martes, 6 de octubre de 2015

II. Contrastemos la visión económica con la que están construyendo las organizaciones en lucha por el buen vivir abajo.

“Estamos convencidos que el cambio tiene que ser cultural 

además de político y económico”
5 de octubre de 2015

Yanina Gambetti forma parte de los organizadores de la Carpa de la Soberanía bajo la cual, montada en el Obelisco, se llevaron adelante hasta el viernes 2 de octubre una serie de actividades tendientes a concientizar y promover la preocupación sobre el modelo de extracción y producción argentino, y sus consecuencias ambientales, territoriales, económicas y sociales. 

Por Silvana Pérez, para ANRed / Imágenes: Carpa Por La Soberanía.
La iniciativa, que lleva detrás años de lucha, aglutina a diversos sectores que trabajan en ladenuncia permanente del impacto que el actual modelo de progreso sojero y extrativista, está generando en diversos aspectos como ser los pueblos originarios, contaminación, abandono del patrimonio territorial, vaciamiento de reservas naturales, explotación bajo empobrecimiento de la tierra por monocultivo, entre otros. Luchan contra un monstruo de mil cabezas, como dice Yanina, pero cada vez son más y más fuertes. En diálogo con ella, esto nos contaba.

Yanina: ¿cómo y cuándo surge el movimiento que representás?
Yanina Gambetti: Desde la llegada de los transgénicos por la década del 60´ surgen diferentes movimientos en todo el mundo alertando a las comunidades sobre los peligros del monocultivo y del avance de los agronegocios sobre los territorios y sus consecuencias funestas tanto para la agricultura y la ganadería, como para el campesinado, los pueblos indígenas y los pueblos que habitaban en zonas rurales. En principio fueron los pueblos fumigados que se organizaron, y espacios como el Grupo de Reflexión Rural, que desde que el problema de los agronegocios toca a la Argentina vienen denunciando y explicando claramente como opera el sistema y cuales son sus cómplices locales.
En Argentina desde la profundización del modelo en los 90´ se intensificó la lucha y las movilizaciones y grupos de activismo que proclamamos por la Soberanía Alimentaria fuimos ganamos las calles, sumándonos a la lucha que daban los grupos mencionados. Entonces van surgiendo, por ejemplo, los grupos de Madres de Ituzaingó de Córdoba, los Vecinos del Valle de Conlara, Médicos y Abogados de Pueblos Fumigados, asambleas y movimientos urbanos y periurbanos mas recientes como el Frente de Lucha por la Soberanía Alimentaria Argentina, del que somos parte, y Todos los 25 hasta que se vaya Monsanto.

Desde ese tiempo hasta hoy, ¿qué crees que ha cambiado para bien o para mal?
YG: Desde ese tiempo hasta hoy creo que lo malo fue que el Gobierno Nacional ha avanzado y profundizado el modelo agroexportador que implica lo que denunciamos, que es la contaminación ambiental, el ecocidio (por envenenamiento lento y silencioso por ingesta de alimentos intoxicados, y fumigaciones con agrotóxicos), y la represión y el despojo de las comunidades que ocupan los territorios que son deseados por las multinacionales y el Gobierno para expandir la frontera sojera. También se avanzó negativamente en convenios con multinacionales como Monsanto, y se aprobaron muchos más eventos transgénicos, impulsando cada día la carrera biotecnológica que nadie controla y que no sabemos cuales podrán ser las consecuencias reales a mediano y largo plazo para la salud pública y el ecosistema. También podemos mencionar que se avanzó en la criminalización de la protesta social frente a estas problemáticas.

