Feminismo organizado, ni una menos ¿Y
el Estado?
junio de 2015
junio de 2015
En la Hoja de Coyuntura de Mayo, en el
apartado en el que analizábamos la situación nacional respecto de la lucha
antipatriarcal, decíamos que la cercanía de las elecciones presidenciales
obligaban “al Gobierno nacional a manifestar gestos esperanzadores dedicados a
los sectores que esperan el sostenimiento de medidas por izquierda, como forma
de contener posibles desprendimientos de sectores del movimiento feminista y
lgttbi que lo apoyan, que podrían desilusionarse ante la dura realidad: el
kirchnerismo va a terminar su mandato sin impulsar la legalización del aborto,
con enormes dificultades para garantizar los derechos en el marco de los casos
de abortos no punibles, con políticas de Estado absolutamente desfinanciadas en
materia de derechos de las mujeres y lgtttbi, y débil también para combatir
frontalmente a la Justicia, que en todos sus fallos expresa su matriz
patriarcal ante los casos de femicidios y delitos de odio por género”.
Es en ese marco en el que se desarrolla la
convocatoria para este 3 de junio, con la consigna Ni una menos,
organizada por sectores de profesionales, periodistas y famosos, muchos de
ellos cercanos al gobierno de Cristina Fernández, invitando a salir a las
calles ante tanta violencia machista. La gran ausencia en esta convocatoria
justamente es el reclamo hacia el Estado. Las demandas aparecen orientadas
hacia la propia sociedad, pidiéndole que pare de matar mujeres, jóvenes y
niñas. Sin embargo la pregunta posible de realizarse es, y ¿cuál sería la
responsabilidad del Estado en la garantía de la seguridad de dichas mujeres?,
quienes en muchos casos ya habían dado intervención a la justicia sobre su
situación. ¿Cuál es la respuesta práctica y de largo plazo que se les da a
estas mujeres en situación de violencia?
A su vez, esta convocatoria se produce no
casualmente, seis días después del 28 de mayo (Día Internacional de Acción por
la Salud de las Mujeres), momento en el que se expresa con fuerza el reclamo
por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, discusión que el equipo de
Gobierno prefiere evitar ya que agrieta su propia composición orgánica.
Aquí entonces hay dos
aspectos que confluyen para configurar el escenario del 3 de junio.
·
Por un lado, el Gobierno necesita mostrarse “activo” de cara a
estas demandas, y por eso sus principales referentes no dudaron un segundo en
sacarse fotos con la consigna del evento (al igual que el resto de los
referentes de los partidos de la oposición burguesa, incluso aquellos que
tradicionalmente se han aliado a la Iglesia, contra las demandas del movimiento
feminista). No sería extraño incluso, que un gran anuncio presidencial sobre el
tema se dé después de esta convocatoria.
·
Por otro lado, el movimiento feminista y lgtttbi han logrado
instalar en agenda cada vez con más claridad el concepto “femicidio”, logrando
que la indignación social ante cada caso vaya en aumento. Al mismo tiempo, la
realidad muestra su crudeza: el número alarmante de femicidios durante el 2014
(277 registrados) y la seguidilla de casos de femicidio (más de 20
registrados), abuso, violaciones, mujeres prendidas fuego o en situación de
violencia de género, en lo que va del 2015, generan por sí mismos el caldo de
cultivo para que la actividad del 3 de junio adquiera una masividad sin
precedentes. Sin embargo, la
consigna Ni una menos, a la luz de los datos, llega tarde.
La lucha por abajo
Los sectores
organizados de mujeres, y espacios de géneros y feministas, se organizan y
participan desde hace muchos años en cada jornada de lucha y ayuda para las
mujeres que sobrevivieron y sus familiares. Con el propósito de acompañar y
visibilizar la ausencia del Estado y la complicidad judicial ante estos casos
que lamentablemente son numerosos, y todos tienen un denominador común, la
denuncia y la falta de respuestas.
Por eso decimos que fue esta misma fuerza
organizada la que, por medio de la lucha incansable, obliga a sectores de las
clases dominantes a lavarse la cara con un cartel, cuando son lxs principales
reproductores de mandatos y estereotipos que refuerzan la estructura patriarcal
a partir de la difusión de una cultura sexista y homolesbotransbifobica.
La respuesta del
Estado, más allá de un discurso progresista y marketinero de amplios sectores,
sigue siendo la no implementación de la Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones
interpersonales-Ley 26.485- sancionada hace ya seis años.
La falta de voluntad
política en su aplicación, se expresa en el magro presupuesto asignado a políticas
públicas que garanticen una mínima asistencia y respuesta ante las situación de
violencia que las mujeres vivimos cotidianamente en nuestras casas, lugares de
trabajo, en la calle, las cárceles e instituciones estatales.
La falta de
presupuesto y políticas públicas acordes ante la situación alarmante que
sufrimos las mujeres a nivel nacional no es una novedad para nadie. Cientos de
casos de abuso y femicidio y la respuesta del Estado es la complicidad de los
poderes Judicial y Ejecutivo con la Iglesia. Se muestra así la nula voluntad política
de frenar esta avanzada de las expresiones más extremas del patriarcado:
mujeres muertas por femicidios, mujeres secuestradas por redes de trata,
mujeres muertas por abortos clandestinos.
