Fabián Tomasi: “¿cuántos muertos y daño
piensan cargar sobre las espaldas antes de hablar?”
En el Enredando las
Mañanas del último jueves de marzo, tuvimos la segunda columna de Fabián
Tomasi, víctima de los agrotóxicos y ejemplo de lucha. Por
RNMA
“La gente que sabe de estas cuestiones es
mucha más que hace unos años, hay mucha más gente involucrada, y hoy no es una
rareza hablar de Monsanto, del glifosato, o los transgénicos”, dijo Tomasi, aunque
cuestionó que “´hay una
resignación a que las cosas son así, a que si no ´¿de dónde va a venir el
dinero que viene día a día?´, estoy hablando de la parte política, o una
actitud de ´qué me importa, sigamos hasta que todo reviente´”.
El hombre contó que suele preguntarse por los
trabajadores que se desempeñan dentro de la industria agroalimentaria: “supe de casos de gente involucrada
en el agro negocio cuyos hijos nacieron con malformaciones, y sin embargo no
pararon, siguen haciendo la misma actividad, no intentan relacionarlo; un amigo
me contaba que empezó a darse cuenta de lo grave que era cuando leyó una noticia
que decía ´paro de choferes de micros de escuelas especiales´, se sorprendió
porque no le parecía un número tan reducido de escuelas y choferes especiales
podría haber, que eso fuese una noticia, pero cuando leyó mejor se dio cuenta
de que había entre 200 y 300 choferes, entonces empezó a buscar cuántas
escuelas especiales y chicos que asisten a ellas hay por localidad y se
espantó”. Tomasi continúo su relato: “una
de las cosas que lo espantó fue lo ´agrandadas´ que estaban las autoridades
cada vez que se iba a inaugurar una escuela para chicos especiales, se sentían
felices de esto, que no está mal, lástima que es como si fuese algo natural que
es lo que intento decir, como si todo esto fuese natural, como si lo que
sufrieran los chicos fuese la obra de dios, y ellos solo fueran los buenos
ayudando a los niños” y remarcó “el caso de la zona de Rafaela, corazón sojero
de Santa Fe, donde las autoridades a través de un artículo de un diario, casi
celebraban la cantidad de escuelas especiales que habían inaugurado, es una
locura”.
Fabián Tomasi recordó al doctor Hugo Demaio y
a Páramo como “figuras
olvidadas, gente que no se dejó influenciar por el miedo, doctores e
investigadores en medicina y fueron los primeros que pusieron la advertencia de
todo lo que estaba causando el uso de estos químicos mortales a la cual nos
están sometiendo”.
Explicó: “yo
cuando trabajaba me acuerdo que me reía cuando me enteraba de las acusaciones
de los ´ambientalistas´, y todavía me pregunto que si yo no hubiese pasado por
esto de intoxicarme y estar sufriendo todos mis dolores, ¿qué sería hoy yo?, no
hubiese encontrado la raíz de esto, con tanta gente que me ayudó a entender
cómo había sido vivir y morir ignorado, como un montón de personas”.
“Entiendo que hay un tiempo para la ignorancia,
y también hay un tiempo para el miedo, para preguntarse ¿de qué voy a vivir? o
¿qué me puede pasar si hablo?”, reflexionó: “entiendo que hay miedo, pero eso
no nos puede definir, entiendo todo, pero hay un límite, ¿cuántos muertos y
daño piensan cargar sobre las espaldas antes de hablar?, les estoy hablando a
las autoridades gubernamentales, las multinacionales que se dedican a esta
actividad de la agricultura industrial, el mayor error cometido”. Y
remarcó: “de lo único que yo
me siento orgulloso, si puedo decirlo así, es de no haber dejado que el miedo
me ganara; una vez que pude reflexionar y entender lo que había estado
manejando con mis manos y mi cuerpo, ya no pude quedarme quieto; esto lo dije
varias veces, muchos de los periodistas que han venido a verme durante estos
años, parece que estaban más interesados en mi aspecto que en mí, todos me
escuchaban hasta que me sacaba la remera y me mostraba, pero la verdad que no
me importa, porque si eso ayuda bien viene la imagen”.
“Lo que quería es que la gente entienda que
nadie está libre de que esto le pase”, aseguró Tomasi, y remarcó que en su primera
columna dijo “quédense
quietitos que donde ustedes estén el veneno los va a alcanzar”, una frase
dura que tuvo un largo recorrido comunicacional, tanto por el impacto, como por
quien lo dijo.
Pero cuando se habla de los agrotóxicos y de
sus consecuencias en las personas, es inevitable que las historias sean tristes
e impactantes: “Se me viene a
la mente la foto de una criaturita acurrucada y marcada por todo su cuerpito,
que un amigo le hizo para que esa foto se pueda tocar y percibir como tiene
realmente la piel ese niño. ¿Qué otra cosa vale la pena hacer que esto? Bien o
mal, pero lo hacemos. Me acuerdo de las escuelas especiales que llevan un nombre
mentiroso, todos los chiquitos que entran con cáncer en el Garrahan y que lo
primero que hizo este gobierno fue intentar bajarles el presupuesto, entre
otras cosas, como bajar las retenciones a la minería y a la soja, pero más allá
de todo esto hay que vivir, seguir viviendo y no sin haber hecho lo posible”,
concluyó.
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