Crónicas de represión: la lucha de Rodrigo Avilés
3 de junio de 2015
Rodrigo Avilés, estudiante chileno, se encuentra en riesgo de
perder la vida (pese a que ha salido del coma inducido) desde el 21 de mayo,
después de que fuese alcanzado directamente por el chorro de un cañón de agua
policial en el marco de las movilizaciones sociales y estudiantiles en Chile.
En este contexto, el pasado jueves 28 de mayo, más de 200 mil personas salieron
a la calle a exigir al Estado de Chile un alto a la represión de las
movilizaciones sociales.
Por Periódico Diagonal
Y es que Rodrigo no es el único estudiante víctima de una acción
policial que transgrede cualquier protocolo de actuación. Para ello, baste
revisar las últimas declaraciones del Instituto Nacional de Derechos Humanos en
Chile (INDH), para tomar nota de lasconstantes denuncias de represión y maltrato
policial, las que además circulan en grabaciones en vídeos:
estudiantes, mujeres y hombres, siendo golpeados flagrantemente por integrantes
de Carabineros de Chile. El caso de la violación a los derechos humanos del
pueblo mapuche merecería una crónica aparte, porque nos estamos refiriendo a
testimonios de torturas por parte de fuerzas especiales de dicha institución.
Hace poco, el mismo INDH hacía una declaración pública pidiendo al Estado de
Chile iniciar un diálogo con
el pueblo mapuche, en la cual enfatizaba la necesidad de
investigar el disparo de perdigones a integrantes de esa comunidad.
Desde el año 2006 en Chile se han venido produciendo diversas
manifestaciones populares en el espacio público. Sin ánimo de acotar las
temáticas, podemos identificar en términos generales; la expresión de un
malestar social en torno al modelo económico neoliberal instalado en la
dictadura de Pinochet (el laboratorio de los Chicago Boys que bien describe
Naomi Klein en La Doctrina del Shock), desde ahí, podemos desprender las
manifestaciones en contra de la instalación de una termoeléctrica en la
Patagonia chilena, en contra de las semillas de Monsanto, en contra de la
colusión de las farmacéuticas para elevar los costos. También hallamos la gran
demanda por una educación pública,
gratuita y de calidad(en contra de la privatización de la
educación y el fin del lucro), la que articuló e impulsó transversalmente el
movimiento estudiantil del año 2011, que contó con el apoyo mayoritario de la
población chilena y que se sumó a las rebeliones globales en contra de la
mercantilización de los derechos sociales.
Carabineros ha dado de baja al funcionario que dirigió el chorro
del carro lanzaaguas contra Rodrigo Avilés, aun cuando en primera instancia, la
Institución había negado cualquier participación en el hecho. De este modo, la
cuestión se expedienta en términos individuales, sin asumir una autocrítica
institucional en tanto garantes de la seguridad del Estado. El Estado apuesta
así por la fórmula de la individualización
personal de los hechos, antes que reconocer que una institución (Carabineros de
Chile) utiliza toda la fuerza como monopolio del Estado.
Si seguimos las argumentaciones de Judith Butler (en el libro
Marcos de Guerra), en relación a la violencia, y asumimos una dimensión
temporal e histórica de los hechos, entonces, concluiremos que en el daño sobre
un cuerpo, operan representaciones puestas en acto. Desde ese punto de vista,
la actuación no sólo representa una opción individual del sujeto que provoca el
daño, sino que tenemos que pensar en la cadena de significados en que esa
performatividad de la acción ha sido posible y permitida. La responsabilidad
entonces, es de la comunidad en que ese sujeto individual (carabinero) se
inscribe; él es sólo un actor particular, poniendo en escena a un grupo de
referencia del cual es parte. Hablamos de una responsabilidad no sólo legal,
porque entonces, podemos perdemos en la judicialización de los hechos sin
asumir que estamos frente a un problema que amerita
respuestas políticas.
Pero no es sólo
eso, ya que la represión, y en su caso extremo el terrorismo de Estado, se
inscribe también en una historia de significados, grabados en los
cuerpos/memoria. No puede pretenderse que un acto de violencia policial hacia
un estudiante (que no es único ni excepcional) sea “enajenado” de su
historicidad, eso que Butler llama la “cadena metonímica”, en tanto actos que
activan una serie de recuerdos.
Cuando la ciudadanía sale a la calle a gritar: “No nos sigan matando”, no
podemos obviar la historia reciente chilena, la dictadura, la represión.
El movimiento
estudiantil constituye una reserva moral, y así como ese carabinero representa
a una Institución, Rodrigo Avilés, también simboliza a su propia comunidad de
referencia: la del movimiento estudiantil. Por lo tanto, si lo tocan a él, nos tocan a todos y todas quienes
anhelamos –desde
la asunción de una consciencia crítica–, no sólo un Chile diferente, más
humano, solidario y feliz, sino, un mundo en que nos conmueva el dolor del
otro, donde no vivamos para acumular y desangrarnos trabajando sin disfrutar la vida. Un país en que
podamos manifestarnos en la calle con la garantía de que no arriesgamos la vida
por defender las ideas.
Fuente: http://www.anred.org/spip.php?article9960
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