Los virus se asemejan
25 millones de desempleados,
el déjà vu del capitalismo
26 de marzo de 2020
Por Eduardo Camin (Rebelión)
Responder al enorme problema del empleo que ha
generado la crisis económica y financiera mundial, sin soslayar las
consecuencias actuales del Covid-19, requiere la movilización de los gobiernos,
de los empleadores y de los trabajadores, y el conjunto de todas las fuerzas
vivas de la comunidad internacional: lo recomienda y sostiene la Organización
Internacional del Trabajo (OIT).
En respuesta a esta situación de emergencia
internacional “es esencial buscar el desarrollo y el crecimiento económicos
fuertes y sostenibles centrándose en la generación de empleos y la inclusión
social”, mucho me temo en plena crisis … es un déjà-vu. Las confusiones
voluntarias e «involuntarias» al interior de los estados capitalistas
referentes al desempleo, nos llevan a interpelar y cuestionar sus métodos y
esto a pesar de estar provistos de un consecuente arsenal de recursos de toda
índole.
En esta época de desajuste universal en dónde los
poderes políticos son los rehenes del consenso neoliberal, a nadie le viene a
la mente explicar el «síndrome de la desocupación masiva» sin acudir a otra
respuesta que no sea las fabulas del capitalismo transnacional y sus crisis.
Antes del Covid-19 las crisis de los estados nacionales y la inoperancia en muchos casos de las propias organizaciones políticas nos dejaban en manos de la lógica, de un sistema económico que impone la flexibilización, la desregulación y la competitividad a todos los niveles dela sociedad.
Los lamentables efectos del consecuente predominio de la
economía sobre la política y del capitalismo sobre la democracia se hacen cada
vez más evidentes. En resumen, bajo los índices de la desocupación asistimos a
una fase de explotación sin precedentes. Este será el nuevo-eterno camino a
recorrer.
Antes del Covid-19 las crisis de los estados nacionales y la inoperancia en muchos casos de las propias organizaciones políticas nos dejaban en manos de la lógica, de un sistema económico que impone la flexibilización, la desregulación y la competitividad a todos los niveles de
Los
Al leer los informes de la OIT a la sombra del
Covid-19, nos deja el sentimiento de que el mundo laboral redescubre la
amplitud de sus injusticias. Según la OIT, el coronavirus podría cobrarse casi
25 millones de empleos en el mundo.
Sobre la base de diferentes hipótesis, las
consecuencias del Covid-19 sobre el crecimiento del PIB mundial, indican un
aumento del desempleo mundial de entre 5,3 millones (hipótesis “prudente”) y
24,7 millones (hipótesis “extrema”) a partir de un nivel de base de 188
millones de desempleados en 2019.
En comparación, la crisis
financiera mundial de 2008-2009 aumentó el desempleo mundial en 22 millones.
Otro dato es que en 2012 había en el mundo casi 75 millones de jóvenes
desempleados, cuatro millones más que en 2007. Más de seis millones han
abandonado la búsqueda de trabajo.
Más de 200 millones de jóvenes están trabajando, pero ganan menos de dos dólares por día. El empleo informal entre los jóvenes sigue ganando terreno por los virus del capitalismo.
La realidad indica que el impacto de Covid-19 en el mundo laboral mundial, será sin duda de gran alcance, llevando a millones de personas al desempleo, al subempleo y a la pobreza laboral, y propone medidas para una respuesta decisiva, coordinada e inmediata
Más de 200 millones de jóvenes están trabajando, pero ganan menos de dos dólares por día. El empleo informal entre los jóvenes sigue ganando terreno por los virus del capitalismo.
La realidad indica que el impacto de Covid-19 en el mundo laboral mundial, será sin duda de gran alcance, llevando a millones de personas al desempleo, al subempleo y a la pobreza laboral, y propone medidas para una respuesta decisiva, coordinada e inmediata
“Ya no se trata sólo de una crisis sanitaria
mundial, sino también de una importante crisis económica y del mercado laboral
que está teniendo un enorme impacto en las personas”, dijo el Director General
de la OIT, Guy Ryder.
En la nota de evaluación preliminar (Covid-19 y el
mundo del trabajo, consecuencias y respuestas), se pide la adopción de medidas
urgentes, a gran escala y coordinadas, basadas en tres pilares: proteger a los
trabajadores en el lugar de trabajo, estimular la economía y el empleo, y
sostener los puestos de trabajo y los ingresos.
Esas medidas incluyen la ampliación de la
protección social, el apoyo para mantener el empleo (es decir, el trabajo a
jornada reducida, las vacaciones pagadas y otros subsidios) y la concesión de
ayudas financieras y desgravaciones fiscales, en particular a las microempresas
y pequeñas y medianas empresas. Además, se proponen medidas de política fiscal
y monetaria, así como préstamos y ayuda financiera a sectores económicos
concretos.
Las crisis son eternas, las promesas también
Semanas antes de la aparición del Covid-19, desde la misma OIT , la economista Rosina
Gammarano -de la Unidad de Producción y Análisis de Datos del
OIT Departamento de Estadística-, dio a conocer una serie de datos que ya no
eran para nada alentadores. Gammarano hacía referencia, al Programa de
Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030, en el marco de las Naciones Unidas, que
introdujo los 17 objetivos de desarrollo sostenible que debían alcanzarse a fin
de garantizar la paz y la prosperidad de los pueblos y el planeta.
