Entrevista
a Ricardo Antunes, sociólogo
“La
degradación institucional brasilera llegó a su punto más agudo”
12
de abril de 2016
Por Raphael Sanz y Valéria
Nader (Correiro da Cidadania)
Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa
-Correio da Cidadania: ¿Cuál es su evaluación de la crisis
política acentuada a partir del último día 4, con la conducción coercitiva del
expresidente Lula a la
Policía Federal , y la nominación de Lula para la Casa Civil y la
secuencia del proceso de impeachment de la presidenta Dilma Rousseff ?
¿Podemos hablar de un golpe parlamentario, como usted sugirió en una entrevista
para este Correio en noviembre de 2015?
Ricardo
Antunes: De hecho estamos viviendo una situación brasilera muy diferente y
profundamente critica si comparamos con el escenario que estábamos viviendo
desde mediados de los años 80, cuando comenzó el proceso de la llamada
“apertura” y, después, con las elecciones directas en 1989, que iniciaron un
período relativamente democrático en Brasil. El cuadro se acentuó profundamente
en 2015 por tres o cuatro elementos que valen ser indicados.
El primer elemento fundamental es que se cerró el ciclo de
gobierno del PT, que comenzó con Lula en sus dos primeros mandatos, siguió con el
mandato primero de Dilma y ahora este segundo de ella. A poco más de un año y
algunos meses de inicio del segundo mandato, la crisis llega a su punto más
profundo.
¿Y por qué llegamos a esa crisis del gobierno
PT?
Primero porque todo el proyecto de gobierno fue construido arriba de una
arquitectura, de una ingeniería política eleborada por un maestro de la conciliación
brasilera,
es decir, Lula. Aquella idea de que ese país sólo avanzaría se fuese capaz de
organizar, vincular y aliar los dos polos de la tragedia brasilera. En un polo,
los sectores de la alta burguesía financiera, agroexportadora, industrial,
comercial y de servicios; una burguesía, por supuesto, predadora, que desde décadas
viene acumulando riquezas a través de la penuria, de la explotación y hasta
mismo de la superexplotación de la clase trabajadora brasilera.
Ese proyecto sustentado en una ingeniería
política fundada en la conciliación entre clases pretendía beneficiar a los más
ricos, minimizar el pauperismo de los más pobres y extender una ganancia
relativa a las camadas medias. Esa fue la ingeniería de Lula que lo llevó a ser
el único político brasilero, en lo concerniente a conciliación, comparable a
Getúlio Vargas en el pasado. Vargas fue por exelencia un hombre de la
conciliación, aunque el desfecho de él haya sido trágico con su suicidio en
1954. Y eso ocurrió porque en aquel momento su política de conciliación entraba
en una fase crítica.
¿Por qué esa actual política poli-classista,
de conciliación de polos opuestos de extrema riqueza y extrema pobreza, falló? Por algunos
elementos. La
incapacidad del PT de percibir la profundidad de la crisis económica, que
comenzó en 2008 y que llegó de modo devastador a los BRICS – Brasil, Rusia,
India, China, Sudáfrica–, y también a Venezuela y vecinos sudamericanos, con
más intensidad a partir de 2013, hasta tornarse una crisis profunda, como
estamos viendo ahora a partir de 2015. Además de esa crisis económica que tiene componentes
globales, ella es una crisis desigual y combinada, ocurre con más o menos
intensidad en regiones y espacios nacionales. Comenzó en el norte del mundo
-Europa, Estados Unidos y Japón, pero acabó llegando al sur y a los países
intermedios de la periferia.
Esa crisis solapó e hizo crujir el mito petista de la conciliación y
de lo que erradamente se llamó “neodesarrollismo”. Este mito neodesarrollista crujió a
partir de las rebeliones de junio de 2013, cuando el PT estaba conmemorando su
aniversario de 10 años de gobierno Lula. La degradación pública de la salud, la
educación y del transporta colectivo, sumada a otras, comenzaba a mostrar que
el mito de un país neodesarrollista que caminaba hacia el primer mundo era una
ficción desprovista de cualquier base material.
Eso hizo que hubiese aquel movimiento de
revuelta popular poli-classista, que juntó a los pobres de la periferia,
trabajadores jóvenes de servicios ultra precarizados, sectores del movimiento
estudiantil que habían creído que entrando en la universidad podrían tener un
empleo mejor y percibían la falsedad de eso; o sea, pagaban la facultad privada
por el Prouni (Programa Universidad Para Todos) para llegar a la conclusión que
aquello era un engaño y no traía empleos duraderos, ni calificados y ni
perspectiva de futuro. Y especialmente, a partir de un momento dado, comenzaron
a participar las camadas medias consrvadoras. Todo eso en una coyuntura muy
particular: la Copa de las Confederaciones, cuando la población percibió que
para iría para la FIFA lo que no venía para las políticas públicas de salud,
educación, transporte, etc.
