“Diciembre del 2001: el faro de la resistencia”
Tras un nuevo aniversario del estallido social de diciembre del
2001, Enredando las mañanas dialogó con Adrián
Piva, sociólogo, investigador del Conicet y profesor de la UBA, autor de
varios libros sobre la Argentina actual, quien reflexiona sobre los hechos del
2001 y los lee en clave actual frente al contexto de un nuevo gobierno
neoliberal.
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¿Qué balances se puede hacer respecto
de los sucesos del 2001 y cuáles fueron las causas de que se desencadene una
crisis tan aguda en el país?
Uno puede analizar este suceso parado
de distintas perspectivas, por un lado, por el lugar que ocupo en el proceso de
resistencia a la ofensiva neoliberal en los ´90, por el otro, pensándolo en
relación al período que se abrió posteriormente, y a partir de estos dos puntos
de partida pensar en qué medida el proceso del 2001 está cerrado o continúa
abierto.
La primera perspectiva, la de la
resistencia, refiere a que el 2001 es sin duda el punto más alto de un periodo
que se inicia en 1996/1997 con los cortes de ruta en Cutralcó, en Salta y
demás, y que rompe con lo que fue un periodo de derrotas de la primera mitad de
la década con la hiperinflación y en un contexto internacional de derrota con
la caída de los socialismos reales, etc.
Los primeros años de los ´90 fueron
una seguidilla de derrotas, a partir del ´96 empieza a cambiar el sentido por
lo menos en el resultado de los enfrentamientos, empiezan a aparecer una serie
de victorias parciales y un proceso de cierta recomposición de la acción de
distintas fracciones de los trabajadores, especialmente la emergencia de los
movimientos sociales, y 2001 representa en ese sentido el punto más alto de esa
resistencia y un límite a esa ofensiva neoliberal, y a una salida de la crisis
que se había iniciado a fines del ´98 que se desarrollaba a través de reducción
de salarios nominales, recorte del gasto público, etc.
Al mismo tiempo que fue resistencia,
la crisis del 2001 abrió un periodo posterior que fue condición de posibilidad,
un periodo de recomposición de las organizaciones sociales, y de condición de
posibilidad en el sentido de obtener ciertas concesiones o ciertas conquistas,
aunque limitadas en el periodo.
Después el problema sobre que sigue
abierto y que se cerró de lo que pasó en el 2001 sigue en debate, sobre todo en
estos días. En principio a partir del 2011 se vio claro que cierta capacidad de
bloqueo al ajuste seguía presente por un lado, es decir al gobierno
kirchnerista le costó bastante cuando intentó ir en el sentido de lo que llamó
primero sintonía fina o posteriormente cuando en el 2014 intentó una vía
gradual de ajuste con la devaluación de enero del 2014.
Este año, a pesar
de que se creó cierto consenso masivo de que se necesitaba el ajuste y demás,
es visible que continúa presente una capacidad de bloqueo al ajuste, lo vemos
en los retrocesos que tiene que hacer el gobierno. Y lo mismo puede decirse de
la facilidad con que los conflictos derivan
en situaciones de acción directa, de corte de calle, de ruta, ocupación de
edificios, esa facilidad para transitar el camino del conflicto es también un
legado del 2001 que sigue presente.
¿Cómo se analizan esas formas de
movilización y situaciones de acción directa en las calles, dinámicas
asamblearias, etc., hoy tantos años después en un contexto de fuerte ajuste y
con un gobierno de derecha?
En ese sentido lo que se abrió
después del 2001 tiene un carácter ambiguo o paradójico, por un lado pareciera
que existió una institucionalización del conflicto, tanto de los trabajadores
formales a través de las negociaciones colectivas, pero también del
conflicto de los movimientos sociales, a través de la incorporación
política de una parte de ellos al kirchnerismo, y a partir de una participación
más fuerte del ministerio del desarrollo social, negociando con las
organizaciones sociales, eso se vio más durante este año.
Sin embargo, no
dejó de existir resta tendencia a la acción directa y eso se ve en la facilidad
que se producen fenómenos de movilización masiva, esto es algo que está
naturalizado, la ocupación de edificios, la dificultad del gobierno para
aplicar el protocolo anti piquetes, eso muestra que, más allá de la decisión
política hay una dificultad del gobierno de aplicar su capacidad represiva, y
no quiero decir que no hubo represión porque la hubo y sigue habiendo, pero
efectivamente el gobierno tiene límites para llevarla adelante y eso es un
legado del 2001.
También el hecho de que, por ejemplo,
en las huelgas en el sector obrero formal y ni hablar en las movilizaciones que
se producen en los movimientos sociales, pero también en sectores de la clase
media, rápidamente se producen fenómenos de desborde de las vías
institucionalizadas y creo que eso es una reserva importante que muestra que no
hubo una derrota del 2001 que desarticulara ese proceso de acumulación con los
límites que tuvo.
