Cambio climático y dejadez consumen
dos lagos:
el Poopó y el Uru Uru
13 de diciembre de 2016
Oruro, (caritas).- El
cambio climático con el consiguiente calentamiento global, malos manejos de
recursos acuíferos, uso de agua en la minería y agricultura, contaminación y
falta de acciones de prevención constituyen algunas de las causas de la
desaparición del lago Poopó y que podrían conducir por el mismo camino al lago
Uru Uru que hoy presenta disminución en su volumen.
Un panorama desolador,
caracterizado por la tierra seca, paja y botes abandonados es el que se impone
donde antes el agua reinaba y, por ende, la vida en sus distintas
manifestaciones. Es lo que queda de los 2.337 kilómetros cuadrados
del lago Poopó que en el mes de diciembre de 2015 oficialmente dejó de existir
para dar paso a un desierto, situación que pudo ser constatada en visita a la
región por miembros de las Pastoral Social Caritas Oruro.
El lago Poopó, ubicado
en el departamento de Oruro a una altura de 3686 msnm, era considerado como el
segundo más grande de Bolivia después del Titicaca y ambos estaban conectados
por el río Desaguadero, además era catalogado como uno de los más grandes e
importantes de Sudamérica por su importancia en la recarga las aguas
subterráneas que alimentan a la región.
De ello nada queda,
tan sólo una constante imagen de agua en el horizonte, un espejismo que llena
de esperanza pero que se disipa con el paso del tiempo. Ya estamos media hora
en lo que queda del lago en camino a la isla de Pansa y el panorama es triste.
Pero qué ocurrió. De
acuerdo con los expertos las razones son complejas y van desde efectos
climatológicos, malos manejos de los recursos acuíferos, la contaminación y la
falta de acciones de prevención ante lo que se veía venir, aunque también se
habla del calentamiento global que indica que la temperatura mínima aumentó
2,06º centígrados en los últimos 56 años y el fenómeno de El Niño.
A ello se suma la
actividad humana que destinaba las aguas del río Desaguadero, que alimentaba a
este lago, para cultivos, sistemas industriales y mineros, labores que hasta la
fecha han sido afectadas por la desaparición del lago con los consecuentes
daños a los medios de vida y
esperanzas de las comunidades.
La soledad nos invade,
aunque a momentos es sacudida por la presencia de algunos camélidos que le
arrancan a la tierra lo poco que esta puede brindarles. Huesos de animales
secos por el intenso sol nos devuelven el pesimismo. Continuamos nuestro
camino.
Según los expertos
unas 200 especies de aves, peces, mamíferos, reptiles, además de gran variedad
de plantas, desaparecieron, además muchas otras se vieron forzadas a abandonar
el lugar, pero la peor parte se la llevaron los peces que no pudieron escapar.
Sin embargo, las
comunidades fueron las principales damnificadas por la desaparición del lago,
entre ellas destacan las de Untavi, Villa Concepción, El Choro, los Urus de
Challapata, Machacamarka y la de la Isla de Pansa, esta última destino del viaje
de los miembros de Caritas.
“La desaparición del
lago fue un proceso largo, no se tomó las medidas necesarias, ahora la lluvia
llega pero en poca cantidad, no abastece, nos sentimos abandonados. Cuando se
secó fuimos noticia internacional pero ahora se han olvidado”, expresa Ovidio
Ibarra Choque, autoridad originaria del Ayllu Pumasara de la provincia Saucari.
De acuerdo con la
autoridad los comunarios están desanimados y “no da ganas de vivir” porque no
se produce nada y no saben cómo solventarse económicamente por lo que optaron
por la ganadería que, sin agua, tampoco es rentable por lo que se empieza a
pensar en la migración.
Pequeñas embarcaciones
dañadas y abandonadas en el desierto detienen nuestro paso a una hora de
nuestro ingreso. Es lo que queda de las cooperativas pesqueras y no se avista
un ser humano por ningún lugar.
Los daños a los medios de vida de las comunidades no sólo se
circunscriben a las cercanías del lago, más por el contrario implican a
comunidades que tenían en la pesca en el río su forma de vivir.