En ese momento hubo una gran limitación de las izquierdas (de las
corrientes a la izquierda del PT), reflejada en una gran dificultad,
especialmente de los partidos de izquierda, de percibir que aquel movimiento
tenía como uno de sus elementos fundamentales una tendencia contraria a la
institucionalidad completamente corrompida. El ápice de aquel movimiento fue el
intento de entrar al Palacio del Planalto, la toma del Congreso y el
descontento posteriormente bastante politizado, a mi juicio, por las derechas.
Simultáneamente a ese cuadro de crisis política,
social y económica que golpeó el proyecto del PT, hubo el deflagar de la Operación Lava Jato ,
que devastó al PT, y que hacía que una parte importante de los recursos
públicos migrasen hacia las campañas electorales, con todos los beneficios y
enriquecimientos privados que esto genera, una vez que comienza como una
especie de corrupción política para garantizar las elecciones del PT (en la
medida que en el pasado el Partido no tenía recursos del empresariado). Poco a
poco el PT se vio completamente envuelto con los peores sectores de la
burguesía brasilera. Se creo una amalgama de intereses, una simbiosis, entre
diversas fracciones de las altas burguesías brasileras -constructoras,
agronegocio, industrial-, todo eso imbricado y comandado por el mundo del
capital financiero, que veía en el gobierno del PT el mejor de los mundos. Una
especie de gobierno semi-bonapartista que, incluso no siendo originario de las
clases burguesas, aseguraba un crecimiento para esa gran burguesía como ella
sólo había visto en los tiempos de la dictadura militar y en el gobierno
Juscelino Kubitschek. O sea, el PT se metió en un territorio pantanoso y ahora
está pataleando afuera. Es el PMDB de Temer, Renan Calheiros, Cunha y por ahí
va. Inclusive los pequeños partidos que forman una significativa escoria
política se beneficiaron del período de enriquecimiento que tuvieron en el
segundo mandato de Lula y buena parte del primer gobierno Dilma.
Cuando la crisis batió y llegó aquí de modo
duro, esas fracciones dominantes llegaron a un primer consenso: “¿En época de
crisis quien va a pagar la carga de esas pérdidas? La clase trabajadora”. Y
comenzaron a imponer al gobierno Dilma medidas todavía más duras, brutalmente
duras, contra la clase trabajadora, que agudizaron la fosa entre el gobierno
del PT y su esquema de alianzas pantanosas (el impeachment hoy está siendo
impulsado por ese mismo pantano donde se van cayendo los cuerpos). Es este
cuadro, las fracciones dominantes comenzaron a exigir que la carga de la crisis
fuese enteramente pagada por los asalariados: cortes en seguro del desempleo,
en la Bolsa Familia
y así por delante.
En ese contexto las propias fracciones
dominantes comenzaron a discutir quién va a perder menos con la crisis: una vez
que todas ellas tienden a perder un poco, a excepeción de la burguesía
financiera, que puede utilizar su dimensión especulativa y ficticia.
En un momento, las burguesías empezaron a
disputar entre si sobre quien perdería más o menos. Esto se dio en 2015, ya que
en las elecciones de 2014 Dilma todavía tenía a una parte del empresariado que
la apoyaba, en cuanto otra parte ya apoyaba abiertamente el esquema del tucanato
(PSDB), que era el de la barbarie pura y simple. Al final, el tucanato siempre
se destacó por estar dotado de una absoluta insensibilidad social (y Aécio
Neves es una expresión perfecta de esa insensibilidad social y de un privatismo
devastador).
Muy bien, ganó Dilma con el apoyo de parte del
empresariado, en tanto la otra parte estaba en la oposición. Y despúes
de su posesión en 2015, se le suma la percepción de que la corrupción venía
siendo implementada por el gobierno petista o por el PT en el gobierno y
partidos aliados (PMDB, PP, y esos varios agrupamientos de alquiler que estaban
en torno al gobierno Dilma). Fue cuando se descortinó esa corrupción profunda y
se llegó a la situación en la que se encuentran las clases dominantes hoy: de
que el gobierno, en este contexto de crisis, no interesa más.
