,
que facilita la trasmisión y mutación de virus.
Igual sucede con las
empresas del comercio mundial de commodities agrícolas (granos
y oleaginosas), controlado casi en totalidad por seis empresas: Cargill, Cofco,
ADM, Bunge, Wilmar International y Louis Dreyfus Co, que comercian los forrajes
que van a la cría industrial de animales, principalmente soya y maíz
transgénico.
Las mayores
procesadoras de carne avícola, porcícola y vacuna son actualmente JBS, Tyson
Foods, Cargill, WH Group-Smithfield y NH Foods. WH Group, de China, es la mayor
empresa porcícola del globo y domina en América del Norte, dueña de Granjas
Carroll, donde se originó la gripe porcina.
Es significativo el
caso de Cargill, que siendo la mayor empresa global de comercio de commodities agrícolas
pasó de proveer forrajes a ser además criadora, siendo la tercer compañía
mundial de cárnicos (aves, cerdos, vacas).
Pese a los desastres
que está causando la pandemia de Covid-19, esas empresas siguen sus
actividades, gestando la próxima pandemia, que podría incluso ocurrir mientras
la actual sigue activa.
Es hora de terminar con
este sistema agroalimentario absurdo y dañino, que solamente beneficia a las
corporaciones. Es el principal factor de cambio climático y pese a utilizar de 70 a 80 por ciento de la
tierra, agua y combustibles de uso agrícola, sólo alimentan a 30 por ciento de
la población mundial. Silvia Ribeiro, “Gestando la próxima pandemia”, La
Jornada, 25 de abril de 2020.
Hay un cruel oscurantismo en la praxis
industrial: la aberrante creencia de que las técnicas
costosísimas aplicadas a los actos más humildes vuelven próspera a la gente
La ceguera reforzada
por las profesiones dominantes sobre las cantidadesde energía socialmente
optimas; la superstición de que los seres humanos no pueden vivir sino en un
capullo institucional que los atiborre de educación, calorías y asistencia
médica
Hay ya mucha gente que
percibe el conflicto latente entre el ser humano y los instrumentos
industriales. Iván Illich encarna la esperanza de que este conflicto se
manifieste en una Gran Crisis o sea la ocasión de una opción sin precedentes.
Cuando se disipe la ilusión industrial, aparecerá, como alternativa muy
realista, la posibilidad de una sociedad convivial donde un número
creciente de personas hagan más con menos. “Los humanos que saben decir
con claridad lo que quieren, lo que pueden y lo que no necesitan” preparan ya
el terreno para una crisis franca que requerirá una solución global. Los modos
de la crisis dependerán de la diversidad de los horizontes de donde se
elevarán estas voces y de la claridad con que se plantee la opción: ¿queremos
herramientas conviviales [aquellas que nos devuelven a la comunidad] o que nos
aplaste la megamáquina, las herramientas industriales [que nos enajenan del
cuerpo social]? Jean Robert, Los cronófagos, de próxima
aparición.
El 24 de marzo se realizaron acciones de
protesta con bloqueos, cortes de ruta y barricadas en diversos puntos de Chiloé
Como respuesta a la
violencia ejercida por fuerzas represivas estatales, quienes quebrantaron la
aduana sanitaria para abrir por la fuerza el flujo de camiones de la
industria salmonera y de mitilicultura [el cultivo de moluscos] provenientes
del continente.
Cabe señalar que
organizaciones sociales de Chiloé habían logrado establecer un acuerdo con
autoridades regionales para el aislamiento ante la emergencia sanitaria del
Covid-19, más aún considerando que en el archipiélago no había casos de
contagio, fijándose que pasarían por el Canal de Chacao sólo alimentos e
insumos básicos. Sin embargo, el 24 se permitió el flujo de camiones de la
industria acuícola y algunos buses, custodiados por fuerzas especiales de
carabineros e infantes de guerra de la Marina, quienes reprimieron a habitantes
guardianes de la medida sanitaria, deteniendo a dos de ellos: al presidente de
la JJVV de Chacao, Andrés Ojeda y al vecino, Pablo Montalva de Coñimó.
