Costa Salguero: la droga como chivo expiatorio
18
de abril de 2016
Durante la primer
fecha del festival "Time Warp", durante la madrugada del pasado
sábado 16 de abril, al menos cinco chicos murieron y otros cinco terminaron
internados (algunos medios confirman
la muerte de una sexta persona). El consumo de drogas de diseño aparece como el principal
motivo de esta “tragedia”. ¿Es el único?
Por Ramiro Giganti, para ANRed.
Los principales medios masivos
ponen el principal foco en el consumo
de drogas, remarcan que el lugar tenía capacidad para 13.000
personas y que había 10.900 entradas vendidas, omitiendo en el informe editado
algunos comentarios que se escucharon de testigos hablando en directo por medios audiovisuales
en los que denunciaron condiciones
de hacinamiento. Que el lugar contaba con todas las
habilitaciones pertinentes. Que había dos unidades sanitarias con ambulancias.
La página siguiente de
algunos de los diarios más leídos suele contar con una nota quealerta sobre el consumo de drogas de diseño.
Algún apartado colorea el informe con la historia de alguna de las víctimas, o
recuerda otros casos de muertes vinculadas a la música electrónica y el consumo
de este tipo de drogas. Remarcan un testimonio que dice haber visto a un chico
con convulsiones en el piso durante 15 minutos sin que nadie haga nada, y que
incluso se formó una ronda que bailaba alrededor de él. No se encuentran menciones a irregularidades
institucionales o ilegalismos empresariales, más allá del
acceso a drogas ilegales.
Otra cuestión
fundamental es la relación y connivencia entre lo “ilegal” y lo “legal”, por
ejemplo en la venta de agua
mineral a precios que sin la necesidad por la deshidratación que generan las
drogas sintéticas, no sería posible. Vemos en este caso como un
negocio “legal” y “saludable” (¿qué es mas saludable que el agua mineral?) va
prendido del ilegalismo de las drogas sintéticas que se venden y/o consumen
dentro del evento. Un negocio
legal prendido del ilegalismo (¿recuerdan los titulares de
varios medios diciendo
que “las cuentas offshore no son un delito en sí mismas”?).
Sobre el complejo Costa
Salguero: “clientelismo para ricos”
Hace algo más de dos
años, en marzo de 2014, la
Fundación La Alameda presentó
una denuncia en la Legislatura porteña contra el Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires, en la que figura una lista de concesiones irregulares y vencidas,
y el uso de ilegal de tierras. En este último caso se destaca el complejo Costa Salguero, que
explota un terreno fiscal cuya
finalidad legal es la de un espacio verde y
acceso al río para todos
los vecinos de la ciudad.
Por su parte, el
titular de la empresa Telemtrix,
que controla este complejo es Fernando
Adolfo Polledo Olivera, esposo de la Legisladora del PRO y vicepresidenta primera de la
legislatura Carmen Polledo . Los nombres de ambos figuran en la lista
de sociedades offshore dadas a conocer los pasados días en los “Panamá Papers”,
como miembros de la sociedad “Rank International Corporation S.A”.
Los boliches de Costa
Salguero y alrededores están muy ligados a los años 90’ y
la segregación de ese entonces. Era sabido en aquellos años la fuerte discriminación
ejercida por los porteros, donde tener el pelo largo, o ropa que no estaba “a
la moda” eran motivos suficientes para negar el acceso. Es decir, discriminar.
Circulaban rumores de que no permitían tarjeteros (chicos jóvenes explotados
por los boliches que vendían entradas anticipadas con descuentos) que vayan a
escuelas públicas. Pero también hubo elementos mafiosos en aquellos entornos,
como lo fue el asesinato de
“Poli” Armentano, conocido “rey de la noche” de los años 90´,
propietario del boliche “El
Cielo” en Punta Carrasco (vecino de Costa Salguero y de
similares características). Tal vez la masificación haya quitado ciertos
elementos de “distinción” o abierta y excesiva discriminación, pero lo que no
parece cambiar es el entramado de dichos entornos vinculado a poder político y
corrupción institucional.
“La droga” como escape u
obstrucción de la realidad
“Los mató la droga” es un clásico
comentario de sentido común. Algo así como “la crisis causó dos nuevas
muertes”. “La droga” como abstracción impersonal que enmascara
responsabilidades concretas. “La
droga” como un ente viviente que actúa por sí mismo, sin negociados ni
complicidades. “La droga” y su acentuada ilegalidad, que es
presentada en los medios de
manera mucho más reiterada que la ilegalidad de la explotación de las tierras
en Costa Salguero mencionadas anteriormente. “La droga” y esa ilegalidad que
también es la que le permite circular sin ningún tipo de regulaciones. “La
droga” que se vendía adentro del festival mientras la seguridad se enfocaba en
garantizar que nadie entre sin pagar. “La droga” como excusa para hacer
allanamientos en la Villa 31, pero nunca en Puerto Madero, o Nordelta.