-Correio da Cidadania: Usted afirmó en la
entrevista anterior que “el PT está siendo completamente fagocitado por una
política de conciliación a la cual se entregó de cuerpo y alma al demonio, el
capital. Ahora es vomitado y devuelto, porque no interesa mas. El demonio
quiere de vuelta a los viejos ejecutores de su política”. ¿Cómo se relaciona
esa afirmación con la actualidad de la crisis del lulopetismo?
Ricardo
Antunes: Incluso que ese gobierno haya hecho todo lo que le exigieron
desde 2003, las clases dominantes dicen que “ahora el el momento de limpiar”, o
sea, descartar un gobierno servil e introducir un gobierno propio para garantir
la propia dominación. Vale decir que la dominación burguesa en Brasil siempre se
revistió entre conciliación por lo alto y el golpe. En cuestión de
conciliaciónm Getúlio y Lula fueron los grandes nombres, con las aclaraciones
de que Getúlio era un estanciero de las pampas y Lula fue un obrero
metalúrgico. Y eso muestra una enorme contradiciión en la política de
conciliación de clases del PT, ya que Lula es oriundo de las clases
trabajadoras mientras que Getúlio venía de la burguesía.
Cuando las clases dominantes, de modo cohesionado, decidieron
colocar fuera a Dilma, esa decisión ocurrió luego del 2015 y hoy es cabal:
FIESP, Febraban, asociaciones comerciales, grandes medios ;
todos están diciendo que el gobierno Dilma no les interesa y cerró el ciclo de
la conciliación por lo alto. Ahora es el momento del golpe. Pero no es un golpe
militar como en 1964. Es un golpe urdido en el pantano parlamentario.
Marx ya decía en el 18 Brumario (recuerdo aquí
de memoria) que el parlamento francés
había llegado a su condición más degradante y más degradada, y eso que Marx no
vio al parlamento brasilero. Es incomparable con el francés. El parlamento
brasilero es el pantano en su volumen muerto. Y el prefiere utilizar un
instrumento legal, como el impeachment, a partir de una maniobra ilegal. La cuestión no es
si el impeachment es golpe o no. El impeachment es una institución presente en
la Constitución de 1988. El se torna golpe cuando las causas que podrían llevar
al impeachment están siendo forjadas sin prueba material y cabal. Hoy, 29 de
marzo de 2016, no hay ninguna evidencia cabal de que el actual gobierno Dilma
cometió un delito que pueda llevar a la destitución por el pelo impeachment. O
sea, la cuestión es si el impeachment es legal o ilegal, la cuestión es que el
impeachment que está en curso burla la legalidad pues no hay evidencia para
tal. Las evidencias pueden aparecer mañana o después, pero todavía no
aperecieron. Entonces, hoy es un golpe.
Si imaginamos que los recursos de la campaña
de 2014 provienen de la corrupción de Petrobras y ellos eligieron a Dilma y
Temer, esos mismos recursos irrigaron la campaña de Aécio. Entonces, si
fueramos hasta el final de la línea, el TSE (Tribunal Superior Electoral)
tendría que cancelar las elecciones. Eso para no hablar de Campos, que es un
caso inusitado: el único que conozco de un avión que no tenía dueño. Un avión
que es una cosa carísima y que no tiene cualquier burgués. O sea, la corrupción
entre en todas las candidaturas burguesas. (1)
Pues bien, el golpe parlamentario encontró un aliado
imprescindible para un golpe judicial. Porque si la Lava Jato comenzó
encarcelando empresario, ese es un nuevo dato de la realidad brasilera, ya que
nunca tantas expresiones del capital encarceladas, poco a poco esta Lava Jato
fue asumiento una clara connotación de parcialidad política estampada en la siguiente
proposición: “es hora de aniquilar el gobierno del PT”.
Este proceso de aniquilación y liquidación
del gobierno del PT no mantuvo un correlato de investigación de la corrupción
de los gobiernos del PSDB. Por ejemplo, Fumas, comprometiendo a Neves, la
construcción de rutas beneficiando a la familia de do Aécio y una serie de
elementos conocidos que envuelven al PSDB. La corrupción de los metros en San
Pablo, de la merienda y de la seguridad pública. La corrupción en Paraná. Todo
eso fue puesto debajo de la alfombra y todo el estado de excepcionalidad
jurídica se volcó solamente contra el PT, sin afectar la también enorme
corrupción del tucanato y sus aliados .