Al ser detenido, Ojeda
señaló: “es lamentable que Salmon-Chile, sus asociados y la industria de la
mitilicultura tengan de rodillas a Chiloé. En estos días complejos anteponen sus
actividades económicas por sobre la salud de nuestra gente coludidos como el
gobierno regional y varias autoridades locales”.
Chiloé es un
archipiélago con más de 40 islas, con unos 170 mil habitantes distribuidos en
10 comunas, que la deja en un estado de extrema vulnerabilidad por no existir
condiciones sanitarias para enfrentar una emergencia de este tipo por la
conectividad y sistema hospitalario.
Luego de los violentos
quiebres sanitarios por parte de agentes represivos estatales, por la tarde y
noche en Chiloé se realizaron acciones de protesta con bloqueos, cortes de ruta
y barricadas en diversos puntos de Ancud, Quemchi, Castro, Quellón y Queilen.
Al otro día, en otros lugares y en Isla Lemuy, cuya cabecera es la comuna de
Puqueldón también se realizaron manifestaciones tendientes a la protección
efectiva de la población: “La única barrera que en algo nos protegía o
pretendía hacerlo, fue derribada por el Estado en el canal de Chacao. Todas las
comunas en este minuto se están organizando para proteger el archipiélago de
Chiloé y nosotros esperamos hacer nuestra parte por Lemuy”, señalan desde el
movimiento social.
Luego de las acciones
violentas contra habitantes de Chiloé en el canal de Chacao, Álvaro Montaña,
del Movimiento Defendamos Chiloé, dio cuenta de la llegada de una mayor
dotación represiva: “En estos momentos, la empresa Transmarchilay
ha permitido el ingreso de un guanaco y dos carros más. Ésta es la respuesta
del gobierno a nuestra necesidad. No mandan médicos, no mandan camillas, sino
que mandan guanacos, gracias al auspicio de la empresa Transmarchilay,
para que todos los chilotes sepan”. La escritora poeta canaria-chilota, Maribel
Lacave, indicó a Radio Estrella del Mar: “Estamos hablando de una
situación extrema, de un problema de agresión contra la vida, entonces
defendamos a nuestros vecinas y vecinas que lo único que están haciendo es
sacrificándose para evitar que entre el contagio. Estamos velando por la salud
de todos”. Rebelión en Chiloé contra irresponsabilidad sanitaria estatal y
acuícola, Territorios comunicaciones, Chile, 25 de marzo, 2020
Al mismo tiempo que la usurpación y el
vasallaje, para destinar las tierras a la caña de azúcar,
Hernán Cortés llevó a cabo el desplazamiento del cultivo del maíz de los
pueblos
Hacia 1524, estableció
dos ingenios azucareros en Tuxtla y, en 1532, otro ingenio en Tlaltenango, en
las cercanías de Cuernavaca. Al oriente de Morelos, en 1582, la hacienda del
Hospital montó un cañaveral en territorio usurpado, entre otros, al pueblo de
Anenecuilco. [...]
Este sistema agrario
que traspuso la declaración de independencia, a finales de la dictadura de
Porfirio Díaz representaba la forma predominante bajo la cual se efectuaba la
explotación de los trabajadores del campo. No era un régimen homogéneo, pero en
conjunto las haciendas de todo el país detentaban 16.6 millones de hectáreas y
tenían el control de los principales productos agrícolas a excepción del más
importante de todos, desde el punto de vista económico y civilizatorio: el
maíz.
En segundo y tercer
grado de importancia, alternándose por años, la caña de azúcar y el henequén
eran los cultivos más importantes por el valor de la cosecha y estaban
monopolizados por las haciendas. Lo mismo ocurría con otros cultivos
importantes, como el tabaco, algodón, café y trigo.
Al final de la
dictadura porfirista a principios del siglo XX, la importancia estratégica de
las haciendas de Morelos puede observarse considerando que eran unidades
capitalistas de alto rendimiento, cuya fuerza radicaba, por un lado, en el
monopolio de la tierra y, por otro, en un elevado nivel tecnológico de los
ingenios azucareros. En Morelos, el 46 por ciento del territorio estaba en
manos de las haciendas y 79 de cada 100 hombres, entre 11 y 60 años, eran
peones. Ambos datos fueron los más altos del país, salvo en Guerrero.
