"Todos somos Ayotzinapa"
frente al estado capitalista mexicano
28 de
septiembre de 2015
Por
Miguel Ángel
Adame Cerón (Rebelión)
“Es una coyuntura que abre la oportunidad de cambiar el país. A un
año, Ayotzinapa es factor de unidad, porque puede ser un punto de no retorno,
porque ha ido allí adonde no han ido otros, ha dicho lo que no han dicho otros.
O sea,
luchar
por los desaparecidos es luchar por una transformación”. (Omar García, 24 de septiembre de 2015)
Significado y trascendencia de los hechos
criminales
“Han desnudado la realidad del país” (antropólogo Abel Barrera)
Los brutales y sanguinarios sucesos contra los estudiantes
normalistas de Ayotzinapa la noche/madrugada de 26/27 de septiembre de 2014 en
la ciudad de Iguala, Guerrero, no sólo son una tragedia o una atrocidad más
perpetrada por las fuerzas represoras públicas y oscuras del Estado mexicano
capitalista, son y representan una fortísima conmoción política y un
sacudimiento de las conciencias, a nivel político, moral y emocional para todos
los pobladores excluidos de México, y especialmente para los sectores populares
que luchan en la resistencia y tratan de ser o convertirse en antisistémicos y/o
antagónicos.
Revelaron y pusieron en evidencia atroz, el
actuar no sólo de un Estado-gobierno ultra neoliberal, cínico y corrupto, sino
la grave
situación económica-política-social de una nación-pueblo, agobiados por los
saqueos, la inseguridad, el narcotráfico, la criminalidad, la semiesclavitud, la
pobreza, la precariedad, el sistema de partidos, los fraudes, la simulaciones,
la clase política, la oligarquía, las instituciones podridas.
En fin, la necropolítica (Arizmendi dixit,
2015) exudada por todos los poros del poder, desde el presidente en turno hasta
las autoridades municipales, incluyendo el sistema judicial, el ejército, la
marina y las policías de todo nivel. Además, como han demostrado con mayor
crudeza y fuerza la actuación de autoridades durante los últimos años y,
especialmente evidentes en los últimos 12 meses, el contubernio entre
autoridades, intereses capitalistas (nacionales y trasnacionales, legales e
ilegales) y grupos delincuenciales de todo tipo se ha convertido en sistémica.
“Son lo mismo”, se ha dicho en vox
populi.
Por ello, con la masacre de Iguala y lo acontecido en los últimos
365 días desde el 26/27 de septiembre, hay un claro y decisivo antes y después,
que marca indeleblemente la
historia reciente de México; pues como se dijo, las repercusiones y los
efectos en lo sociopolítico y en lo ideológico-moral conectado con lo demostrado
con las movilizaciones, las protestas y la férrea persistencia de los familiares
y normalistas (sus aliados y solidarios) son lo suficientemente contundentes
para reconocer que no se trata de cualquier tipo de acontecimiento o sólo de una
raya más del tigre narco-neoliberal, sino que,
en sus profundidades y su
contenidos se trata de acontecimientos topes, límites a los que ha llegado la necropolítica en su agravio al pueblo-nación, pues junto con Tlatlaya,
Apatzingán y Tanhuato, significan y anudan ese vuelco a la coyuntura y a una
naciente nueva ventana política y social.
Lo que cabe resaltar y que sigue vigente desde
dichos acontecimientos de hace 12 meses, es que reiniciaron una nueva oleada de
protestas, exigencias, movilizaciones, rebeldías y develaciones, que obligaron y
han obligado a todas las organizaciones, movimientos, fuerzas y personas que
participan en la política nacional (e inclusive mundial) a definirse desde un
posicionamiento, desde una actuación, desde una decisión, o desde la
indiferencia, la complicidad, la apatía o la incredulidad. Y como hemos dicho se
trata de un parteaguas o, como ha dicho Adolfo Gilly [1] ,
de un rayo histórico del pasado reciente, que relampaguea en el presente y
que marca lo que viene de resistencia y de antisistema masiva en el México de
los próximos años. No sólo porque la masacre de Iguala-Ayotzinapa fue un crimen
del Estado burgués mexicano, sino porque es un paradigma que condensa los
crímenes y la atrocidades, las violencias y las explotaciones del régimen y del
sistema capitalista mexicano y por tanto mundial.