¿Qué factores crees que incidieron
para que la resolución de la crisis del 2001 se haya dado a través del proyecto
encarnado por el kirchnerismo?
Yo creo que en ese sentido hay que
tener en cuenta que gran parte de los actores que iniciaron el proceso de
movilizaciones que se inicia en el ´96/´97 tenían como proyecto político,
implícito o explicito, la recomposición del “mítico estado peronista”, había
una orientación en ese sentido de una parte importante de los movimientos y de
los trabajadores que participaron de ese proceso.
Es cierto que hay
todo un sector de lo que se ha hecho llamar nueva izquierda que emerge en ese
proceso, y hay también una cierta crisis de representación que se manifiesta a
través de vías más autónomas, asamblearias, etc., pero no hay que perder de
vista que la resistencia al neoliberalismo, también fue un marco que ocultó
ciertas diferencias estratégicas profundas que seguían estando. En muchos
movimientos sociales la expectativa de la reconstitución de un lazo entre el
estado y los trabajadores, similar a como se representaban la idea del estado
peronista, estaba presente. En ese sentido no creo que sea tan difícil de
entender que cuando emerge la posibilidad de un proyecto que se presentaba como
nacional popular, que remitía esa tradición, muchos movimientos sociales y
trabajadores se vieron convocados.
Algunas lecturas consideran al
gobierno de Mauricio Macri como un regreso tal cual de la década de los 90
otras hacen algunas diferencias, ¿cómo lo interpretas vos?
Soy bastante crítico de esas miradas que
asimilan muy fácilmente lo que está pasando ahora con los ´90, y eso va más allá
de la discusión sobre si los personajes que ocupan puestos de gobierno son o no
son neoliberales. Efectivamente hay políticas que nos pueden hacer acordar a
los ´90, pero hay que recordar que ajustes hubo siempre, antes del
neoliberalismo, en la década del ´60 en pleno periodo keynesiano era bastante
habitual que en los momentos de crisis se dieran procesos de ajuste bastante
parecidos a estos, devaluación, inflación, caída del salario real, reducción
del gasto, en sí mismo eso no es neoliberal, es un típico ajuste capitalista en
condiciones de crisis.
Por otro lado creo que el gobierno
más allá de las intenciones que tenga tampoco puede llevar adelante el conjunto
del programa que se propone, por ejemplo rápidamente salió de la discusión el
programa de la reforma laboral, no estoy diciendo con esto que hay que bajar
los brazos, pero uno ve bastante difícil que en estas condiciones y en plena
negociación con la CGT pudieran avanzar en una reforma laboral como la de los
´90, que lo van a seguir intentando seguramente sí.
Lo mismo pasa con el déficit y el
ajuste, los límites que encuentra el ajuste tienen como contracara la
persistencia de déficit y la vía al endeudamiento que no tienen el mismo
significado de los ´90, porque en los 90 el endeudamiento venía a respaldar la
continuidad de la convertibilidad. Acá el endeudamiento manifiesta las
dificultades que tiene el gobierno de llevar adelante el ajuste a fondo, y ya
en ese sentido tiene diferencias importantes con los ´90, por lo menos hasta
hoy.
La principal
diferencia, desde mi perspectiva, es que los ´90 surgieron de una derrota muy
grande, la hiperinflación del ‘89 completó la derrota de la dictadura militar,
y la clase obrera salió muy debilitada, tanto que todavía no se recuperó, la
clase obrera de hoy está muy debilitada aun respecto a la de los ‘80 y ni halar
de la de los ‘70. Fue una derrota muy profunda que permitió que se desplegara
la ofensiva neoliberal, y el gobierno de Macri no viene de una derrota de esas
características, y esa es la diferencia central, eso es lo que impide que este
gobierno pueda ser igual a la de los ‘90.
¿Cuál es hoy el lugar de las
organizaciones que surgieron o se visibilizaron en los años posteriores al
2001, que pusieron en cuestión las formas de hacer política, la construcción a
nivel territorial de poder popular? ¿Qué rol pueden jugar hoy en la
ofensiva al macrismo?
Hoy esas organizaciones son incluso
un actor que tienen que reconocer institucionalmente y eso marca una diferencia
muy importante. Esas organizaciones que nacieron en las rutas, y surgieron a
partir de represiones que generaron muertes y demás hoy tienen que ser
reconocidas como interlocutores por el Estado, no puede entonces ser lo mismo
en la medida en que el proceso de acumulación que se generó desde ese momento
no fue revertido radicalmente, mas allá de que haya un retroceso táctico hoy.
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