Con la tecnología
moderna, al interior de las economías azucareras del mundo, se produjo la
separación de la propiedad de la tierra y la propiedad del ingenio industrial;
sin embargo, en México no ocurrió así. Aquí se aplicó la maquinaria moderna —a
gran escala, en el caso de Morelos— al modelo terrateniente colonial. Más aún,
se agudizó el monopolio de la tierra y también la centralización de la fase
industrial, en manos de los hacendados. La hacienda porfirista combinó la
apropiación de una renta absoluta, derivada del monopolio de la tierra, con la
apropiación de plusvalía, derivada de la explotación del trabajo asalariado.
Esto produjo una clase híbrida —terrateniente y capitalista industrial a la
vez— con métodos exacerbados de explotación, humillación y despojo.
Las formas de sujeción
se multiplicaron con esa modernización. Pero los asalariados de las haciendas
no eran trabajadores “libres”, sino peones sometidos por medio del
endeudamiento y la vigilancia especial de los capataces. Para mayor control,
con frecuencia los trabajadores vivían “acasillados” dentro de la hacienda. Francisco
Pineda, “Emiliano Zapata: maíz, azúcar y petróleo”, Desinformémonos, abril
de 2012.
El avance del modelo agroindustrial de
monocultivo es parte de la dinámica regional
Por lo cual es
importante considerar los acuerdos firmados y los que están negociándose por
parte del Mercosur, dado que los Tratados de Libre Comercio ponen en peligro la
producción campesina e implicarían una profundización de la presencia de las
corporaciones del agronegocio. Se presenta el avance del modelo en la región,
tomando como punto de referencia el año 2003, en que empiezan a denominar al
cono sur como “República Unida de la Soja”. En estos 15 años, los cultivos de
soja pasan de un poco más de 33 millones de hectáreas a casi 58 millones de
hectáreas. Base-Is, Con la soja al cuello, Informe sobre los
agronegocios en Paraguay, 2018. Marielle Palau, coordinadora.
Los cultivos
transgénicos de soja y maíz en Uruguay tienen varios aspectos: económico-político,
científico,de salud, medioambiental, bioético, social y cultural.
Las “normas relativas a
bioseguridad de vegetales y sus partes genéticamente modificadas” dictan una
política de “coexistencia regulada” entre cultivos GM y no-GM, así como el
etiquetado voluntario de alimentos que contienen OGM, si es que se pueden
comprobar en sus productos finales. No se pueden realizar análisis de glifosato
en muestras humanas. Es muy complicada la interacción entre academia y
política. Las consecuencias son un aumento del PIB por exportaciones, al costo
de un mayor uso de pesticidas y plaguicidas, pérdida de biodiversidad, de
soberanía alimentaria, desaparición de polinizadores y una serie de impactos
que para analizarlos se necesitan nuevos indicadores. Planteamos un espacio
interdisciplinario que tenga como objetivos generales hacer evaluación del
impacto del paquete tecnológico (evaluando la exposición al glifosato,
pesticidas y plaguicidas, la presencia de transgénicos en semillas, cultivos,
materias primas y productos finales); la evaluación de sistemas de producción
agroeconómica, con indicadores para evaluar la producción agroecológica; aporte
de criterios técnicos para regular la bioseguridad y otras políticas y consultas
públicas sobre seguridad, soberanía alimentaria y salud humana; y formación de
recursos humanos, difusión y comunicación de resultados.
La alternativa es poner
en manos de la producción agroecológica los saberes que se tienen, formarse
científicamente, aprender de la
Madre Tierra, imaginar y reinventar la milpa, dar un marco
científico a los buenos usos y costumbres, los buenos hábitos y la buena
alimentación. Pablo Galeano y Claudio Martínez, Núcleo Interdisciplinario
Colectivo TÁ: “Transgénicos y alternativas agroecológicas”.
El tema de la coexistencia entre OGM y
semillas nativas surgió en la sesión sobre agricultura y transgénicos
del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) en México
Ha sido central el
debate sobre la introducción de maíz genéticamente modificado a México, centro
de origen. La controversia inicia en 2001. Las autoridades competentes
(Cibiogem, 2003) habilitan por todos los medios posibles la introducción de
OGM. Hay una “actuación de seriedad” (término con el que algunos franceses
definieron la actitud de hacer como que hacen todo pero en realidad no hacen
nada). Las leyes mexicanas en la materia parecen de avanzada, vistas por
encima, pero la realidad es completamente distinta. Hay una pugna entre una
epistemología reduccionista y una compleja.