“Teníamos un río que
compartíamos con el Choro, Chaitavi y Santa María, cuando pasaba por nuestro
sector era de salida porque los del sector de Cercado no
tenían río y tenían que jalar el barco de kilómetros, por eso hemos optado que
salgan por nuestro río. Nosotros salíamos adelante y ellos atrás”, afirma
Florencio Callisaya, comunario de Central Sunavi, a tiempo de recalcar que el
daño no sólo es en el “foco” del lago sino que fue más grande y extenso.
La lluvia que cayó un
día antes en el lugar lo ha convertido en un lodazal que hace imposible que
nuestro vehículo transite libremente hacia nuestro destino, la isla de Pansa.
Lluvia sí pero insuficiente para devolverle al lago Poopó su magnificencia.
Debemos retornar tras una hora y media de viaje dentro de lo que fuera el lago
Poopó.
Un panorama distinto
aunque desalentador es el que se vive en el lago Uru Uru. El agua que aún queda
refleja el cielo y parihuanas, patos y otros animales completan el panorama de
esta otrora gran masa de agua masa de agua de 214 kilómetros
cuadrados y una profundidad de 1,5 metros , ubicada al sudeste de la ciudad de
Oruro y que se encuentra dividido por la línea del ferrocarril que va desde
Oruro a Uyuni.
Pero esta situación
está marcada por la fragilidad que ya fue anunciada por expertos en sentido de
los graves daños que está provocando la contaminación minera, especialmente de la mina Kori Chaca y
la descarga de aguas ácidas de la mina San José , a lo que se suma la descarga de
aguas servidas de la ciudad de Oruro que consiste en 200 litros por segundo.
A este panorama se
suma el cambio climático con sus altas temperaturas, lluvias escasas y alta
evaporación que ha generado un déficit hídrico, ello, según los expertos,
junto a la sedimentación del lago, que provoca que no circule el agua y aumente
peligrosamente la temperatura de la misma y reduzca el oxígeno, pintan un
escenario dramático que podría implicar su desaparición.
“El lago aún está
vivo, tiene el caudal necesario, antes era de más de tres metros, ahora está en
1.80 en la parte central, aún hay especies como el pejerrey, karachi, mauri y
trucha, este último en poca cantidad. Lamentablemente ha bajado el
nivel y la preocupación es que pueda suceder lo mismo que con el Poopo”, expresa
Juan Turoni Laplaca, representante de la Federación Departamental
de Cooperativas Pesqueras de Oruro que agrupa a 730 familias.
De la misma forma se
lamenta que la totora que crece en el lago se esté secando por la falta de
agua, lo que implica un perjuicio para el ganado y para la producción de
artesanías por parte de los comunarios de la región que usaban este material
como materia prima.
El viento sopla
intensamente en cercanías del lago Uru Uru, el sol se oculta, mientras las aves buscan
afanosamente su alimento en el agua, lo logran, aún la vida se abre paso.
Al respecto Roxana
Gutiérrez Malaga, directora ejecutiva de la Pastoral Social Caritas
Oruro lamentó la contaminación del medio ambiente en Oruro y su tristeza por la
pérdida del lago Poopó que “ahora es un desierto y que ya no brinda cobijo a
los animalitos”.
Acerca del Uru Uru la
representante del brazo social de la Iglesia Católica
en Oruro afirma “ya hemos perdido un 50% del lago, pero lo más triste es que
los animales de agua como las parihuanas están migrando y hay gran cantidad de
otras que se encuentran buscando agua en la ciudad”, finaliza Gutiérrez.
A un año de la
desaparición del lago Poopó urge que los orureños citadinos, las comunidades y
autoridades aúnen esfuerzos para ayudar a los pobladores que aún resisten y
trabajar para evitar la desaparición del lago Uru Uru, fuente de vida de la
región orureña.
Fuente: http://www.bolpress.com/2016/12/13/cambio-climatico-y-dejadez-consumen-dos-lagos-el-poopo-y-el-uru-uru/
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