Concepciones y caracterizaciones críticas de la
economía política del Estado mexicano burgués y la sociedad en la coyuntura o
“fase actual”.
El Estado mexicano burgués responde y se
inserta en la lógica capitalista mundial imperante, cumple un papel y se ajusta
en esa lógica de acumulación y reproducción de capital como formación
económico-social específica en la situación llamada “neoliberal”.
(...)
Está política como trabajo de muerte tiende a ser
totalitaria, a abarcarlo todo y desde ahí, se hace difícil imaginar otra
significación de la política. La necropolítica sin duda puede ser una categoría
fundamental para generar una crítica a la actualidad, pero también, habrá que
entender su límite. Desde ella no se pretende encontrar otras formas de la
política, por lo que será importante mirar hacia otros lados, a otros procesos y
otras categorías que permitan fisurar, quebrar y desbordar la lógica de muerte.
De ahí, habrá que cobrar fuerzas y buscar la resistencia de ser ante y por la
política puro desecho, abandono y muerte.
Leer
Miguel Ángel Adame CerónRecuento: A manera de conclusiónLa noche/madrugada del 26/27 de septiembre de 2014 fue, en efecto, un relámpago/rayo fulgurante de sangre y represión, pero también de descubrimiento, donde como ha dicho Kosik, la esencia se mostró en las superficies y escenarios ominosos y nefastos; no se trató de una esencia positiva sino de claroscuros. En los meses siguientes (Adame, 2015), efectivamente, se mostró lo siguiente:a) La gravísima situación económico-político-social de una nación-pueblo muy lastimada.b) Las amalgamas de la criminalización, de degradación y de podredrumbre antes señaladas. Pero también:c) Las posibilidades para resarcir agravios y las dignidades de la nación mexicana de la lucha de los agrupados y por aglutinar en «Todos somos Ayotzinapa»; es decir, la fundamental importancia de enlazar e impulsar las luchas, movilizaciones y movimientos antisistémicos y antagonistas mexicanos (y potencialmente internacionales) en el contexto de una nueva fase o ventana de la lucha de clases en México (y su influjo para Latinoamérica y otras latitudes).Para lograr detener y posteriormente revertir la furia capitalista, violenta, tanática y oponerle la furia orgánicamente unificada de los despojados y violentados en vistas a reconstruir la nación-pueblo, sus tejidos, recursos, organizaciones, poderes e implantar una nueva gobernabilidad, un nuevo gobierno nacional (y no sólo gobiernos locales o municipales), mayoritariamente proletario-popular. Para lograr tal reconstrucción, necesitamos de manera prioritaria, decidida e inteligente, unir sólidamente las confluencias y articulaciones de todos los rostros (sintetizados en esos 43 en los que íntimamente nos reflejamos), de todos los focos, de todas las resistencias, de todas las luchas y oposiciones, contra este Estado antinacionalista y narco/necropolítico. Estado-gobierno facilitador e impulsor de la acumulación y del mercado mundial capitalista imperialista y su terribles expresiones globalizadoras y nacionales expoliadoras, narcomafiosas y terroristas.Sí no lo hacemos así (la urgente necesidad organizada de las convergencias y unidades antineoliberales) y dejamos pasar esta coyuntura, manteniendo las trincheras relativamente aisladas o desarticuladas, perderemos una de las oportunidades más valiosas que nos da la historia del presente: la lucha de «Todos somos Ayotzinapa» que concentra todas esas luchas y todas nuestras potencialidades como nación, pueblo proletario que construye su emancipación como gran fuerza productiva de una nueva historia.Bibliografía:(…)Notas:(…)
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