Para los reduccionistas
sólo los expertos pueden opinar, sólo las opiniones técnicas son válidas;
entonces se impone la noción de que los OGM son un mal necesario; a mayor
tecnificación, mayor progreso; y se habla de las posibilidades de coexistencia,
imponiendo divisiones artificiales y arbitrarias del país para
establecer lugares donde sí se pudieran poner cultivos GM, sobre todo en el
noreste de México.
Nuestra respuesta,
desde la complejidad, es realizar análisis multidisciplinarios de problemáticas
particulares y elaborar documentos de difusión y divulgación, llevando a cabo
un trabajo conjunto con organizaciones de la sociedad civil. Intervención de
Alma Piñeyro en el seminario Nuevas tendencias tecnológicas y sus impactos en
América Latina. Grupo ETC, Memorias del seminario, Heinrich Boll,
21-23 de mayo de 2018.
En Bolivia, los agroindustriales no
despojan legalmente de la tierra, sino que generan un proceso de dependencia
Que fuerza a quienes
producen en pequeña escala a alquilarles sus hectáreas. Es decir, pueden
conservar su propiedad y el acceso a su tierra, pero no participar del modelo
de agronegocio, que requiere capital intensivo.
Esta situación de
alquiler de tierras tiene relación directa con la estructura agraria del país,
con una desigualdad muy clara: el 78% de productoras y productores de soja en
Santa Cruz de la Sierra son de pequeña escala (50 hectáreas o menos)
y controlan sólo el 9% de la
tierra. Apenas 2% de quienes producen (quienes explotan más
de mil hectáreas) controlan el 70% de la tierra.
En Paraguay el apoyo
institucional al agronegocio y a la concentración de la tierra se da en casi
todos los estratos de gobierno, desde el aparato represivo hasta los órganos de
control y los ámbitos responsables de la aprobación de las semillas
transgénicas. La expulsión de la población campesina e indígena se da
principalmente por mecanismos de coacción, intoxicación, alquiler y venta de
“derecheras” (posesión sin títulos).
En Uruguay, en tanto,
el proceso de concentración de tierras se dio a partir del avance del
agronegocio, que (además de la soja) incluye el modelo forestal-celulósico. Atlas
del agronegocio transgénico en el Cono Sur, Capítulo 4: Concentración de la
tierra y expulsión de pueblos originarios y campesinos de sus territorios
El desarrollo intensivo de monocultivos
comerciales para el mercado de exportación ha implicado la
degradación y contaminación de los ecosistemas en las áreas donde se producen
La mayor parte de las
importaciones de alimentos de México y casi la totalidad de sus exportaciones
agropecuarias se concentran en Estados Unidos, país con una agresiva política a
escala global y con una trayectoria en el manejo político de sus exportaciones
de alimentos. Con ello, el gobierno mexicano ha perdido autonomía en el manejo
de su política agroalimentaria. Consideremos la vulnerabilidad ambiental,
manifiesta en la falta de una política clara orientada a preservar y
desarrollar la biodiversidad y la riqueza fitogenética de México. Esta
situación se relaciona con la disminución de las oportunidades de vida de los
pequeños productores campesinos, quienes durante siglos han desarrollado
diversidad de razas y variedades de los cultivos básicos, particularmente en el
caso del maíz. Estos productores, han tenido que migrar interna e
internacionalmente para poder sobrevivir abandonando la agricultura. A
causa de esta situación, disminuye la posibilidad de mantener las razas
tradicionales de los cultivos y las variedades silvestres en los lugares de
donde son originarios. A lo anterior se suman los programas gubernamentales que
difunden el uso de semillas híbridas entre campesinas y campesinos y, sobre
todo, la entrada sin control de semillas transgénicas de maíz, lo que pone en
riesgo el patrimonio biogenético de esta planta. Humberto González y
Alejandro Macías, “Vulnerabilidad alimentaria y política agroalimentaria en
México”, Desacatos, revista de ciencias sociales, 2014.
