Santiago Maldonado y “la grieta”
3 de agosto de 2018
Por Miguel Mazzeo
Santiago Maldonado lo puso en evidencia.
Desnudó algunas tramas. Mostró cuan velados en su politicidad estaban algunos
conflictos. Es cierto que existe una grieta en nuestra sociedad. Es muy
profunda, prácticamente insondable. Hay palabras que se oponen. Cuerpos que se
repelen. Visiones del mundo y la vida incompatibles e irreconciliables. Dos
argentinidades.
La grieta se ensancha día a día. Y celebramos
que eso pase. Porque la realidad, que en el fondo siempre es fatal, se torna
más clara y se achican los espacios para la perplejidad, la ambigüedad y la mentira. Bienvenido
el tiro en la boca de la indiferencia. Bienvenida la encrucijada. Porque
obliga a algunos al deslinde nítido y nos obliga a nosotros a repensar un
conjunto de conflictos cotidianos como ámbitos de disputa política.
La grieta es mucho más que la distancia que
separa al gobierno de la oposición (una parte por lo menos), a la derecha del
“progresismo”. Es algo más sustancial. Es el antagonismo de los proyectos de país y de
sociedad. Es la lucha de clases, por supuesto, pero con un plus. O varios. Por
ejemplo: es lucha entre los procesos de subjetivación desde abajo y los
procesos de desubjetivación desde arriba. O entre las representaciones
construidas horizontalmente y las representaciones impuestas verticalmente
desde los grandes medios de
desinformación.
Es bueno que la grieta se torne cada vez más visible, que se reconozca en detalle la topografía de cada orilla y el contenido de lo que las separa. Esa visibilidad atenta contra la eficacia de las estrategias que promueven las convivencias infundadas, o las convivencias fundadas en la opresión, en fin: la promiscuidad entre los dominados y los que dominan, entre los que aman y los que menosprecian.
Es bueno que la grieta se torne cada vez más visible, que se reconozca en detalle la topografía de cada orilla y el contenido de lo que las separa. Esa visibilidad atenta contra la eficacia de las estrategias que promueven las convivencias infundadas, o las convivencias fundadas en la opresión, en fin: la promiscuidad entre los dominados y los que dominan, entre los que aman y los que menosprecian.
La grieta exhibe lo que hay de un lado y del
otro: los sentimientos altruistas y la insensibilidad; lo que religa y lo que
disgrega; lo que empareja y lo que reproduce las asimetrías; la indocilidad de
los dignos y la indignidad de los constructores de obediencia y sumisión, la
ética y el pragmatismo; la pulsión de vida y la pulsión de muerte; lo humano
(amor, amistad, valentía, dignidad) y lo inhumano (opresión, violencia,
crueldad); las genealogías plebeyas y las genealogías opresoras (la grieta
tiene historia y se pueden confeccionar cadenas retrospectivas con cada uno de
sus polos), la patria y el mercado, la patria y el patrioterismo fascistoide,
la verdad y el embuste.
De un lado la nobleza de Santiago, la ternura
de su familia, la solidaridad de sus compañeros y del otro lado la indolencia
moral de Mauricio Macri, la impasibilidad de estatuas de sus funcionarios, la
voracidad de los empresarios. De un lado corazones trepidantes, tibios nidos,
del otro lado corazones que son como baúles viejos y llenos de pura penumbra.
De un lado el pueblo mapuche, del otro Benetton y especies similares.
El gobierno de la derecha carece de recursos
políticos y simbólicos para disimular la grieta, para mantenerla en un punto
equilibrio apelando a paraísos de convivencia artificiales. Esa es una gran
diferencia con el gobierno anterior. El gobierno de la derecha no posee la
capacidad de simbolización para metabolizar la grieta real. Y la ensancha. Carece
de mitos seductores que instituyan horizontes de expectativas comunes y sus
fetiches son lúgubres. Sólo puede crear un “nosotros” banal u obtuso y oscuro.
Los límites de su lenguaje son los límites de su mundo, del particularismo que
expresa y defiende. De este modo, termina haciendo lo que no quiso hacer el
gobierno anterior, poner en evidencia la grieta. Polarizar
a la sociedad. Le
queda a la derecha la tarea de repolarizar simplificando y sintetizando los
altos grados de diferenciación que existen en nuestra sociedad. Tal vez la
ineslasticidad política e ideológica de la derecha ayude a muchos y a muchas a
entender y a entenderse. Tal vez puedan dar el salto desde el trampolín
ontológico de la conciencia y pasar a ser actores conscientes y dejar de ser
subproductos y cómplices; para que, como decía Emil Ciorán, vivir equivalga a
la imposibilidad de abstenerse.
Ahora las máscaras se caen. Y aparecen los
rostros verdaderos.
Lanús Oeste, 21 de Octubre de 2017
Fotos: Colectivo Manifiesto para La tinta.
Fuente: http://contrahegemoniaweb.com.ar/santiago-maldonado-y-la-grieta-2/
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