La respuesta de los sectores en lucha
permanente es la garantía de que estos hechos no queden impunes. Es por eso que
cuando se difundió la noticia del fallo de Piombo- Sal Llargués, donde
redujeron la pena a un dirigente de un club de fútbol infantil, condenado por
abuso probado a un niño de seis años, con el argumento de que la víctima tenía
una "orientación sexual homosexual" y que estaba habituado a ese
accionar pues había sido abusado en su hogar, las organizaciones y el pueblo en
general salieron a denunciar este hecho no sólo por ser un fallo machista y
homofóbico, sino por que desconoce todas las convenciones que protegen los
derechos del niño y la niña.
Con este fallo y su repudio enérgico, estamos
discutiendo el rol de la Justicia y sus concepciones patriarcales y de clase
que la constituyen.
Que con la excusa de tecnicismos esconde su propósito, el de
proteger y cuidar a los violadores y femicidas, cuestionando a la víctima que
en muchos casos ya no tiene voz para defenderse.
En mi cuerpo decido yo
Este 28 de mayo se cumplió
una década de la fundación de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto legal, Seguro y Gratuito,
esta campaña se organizó a través de los años con mujeres de amplios sectores y
edades en los Encuentros Nacionales de Mujeres. Logrando por medio de un
objetivo claro, unir fuerzas y luchas día a día por el derecho a decidir.
Hoy en día en la
situación de las mujeres en la Argentina respecto a la posibilidad de decidir
sobre las maternidades es preocupante. Cada año mueren un centenar de mujeres
por realizarse aborto en condiciones de clandestinidad. Que implican
condiciones de insalubridad, sin insumos ni personal especializado, gastando
dinero que no se posee, pues la gran mayoría pertenecen a los sectores de la
clase empobrecidos. Esta condición de clandestinidad también abarca a las
clínicas privadas o consultorios que recibiendo también mucho dinero realizan
abortos a aquellas mujeres que pudiendo decidir y poseyendo el dinero pueden
garantizarse la interrupción de un embarazo en condiciones debidas pero con la
clandestinidad de haber cometido un delito, el de decidir sobre su propio
cuerpo.
El contexto en el que suceden estos hechos
que, a pesar de la ilegalidad y la penalización se siguen realizando, demuestra
que más de medio millón de mujeres realizan estas prácticas, que en condiciones
de salubridad y siendo garantizadas por el Estado Nacional, provincial y
municipal, no conlleva la muerte de ninguna persona.
Es una práctica que reconoce el derecho de las
mujeres sobre su propio cuerpo, de las parejas de cuando desean ser madre o
padres, pero sobre todo, es un derecho que pone en jaque el rol social de las
mujeres como “las creadoras de vida” quienes deben llevar adelante la crianza y
el mantenimiento de los hogares, lugar donde se realizan muchos trabajos todos
ellos productivos pero no pagos. Se cuestiona el propósito de la procreación,
el rol de las materno-paternidades, pasa a ser un debate público, colectivo y
político, algo que al capital y al patriarcado le conviene que se discuta en
términos individuales, privados y morales.
No es un enfermo, es un hijo sano del patriarcado.
¿Pero que hay por
detrás de las miles de mujeres muertas por abortos clandestinos, por
femicidios, violadas, desaparecidas y secuestradas por las redes de trata, criminalizadas
por la “Justicia ”,
silenciadas por el Estado y los medios
de comunicación?
Debemos reconocer las
determinaciones del sistema patriarcal y su relación con el capitalismo, para
poder analizar críticamente estos hechos que, a esta altura, nadie puede decir
que son hechos aislados, actos de locura cometidos por psicópatas, monstruos o
enfermos, en tanto expresión más extrema de las relaciones de poder y
dominación necesarias para la reproducción de la sociedad actual.
La relación y
complicidad estructural, que se genera entre el poder judicial, el aparato
represivo y el poder político (sea legislativo o ejecutivo) es evidente. Los
fallos de la justicia patriarcal, siempre a favor de abusadores y violentos,
revictimizando a la víctima, se refuerza con manipulación de pruebas,
encubrimiento policial, relaciones directas entre funcionarios, jueces y
policías para archivar causas, son los mecanismo más conocidos por quienes
quieren hacer justicia y las organizaciones que acompañan y llevan a las calles
estos reclamos.
En la calle, en las camas y en las plazas.
La lucha
antipatriarcal no comienza ni termina el 28 de mayo, ni el 3 de junio. La lucha
comenzó hace tiempo, y es un camino largo que fue recorrido por muchxs que se
ha encontrado tristemente con la violencia machista y patriarcal en algún
momento. Pero no por triste y solitario el camino no puede volverse colectivo y
de alegrías.
Sólo por medio de la
solidaridad fraterna, sorora y disidente combatiremos la opresión
heteropatriarcal en donde se encuentre: en las calles, en los trabajos, en las
camas y en nuestras militancias.
La organización de la
clase, de las mujeres en sus múltiples formas, de las personas trans, lesbianas
y putos, logrará arrebatar al Estado, nuestro derechos y respetos, sin confiar
en ningún nadie ni en ninguna institución que sólo prometen, pero no les
interesa cumplir.
La masividad que
adquieren por estos días estos temas, nos pone la tarea de agudizar la
capacidad de nuestras organizaciones para influir sobre los núcleos de buen
sentido generados en amplias capas de la sociedad, escapando a las consignas
lavadas de la convocatoria del 3 de junio para poder hacer visible quién es el
enemigo: la Justicia, el Estado, la Iglesia, los estereotipos construidos por
los medios de comunicación, la
formación escolar, la división sexual del trabajo, y todos los vehículos sobre
los cuáles el patriarcado camina todos los días.
oplacaldera@riseup.net
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