San Juan,
el mejor alumno de la megaminería
1ro
de abril de 2017
San Juan es el modelo minero por excelencia que
tiene el país y el mundo, tanto respecto a las consecuencias sociales como a
las ambientales. Campañas publicitarias de las mineras basadas en la
"responsabilidad social" y un Estado y un sistema de medios aliado a las transnacionales son algunas
características del extractivismo minero. Luego de 11 años de minería a cielo
abierto, las promesas de progreso continúan siendo una ilusión y los derrames
de "solución rica o cianurada"
se han convertido en un hecho constante.
Por
Guillermo Alamino, desde San Juan, para
ANRed.
La megaminería ingresó en la provincia sin
ningún tipo de consulta popular y con grandes expectativas de desarrollo y
bienestar. Las multinacionales no obtuvieron licencia social, pero ejecutaron
tareas comunitarias con el fin de obtener un crédito social. "Diversas
acciones, muchas de ellas articuladas a escala regional, se fueron desarrollando
con el objetivo de generar, lo que Mirta Antonelli denomina estrategias
corporativas de fabricación del crédito social", explica la investigadora Marian Sola
Álvarez en una nota publicada en la revista Pulso Ambiental
de FARN. De este modo, Barrick ayudaba a los productores facilitándoles un
secadero de tomate, organizaba cursos de computación, construyó un polo
ganadero en Jáchal, colaboró en edición de libros, etc. A estas acciones se
sumó la cooptación de prácticamente todas las instituciones de San Juan: medios de comunicación a través de jugosas pautas
publicitarias, establecimientos educativos, poderes del Estado (Ejecutivo,
Legislativo y Judicial), partidos políticos, la Iglesia, etc. La democracia
quedó restringida y este escenario estuvo naturalizado durante los últimos
años. El "Consenso de los Commodities" logró instalarse y se promovió
a la megaminería como única alternativa de desarrollo.
Sin embargo, esta actividad económica tiene un
poco más de 10 años mientras que la agricultura o la agroindustria fue
protagonista durante los siglos pasados. El agro junto a la ayuda de la Nación
pudo levantar a San Juan de dos grandes terremotos. Antes, el cantonismo había
elaborado políticas económicas de avanzada, a través del intervencionismo
estatal en la economía y diversificando la producción. Se
inauguró la Azucarera de Cuyo, la Marmolería y la Bodega del Estado. ¿Una
azucarera en San Juan? Si, en algún momento la creatividad superó el fatalismo
que hoy impera en gran parte de la clase política. San Juan era un faro de luz
en cuanto a la concreción de derechos sociales, cívicos y programas económicos.
En cambio, hoy la decadencia es lo que se visibiliza ante el mundo. El aparato
megaminero quiso borrar la historia local.
Los últimos datos del INDEC evidencian la
pésima situación social de la jurisdicción cuyana: 43,5% de pobreza y 5,8% de
indigencia. Si esto es progreso, no hace falta imaginar cómo será el atraso.
Existen tres proyectos mineros en etapa de explotación: Veladero, Casposo y
Gualcamayo. Barrick ya tuvo 4 accidentes admitidos y sigue operando en la
cordillera, mientras Uñac hace honor a su antecesor amparando a rajatabla el
esquema minero impuesto por Menem y continuado por los Kirchner y Macri.
San Juan merece la oportunidad de discutir
otro modelo económico, que respete la naturaleza y las decisiones de las
comunidades. Ninguna corporación o gobierno debe resolver unilateralmente el
destino de una sociedad. Hay que cambiar el rumbo para evitar sucesos peores.
El abismo no está lejos, la solución tampoco.
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