domingo, 4 de octubre de 2015

Identifiquémonos con nuestro país hermano porque de este modo descubriremos que emanciparnos de las transnacionales nos exige unirnos contra el Estado nacional y los provinciales.

"Todos somos Ayotzinapa" frente al estado capitalista mexicano
28 de septiembre de 2015
 
Por Miguel Ángel Adame Cerón (Rebelión)
 “Es una coyuntura que abre la oportunidad de cambiar el país. A un año, Ayotzinapa es factor de unidad, porque puede ser un punto de no retorno, porque ha ido allí adonde no han ido otros, ha dicho lo que no han dicho otros. O sea, luchar por los desaparecidos es luchar por una transformación”. (Omar García, 24 de septiembre de 2015) 
 
Significado y trascendencia de los hechos criminales
“Han desnudado la realidad del país” (antropólogo Abel Barrera)
 
Los brutales y sanguinarios sucesos contra los estudiantes normalistas de Ayotzinapa la noche/madrugada de 26/27 de septiembre de 2014 en la ciudad de Iguala, Guerrero, no sólo son una tragedia o una atrocidad más perpetrada por las fuerzas represoras públicas y oscuras del Estado mexicano capitalista, son y representan una fortísima conmoción política y un sacudimiento de las conciencias, a nivel político, moral y emocional para todos los pobladores excluidos de México, y especialmente para los sectores populares que luchan en la resistencia y tratan de ser o convertirse en antisistémicos y/o antagónicos.
 
Revelaron y pusieron en evidencia atroz, el actuar no sólo de un Estado-gobierno ultra neoliberal, cínico y corrupto, sino la grave situación económica-política-social de una nación-pueblo, agobiados por los saqueos, la inseguridad, el narcotráfico, la criminalidad, la semiesclavitud, la pobreza, la precariedad, el sistema de partidos, los fraudes, la simulaciones, la clase política, la oligarquía, las instituciones podridas. En fin, la necropolítica (Arizmendi dixit, 2015) exudada por todos los poros del poder, desde el presidente en turno hasta las autoridades municipales, incluyendo el sistema judicial, el ejército, la marina y las policías de todo nivel. Además, como han demostrado con mayor crudeza y fuerza la actuación de autoridades durante los últimos años y, especialmente evidentes en los últimos 12 meses, el contubernio entre autoridades, intereses capitalistas (nacionales y trasnacionales, legales e ilegales) y grupos delincuenciales de todo tipo se ha convertido en sistémica. “Son lo mismo”, se ha dicho en vox populi.
 
Por ello, con la masacre de Iguala y lo acontecido en los últimos 365 días desde el 26/27 de septiembre, hay un claro y decisivo antes y después, que marca indeleblemente la historia reciente de México; pues como se dijo, las repercusiones y los efectos en lo sociopolítico y en lo ideológico-moral conectado con lo demostrado con las movilizaciones, las protestas y la férrea persistencia de los familiares y normalistas (sus aliados y solidarios) son lo suficientemente contundentes para reconocer que no se trata de cualquier tipo de acontecimiento o sólo de una raya más del tigre narco-neoliberal, sino que, en sus profundidades y su contenidos se trata de acontecimientos topes, límites a los que ha llegado la necropolítica en su agravio al pueblo-nación, pues junto con Tlatlaya, Apatzingán y Tanhuato, significan y anudan ese vuelco a la coyuntura y a una naciente nueva ventana política y social.
 
Lo que cabe resaltar y que sigue vigente desde dichos acontecimientos de hace 12 meses, es que reiniciaron una nueva oleada de protestas, exigencias, movilizaciones, rebeldías y develaciones, que obligaron y han obligado a todas las organizaciones, movimientos, fuerzas y personas que participan en la política nacional (e inclusive mundial) a definirse desde un posicionamiento, desde una actuación, desde una decisión, o desde la indiferencia, la complicidad, la apatía o la incredulidad. Y como hemos dicho se trata de un parteaguas o, como ha dicho Adolfo Gilly [1] , de un rayo histórico del pasado reciente, que relampaguea en el presente y que marca lo que viene de resistencia y de antisistema masiva en el México de los próximos años. No sólo porque la masacre de Iguala-Ayotzinapa fue un crimen del Estado burgués mexicano, sino porque es un paradigma que condensa los crímenes y la atrocidades, las violencias y las explotaciones del régimen y del sistema capitalista mexicano y por tanto mundial.
 
