El
próximo 15, 16 y 17 de Octubre se realizará el 3
º Congreso Nacional de Médicos de Pueblos Fumigados en el Aula Magna de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Buenos Aires. El Congreso estará destinado a
médicos, estudiantes y público en general con acceso libre y gratuito.
Armar la Trama conversó con el Dr. Nicolás Layacono,
Coordinador de la
Red Universitaria de Ambiente y Salud de Médicos de Pueblo
Fumigados, cuya especialidad es la pediatría y los transtornos del espectro
autista. Expondrá en este espacio de intercambio -por primera vez abierto a los
miembros de la sociedad civil- sobre el neuro desarrollo de los niños expuestos
a los químicos del ambiente y presentará un trabajo realizado en la región del
Amanozas, en el Ecuador, donde añalizó la repercusión de la actividad petrolera
en el proceso de crecimiento de la niños de la comunidad.
Dr. Nicolás Layacono
Breve
historia
Desde
hace casi 10 años los pobladores de las zonas rurales y periurbanas, donde se
desarrollan actividades agropecuarias basadas en el actual modelo de producción
agroindustrial, vienen reclamando, ante las autoridades políticas,
ante la justicia y manifestándose ante la opinión pública, por que sienten que
la salud de sus comunidades está siendo afectada ambientalmente, principalmente
por las fumigaciones con agroquímicos que se utilizan en las diferentes
producciones agrarias, pero también por la manipulación y depósito de estos
químicos en zonas pobladas, el deshecho de envases, el acopio de granos
impregnados de químicos dentro de los pueblos.
Poco
a poco médicos de estos pueblos y barrios se suman a la denuncia y expresan que
sus pacientes se enferman de cáncer, trastornos endocrinos, inmunológicos y
reproductivos de una manera nueva y que antes de que se empezara a fumigar como
se hace ahora, en los cultivos transgénicos, esto no pasaba.
En
Agosto de 2010 se convoca a un Encuentro Nacional de Médicos de pueblos
Fumigados, en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional
de Córdoba, para tratar de conocer y analizar lo que observaban estos médicos,
ya que para la academia, como para los ministerios de salud, no existían un
problema vinculado a la exposición a plaguicidas. Concurren más de 300
profesionales de 12 provincias y muchos científicos del CONICET muestran sus
investigaciones que reafirmaban el vínculo entre agroquímicos y daño a la salud. Se elabora una Carta
a la Presidente de la Nación, otra a la Mesa de Enlace de Entidades agrarias y
se elabora un Informe del Encuentro. También se crea la Red de Médicos de
Pueblos Fumigados, para difundir la información científica independiente que se
reúna sobre el tema y para apoyar a los pequeños equipos de salud que defienden
el derecho a la salud de sus vecinos.
En
2010, la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional
de Córdoba, publicó el Informe 1 º del Encuentro Nacional de Médicos de
pueblos fumigados, coordinado por los doctores Medardo Ávila Vazquez y
Carlos Nota. Compartimos el enlace de su contenido:
En
Junio de 2011, se realiza el 2º Encuentro de Médicos de
Pueblos Fumigados en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional
de Rosario; en el marco del 1º Congreso de Salud Socio-ambiental. En este
Encuentro se reafirman los conocimientos y experiencias acumuladas y se elabora
una declaración dirigida a los partidos políticos que disputan elecciones
presidenciales.
Contexto
actual
En
2015, la Agencia
Internacional de Investigación del Cáncer (IARC) de la Organización Mundial
de la Salud (OMS) ha reconocido lo que muchos médicos, afectados y vecinos
sabíamos desde hace años: los pesticidas que más se utilizan en Argentina
producen cáncer. Glifosato y 2.4 D, los herbicidas más consumidos son
cancerígenos humanos. A pesar de ello, 200 millones de litros-kilos de
glifosato se consumen por año en la Argentina, generando una dosis potencial de
exposición de 5 l-k por argentino por año. En las zonas agrícolas el
monocultivo de soja (y en menor medida de maíz) se extiende en 25 millones de
hectáreas en donde viven 12 millones de personas, los niveles de exposición (ya
no potencial) se elevan a 30 – 60 l-k por persona, por año.
Los estudios realizados en más de 25 pueblos, de menos de
15.000 habitantes, en provincia de Santa Fé, Córdoba y Entre Ríos muestran que
la primera causa de muerte es el cáncer (30% o más) desplazando por mucho a los
problemas cardiorespiratorios (en Argentina la primera causa de muerte es
cardiovascular con el 26% y la segunda el cáncer con el 20%); que las
incidencias y prevalencias de cáncer en general triplican a las que se
reconocen en la ciudades, que los enfermos oncológicos son más jóvenes que lo
esperable, que los problemas respiratorios y endocrinos duplican las
prevalencias esperadas y que el impacto en salud reproductiva es inocultable.
La pérdida de embarazos deseados a través de abortos espontáneos e
inexplicables tiene una tasa que va del 10% al 22% en mujeres de edad
reproductiva en 5 años y las tasas de niños que nacen con malformaciones son el
doble y a veces el triple de las tasas esperables o que se ven en todo el resto
del país.
Sin
embargo, los gobiernos provinciales de las provincias sojeras y de las que pretenden
serlo también (Santiago del Estero, Chaco, Tucumán, Salta y Formosa), y el
gobierno nacional parecen no escuchar el dolor de las familias rurales, pero
aprovechan la apropiación de parte de las rentas agrarias a través de
retenciones e impuestos como fuente de financiamiento a los gastos del estado.
Pero desgraciadamente el negocio de la soja en un negocio toxico, que destruye
el ambiente, desplaza poblaciones y enferma a las personas, además de producir
granos y alimentos contaminados con venenos que producen cáncer y demás
patologías.
El
sistema se sostiene sobre la base de negar y ocultar el impacto en la salud
agraria repitiendo afirmaciones publicitarias de las empresas multinacionales
(que proveen pesticidas y semillas transgénicas), acerca del carácter atóxico
de sus agrovenenos (como que se puede beber Round Up sin peligro y que el
glifosato es como agua con sal).
En
los últimos 20 años se naturalizó producir alimentos o sus insumos básicos
utilizando cantidades crecientes de venenos, como una práctica normal o
habitual, como si los herbicidas o las insecticidas no actuaran sobre los
humanos, como si nuestros sistemas biológicos fueran totalmente distintos o
procedieran de un camino evolutivo totalmente diferente al del resto de los
seres vivos de nuestro planeta. Producimos y consumimos alimentos cargados de
residuos de venenos que generan enfermedad y nos alejan de la seguridad
alimentaria.
Los intereses comerciales del mercado del alimento nos niegan el derecho al alimento sano, en cantidad suficiente y accesible para todas las personas como un derecho humano esencial y ponen en crisis nuestra soberanía alimentaria. (…)
Fuente: http://atesociosanitario.com.ar/3-o-congreso-nacional-de-medicos-de-pueblos-fumigados/
No hay comentarios:
Publicar un comentario