Llega la Frackanpada,
Acampada Internacional antifracking
Los movimientos se demuestran andando
13 de julio de 2015
13 de julio de 2015
Por Luís Karlos García (Diario de Noticias de Álava)
Vitoria, mediados de junio de 2015: Javier Maroto huye
a su exilio dorado. Finales del mismo mes: una ley antifracking es
aprobada por el Parlamento Vasco. Muy bien, cierta alegría difícilmente
disimulada. ¿Y ahora qué? ¿Misión cumplida?
Otoño de 2015 puede marcar el punto de fuga de
los antagonismos sociales. En la actitud que tomen los movimientos a partir de
este verano podrá calibrarse su grado de madurez. Si optaran por rebajar perfil
y replegarse, demostrarían que siguen sin poder ser motor de cambio, sólo -a lo
sumo- meros reactivos. Ha estado bien fijarse objetivos más o menos factibles
en torno a los que hacer pivotar la movilización, pero es momento de sentar las
bases de lo que debe ser un gran combate cultural: sobre políticas sociales y
derivadas, sobre modelo energético y otras hierbas, etc. Por eso no viene nada
mal una cita como la de
Subijana , la Frackanpada (Acampada Internacional contra el
fracking y las políticas extractivistas).
La hegemonía está abrumadoramente en manos de discursos
regresivos. El problema de fondo es que no sólo los 36.000 votantes de Maroto
sino buena parte del resto comparten la esencia del relato racista, y que
parecido ocurre con el imaginario desarrollista. Por tanto, se trata de librar
una batalla lenta, con mucha paciencia y mano izquierda (dado que hay partir de
cero, a la vista de que la mentalidad neoliberal nos ha atravesado de un
costado a otro) y con suma audacia (solo sirven ya formas nuevas: “O inventamos
o erramos”, que dijera Simón Rodríguez). Pero hace falta más que todo eso.
Saquemos consecuencias desde lo que ha
funcionado a lo largo de este curso, según el ejemplo de las dos luchas
citadas: el movimiento social operando como palanca y vanguardia; y lo
político-institucional a sus órdenes, como diría David Fernández (CUP),
a modo de Caballo de Troya. Dicho de otro modo: “La estrategia está abajo, lo
táctico está arriba”, tal y como le señalaba Toni
Negri a Pablo
Iglesias. Esto es: lo social marca el sentido, y lo político intenta ayudar
diciendo cómo, qué instrumentos hay. Lo que aquí se juega es mucho: es que la
política sobreviva en base a una fórmula nueva de acción colectiva o muera
sumida en lo que significa la fórmula-Maroto, que no es como tal xenofobia (eso
es el señuelo, el instrumento: el dedo), es mucho más (son las malditas tramas
del neoliberalismo aplastante: la Luna).
Movimientos y partidos
La reflexión sobre el movimiento social es, pues, hoy por hoy, de
muy largo alcance y con inusitadas implicaciones. Si se quiere mirar desde la
otra orilla (la político-institucional) acaba de quedar muy claro que lo
político no puede solo. Primero de todo, porque hoy menos que nunca no existe
la autonomía de lo político, antes bien, el cercamiento de lo político a manos
del vector económico es ya despótico. Es por ello que ciertos partidos que
orbitan a la izquierda no pueden plantearse ocupar las instituciones sin más,
como lo hacen los de centro-derecha: o piensan en otros resortes que coadyuven
o se hunden. Son fácilmente arrumbados porque precisan -al menos- de unos
movimientos con músculo que condicionen el tablero y así los Gobiernos puedan
actuar.
El problema es de base. No es acceder a los
Gobiernos y esperar que, simplemente, un buen programa funcione bien. Es ingenuo. Si no hay un
modelo global con el que responder a la potencia de fuego mediático de las
élites, si no se dispone de un proyecto estratégico claro, definido, trabajado
y experimentado, no hay nada que hacer; esto es: jamás se podrán implementar
políticas de residuos, energéticos o sociales acertadas si falta el sustrato
cultural que las sostenga, y tal humus solo lo pueden facilitar los
movimientos.
¿Ahora qué? Como se ve, hay tarea en la producción colectiva de
nuevos códigos. Y por si no se habían dado cuenta: no estamos aquí (sólo) por
el fracking, era obvio que no nos conformaríamos con una ley, queremos
cuestionar la matriz energética que vertebra el modelo socio-económico que nos
maltrata. El objetivo táctico es detener el fracking, pero el estratégico pasa
por extender una subjetividad capaz de confrontar con las élites extractivistas
causantes de buena parte de los males que nos asolan. Hay quien se baja en la
primera estación y ya es un gran éxito, mas la única solución pasa por la segunda. Los
movimientos se demuestran andando y es momento de verificarlo.
Luis Karlos García, periodista y miembro del
movimiento vasco antifracking.
Fuente:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=201040
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