El crecimiento del uso de agrotóxicos en
la región fue exponencial y tiene directa relación con el avance
del modelo de agronegocio centrado en semillas transgénicas resistentes a
herbicidas
Una característica,
repetida en todos los países, es que no existe un registro riguroso ni
actualizado del uso de agroquímicos. Este dato no es casual: la ausencia de
estadísticas oficiales es parte de una estrategia que une a empresas y
gobiernos para evitar que se puedan cuantificar y precisar los daños. [...]
En la década de 1990
Monsanto presentaba al glifosato como inocuo y biodegradable. La propuesta era,
entonces, reemplazar a los herbicidas más tóxicos por el novedoso producto. Al
día de hoy —tras cientos de investigaciones científicas— no sólo quedó
desmentida su inocuidad, sino que el mismo sistema hoy promueve, por medio de
los transgénicos de resistencias apiladas, los mismos herbicidas a los que
supuestamente había reemplazado. Para colmo, venden tecnologías como la
resistencia al 2,4D —herbicida que se usa comercialmente desde 1946 y ha sido
prohibido en muchas jurisdicciones por su toxicidad— publicitándolas como
fórmulas de avanzada. Atlas del agronegocio transgénico en el Cono Sur,
Capítulo 3: Agrotóxicos: el crecimiento exponencial de su uso y los
impactos en la salud y los territorios
En la historia de larga duración, el
cultivo del maíz operó como eje de la auto-organización en la
comunidad campesina de México y, desde una perspectiva mayor, fue soporte
de uno de los
procesos civilizatorios de la humanidad. Esa historia es la raíz profunda de la
revolución del sur.[...]
El maíz no monopoliza
los nutrientes de la tierra sino que, por el contrario, incrementa su
productividad cuando es sembrado junto con otros cultivos, en “milpa”, con el
frijol, la calabaza y el chile; en unidades que también producen tubérculos,
cereales, agaves, hortalizas o frutales. El autoabastecimiento de los bienes
necesarios, como sabemos, ha sido una barrera de resistencia a la
monetarización y mercantilización de todo.
Desde ese punto de
vista, es posible considerar que la diversidad —tanto en la producción como en
el aprovechamiento del maíz— y la auto-organización constituyen el sustento
material y organizativo de la autodeterminación de la comunidad campesina, como
práctica cotidiana. Para los zapatistas, la economía del maíz era el sustento
de la vida y, a la vez, la base material de su vocación de libertad.
[...] El conflicto
nuclear de la revolución del sur, entre las haciendas y los pueblos, puede
considerarse, también, como la confrontación violenta entre la economía del
azúcar, con sus formas de sometimiento, y la economía del maíz, con sus formas
de auto-organización y libertad. Desde esta perspectiva, es posible observar
también la respuesta feroz que emprendió el poder contra la acción
revolucionaria de los zapatistas. Francisco Pineda, “Emiliano Zapata: maíz,
azúcar y petróleo”, Desinformémonos, 6 de agosto de 2012
Los millones de
hectáreas que hoy ocupan los monocultivos de soja y maíz transgénicos, y el
nivel de concentración de la tierra en poder del agronegocio sólo pudieron concretarse avanzando sobre
territorios campesinos e indígenas. La instalación del modelo transgénico se
realizó con distintos niveles de coerción. Desde la estafa que representó la
compra irregular de tierras —donde un empresario llegaba con supuestos títulos
de propiedad y obligaba a irse a campesinas y campesinos con posesión
ancestral— hasta el uso de la violencia, ejercida por la fuerza pública o por
grupos de choque contra las familias que, conscientes de sus derechos, se
negaban a dejar sus parcelas. Esto generó (y sigue generando) que miles de
personas sean expulsadas de sus tierras, presas, heridas y asesinadas.
En Argentina, los
territorios campesinos e indígenas más afectados están ubicados en las
provincias del llamado Gran Chaco Americano: Formosa, Salta, Santiago del
Estero, Chaco, Santa Fe, y partes de Córdoba, San Luis y Catamarca. En la
mayoría de estos territorios hubo monte y vivieron familias, hasta que el
agronegocio avanzó con violencia: en algunos casos, con el accionar de grupos
paramilitares y la complicidad del poder político y judicial; en otros, con el
abandono del Estado, y también con los llamados “desalojos silenciosos”.
