No al pago de la deuda
externa
Todos los recursos para la salud de los
ecuatorianos
25 de marzo de 2020
Por varios autores (Rebelión)
La angustia colectiva nos lleva a aceptar un debate que, por centrarse en la urgencia, omite los problemas estructurales.
La vida antes que la deuda
No se puede explicar la crisis de la economía mundial sin entender el capitalismo; tampoco se puede explicar la pandemia del coronavirus sin entender el modelo médico comercial que rige las políticas de salud en todo el planeta. Asumir la salud desde una visión empresarial y utilitaria no tiene más consecuencias, a la corta o a la larga, que catástrofes sanitarias como la que hoy estamos viviendo. Durante el último siglo la medicina pasó de ser una vocación a convertirse en un negocio. El impresionante desarrollo científico y tecnológico que ha experimentado este sector está centrado en las necesidades del capital antes que en los derechos de
Ya en 1980, Arnold Relman denunciaba, en una de las revistas científicas más importantes de medicina, la creación de un complejo médico-industrial parecido al complejo industrial-militar, una industria gigantesca que ha conseguido un enorme poder económico y político. Planteó su preocupación por el conflicto entre los intereses públicos y privados en áreas cruciales. El complejo militar y el complejo médico tienen el poder de controlar a la sociedad si sirven a
A
la aparición y propagación del coronavirus hay que analizarla desde tres
enfoques. Por un lado, el desaforado
modelo de producción capitalista, que no tiene el más mínimo reparo por los
impactos ambientales y sanitarios que produce. Por otro lado, el
desmantelamiento de los sistemas de salud públicos, colectivos, comunitarios y
ancestrales, como parte de los procesos de privatización aplicados en las
últimas décadas. Y, por último, la implantación de un modelo de salud basado en
lógicas curativas que privilegian los servicios y la utilización de recursos
tecnológicos en desmedro de la capacidad de las personas, las familias y las
comunidades para cuidar su propia salud. En la práctica, la promoción y la
prevención han quedado relegadas a un segundo plano.
Por eso hoy la respuesta general a la
pandemia del coronavirus parte de una irresponsable lógica de los hechos consumados.
Una patología prevenible y evitable desde una práctica comunitaria es combatida
con toda la parafernalia del complejo médico-industrial que, en el fondo, no
hace más que reforzar los negocios de las corporaciones médicas productoras de
insumos, equipos y medicamentos. El mismo sistema
crea el antídoto para su propio veneno. De este modo, la angustia colectiva nos
lleva a aceptar un debate que, por centrarse en la urgencia, omite los
problemas estructurales. Con justa razón, el personal médico ecuatoriano demanda recursos para cumplir sus labores, pero sin advertir que dicha demanda favorece los espurios intereses de los empresarios de la salud y, muy probablemente, de los funcionarios corruptos que están detrás de las compras millonarias de mascarillas, guantes, mandiles, respiradores mecánicos, etc. Por mirar el árbol no se mira el bosque: las demandas de la emergencia no pueden hacernos perder de vista que la depredación ambiental y social seguirá provocando a futuro pandemias tanto o más graves que
Desde el
discurso oficial se quiere imponer la versión del enemigo al que hay que
destruir. Como si se tratara de una guerra, se justifica la aplicación de
medidas militares y el uso de gastos extraordinarios frente a una amenaza
etérea, imprevisible y desconocida. Nadie dice que, a lo largo de la evolución,
todas las especies hemos aprendido a convivir con y adaptarnos a
microorganismos que nos ayudan a incrementar nuestra capacidad inmunológica. En
ese equilibro integral, los seres humanos pudimos experimentar una serie de
avances particulares que hoy nos ubican donde estamos. No obstante, también
hemos sido responsables de provocar hechos (guerras, invasiones, contaminación,
hacinamiento, explotación) cuyos impactos se han revertido en contra nuestra y
en perjuicio de la
naturaleza. En ese sentido, la catástrofe económica y
sanitaria que hoy padecemos a nivel global debe llevarnos a reflexionar sobre
los límites de un modelo productivo y un modelo de salud que nos están
arrastrando al colapso civilizatorio. Por ejemplo, podemos respaldar propuestas
sobre el aporte de economía campesino-indígena, en medio de la pandemia, para
atender la canasta alimentaria; en lugar de seguir dependiendo de los
monopolios transnacionales y locales. La respuesta, entonces, está en cómo
ejercemos el cuidado de nosotros, los nuestros y la Pachamama, más que en los
análisis económicos desesperanzadores que la epidemia de miedo nos repite.
Comisión de Vivencia Fe y Política. COVIFEP. / Montecristi Vive/ Movimiento revolucionario de los Trabajadores/ Comuna/
No hay comentarios:
Publicar un comentario