Concepciones y caracterizaciones críticas de la economía política del Estado mexicano burgués y la sociedad en la coyuntura o “fase actual”.
 
El Estado mexicano burgués responde y se inserta en la lógica capitalista mundial imperante, cumple un papel y se ajusta en esa lógica de acumulación y reproducción de capital como formación económico-social específica en la situación llamada “neoliberal”.

(...)
Está política como trabajo de muerte tiende a ser totalitaria, a abarcarlo todo y desde ahí, se hace difícil imaginar otra significación de la política. La necropolítica sin duda puede ser una categoría fundamental para generar una crítica a la actualidad, pero también, habrá que entender su límite. Desde ella no se pretende encontrar otras formas de la política, por lo que será importante mirar hacia otros lados, a otros procesos y otras categorías que permitan fisurar, quebrar y desbordar la lógica de muerte. De ahí, habrá que cobrar fuerzas y buscar la resistencia de ser ante y por la política puro desecho, abandono y muerte. Leer


Miguel Ángel Adame Cerón  
Recuento: A manera de conclusión
La noche/madrugada del 26/27 de septiembre de 2014 fue, en efecto, un relámpago/rayo fulgurante de sangre y represión, pero también de descubrimiento, donde como ha dicho Kosik, la esencia se mostró en las superficies y escenarios ominosos y nefastos; no se trató de una esencia positiva sino de claroscuros. En los meses siguientes (Adame, 2015), efectivamente, se mostró lo siguiente:
 
a) La gravísima situación económico-político-social de una nación-pueblo muy lastimada.
b) Las amalgamas de la criminalización, de degradación y de podredrumbre antes señaladas. Pero también:
c) Las posibilidades para resarcir agravios y las dignidades de la nación mexicana de la lucha de los agrupados y por aglutinar en «Todos somos Ayotzinapa»; es decir, la fundamental importancia de enlazar e impulsar las luchas, movilizaciones y movimientos antisistémicos y antagonistas mexicanos (y potencialmente internacionales) en el contexto de una nueva fase o ventana de la lucha de clases en México (y su influjo para Latinoamérica y otras latitudes).
 
Para lograr detener y posteriormente revertir la furia capitalista, violenta, tanática y oponerle la furia orgánicamente unificada de los despojados y violentados en vistas a reconstruir la nación-pueblo, sus tejidos, recursos, organizaciones, poderes e implantar una nueva gobernabilidad, un nuevo gobierno nacional (y no sólo gobiernos locales o municipales), mayoritariamente proletario-popular. Para lograr tal reconstrucción, necesitamos de manera prioritaria, decidida e inteligente, unir sólidamente las confluencias y articulaciones de todos los rostros (sintetizados en esos 43 en los que íntimamente nos reflejamos), de todos los focos, de todas las resistencias, de todas las luchas y oposiciones, contra este Estado antinacionalista y narco/necropolítico. Estado-gobierno facilitador e impulsor de la acumulación y del mercado mundial capitalista imperialista y su terribles expresiones globalizadoras y nacionales expoliadoras, narcomafiosas y terroristas.
 
Sí no lo hacemos así (la urgente necesidad organizada de las convergencias y unidades antineoliberales) y dejamos pasar esta coyuntura, manteniendo las trincheras relativamente aisladas o desarticuladas, perderemos una de las oportunidades más valiosas que nos da la historia del presente: la lucha de «Todos somos Ayotzinapa» que concentra todas esas luchas y todas nuestras potencialidades como nación, pueblo proletario que construye su emancipación como gran fuerza productiva de una nueva historia.
Bibliografía:(…)
Notas:(…)

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