Esta modalidad no es
sino la estafa a familias que desconocían sus derechos y no estaban
organizadas. Los empresarios se apropiaban de las tierras exhibiendo falsos
títulos de propiedad, logrando que las familias —engañadas por abogados u
operadores judiciales— dejen sus tierras sin poder reclamar sus derechos.
Estimaciones oficiales señalan un piso de ocho millones de hectáreas en este
tipo de conflicto. Atlas del agronegocio transgénico en el Cono Sur,
Capítulo 5, Criminalización de luchas campesinas y de pueblos originarios:
la violación de derechos humanos, la represión y el asesinato como herramienta
disciplinadora, abril de 2020.
Una carta demandando
que en la futura “Cumbre sobre sistemas alimentarios” no tengan injerencia ni
el Foro Económico Mundial ni la Fundación Bill y Melinda Gates fue enviada la semana del 16 de marzo por 550
movimientos sociales y redes internacionales, organizaciones de la sociedad
civil internacionales, movimientos y organizaciones regionales y centros de
investigación de todo el mundo por iniciativa del Comité Internacional de
Planeación para la
Soberanía Alimentaria (CIP) y la entregaron al Secretario
General de las Naciones Unidas, António Guterres.
En diciembre de 2019, la Secretaría General
de la ONU anunció una Cumbre sobre Sistemas Alimentarios en 2021, que el Foro
Económico Mundial (FEM o mejor conocido como WEF por sus siglas en inglés y
promotor de la agroindustria y la agricultura por contrato como pocos), sería
co-organizador y que Agnes Kalibata, actual presidenta de la Alianza para la Revolución Verde
en África (AGRA), sería representante de Guterres. Tan pronto se supo, cientos
de organizaciones demandaron el fin de la “alianza estratégica” con el FEM por
considerar sumamente peligroso el poder que adquirirían las empresas
transnacionales sobre la política alimentaria global, cuando son ellas las que
“han causado y/o empeorado las crisis sociales, económicas y ambientales a las
que se enfrenta el mundo”.
AGRA, financiada por
Bill y Melinda Gates, “promueve los intereses de la agroindustria”, por lo cual
es absurdo que represente a la
ONU. En la carta se dice que “la asociación entre la ONU y el
FEM ayuda a que se establezca el capitalismo de las partes interesadas como
modelo de gobernanza para todo el planeta”.
En una cumbre así, se
privilegiarían los modelos ultra-tecnificados de agroindustria que impulsan las
empresas, despreciando las perspectivas de los más afectados por el hambre y
la malnutrición: pueblos originarios, personas sin tierra, mujeres,
trabajadores rurales, campesinos, pescadores, pastores, consumidores, personas
que padecen inseguridad alimentaria en las zonas urbanas y los jóvenes.
El Mecanismo de la Sociedad Civil
(MSC) para las relaciones con el Comité de Seguridad Alimentaria de la ONU nos
mantiene al tanto en esta situación. En un boletín del 24 de marzo, proponen
que “colocar a la FAO y al Comité Mundial de Seguridad Alimentaria, así como a
los gobiernos al frente de la Cumbre, garantizaría una gobernanza alimentaria
multilateral e inclusiva.” De lo contrario “aumenta el riesgo de la influencia
corporativa en la cumbre y se ignora el potencial del papel de los pueblos más
afectados por el hambre y la malnutrición” haciendo que la gobernanza
alimentaria sea peligrosamente antidemocrática en estos tiempos de pandemia. Grupo
ETC, “Los accionistas empresariales no deben conducir las políticas
alimentarias”, abril 2020.
El barrio Ituzaingó Anexo, en las afueras
de la provincia
Córdoba (centro de Argentina)
Es de casas bajas,
asfalto gris y chicos y chicas que juegan en la calle. Era como muchos
otros barrios, hasta que ganó notoriedad por la gran cantidad de casos de
cáncer y de niñez con malformaciones que se registraron entre su población. Sus
habitantes miraron y comenzaron a encontrar las causas de tanto mal: al este,
norte y sur había campos de soja, sólo separados del barrio por una calle. Las
fumigaciones con agrotóxicos llegaban hasta las puertas de las viviendas.
