Movimientos sociales, proceso de cambio
y anticapitalismo
13 de julio de 2015
Por Julio Gambina (educacionyeconomiasocial.ning.com)
Hace muy poco comentamos que la encíclica papal “Laudato Sí”
habilitaba y legitimaba un debate relativo al impacto del modelo productivo
sobre el planeta tierra, y sobre el metabolismo de la naturaleza, incluyendo
por cierto a la producción y reproducción de la vida humana.
Ahora, en la reciente visita por la región, y
especialmente en su discurso en Bolivia ante miles de activistas de movimientos
populares, el Papa Francisco hizo formulaciones muy críticas al funcionamiento
de la economía actual, destacando en especial la dominación del mercado, del dinero
y del capital. Al mismo tiempo reivindicó las experiencias para producir y
reproducir la cotidianeidad y la vida por parte de los trabajadores, los
campesinos, los pobres.
En la encíclica y en el reciente discurso papal puede leerse una
crítica a la realidad contemporánea de la organización económica de la sociedad
mundial. Los receptores directos del mensaje trascendían a la comunidad
católica o cristian a. Quienes lo
escuchaban de cuerpo presente era parte importante del activo social militante
que en este Siglo XXI construyó las condiciones de cambio político en
Nuestramérica, más allá de su condición religiosa, siendo creyentes o no. Es
cierto que la prédica trascendía a los presentes, incluso a los religiosos del
mundo, e interviene en el debate civilizatorio actual.
Por esa razón, queremos insistir desde nuestra
interpretación, sustentada en la crítica al régimen del capital inaugurada con
Carlos Marx en el Siglo XVIII, que el problema es el capitalismo en sus más de
cinco siglos de existencia, y por ende, la producción capitalista, lo que
supone las relaciones mercantiles capitalistas, las relaciones de explotación
del capital sobre los trabajadores y el saqueo del inversor capitalista sobre
los bienes comunes. El problema no es el mercado o el dinero en sí, sino el
mercado capitalista y el dinero en tanto forma fetichizada del valor. No puede
entenderse al mercado actual o a las funciones del dinero en nuestro tiempo sin
una crítica sustancial al capitalismo.
No se trata de una cuestión moral, sino
atribuible a las relaciones de explotación y saqueo, a la acumulación por
desposesión, lo que genera beneficiarios, pocos, y perjudicados, muchos.
Tierra, Techo y Trabajo como ejes centrales del discurso papal
remiten como problemas sociales al proceso de acumulación originario del
capital, con la violencia expropiadora de la Tierra a los pueblos originarios,
que junto al perdón de los expropiadores, demandan la reparación histórica y cuestionan la
propiedad privada.
Es la expropiación y apropiación de la tierra lo
que genera el problema de la vivienda y la demanda por el Techo de los
empobrecidos. No existen los sin techo si no se explica la propiedad.
El régimen del capital
necesitó de la expropiación de la Tierra y la condena a vivir sin Techo de parte
importante de la población, en simultáneo a la emergencia del Trabajador
asalariado, condición necesaria para la explotación capitalista. El mercado
inmobiliario es resultado de la acumulación capitalista y por ende, de la
apropiación privada de las tierras poseídas colectivamente. La especulación
inmobiliaria es solo un producto de la compra y venta de tierras históricamente
apropiadas privadamente.
Puede seguirse a Marx en El Capital para
entender la expropiación de la población rural europea para constituir al mismo
tiempo al obrero libre que demandaba la relación capitalista de producción. Del
mismo modo podemos remitir a la historia de la Argentina que asocia la
conquista de los territorios, el aniquilamiento de la población originaria y el
proceso de inmigración para ofrecer al mercado capitalista en ciernes la fuerza
de trabajo necesaria para la valorización de los capitales locales y externos.
No resulta distinto hoy la búsqueda de fuerza de trabajo barata y abundante
dotación de bienes comunes por parte de capitales excedentes en el mercado
mundial y que define el proceso de los países emergentes como ideario deseable.
El proceso de acumulación por desposesión que describe David Harvey es
consustancial al orden capitalista.
El orden del capital requiere la subordinación de las condiciones
materiales y subjetivas de la producción para asegurar la valorización. Aun
antes de los clásicos de
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