La deuda pública y el
sistema fiscal como
mecanismo de
desposesión en América Latina
1 de diciembre de 2016
Por Francisco Navarro(CELAG)
En la actualidad, el sistema capitalista
tiene distintos mecanismos de apropiarse de la riqueza generada, mecanismos que
son complementarios a la explotación del trabajo asalariado. Con el objetivo de
recuperar y aumentar la tasa de ganancia, el poder de las oligarquías y el
dominio en el campo ideológico, el sistema genera toda una serie de procesos
que tratan de garantizar su reproducción material y de clase. El geógrafo David
Harvey lo ha denominado como la etapa de la desposesión, entendida como una
situación en la que se intensifican los mecanismos a través de los cuales se
expolia al trabajador del excedente que ha logrado retener mediante su salario.
Así, el capital logra recuperar en el ámbito de la circulación parte de lo que
se le ha escapado en el ámbito de la producción, que es donde se reparte el
excedente.
Las formas de desposesión son múltiples y cada
una puede tener distintos actores y procedimientos. El aumento inducido de los
precios de los productos necesarios para la vida, los procesos de
mercantilización y privatización de servicios públicos universales como la
salud y la educación, los sistemas impositivos regresivos e injustos, los intereses
de la deuda pública y privada, el control sobre los medios
de comunicación y la cultura, son ejemplos de estos mecanismos de desposesión
sobre los distintos espacios de nuestra vida personal y colectiva, tanto en el
ámbito material como en el político e ideológico.
En cada economía, y en
distintos momentos históricos, los mecanismos de desposesión utilizados con más
intensidad varían, por lo que es necesario analizarlos y sacarlos a la luz [1].
De hecho, cuando en el libro “La mano visible del mercado” Pasqualina Curcio
desentraña rigurosamente las armas económicas utilizadas contra Venezuela, está
vislumbrando los distintos mecanismos de desposesión del bienestar material y
derechos de soberanía que las clases dominantes están aplicando sobre las clases
populares venezolanas [2].
Uno de los mecanismos de desposesión más
efectivos y más utilizados es el del endeudamiento público en coordinación con
un sistema de impuestos regresivos. Este instrumento funciona con más
intensidad cuando debido a la crisis generada por las contradicciones
intrínsecas de la acumulación capitalista, el Estado ve disminuir
sustancialmente sus ingresos tanto por la caída de la recaudación de impuestos
como por la venta directa de productos, como es el caso de la mayoría de países
en Latinoamérica con la caída de los precios de las materias primas.
Simultáneamente, el Estado puede decidir políticamente aumentar el gasto
público para hacer frente a las consecuencias sociales de la crisis y la
reactivación económica. Es fácil entender que en esta situación un Estado pueda
incurrir en déficit fiscal y requiera financiación. Ésta puede venir del
sistema financiero nacional o internacional (deuda pública interna o externa),
sabiendo que para los países latinoamericanos la primera suele ser en moneda
nacional y la segunda en dólares, pero que por ambas habrá que pagar un tipo de
interés que viene determinado por los llamados “mercados” [3] con la estimable
colaboración de las agencias de calificación (a las que desentrañamos desde
Celag en un reciente artículo [4]).
Estas tasas de interés son especialmente altas
para América Latina y su determinación no se corresponde ni con el nivel de
endeudamiento público (un 34,7% en 2015, muy inferior al de los países
centrales y que tienen tasas de interés mucho más favorables), ni con las
cifras macroeconómicas de crecimiento, ni con la capacidad y el cumplimiento de
los pagos [5]. Estos elevados tipos de interés se corresponden con la
correlación de fuerzas existentes en el sistema financiero internacional y que
sitúa a Latinoamérica en una situación geoeconómica debilitada y frágil frente
a los movimientos financieros especulativos. Más adelante volveré a este punto.
Toda esta situación descrita intensifica el
crecimiento de la deuda pública, para el pago de la cual tendrán que destinarse
cada vez una mayor cantidad de recursos públicos presentes [6] y futuros. En
última instancia, estos recursos se obtienen a través de los impuestos y de la
venta, principalmente, de materias primas. En otras palabras, esta deuda
pública son derechos que el sistema financiero tiene sobre la riqueza presente
y futura de la economía real. Por un lado, sobre el valor creado por los
trabajadores que tendrán que dedicar parte de su jornada de trabajo futura a
pagar unos impuestos que servirán para cumplir con las obligaciones de la deuda. Y , por otro lado,
es un derecho sobre los recursos naturales del país que serán vendidos para
hacer efectiva esta obligación.