La organización Madres de Ituzaingó, nacida a medida que las enfermedades
se multiplicaban, relevó los casos y denunció a empresarios sojeros como a la
dirigencia política, por complicidad. Eran llamadas “las locas”, pero se convirtieron
en pioneras en denunciar la contaminación del modelo agrario. En 2009, casi una
década después de las primeras denuncias, la Justicia cordobesa prohibió que
fumiguen en cercanías del barrio. “Fumigar en áreas urbanas viola disposiciones
de la Ley Provincial
de Agroquímicos y constituye un delito penal de contaminación ambiental, que se
pena con hasta diez años de prisión”, explicó el fiscal de Instrucción del
Distrito III, Carlos Matheu, que determinó la figura penal de “contaminación
dolosa del medio ambiente de manera peligrosa para la salud”. En 2012 se
transformó en el primer caso en llegar a juicio penal. Luego de dos meses de
audiencia, la sentencia determinó que el productor agropecuario y el
aerofumigador fueron encontrados culpables de contaminar y afectar la salud de
la población, y recayó sobre ellos una pena de tres años de prisión
(condicional, sin cumplimiento efectivo). Las Madres de Ituzaingó reclamaron el
cumplimiento de la pena efectiva.
Desde la Campaña Paren de
Fumigar Córdoba (que reúne a una decena de organizaciones) valoraron el fallo:
“Es el primero en Argentina. Teníamos razón: las fumigaciones son delito y
tienen condena”. Atlas del agronegocio transgénico en el Cono Sur, Capítulo
3, Agrotóxicos: el crecimiento exponencial de su uso y los impactos en la salud
y los territorios, abril de 2020
Hay una crisis ética y política en el
manejo de la ciencia, en los contenidos mismos, que vuelven
inmanejables los objetos, provocando que se salgan de control y
generen problemas efectivos
La biotecnología o la
ingeniería genética pueden ser perpetuamente innovadas, pero hay un problema:
las tecnologías de edición genética tal vez permitan prescindir del uso masivo
de pesticidas, pero la devastación de toda la biodiversidad en la República de
la Soya, la devastación que ha generado en Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia,
ésa no se compone con edición genética. Es una devastación irreversible y
acumulada. Se van acumulando una serie de desastres de tecnologías cada vez más
sofisticadas y cada nueva generación, con cada nuevo paquete de iniciativas
arrogantes que implican valorización de capital, van dejando un cúmulo de
factores caóticos imprevistos que van haciendo sinergia entre sí. La industria
química mundial arroja permanentemente 200 mil sustancias químicas —y en muchos
países de América Latina apenas se monitorean demasiado pocas. No se monitorea
la interacción entre ellas en el medio ambiente. Hay una sombra invisible de
interacción química en la totalidad del medio ambiente, que está interactuando
con la totalidad de los ecosistemas y la totalidad de nuestros cuerpos y que
está detrás de esa crisis del medio ambiente y de la salud. Andrés Barreda,
“Nuevas tecnologías, crisis y capitalismo”, Grupo ETC, Memorias del
seminario, Heinrich Boll, 21-23 de mayo de 2018.
Un análisis de la
deforestación en el Cerrado a partir de datos recopilados por el Instituto
Nacional de Investigación Espacial (INPE) reveló que, entre agosto de 2018 y julio de 2019, un área de 933 km²
fue destruida sólo en Mato Grosso. De este total, la devastación ocurrió
mediante acciones ilegales en 88% de los casos. Esto es una reducción del 6% en
relación con el área deforestada el año anterior, pero según el documento
publicado por el Instituto Centro de Vida, la tasa de destrucción del bioma
sigue siendo “alarmante” por el alto grado de ilegalidad en las acciones. Una
gran parte de la deforestación ilegal identificada proviene de propiedades
rurales registradas en el Registro Ambiental Rural (CAR). Este registro electrónico
es obligatorio y tiene como objetivo integrar la información ambiental para la
preservación de bosques y vegetación nativa. De la deforestación ilegal
identificada en estas propiedades registradas, 64% se concentra en grandes
propiedades, con más de mil 500 hectáreas. Según Vinícius Silgueiro,
coordinador del Centro de Inteligencia Territorial de ICV, los datos muestran
que la destrucción es realizada por aquellos que ya tienen poder económico y,
por lo tanto, es fácil identificarlos por las agencias ambientales para rendir
cuentas por delitos. “Cuando observamos el universo de propiedades que se
desmonta ilegalmente, se concentra en menos de 900 haciendas, un número muy
pequeño en comparación con el número total de propiedades en el Cerrado, un 3%.