Este organismo, custodio de los indicadores
relacionados con el mercado laboral en el ODS, señala que el trabajo decente
ocupa un lugar destacado en la Agenda, no sólo integrado por objetivos y las
metas, sino también como parte de la filosofía misma en que se sustenta, que
parte de la realidad de que 780 millones de hombres y mujeres que trabajan, no
ganan lo suficiente para superar con sus familias el umbral de la pobreza de dos
dólares al día.
Además, se fija como objetivo la creación de 600
millones de nuevos empleos de aquí al 2030, sólo para seguir el ritmo de
crecimiento de la población mundial en edad de trabajar.
Ésto representa alrededor de 40 millones de empleos al año. La economista de la OIT concluye que “estos datos demuestran que, a este ritmo, no lograremos un trabajo decente para todos en2030.”
Ésto representa alrededor de 40 millones de empleos al año. La economista de la OIT concluye que “estos datos demuestran que, a este ritmo, no lograremos un trabajo decente para todos en
Los progresos en los mercados laborales de todo el
mundo han sido demasiado lentos y desiguales para garantizar un futuro
sostenible con oportunidades de trabajo decente para todos.
Las políticas que importan con virus o sin ellos
Gracias a las políticas neoliberales promovidas e impuestas tras más de tres décadas por parte de las instituciones financieras internacionales (sobre todo el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial) con el apoyo de algunos estados poderosos, se han erigido en el “motor de desarrollo”.
Consecuencias, un inimaginable número de trabajadores en todo el mundo padece condiciones laborales precarias, inseguras, inciertas e impredecibles. Las cifras de desempleo provocan preocupación por sí mismas, pero ni siquiera logran abarcar a una mayoría más amplia de personas que trabajan pero que no tienen un empleo decente con salarios dignos, futuro estable, protección social y acceso a derechos fundamentales.
Las políticas que importan con virus o sin ellos
Gracias a las políticas neoliberales promovidas e impuestas tras más de tres décadas por parte de las instituciones financieras internacionales (sobre todo el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial) con el apoyo de algunos estados poderosos, se han erigido en el “motor de desarrollo”.
Consecuencias, un inimaginable número de trabajadores en todo el mundo padece condiciones laborales precarias, inseguras, inciertas e impredecibles. Las cifras de desempleo provocan preocupación por sí mismas, pero ni siquiera logran abarcar a una mayoría más amplia de personas que trabajan pero que no tienen un empleo decente con salarios dignos, futuro estable, protección social y acceso a derechos fundamentales.
La universalidad y las dimensiones de las crisis
exigen una acción coordinada y abarcadora a nivel internacional. Pero estos
problemas se intensificaron debido a la crisis financiera global, económica y
social que venimos padeciendo desde 2007. Sin embargo, en lugar de aprender la
lección de esta crisis y de cambiar un modelo económico fallido, los gobiernos
se han dejado manejar por los mercados financieros, con otros virus para
justificar.
El empleo en el sector público se está reduciendo,
se recortan los salarios y se empuja a millones de trabajadores adicionales a
empleos precarios, temporarios y eventuales, y en muchos países aumenta la
cantidad de puestos no declarados.
Seguimos denunciando el avance del trabajo precario
a nivel mundial, el impacto que éste ejerce sobre los trabajadores y la manera
en que afecta su derecho a agremiarse y a lograr una negociación colectiva.
Estos obreros precarizados sufren condiciones laborales adversas en todos los
aspectos del trabajo: seguridad, previsibilidad, salud, sueldos y seguridad de
beneficios, acceso a la seguridad social.
El desmedido crecimiento del empleo precario es
parte de lo que podría denominarse un ataque corporativo a nivel mundial al
derecho a organizarse y negociar colectivamente, estado al que se llegó
mediante políticas de subcontratación y de contratos individuales.
Por lo tanto, el combate contra el trabajo precario exige una respuesta integral – más allá de los virus – que incluya políticas económicas, fiscales y sociales que propongan el pleno empleo y la igualdad de ingresos, así como también un marco regulador que reduzca y erradique finalmente el trabajo precario
Por lo tanto, el combate contra el trabajo precario exige una respuesta integral – más allá de los virus – que incluya políticas económicas, fiscales y sociales que propongan el pleno empleo y la igualdad de ingresos, así como también un marco regulador que reduzca y erradique finalmente el trabajo precario
Además, la implementación de esfuerzos aún mayores
para darles más poder a los trabajadores alentando la negociación colectiva y
el ejercicio del derecho a negociar libremente sin temores. Para poner límite a
empleos y condiciones de vida precarias y hasta indignas, es imprescindible
fijar salarios mínimos asegurados, o sea establecer un piso universal de
protección social y salarios mínimos a nivel global.
También han de ponerse en práctica políticas para
combatir la erosión de las relaciones laborales. Ésta sería la única terapia
contra los virus del capitalismo. Lo demás es confinación, contagio y muerte.
En el fondo, los virus se asemejan.
Eduardo
Camin. Periodista uruguayo, acreditado en ONU-Ginebra, analista asociado al
Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
No hay comentarios:
Publicar un comentario