De Cromañón a Beara (y
tantos otros)
No hay mucho que
agregar sobre la conocida Masacre
de Cromañón. Sólo recordar que existieron chivos expiatorios
similares a “la droga”, como por ejemplo, “la bengala”. Las movilizaciones
masivas de jóvenes sentenciaban: “ni
la bengala ni el rocanrol a estos pibes los mató la corrupción”.
El entonces Jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra fue destituido y dejó
abierto el camino para que dos años más tarde ese cargo sea ocupado por
Mauricio Macri, cuyos legisladores habían impulsado el proceso de destitución.
Actualmente Ibarra es Legislador porteño y no recibió condena alguna, pese a
las probadas complicidades y hechos de corrupción por parte de muchos de sus
funcionarios.
Pero esta terrible
masacre no fue el último episodio. Las
instituciones cargaron contra todo espacio o centro cultural independiente
exigiendo licencias y abusando de clausuras, sin embargo, los
episodios se repitieron. En el
año 2010, con Mauricio Macri como jefe de Gobierno, un derrumbe en el boliche
Beara, en el barrio de Palermo, terminó con la vida de dos jóvenes.
Las investigaciones posteriores, al igual que en Cromañón, probaron la
existencia de pagos ilícitos de dinero, para la habilitación de Beara.
Antecedentes de
Cromañón hubo muchos. Desde la
“Puerta 12” ,
hasta su similar“Masacre de Keivis”,
un boliche del barrio de Vicente López, en el que murieron once chicos en un
incendio durante una fiesta de egresados a mediados de los años 90´.
Las condiciones de
hacinamiento siguen presentes en muchos espacios públicos y tuvieron episodios
fatales. La masacre de Once, fue uno de ellos. Ahí, la excusa empleada
por el entonces secretario de transporte, el ex macrista devenido luego en
kirchnerista, Juan Pablo Schiavi
fue “esa costumbre de ir en el vagón de adelante del
todo”, buscando desligar responsabilidades institucionales. No tan diferente a
“fue la droga”.
El maltrato a los
jóvenes, otra miseria encubierta
Largas colas en
invierno pasando frío para entrar a un boliche o recital, hacinamiento, malos
tratos, y en muchos casos represión innecesaria, son situaciones a las que se
suele someter a los jóvenes cada vez que buscan divertirse. Los casos de “patovicas”
golpeando (en algunos casos hasta matar) jóvenes, son conocidos.
La
culpa siempre intenta ser puesta en la joven víctima, como fue el caso, por
ejemplo, de Rubén Carballo,
quien murió asesinado en el año
2009 tras haber sido golpeado por la
Policía Federal en las inmediaciones del estadio de Vélez, previó al
recital de la banda Viejas Locas.
La policía justificó la golpiza diciendo que Rubén había intentado colarse,
pero en el bolsillo de su pantalón estaba la entrada que Rubén había comprado
varios días antes. El caso de Rubén es muy similar al de Walter Bulacio, asesinado en las inmediaciones de Obras en 1991,
durante la previa de un recital de Los Redondos, de cuya
detención, tortura y asesinato se cumplen 25 años este viernes 22 de abril, y
que será el emblema del lanzamiento de la Campaña Nacional Contra las Detenciones Arbitrarias
El maltrato se repite
en muchas y diversas instancias. El fútbol es otro caso emblemático,
donde las medidas de seguridad
rigen sobre el hincha que paga su entrada mientras las barras bravas gozan de
total impunidad y una abierta convivencia con las instituciones gubernamentales
y principales partidos políticos. Vale recordar el episodio del
Legislador Roberto Quattromano,
que en diciembre de 2014amenazó en
plena sesión a Marcelo Ramal diciéndole: “la barra te va a
romper la cabeza”.
Tanto en el rock, como
en la cumbia, la música electrónica, el fútbol, en el transporte público, o en
la calle, el maltrato institucional a los jóvenes es moneda corriente. La impunidad en
torno a la desaparición y
posteriormente aparición sin vida de Luciano Arruga, quien se había negado a “robar para la
policía”, la represión a chicos
de una murga “Los Auténticos Reyes del Ritmo” en el Bajo
Flores, y las arremetidas para legitimar
aún más las detenciones arbitrarias, dan cuenta que la
intención gubernamental no es terminar con el maltrato a los jóvenes, sino
incrementarlo. Los episodios mencionados son solo algunos, y mencionar todos
daría a esta nota una extensión impertinente.
Tal vez sea llamativo
que ésta vez haya ocurrido en un
evento asistido por una juventud de perfil social más próspero,
o como suelen, decir “chicos bien”. Pero no se trata, al menos en esta nota, de
recrear un “Pappo vs. Deró”, sino de señalar estosentramados de corrupción institucional, maltrato
juvenil y encubrimiento mediático, que incluso puede atentar contra sectores de
la propia clase dominante, sin por ello descartar el carácter de clase y estereotipos
que suele existir en la mayoría de estos episodios. Tal vez en
este caso sólo sea “la droga” y nos salvemos de expresiones abiertamente
racistas o discriminatorias hacia sectores populares, pero por ello no deja de
ser pertinente la denuncia y la necesidad de difundir información que
nuevamente escasea en los medios masivos
de comunicación.
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Fuente: http://www.anred.org/spip.php?article11837
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