Sin embargo, lo positivo es que la organización social se multiplica frente a este y otros aspectos de los que llamamos el extractivismo y el falso progreso. Se han reproducido los grupos y espacios que accionan para concientizar a la población y para presionar al poder en pos de frenar este ecocidio y cambiar el modelo de producción y consumo actual. También se avanzó positivamente en algunas cuestiones legales de prohibición de fumigaciones, en algunas localidades, y muchos científicos, docentes y profesionales de la nutrición y la agronomía se han sumado a la defensa de la vida, siguiendo el ejemplo de Andrés Carrasco. En las universidades crecieron los grupos de estudiantes que incorporan la problemática en la agenda política, y eso si que es nuevo, que las cuestiones ambientales y geopolíticas puedan ser incluidas en las agendas que antes se limitaban netamente a lo universitario. Afloraron las ferias agroecológicas, y músicos, artistas e inclusive varios personajes públicos como actores y cantantes se han manifestado en contra del agronegocio, de la ley de patentamiento de semillas y de las fumigaciones.

Bueno, eso entre otras cosas positivas, que cuando uno empieza a enumerar dice: ’¡bue, al final son un montón!’. Y eso te pone contenta. No podemos dejar de mencionar que se declaró desde la OMS al glifosato como cancerígeno -yo supongo que por tanta presión de las luchas y gracias al sacrificio realizado por el compañero Dr. Carrasco- y eso alerto un poco más. Y como tampoco podemos olvidar el juicio ganado por las Madres de Ituzaingo en la provincia de Córdoba. Hoy más de 6 mil vecinos toman las calles en San Juan por el derrame de cianuro de la mega minería, y estas son cositas que nos van dando la pauta de que la conciencia crece.

 ¿Entonces, buscan generar sólo conciencia, o llegar a un cambio estructural?
 YG: Estamos convencidos que el cambio tiene que ser cultural además de político y económico y que todo está imbricado.
 ¿Con qué intención surge la Carpa de la Soberanía?
 YG: La carpa de la soberanía surge de la inquietud de muchos colectivos que venimos activando el tema desde diferentes aspectos y nos damos cuenta de que todas las problemáticas ambientales y territoriales que más afectan al pueblo son parte del mismo problema.

¿Y el Frente, cómo surge?
 YG: Luego en particular, el Frente de Lucha por la Soberanía Alimentaria Argentina se crea en el año 2013 con la intención de agrupar a los diferentes actores que estaban intentando desde hace mas o menos tiempo, darle batalla a ese aspecto del extractivismo que saquea nuestro suelo y contamina nuestros pueblos a través de la expansión del monocultivo transgénico con uso de agrotóxicos.

La propuesta fue crear un gran frente, amplio, horizontal, en todo el país, que fuera inclusivo de todos los sectores: gremiales, partidarios, asamblearios, vecinales, ong, entre otros, ya que pensábamos que todos éramos necesarios ante tamaño poder del "enemigo". Así surgió el Frente, con ese espíritu de unidad, pero con unaclara línea de trabajo con fuerte crítica al capitalismo, al progresismo y al desarrollismo. Somos hijos de Famatina, Andalgalá y Tinogasta, de Malvinas Argentinas y de las asambleas urbanas o periurbanas de Buenos Aires en las que participamos. Somos testigos del dolor que provoca el extractivismo, que siempre es el mismo dolor, sin importar con que herramienta lastime nuestro suelo o a nuestros vecinos, o a nosotros mismos. Puede ser perforación y voladura minera, puede ser agotamiento por monocultivos o contaminación por químicos, pero siempre el daño es igual de doloroso y en las caras de nuestros hermanos se ve el mismo sufrimiento, y la pasión con que defienden la montaña o el valle, o las escuelas o la salud de sus hijos es la misma, porque esa pasión y entrega a la causa nace del amor por la Vida.