Lula tiene que ser juzgado. Y si se demuestra que Lula utilizó
recursos públicos -del pueblo brasilero- para beneficiar su vida privada, tiene
que pagar por eso. Pero también Fernando Henrique Cardoso. ¿Es plausible que la
empresa que controla la masa de recursos de los freeshops de los aeropuertos se
haya otorgado como negocio a la “compañera” que FHC tenía en el exterior? Es
tan repulsivo cuanto las acusaciones hechas contra Lula. Y el mal uso de
recursos públicos en beneficio privado.
Entonces,
para cerrar la cuestión, se gestó un golpe parlamentario-judicial, que impuso
una legislación de excepción, para poder articular con una prensa poderosísima
y con un parlamento pantanaso y garantir el golpe. Es inaceptable que el parlamento que
está comandando el impeachment sea dirigido por la expresión más corrupta entre
los políticos brasielaros desde Collor. Eso no sgnifica ser complaciente con
los gobiernos petistas, que por su vez están en un prceso de crisis
prácticamente terminal.
El lulismo es responsable por eso, la elección
de Dilma como sucesora fue una imposición de Lula y, en la época, yo escribí
que era un grave error. Aunque Dilma pueda estar en el plano personal -hasta el
presente- limpia de corrupción en beneficio de si propia, ella es políticamente
de una incapacidad completa. Yo dije en 2010 que ella ganaría ya que Lula tenía
el 80% de aprobación y, transfiriendo la mitas de esos votos, podría elegir un
poste. Pero en una época de crisis, la presidenta tenía que tener un lastre
político, y ella no tiene.
La crisis es profunda, terminal, en lo que se
refiere al proyecto del PT. No veo posibilidad de que el PT se reponga como
partido de izquierda. Hay sectores importantes del PT que nunca se metieron en
ese tipo de práctica, como Olívio Dutra y Tarso Genro, para citar algunos
ejemplos de Río Grande del Sur, pero también nunca fueron capaces de confrontar
el alma del lulismo. Por tanto, para que el PT pudiese salir de la fase en que
se encuentra hoy, en medio del pantano, sería necesaria una depuración de sus
núcleos más comprometidos con la corrupción, lo que implicaría una crítica
radical al lulismo y una separación definitiva entre petismo y lulismo. Pero
como esa relación es umbilical y quien dirige al PT es el lulismo, la crisis es
profunda.
Independiente de esto, los poderes judiciales y parlamentarios no
están actuando con equilibrio, ni en tono ecuánime. Toda la voracidad que
demuestran para demoler al gobierno del PT, no se le hace al PSDB. Y confieso
que Lula no debería haber sido conducido de manera coercitiva. Es obvio que él
no precisa de eso. Esto es inaceptable incluso en una democracia burguesa. Y
eso no ocurrió porque el PT haya realizado políticas populares, sino porque la
clase dominante percibió que llegó la hora de cambiar un gobierno servil por un
gobierno con la marca de la oligarquía dominante. Ellos no precisan más del siervo,
ahora quieren un príncipe para imponer una política brutal de destrucción de
los derechos de la clase trabajadora.
- Correio da Cidadania: ¿Cómo evalúa las
masivas manifestaciones de la oposición de derecha que llevaron a millones de
personas a las calles en el mes de marzo? ¿Qué piensa de la cobertura que la
gran prensa hizo de ese proceso?
Ricardo
Antunes: Cualquier medida que abra una ruptura de esa intensidad, con la
destitución de un presidente de la República, sin que haya prueba cabal del
delito cometido, es imposible sin contar con un apoyo decisivo de los medios .
Durante toda la semana que antecedió a la
manifestación del último 13 de marzo y también durante ese domingo, hubo una
campaña de todos los órganos de radio, televisión y prensa escrita. De todos
los grupos. Especialmente la radio y la televisión hicieron una campaña
devastadora para que la población saliera a la calle a pedir la dimisión del
gobierno. Esto muestra la completa incapacidad del PT, en su política de
conciliación, para establecer mínimamente una política de obligación de
informar a la población a los medios
privados que se habían beneficiado de las concesiones de radio y televisión.
Es evidente que el golpe
parlamentario-judicial fue intensamente “popularizado” por esos medios privados de comunicación. Las escenas de
matrimonios blancos de clase media llegando a la manifestación con sus
empleadas domésticas cuidando de sus hijos, sumadas a los idiotas que cantaban
frente a la Fiesp, son emblemáticas. Esas manifestaciones toman a la Fiesp como
espacio arquitectónico de sus gritos.
-Correio da Cidadania: ¿Qué esperar para el
mundo del trabajo en este contexto, en un momento en que el desempleo continúa
subiendo?