Es preocupante que pocas propiedades que podrían estar bajo inspección sean las
que destruyan más del 60% del bioma y pongan en riesgo la producción agrícola”.
Philip Vidon, “Las grandes propiedades rurales son responsables de más del
60% de la deforestación en El Cerrado”, Epoca, 6 de febrero de 2020
El capitalismo industrial es parecido a
un iceberg. En la parte visible los valores de uso producidos
autónomamente son sustituidos por valores heterónomos o “industriales”
La destrucción de los
saberes locales y de las tradicionales bases de subsistencia asegura un proceso
de irreversibilidad. Su eficacia no se fundamenta en la supresión brutal de
libertades prácticas, sino en volverlas improductivas.
En la parte invisible
del iceberg el capitalismo industrial cobra la mayor parte de su tributo en
esfuerzo físico y fatiga. Agobia sobre todo a quienes considera
“improductivos”: los indígenas de todo el mundo, las mujeres, los jóvenes y los
viejos, pero también a los mismos asalariados durante sus horas “improductivas”.
Debemos cuestionar radicalmente el desprecio del que hace gala el modo de
producción dominante (heterónomo, industrial, “capitalista”, “masculino”)
respecto de todas las formas que se apartan de su norma (autónomas,
conviviales, “corporales”, “femeninas”).
Al atribuir a los
discrepantes un escaso “valor del tiempo”, los planificadores sancionan,
castigan su aparente poca “productividad”. [...] Con el fin de sobreexplotar a
estos discrepantes, industrializando la producción obligatoria de ciertos tipos
de “valores de uso”, el modo de producción dominante confiesa que en realidad
se alimenta de la discrepancia respecto de la norma que pregona.
El hecho decisivo es
que el plusvalor no pueden realizarlo los trabajadores ni los capitalistas,
sino los estratos de la sociedad o las sociedades que no producen de modo
capitalista, escribía Rosa Luxemburgo en un pasaje profético [..]
Rosa Luxemburgo no se
limita a la realización del plusvalor. Explora sus orígenes, o mejor dicho, el
modo de creación de las condiciones que hacen posible su acumulación.
Decir que el
capitalismo vive de formaciones no capitalistas es decir más exactamente que
vive de la ruina de esas formaciones; y si tiene una necesidad absoluta del
medio “no capitalista” con fines de acumulación lo necesita como un suelo
nutricio: un manto donde la acumulación pueda realizarse por absorción. En una
perspectiva histórica, la acumulación de capital es un proceso metabólico que
se desenvuelve entre modos de producción capitalista y precapitalista. La
acumulación no puede efectuarse sin éstos, pero además, vista desde las
formaciones no capitalistas o precapitalistas, la acumulación consiste en su
corrosión y su asimilación. La acumulación capitalista tampoco puede existir
sin las formaciones no capitalistas que no logren durar junto a ésta. El
desmoronamiento continuo y progresivo de las formaciones no capitalistas es la
condición para la existencia del capital. Jean Robert, Los cronófagos. Próxima
aparición
Dijo Emiliano Zapata: “Y la lucha
sigue: de un lado, los acaparadores de tierras, los ladrones de montes y aguas,
los que todo lo monopolizan, desde el ganado hasta el petróleo. Y del otro, los campesinos despojados de sus
heredades, la gran multitud de los que tienen agravios o injusticias que vengar,
los que han sido robados en su jornal o en sus intereses, los que fueron
arrojados de sus campos y de sus casas por la codicia del gran señor, y que
quieren recobrar lo que es suyo, tener un pedazo de tierra que les permita
trabajar y vivir como personas libres, sin capataz y sin amo, sin humillaciones
y sin miserias”. Francisco Pineda: “Emiliano Zapata: maíz, azúcar y
petróleo”, Desinformémonos, 5 de agosto de 2012
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