Es así como la deuda pública se convierte en
un mecanismo muy eficiente de transferencia de renta y riqueza de la población
al capital financiero. Este mecanismo de redistribución a favor del capital es
más eficiente, y más injusto socialmente, cuanto más regresivo es el sistema
tributario, es decir, cuanto mayor es el esfuerzo y la participación de las
clases populares en la
recaudación. El informe de la CEPAL sobre el panorama fiscal
de América Latina para el 2016 pone de manifiesto que el sistema impositivo de
la región se caracteriza por su regresividad y por no recaudar lo que podría,
en especial a las rentas más altas y al capital: la recaudación impositiva en
la región no llega al 19% del PIB (muy lejos del 35% de media de los países de
la OCDE), el grueso de esta recaudación recae en impuestos indirectos suponiendo
un mayor esfuerzo para las clases populares [7], los impuestos directos no
alcanzan un tercio del total recaudado siendo muy baja la tasa media pagada por
las rentas más altas (según el informe el 10% más rico paga un 5,4% efectivo),
los impuestos sobre el beneficio para las grandes empresas son ridículos y
llenos de bonificaciones, y el impuesto sobre el patrimonio, que grabaría a las
clases más acomodadas, es casi inexistente.
Con este panorama queda claro el potencial de
desposesión para la población de la región que supone el mecanismo de
endeudamiento público en coordinación con el sistema fiscal latinoamericano. En
este sentido, vale la pena destacar que durante la actual crisis del sistema
capitalista el endeudamiento de la región ha venido protagonizado
principalmente por un endeudamiento interno en la moneda nacional de cada uno
de los países. Este hecho ha provocado que en poco más de una década el peso de
la deuda pública interna sobre la deuda pública total haya pasado de suponer el
35% al 70% actual [8]. Este hecho pone de manifiesto que se está produciendo un
cambio en cuanto a los actores protagonistas de este mecanismo de desposesión,
en el que el capital financiero-bancario de los países de la región (o al
menos, filiales de la banca internacional que operan en territorio
latinoamericano) ha ganado importancia como receptor de esta riqueza desposeída
a la población. Como
se ha puesto de manifiesto desde Celag en artículos anteriores, la banca es el
gran ganador en este siglo XXI en América Latina [9].
Para concluir, hay que tener presente que la deuda pública como arma de
desposesión no sólo constituye un mecanismo de transferencia de renta de abajo
hacia arriba, sino que históricamente ha sido un instrumento realmente poderoso
para condicionar e imponer a los países políticas económicas de corte
neoliberal,
y América Latina tiene una amplia experiencia en la materia. Actualmente este instrumento sigue más fuerte que nunca y debemos
volver a mencionar el protagonismo en este campo de las agencias de
calificación. Agencias cuyos análisis están ampliamente desacreditados y que
estratégicamente en muchas ocasiones responden a factores políticos e intereses
del capital financiero. Esto supone una desposesión en el ámbito de la
soberanía política de los países y, por lo tanto, de su población. Decía al
comienzo de este artículo que la desposesión no se produce exclusivamente en el
ámbito material de la vida humana, sino que tiene una incidencia directa en el
campo de los derechos políticos de la población, que lógicamente, en última
instancia, tendrá un impacto sobre sus condiciones materiales. Es
imprescindible analizar estos procesos en su totalidad para determinar el
alcance de los distintos mecanismos de desposesión que operan en la región, sacarlos
a la luz y hacerles frente desde los distintos espacios de lucha política.
Notas:
[1] En los años ochenta, el endeudamiento
externo fue uno de los mecanismos de desposesión más exitosos en Latinoamérica,
puesto que no solo generó una transferencia de renta colosal hacia el capital
financiero internacional sino que abrió la puerta a la intensificación de otros
mecanismos como la mercantilización y privatización de servicios públicos y la
apropiación de la explotación de los recursos naturales por el capital privado.
[2] La autora destaca principalmente cuatro
mecanismos: el desabastecimiento programado de bienes esenciales, la inflación
inducida, el boicot en el suministro de bienes de primera necesidad y el
embargo comercial encubierto.
[3] Los mercados son un entramado de empresas
del sector financiero internacional: bancos, gestoras de fondos de inversión,
aseguradoras, fondos de pensiones, fondos soberanos, fondos de capital riesgo,
etc. El negocio de todos ellos consiste en la obtención del máximo beneficio
mediante la concesión de préstamos a los Estados (de todos los niveles
territoriales) y empresas pública y privadas.
[5] Es de sobra conocido, aunque siempre es
necesario recordarlo, que la mayoría de dificultades de pago de la deuda
externa de los países latinoamericanos han venido por factores especulativos y
políticos con intereses en los países centrales.
[6] Por ejemplo, de acuerdo al Comité para la
Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM) en el 2013 Brasil destinó el
42,2% del presupuesto público al pago de la deuda, Argentina destinó el 38,4% y
Colombia el 24,3%.
[7] Aunque hay excepciones como Venezuela,
Bolivia y Ecuador que se han apoyado más en la riqueza derivada de las rentas
de los recursos naturales que en los impuestos sobre el consumo. No obstante,
estos últimos siguen siendo más importantes que los directos.
[8] Para una muestra de países de referencia
de la región: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Venezuela.
[9] http://www.celag.org/la-banca-y-su-mano-invisible/ y http://www.celag.org/informe-las-ganancias-de-la-banca-privada-en-america-latina/
Este artículo ha sido publicado en http://www.celag.org/la-deuda-publica-y-el-sistema-fiscal-como-mecanismo-de-desposesion-en-america-latina/
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219887
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