Ricardo
Antunes: A escala global, estamos en
un momento histórico, donde se trata de arrebatarle a los trabajadores lo que
resta sus derechos. En el caso brasilero es todavía más emblemático porque la CUT en
los años ´80 fue una fuerte barrera contra la precarización del trabajo.
La Constitución de 1988, resultado de la Asamblea Nacional
Constituyente de 1986/1988, consiguió garantizar ciertos
derechos gracias a las luchas de los sindicatos, de la CUT (Central Única de
los Trabajadores), del PT y de otros partidos de izquierda y movimientos
sociales como el MST (Movimiento de los Trababajadores Rurales Sin Tierra). En
aquella época la Constitución todavía era vista por nosotros como relativamente
conservadora, con avances razonables. Ahora, las clases dominantes quieren, en
su gobierno, un príncipe oligarca y devastar esas conquistas: una verdadera
política de tierra arrasada. Tendremos tercerización total si no hay resistencia.
Además de flexibilización total y contrato cero hora.
El zero
hour contract apareció en
Inglaterra hace unos años: el trabajador queda disponible para trabajar. Uno,
dos, tres díss con el celular prendido; en el tercer día es llamado para hacer
una actividad de un hora, la hace, en general en el sector servicios, reibe
pago por una hora; y no por las 72 horas en las cuáles estuvo disponible. En Brasil
ya tenemos médicos, limpieza, comunicación y varios sectores de servicios
funcionando así. Usted llama un médico para una consulta en su casa, él lo
atiende, y una parte del pago de él va a la empresa a la que está afilido. Es
una especie de “uberización” del trabajo. La aplicación Uber es
un ejemplo de eso. Ni bien tomó posesión de su cargo el presidente conservador del
Tribunal Superior del Trabajo, propuso la tercerización total, afirmando que es
buena para la clase trabajadora. Sería grotesco si no fuese trágico.
Por suerte, todavía tenemos sindicatos
combativos. La
Conlutas-Central Sindical y Popular, la Intersindical y
sindicatos de clase resisten. Tenemos los sindicatos de metalúrgicos de San
José de los Campos de Campinhas, del ANDES, sindicato nacional de profesores,
sindicatos de funcionarios públicos y otros. Tenemos sindicatos que todavía
tienen una relación con la CUT y que son presionados por las bases. Hay
sindicatos que no están comprometidos en las luchas de las centrales, pero que
tienen una sensibilidad. Eso sin contar un amalgama de importantes movimientos
sociales de la
periferia. El MTST (Movimiento de los Trabajadores Sin Techo)
tiene, a su vez, una fuerte organización de base y las ocupaciones todavía se
hacen, muchas veces por fuera de las direcciones.
En ese cuadro profundamente nefasto, por lo menos se acabará la
ilusión con este gobierno y con la idea de un “gobierno en disputa”. Un
gobierno Temer, Aécio, Alckmin o sus aliados, traerá
una guerra de clases abierta sin la ilusión del lulismo. Eso porque el lulismo
debilitó mucho a la izquierda y no tomó ninguna medida estructural para
beneficiar -estructuralmente hablando- a la clase trabajadora. Acabó perdiendo
mucho apoyo popular por eso. Pero el lulismo tiene un trazo mesiánico, del
lider, y cuándo ese líder es atacado consigue, aunque esté en volumen casi
muerto, alguna cosa.
La deseperación de Lula es decir que todavía
tiene respaldo y, por cierto lo tiene. Combina mucho más con un liderazgo
carismático y mesiánico y también con el hecho innegable de que la fuerza
popular de Lula fue sedimentada a lo largo de los años. Una parte muy grande de
esa base de apoyo de Lula fue corroída, pero no está completamente eliminada.
Es con eso que Lula juega desesperadamente. Es su última carta y, comparada a
lo que fue Lula en los años ’80, es una expresión lastimosa de si mismo.
Es claro que, para la población pobre de las
periferias (no necesariamente la población que se beneficia del Bolsa Familia),
que sufre la violencia urbana, la brutalidad de la policía militar, el
desempleo altísimo, con datos oficiales de más de 10 millones de desempleados
(pero con un nivel superior a eso, pues los medios
de medir son limitados), es más complicado. Por ejemplo, una persona que busca
empleo desde hace un mes no entra en esa estadísitica, pero eso no significa
que no esté desempleada. Hasta porque buscar empleo es muy trabajoso: usted se
levanta de mañana temprano, se prepara, precisa dinero para un transporte,
comer en la calle, ir a una fábrica, ir a otra, para oir una serie de “no” y,
al final, volver para casa con todavía menos recursos que había en la mañana. Todo eso va
solapando a la población.
