lunes, 30 de marzo de 2020

Señalemos: "Chaco, la tercera provincia con mayor cantidad de contagios de coronavirus y la primera en muertes junto con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (hasta el 25 de marzo se habían confirmado 40 casos en la provincia y tres fallecimientos), pese a que fue una de las precursoras en cerrar las fronteras provinciales para evitar el paso del virus (junto con Mendoza y Jujuy). Allí, a la falta de agua potable se suman la contaminación natural por arsénico que lleva a los pobladores a colectar agua en aljibes o bidones, que muchas veces resultan contaminados por bacterias o pesticidas, que de un modo u otro llegan hasta ellos. Además, almacenar el agua de ese modo propicia la propagación de dengue,2

Coronavirus: 

Sin agua fallan los cuidados
26 de marzo 2020

En los sectores más vulnerables de la Argentina, la falta de acceso al agua de red, que alcanza al 10% de los hogares en centros urbanos, a lo que suma el hacinamiento por la crisis habitacional, dificultan la implementación de las medidas preventivas y de aislamiento social recomendadas por el Gobierno para hacerle frente al coronavirus y también al dengue.
Por Vanina Lombardi   
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Agencia TSS – El aislamiento preventivo ha obligado a suspender movilizaciones masivas, pero las voces resuenan en las redes sociales y entre los aplausos que acompañan desde balcones y terrazas, como ocurrió este 24 de marzo, que sumó pañuelos colgantes y virtuales para mantener viva la memoria sobre los 30.000 desaparecidos en la última dictadura. Dos días antes, el 22 de marzo, Día Internacional del Agua, habitantes de diversas provincias de la Argentina inundaron las redes con reclamos y reivindicaciones para concientizar sobre la escasez hídrica y la contaminación de las aguas que sufren en sus territorios.
El agua es un derecho y un bien esencial para garantizar la reproducción de la vida, y su carencia se vuelve más evidente frente al coronavirus, ya que para muchos resulta imposible cumplir con la recomendación del correcto lavado de manos y las condiciones de higiene necesarias para evitar el contagio de esta enfermedad que desde 20 de marzo mantiene en cuarentena a todo el país, y que ya afecta a más de 500 argentinos a lo largo y ancho del territorio nacional.
“Nuestro objetivo para el 22 de marzo era visibilizar la problemática del agua en la Ciudad de Buenos Aires y poner en evidencia que una de cada siete porteñas y porteños no acceden formalmente al agua potable, que son justamente quienes habitan en los barrios populares”, le dijo a TSS Eva Koutsovitis, coordinadora de la Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria (CLIC) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (FIUBA), y agregó que esta situación se replica en los barrios populares de todo el país. “A nivel nacional, más de cuatro millones de personas habitan en barrios que no tienen acceso formal a servicios públicos. La mayoría de esos hogares, un 85%, son sostenidos por mujeres”, puntualiza la ingeniera.
“Nosotros protegemos el agua de la provincia, nos opusimos a que se modifique la Ley 7722 que protege el agua del uso de cianuro y otras sustancias tóxicas que se emplean en la actividad minera en diciembre y en las asambleas socioambientales sumamos otras voces, que reúnen urgencias como el derecho básico del acceso al agua potable, sobre todo en estos tiempos de virus, que en Mendoza no está garantizado en barrios populares como La Favorita, ni en algunas zonas de la provincia como Huanacache, en el departamento de Lavalle”, le dijo a TSS María Teresa (Guni) Cañas, profesora de biología e integrante de la Asamblea Popular por el Agua y la Asamblea Lujanina por el Agua y los Bienes Comunes, que forma parte de las Asambleas Mendocinas Por el Agua Pura (AMPAP), con presencia en casi todos los departamentos de esa provincia.
Según datos de Naciones Unidas, tres de cada diez habitantes del mundo carecen de acceso a servicios de agua potable seguros y seis de cada diez carecen de instalaciones de saneamiento gestionadas de forma segura, mientras que solo el 27 % de la población de los países menos avanzados tiene acceso a jabón y agua para lavarse las manos in situ. Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) da cuenta de que el 85% de las causas de enfermedades y muertes en el mundo están vinculadas a aguas contaminadas o a la carencia de dicho bien. Entre ellas, por ejemplo, inciden en la fiebre tifoidea (que causa 200.000 muertes anuales), el cólera (120.000) y el rotavirus (500.000). Además, es la segunda causa de muerte en menores de cinco años y representa el 43% de las muertes debidas a enfermedades relacionadas con el agua.