Entonces, entre los objetivos también estaba el de unificar luchas
YG: Volviendo al Frente, el primer año se realizó entre todos un Foro donde compañeros como Javier Rodríguez Pardo de la Asamblea de Esquel, Andrés Carrasco del Conicet, José Seoane, un sociólogo comprometido con la causa, Miguel Viñas, documentalista y biólogo realizador de ,,Hambre de Soja, Guillermo Folguera del Grupo de Reflexión Rural, Eduardo Cerda, agroecólogo, y muchos compañeros más se sumaron para darnos el puntapié desde su experiencia y trayectoria en la construcción de un nuevo mundo. Este Foro proponía construir la soberanía alimentaría pero el primer paso era la unidad. Lo que faltaba y falta aun superar en este sentido es que siempre que nos encontramos pensamos mucho y accionamos poco, ya que nos frenaban ciertos aspectos reales de la vida cotidiana como la distancia, las actividades familiares y laborales o porque las luchas locales nos absorbían demasiado tiempo. Por eso el FLSAA llamó a la unidad en la acción por el problema global, entendiendo que el diagnóstico y las posibles salidas ya estaban por demás discutidas en los espacios de articulación existentes, y de los cuales seguimos participando en la medida que podemos (UAC, ESABA, etc.). Hoy nos sumamos a la carpa porque creemos que es un lugar donde esto se hace realidad.

¿Cómo explicarías el modelo productivo y extrativo actual de Argentina?
YG: Estamos frente a un monstruo de mil cabezas, y estamos atacando por partes, cuando es todo lo mismo. El falso progreso que nos vende el capitalismo, que se manifiesta en los países denominados "subdesarrollados", extractivismo. El saqueo completo de nuestros bienes comunes para beneficio del capital financiero, la contrapartida para el pueblo de todo el pasivo ambiental, y la individualizacion de la cultura de consumo que mantiene a la mayoria dormida. Por todo eso creemos que acciones como la Carpa de la Soberanía nos unen y manifiestan de mejor manera cual es el verdadero problema y cuales son todas sus caras, así como también cuales son las posibles salidas.

Desde el punto de vista del FLSAA, como otros momentos o hitos en la transgenización del Estado podemos mencionar el 7 de octubre de 2010, cuando Monsanto logró la aprobación de un combo de tres eventos transgénicos (para maíz resistente al glifosato), una marca histórica para el agronegocio. También el 23 de agosto de 2011, cuando la Secretaría de Agricultura mediante la CONABIA (Comisión Nacional de Biotecnología) decidió autorizar la soja transgénica resistente a glufosinato de amonio. "Una solicitud hecha por la empresa Bayer a fines de los 90´", como destacó en su momento Infocampo. Se trataba del segundo evento transgénico aprobado comercialmente, justamente, 15 años después de la liberación de la soja RR por Felipe Solá. 

Así se preparaba el escenario para que el Gobierno Nacional, de Cristina Fernández de Kirchner presentara en septiembre de 2011 el Plan Estratégico Agroalimentario (PEA) que proyecta pasar de 52 a 71 millones de toneladas la producción de soja. Desde 1996, la Comisión Nacional de Biotecnología aprobó 31 eventos transgénicos (maíz, soja y algodón). El 77 por ciento de ellos (24) durante el Kirchnerismo. Las empresas favorecidas fueron Monsanto (12 semillas transgénicas), Syngenta (siete), Pioneer-Dupont (cuatro), Dow Agrosciences (cuatro), Bayer (dos) y Nidera y Basf (una cada empresa)

¿Y en cuanto al uso de químicos?
 YG: En el cono sur se encuentra un tercio de la superficie sembrada con transgénicos a nivel mundial. En nuestro territorio hay más de 20 millones de hectáreas de cultivos transgénicos que utilizan toneladas de agrotóxicos que llegan cada día a nuestras mesas con los alimentos. Por otra parte, la mayor parte de la superficie cultivada del territorio -60 por ciento- es monocultivo transgénico, y casi el 90 por ciento de los productos a los que accedemos en los mercados convencionales son industrializados a base de químicos, conservantes, colorantes, lecitina de soja, y otros componentes también altamente tóxicos, y que resultan de una concentración de capitales en pocas empresas multinacionales, como Pepsico, Nestlé, Coca Cola y Kraft. Al no poder elegir como pueblo, ni decidir qué comer en función de una mejor calidad de vida, estamos frente a una dictadura alimentaria que no puede sino llevarnos al deterioro cada vez más profundo de la salud púbica.