Por otro lado, la población de la periferia
también percibe que hay una articulación urdida por las derechas. Sabe que el
tucanato no la
representa. Ella sabe que, con las derechas, la cosa será
peor todavía. Incluso con Lula perdiendo apoyo, en los de abajo todavía está
ese pensamiento, a partir de esos vínculos entrañables es que él intenta
mostrar que no es un líder muerto. Aunque esté a millones de kolómetros del
líder vivo de los años ’80. Hay una distancia abismal.
Basta recordar que, cuando Lula salió al
inicio del mes de la
Policía Federal , fue a la sede el PT e hizo un discurso en el
cual afirmó que los empresarios de la construcción pagan impuestos y deberían
ser mejor tratados. También, cuando su primer mandato, Lula había dicho que los
verdaderos héroes brasileros eran los patrones del agronegocio; como nunca
desmintió esa frase o dijo que era una ironía, mostró el tamaño de la
decadencia ideológica del lulismo.
-Correio da Cidadania: ¿ Ya que no hay salida
con el lulopetismo, es posible alguna salida institucional en defensa del
gobierno, teniendo en consideración la selectividad de nuestro actual Estado de
Derecho y el daño causado a todos los sectores de la izquierda y a la población
de bajo ingreso?
Ricardo
Antunes: La población trabajadora sabe que nuestra institucionalidad está
comprometida en todas sus esferas. En el Ejecutivo, en el Legislativo, en el
Judicial, en las policías, o sea, la degradación institucional brasilera llegó
al punto más agudo, de modo que la alternativa no pasa por una reforma política
dentro del orden. La alternativa pasaría por un movimiento popular de las
clases trabajadoras, de los movimientos sociales, de las periferias, buscando
una nueva forma distinta de que hoy está presente.
Las izquierdas debaten mucho un tema que ya
debería estar mejor reflexionado: “¿pero al final, qué es lo más importante: un
partido, un movimiento social o un sindicato?”. Mi respuesta es que lo más
importante es aquel movimiento social, sindical o político que toca nuestras
raíces y árboles.
Por ejemplo, los partidos de izquierda y anticapitalistas en
general tienen un poco de diseño de la sociedad que quieren crear. Los partidos
socialistas dicen que debemos luchar fuertemente contra la corrupción, pero
saben que eliminar la corrupción en el capitalismo es una falacia. Existe
corrupción en Noruega, en los Estados Unidos, en el Japón. Lo que se puede
hacer es disminuir el nivel de saqueo a lo público, pero eliminarlo es otra
cosa. Supone, para comenzar, eliminar el propio capitalismo.
Los
partidos de izquierda, por tanto, tienen un futuro más o menos definido de
donde quieren llegar, pero tienen una enorme dificultad de entender el aquí y
el ahora. Incluso en la izquierda, los partidos están muy preocupados con las
elecciones. El país acabando, la institucionalidad corrompida hasta la
médula...¡y los partidos preocupados en cual será la candidatura de 2028!
De los moviminetos sociales, tal vez podamos
decir lo contrario. Ellos nacen a partir de una cuestión crucial de la vida
cotidiana. El MST quiere tierra para trabajar, vivir, alimentarse y sobrevivir.
El MTST quiere techo porque no hay un mínimo de dignidad humana si los
trabajadores y sus familias no tienen donde vivir. El MPL (Movimiento Pase
Libre) lucha por la desprivatización del transporte público; y así por
delante.Los movimientos sociales tienen mucha vitalidad, pero es mucho pedir que esos movimientos sociales, hasta
por cuenta de esa lucha intensa y vital por la vida, puedan diseñar y concebir
claramente un proyecto de futuro más allá del capital. Porque la lucha del
día-a día es muy pesada. Cuando se lucha por casa y comida, o sea, por la
sobrevivencia vital, acaba quedando difícil pensar profundamente sobre el mundo
que queremos.
Los sindicatos por su vez están más próximos a
los intereses inmediatos de la clase trabajadora, pero muchas veces se pierden
en esos interés inmediatos o son prisioneros de un buracratismo y de una
política negociadora y de conciliación. Eso puede hacer con que pierdan
frecuentemente el sentido de pertenencia de clase que deberían tener.