Sin agua falla la prevención
En la Argentina, según los últimos indicadores de hogares del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), el 10% de los hogares en centros urbanos carece de acceso al agua de red. Al respecto, un informe elaborado por el especialista en gestión sociourbana Julián D’Angelo, coordinador ejecutivo del Centro de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social de la Universidad de Buenos Aires (Cenarsecs-UBA) y de la campaña “Acción por el Agua. Es ahora”, estima que en todo el país “unas siete millones de personas no cuentan con servicio de agua potable, con una cobertura más baja en zonas rurales que en áreas urbanas. Además, casi veinte millones de personas no cuentan con cloacas y el 80% de los residuos cloacales van a parar, sin tratamiento previo, a ríos y arroyos”.
A pesar de esto, no existe una ley nacional de agua y saneamiento ni un marco legal que unifique criterios de suministro para todo el territorio. Cada provincia tiene su propia normativa: algunas cuentan con una empresa pública que centraliza los servicios con algún órgano de control y, en otras, las prestaciones están totalmente descentralizadas, a veces en cooperativas y asociaciones que brindan los suministros. También hay empresas privadas, que en general se encargan de las ciudades y dejan desatendidas las áreas rurales. A esto se suman las condiciones geográficas naturales, la escasez hídrica y las situaciones de sequía, que en algunos casos datan de hace al menos una década, como ocurre en Mendoza, adonde algunos productores solo pueden regar una o dos meses al mes. En grandes ciudades hay barrios que sufren cortes de agua periódicos o directamente no tienen acceso al agua potable.
Un caso preocupante es el de Chaco, la tercera provincia con mayor cantidad de contagios de coronavirus y la primera en muertes junto con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (hasta el 25 de marzo se habían confirmado 40 casos en la provincia y tres fallecimientos), pese a que fue una de las precursoras en cerrar las fronteras provinciales para evitar el paso del virus (junto con Mendoza y Jujuy). Allí, a la falta de agua potable se suman la contaminación natural por arsénico que lleva a los pobladores a colectar agua en aljibes o bidones, que muchas veces resultan contaminados por bacterias o pesticidas, que de un modo u otro llegan hasta ellos. Además, almacenar el agua de ese modo propicia la propagación de dengue, que aunque ha sido desplazado de las noticias por el coronavirus, genera preocupación en esa y otras provincias del país.
“La política sanitaria tiene que ser integral. Si para combatir la epidemia del dengue se apela a los esfuerzos individuales de las familias, con instrucciones como descacharrizar en aquellos sectores que no pueden acceder formalmente al agua, será una política destinada al fracaso. Es imposible que quien no accede formalmente al agua pueda descacharrar si la única alternativa que tiene es almacenarla en baldes o recipientes”, cuestiona Koutsovitis.

El dengue sigue presente
Al cierre de esta nota se habían registrado 502 casos de coronavirus en todo el país, en casi todas las provincias, con la mayoría de ellos registrados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con 211 casos y 3 fallecimientos. Allí viven 2.890.151 habitantes, unos 15.000 por kilómetro cuadrado, y la población mayor de 65 años (uno de los principales grupos de riesgo del Covid-19) supera el 16% del total, según datos del Gobierno porteño.
La Capital Federal presenta otros desafíos frente a la pandemia: según censos del Gobierno de la Ciudad, las personas en situación de calle se incrementaron de 705 en el año 2000 a 2016 en 2019 (870 en paradores y 1.146 en la calle). El 77% de esas personas vive en la calle hace más de un año y el 15% son mayores de 59 años. Frente a estas cifras, el último relevamiento llevado a cabo por las organizaciones sociales, en 2019, indica que en la ciudad hay alrededor de 7.200 personas que viven en situación de calle, mientras que 650.000 son pobres y 200.000 son indigentes.
“La ciudad de Buenos Aires es el distrito más rico del país y una de las ciudades más importantes de América Latina. Sin embargo, es una de las ciudades del mundo que, en lugar de avanzar en materia de cobertura de agua potable, retrocede. Tiene la misma cantidad de población desde la década del 50 pero en las últimas dos se ha cuadruplicado la cantidad de habitantes en villas, asentamientos y barrios populares, que hoy alcanzan al 15% de la población, que no cuenta con acceso a los servicios públicos de agua potable, saneamiento cloacal, tendidos eléctricos y gas en red”, advierte Koutsovitis, que también es integrante del Frente de Organizaciones Salvador Herrera (FOSH), y explica que, para suplir la carencia de servicios básicos, en los barrios populares de Buenos Aires, las familias han ido tendiendo precarios sistemas de agua y cloacas: muchas cuentan con pozos ciegos en sus viviendas y con cámaras cloacales precarias muy próximas, que desbordan de manera frecuente. Otras cuentan con acceso al agua mediante tendidos de mangueras que no suelen estar enterradas y, cuando no queda otra alternativa, los vecinos se ven obligados a ir a colectar agua a canillas comunitarias o esperar a que pasen camiones que reparten agua  y que no tienen horarios definidos.
“La precariedad del sistema sanitario en los barrios populares porteños pone permanentemente en riesgo la vida del 15% de los habitantes. Eso tiene un correlato, que es duplicar la mortalidad infantil y reducir la esperanza de vida. En la epidemia de dengue es la población mas afectada y en el caso del Covid-19 también va a ser la población más expuesta”, advirtió Koutsovitis.
Junto con la escasez de agua y servicios básicos, en estos barrios también predomina el hacinamiento, que dificulta cumplir con el aislamiento preventivo recomendado por las autoridades. Al respecto, un reciente informe del Observatorio de Derecho a la Ciudad, detalla que desde el año 2001 se ha duplicado la cantidad de familias inquilinas y se cuadruplicó la cantidad de personas que habitan en las villas y barrios populares, adonde hoy viven alrededor de 400.000 personas sin acceso formal y seguro a servicios públicos básicos y con niveles de hacinamiento generalizado. Además, el informe da cuenta de que los beneficiarios activos del subsidio habitacional para personas en situación de calle ascendieron de 4500 en el año 2011 a 10.615 en noviembre de 2019.
“Si pensamos qué sucede con respecto al Covid-19 y la estructura sociosanitaria de la ciudad, los interrogantes son muchos. La estrategia para abordar la pandemia tiene dos pilares, una es el autoaislamiento y la otra es la higiene personal. Además de la falta de servicios básicos, en los barrios populares tenemos situaciones en las que, en promedio, hay dos familias en cada vivienda, además de un sector de inquilinos con familias, y a veces mas de una, que ocupan un único ambiente”, dijo Koustovitis y concluyó: “La realidad es que, en esos casos, la posibilidad del autoaislamiento es utópica”.
http://www.unsam.edu.ar/tss/coronavirus-sin-agua-fallan-los-cuidados/

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