No queremos un “mar de soja” y “cordones verdes” alrededor de las ciudades. No queremos ser cómplices del saqueo ambiental y de la desidia de quienes en nombre del progresismo están esquilmando nuestros suelos, nuestra biodiversidad y nuestra esencia como pueblo y por eso luchamos por nuestra Soberanía Alimentaria.
Desde hace algunos años, se viene dando una puja entre las principales empresas
biotecnológicas del sector semillero (con Monsanto a la cabeza) y sectores que representan los intereses de productores del agronegocio. Los anuncios de decretos y proyectos de ley de semillas de parte del Ejecutivo Nacional -que vendrían a “reordenar” el agronegocio- ponen de manifiesto, una vez más, el carácter monopólico, concentrado y extractivista del Modelo Productivo y la consolidación de un Estado Transgénico.
  
¿Qué propuesta trabajan ustedes?

 YG: Lo que denunciamos y lo que proponemos es reafirmamos nuestro rechazo a la modificación de la Ley de Semillas, así como también, cualquier otra normativa que en el futuro pretenda modificar la actual legislación o avance en la legitimación o fortalecimiento del Estado transgénico, el patentamiento o privatización de las semillas, y/o cualquier mecanismo de control estatal o privado del uso propio de las semillas
Rechazamos el falso argumento de la “generación de empleo” que genera el agronegocio y les recordamos la enorme cantidad de personas que han sido expulsadas a causa del mismo. Muchas de estas personas que hoy se encuentran sin un trabajo digno, fueron arrancadas de sus territorios y condenadas a la dependencia eterna a los planes sociales, que se otorgan desde el mismo Estado impulsor estas “tecnologías”, ocupan los márgenes de las ciudades y las “villas miseria”. Muchas otras, se encuentran en situaciones extremas de esclavitud, como en el caso de trabajadores/as tareferos/as en la provincia de Misiones, en pos de las enormes ganancias de las grandes empresas de monocultivos de yerba mate.

Rechazamos firmemente toda la industria transgénica, ya sea estatal o privada.
Consecuentemente, repudiamos la consolidación del sistema extractivista en el que se enmarcan los gobiernos Nacional y provinciales en Argentina, a partir del uso de artilugios legales que permiten o favorecen la mercantilización y el patentamiento de la vida. Esta situación pone de manifiesto su verdadero proyecto que disfrazado tras un discurso progresista promueve el saqueo de la totalidad de los bienes comunes y la consecuente dependencia y destrucción de nuestro Pueblo. Ejemplo de ello es lo ocurrido con la Ley de Glaciares, vetada por Cristina Fernández en el año 2008 a pedido de las provincias mineras y las trasnacionales. Así, como ya es costumbre, desde el Ejecutivo se utilizan los artilugios mencionados -como el veto y el decreto- para favorecer a los grandes monopolios y a los sectores que se enriquecen del saqueo.

¿Qué pronóstico te animás a hacer de nuestro país en materia productiva, uso del suelo, reparto de tierras, soberanía nacional, cuidado de bienes comunes, pueblos originarios, alimentos transgénicos?
 YG: Creemos que debemos promover sistemas productivos que se realicen respetando los ciclos biológicos en armonía con la naturaleza, recuperar los saberes ancestrales y tradicionales para vivir en el campo y para producir alimentos, repoblar el territorio con familias y pueblos neorrurales impulsar la verdadera agroecológia, la agricultura natural, la agricultura regenerativa, la promoción de la biodiversidad, los policultivos chacareros y rotaciones con ganadería, que permitan recuperar las prácticas para la protección del aire, el agua y el suelo. 

También creemos que tenemos que reconstruir nuestras comunidades, reconstruir los vínculos solidarios que nos permitan seguir construyendo mancomunadamente este largo camino hacia una sociedad cada vez más justa, más autónoma y en armonía con el ecosistema del cual formamos parte. Se trata de una ardua tarea, definitivamente tan necesaria como impostergable. Eso somos, esperamos poder hacer nuestro pequeño aporte a semejante sueño de liberación colectivo.

Fuente: http://www.anred.org/spip.php?article10798

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