El desafío no es ver cual de esos son más importantes. Es preciso
acabar con las jerarquías pre-establecidas. Nuestro punto de partida es partir
del hecho de que esas son nuestras herramientas. Son los sindicatos de clase,
los partidos y movimientos sociales de clase y de base, autónomos, que componen
la miríade de formas de resistencia y, junto al avance de las asambleas, en las
calles, fábricas y periferieas, capaces de luchar por una alternativa real y
positiva, por una política radical, que pueda proporcionar una transforación
política venida de la clase trabajadora, de los asalariado en general y de los
movimientos sociales. El desafío es buscar una
alternativa de la construcción política de nuevo tipo que des-construya la
institucionalidad que hoy es dominante.
Es claro que en el momento actual tenemos que
impedir que la Constitución sea burlada por un golpe ilegal con apariencias de
constitucionalidad. Pero ese es tan sólo nuestro punto de partida de hoy,
ahora. Mientras tanto, es preciso recomezar por la base, por los movimientos
sociales, sindicales y políticos que tengan vida y autenticidad en el mundo
cotidiano, por la clase trabajadora y la impulsión de la periferia.
-Correio da Cidadania: Una de las tesis que
usted ha propuesto es la de que el PT cavó su propia tumba, a partir de una
creciente despolitización y desmovilización de la clase trabajadora brasilera,
que culminó con un debilitamiento de la izquierda. ¿En la línea de los que está
siendo discutido, qué salidas a la izquiera pueden ser encontradas y cómo
evalúa el Frente Pueblo Sin Miedo?
Ricardo Antunes: El PT creyó en la tesis de
Margareth Thatcher, drl “capitalismo popular”, en la ideología y en la alianza
capital-trabajo en pro del crecimiento del país. Quiere decir, creyó en una
cosa muy vieja y abandonó lo que tenía de más positivo cuándo era joven: su osadía
y pujanza de clase.
La cosa más importante que ocurrión en Brasil
en 2015 fue el movimiento de los estudiantes secundarios. Ya el Frente Pueblo
Sin Miedo participa de alguna tentativa de diferenciarse del Frente Brasil
Popular. Comenzando por los secundaristas, lo que el movimiento hizo en San
Pablo fue importante. Ante un gobierno nefasto y privastizador, antipúblico y
antisocial, aconteció una espectacural rebelión de la juventud, de estudiantes,
del país, amigos, profesores, de los barrios afectados, de las periferias, etc.
Se pareció a la rebelión estudiantil de Chile en 2011, que dio vuelta la cabeza
del país, un movimiento que se levantó contra mercantilización de la educación,
que había comenzado en la dictadura de Pinochet y continuaba con los gobiernos
posteriores de la Concertación y el derechista de Piñeda.
En San Pablo, la rebelión dejó a la gobernador
tucano completamente desconcertado, pues ganó una muy fuerte adhesión popular.
Ese es un ejemplo emblemático de lo que decía anteriormente, de que la
respuesta viene de la periferia, de los movimientos organizados, con mayor
autonomía y por la
base. Cerraron escuelas y la respuesta fue colocar madres de
los alumnos dentro de las escuelas para defender los derechos de sus hijos,
oponiéndose a la política tucana de que se pretendía “mejorar la educación
reduciendo las escuelas y todavía teniendo que estudiar cada vez más lejos de
la casa”. (...)
El Frente Pueblo Sin Miedo requiere una
discusión cuidadosa de nuestra parte. Por ejemplo, creo que el MTST, es una de
las más importantes experiencias de la población pobre de Brasil, porque ella
permitió la percepción de que nuestro país es tan desigual, y el ingreso tan
concentrado, que queda claro que la arquitectura de nuestras ciudades estampa
una contradicción visceral. Los ricos enclaustrados, en condominios
hiper-sofisticados, en el nivel de la no nivel de la alta burguesia europeia y
norteamericana, y los pobres en las favelas, en las periferias sin saneamiento,
sin espacios libres, además de sufrir la violencia de las Policías Militares y
las tantas brutalidades que golpean a los pobres.
El MTST surge de ese universo y tiene trazos
de ser un movimiento expresivo que viene de las periferias. Una de las
referencias que vi recientemente de Boulo (dirigente del MTST) él hablaba que
el gobierno Dilma mostró que la política de conciliación se había terminado.
Debemos agregar, también, que acabó el lulismo, o sea, la idea de que un líder
sustituye a la clase trabajadora para practicar “la gran política”, en el caso,
a peror modalidad de la política, por cuenta de su faceta burguesa y servil.
(...)
Pero el PT en cuanto partido de izquierda,
popular y de masas, francamente, no veo posibilidades de resurgir. El PT en el
poder siempre rechazó un debate por la izquierda. No recuerdo a Lula, ni una vez, en
todos sus años de presidente, hacer alguna mención positiva a las izquierdas,
inclusive dentro del PT. Un agravio cabal. Claro que al PT le interesaba
preservar sus sectores de izquierda, pero el lulismo siempre lo aceptó como
algo marginal, nunca como centro, una vez que el lulismo apuntaba a la
conciliación de clases. Y, en última instancia, acababa en la personalización
de la política, donde el líder siempre tiene la última palabra.
-Correio da Cidadania: ¿Qué vislumbra para las
próximas semanas y meses de la política brasilera? ¿Cree que Acredita que Dilma
cae o se mantiene?
Ricardo
Antunes: Es muy difícil alguna respuesta. Especialmente cunado nosotros,
al mismo tiempo en que pensamos como intelectuales, intentando presentar algo
reflexivo, pensamos como seres comprometidos. Que Dilma tenga condiciones de
mantenerse hasta 2018 es una posibilidad muy remota. Porque ella está siendo
tragada por las clases dominantes, después de ejercer la política del lulismo, del
dios (minúsculo incluso) y diablo en la tierra del sol, Los
Especialmente quando nós, ao mesmo tempo em
que pensamos como intelectuais, tendo de apresentar algo reflexivo, pensamos
também como seres engajados. A Dilma ter condições de se manter até 2018 é uma
possibilidade muito remota. Porque ela está sendo tragada pelas classes
dominantes, depois de exercitar a política do lulismo, do deus (minúsculo
mesmo) e o diabo na terra do sol. El ratón que anclaban el gobierno Lula-Dilma
está carcomiendo al navío. El PMDB rompió con el gobierno y este que fue el
gran resutado de la ingeniería de Lula -la política policlasista que hizo al
PTdejar de ser un partido de izquierda- está siento fagocitado.
Los núcleos partidarios que el PT pensaba como
puntos de apoyo tragaron su política. Es una situación muy crítica. Si Dilma
fuera destituída y asume el vice, Temer, también envuelto en los mismos
problemas, además de acumular denuncias por corrupción personal, él no podría
tener soporte legal y constitucional. El peligro de la Operación Lava Jato
es parar con la separación de Dilma, como si fuese un objetivo cumplido. Un
poder judicial moralista puede considerar misión cumplida y decir “ahora el
trabajo está finalizado”. Eduardo Cunha o Renan Calheiros, los otros sucesores,
serían la tragicomedia más farsesca.
Es muy difícil de imaginar, entonces, lo que
puede ocurrir. La situación de Dilma es casi de crisis, pero entramos en una
época en que la población asalariada de las perferias está percibiendo que,
independientemente de apoyar a Dilma o no, un golpe está siendo urdido. Y
entraremos en nuevas luchas sociales, lo que debe generar mucha represión a los
movimientos sociales. Un riesgo efectivo, hasta por la provocación de
amenazante Ley Antiterrorista, una ley artitraria y de excepción. Estamos, entonces, viendo en Brasil el montaje de un
Estado de excepción sin que haya golpe militar. Y solamente tenemos una
alternativa: recomenzar, basados en las experiencias citadas arriba, esto es,
de los secundaristas, del sindicalismo de clase, como la Conlutas e
Intersindical, de luchas por la bases, de los movimientos sociales de tierra,
de vivienda, etc.
Para que
no se resuma todo al pensamiento o incluso a la melanconía, tenemos un mosaico
de luchas y movimientos sociales, experiencias nuevas. Hubo un avance muy
significativo de movimientos moleculares de las clases populares y
trabajadoras. ¿Cómo hacer para que tales movimientos alcancen un nivel de
organicidad que los aproximen más, al revés de aislarlos? ¿Cómo avanzar una nueva
política radical, cómo soldar lazos de solidaridad y de pertenencia de clase,
al revés de quedarnos en la política de fraccionamiento y fragmentación?
Es el
desafío que se coloca en el próximo período.
Nota de Correspondencia de Prensa
1)
Eduardo Henrique Accioly Campos, ex gobernador del Estado de Pernambuco y
candidato presidencial del Partido Socialista Brasilero (PSB), en las
elecciones de 2014. Fallecido en un accidente áreo ocurrido en la ciudad de
Santos. Marina Silva, ex ministra de Medio Ambiente en el gobierno Lula, lo
sustituyó en la candidatura presidencial.
http://www.correiocidadania.com.br/
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