Honduras el ejemplo más evidente
Covid-19,
no culpen al destino,
es
el capital
24 de marzo de 2020
Por Giorgio Trucchi (Rebelión)
Cada día son más los países y poblaciones que
sufren los embates de la pandemia de Covid-19. Con excepción de algunos casos,
los gobiernos de países afectados han impuesto medidas drásticas para al menos
frenar el avance y difusión del contagio. Medidas que muchas veces rozan con
los derechos fundamentales de las y los ciudadanos.
Blindan fronteras internas y externas, militarizan
ciudades y territorios, decretan estado de excepción y toque de queda, tratando
así de paliar debilidades y fallas crónicas de un sistema de salud víctima
sacrificial de un modelo económico neoliberal privatizador, individualista y acaparador.
Eugenio Sosa es sociólogo y catedrático de la Universidad Nacional
Autónoma de Honduras (UNAH). Según él, la situación que se ha
generado en diferentes países europeos y el pavor que se ha apoderado de su
población, hizo que países como Honduras radicalizaran las medidas para
enfrentar a la pandemia de coronavirus. Sin embargo, los altos índices de
desigualdad que existen en la inmensa mayoría de países latinoamericanos
generan impactos muy diferentes en la población.
Quien sufre más estas medidas draconianas son las
franjas más frágiles de la población, cuyos derechos han sido cercenado año
tras año, ley tras ley, medida económica tras medida económica. Ahora, como por
arte de magia, para millones de desamparados y excluidos hasta está en peligro
su propia supervivencia.
“Honduras es uno de los países de mayor
desigualdad, miseria y exclusión del continente latinoamericano. Cuando el
gobierno decreta cuarentena total y toque de queda, la inmensa mayoría de la
población queda en el desamparo. Son todas aquellas familias que sobreviven de
la economía informal, del trabajo precario, que a duras penas logran garantizar
el sustento diario”, dijo.
Honduras desigual
Según la Encuesta de Hogares de Propósitos
Múltiples 2018 del Instituto Nacional de Estadística (INE) la pobreza afecta en
promedio al 61.9% de hogares, de los cuales el 38.7% viven en pobreza extrema.
Estos datos se elevan en la zona rural donde la pobreza golpea al 70.3% de
hogares y la pobreza extrema al 58.9%. Si revisamos el cuadro de personas que
viven en hogares por nivel de pobreza vemos que el nivel de indigencia se
dispara al 67.1% (casi 6 millones de personas) y la pobreza extrema afecta al
42.9% (3,8 millones). En el área rural, pobreza y pobreza extrema castigan al
73.8% y 62.6% de personas respectivamente (Alba Sud 2019).
El estudio “Diagnóstico del trabajo” del Banco
Mundial evidencia que un 58% de los empleos en Honduras todavía son informales,
uno de los niveles más altos en América Latina y el Caribe. La informalidad
laboral afecta tanto al “empleo por cuenta propia”, como al trabajo asalariado
(41%). En especial, las mujeres son las que más sufren esta situación:
solamente un 47% de las hondureñas en edad de trabajar tienen un empleo, muy
frecuentemente informal.
Siempre el INE señala que en Honduras el número de
personas desocupadas y ocupadas en condiciones de subempleo visible e invisible
es de casi 2.8 millones, es decir el 66% de la Población
Económicamente Activa (PEA). El subempleo invisible [1]
alcanza casi los 2 millones de personas. Según el Foro Social de la Deuda Externa
(Fosdeh), en los últimos años el empleo informal en Honduras se ha incrementado
en más del 160 por ciento.
La institución que coordina la generación de
agregados estadísticos oficiales calcula que en 2019 la PEA sumó un poco más de
4.2 millones de personas, es decir un 46.1% de la población total del país (9.2
millones).
Para Eugenio Sosa, las medidas radicales
implementadas por el gobierno hondureño van a generar una situación explosiva.
Lo mismo va a pasar en los países de la región donde hay altos niveles de
pobreza y desigualdad. “Si el gobierno no adopta medidas diferenciadas para
estos sectores la gente va a salir a las calles a buscar qué comer. Esto va a
desencadenar una reacción extremadamente represiva y la sociedad va a
convulsionarse”.
Es por esto que expertos y expertas de derechos
humanos de la ONU urgieron a los Estados a “evitar extralimitar medidas de
seguridad en sus respuestas al brote de coronavirus” y les recordaron que los
poderes extraordinarios en situaciones de emergencia “no deben ser utilizados
para anular el disenso (…) y que cualquier respuesta de emergencia debe ser
proporcionada, necesaria y no discriminatoria”.
Emergencia y corrupción
Otro elemento que preocupa al sociólogo hondureño
es el uso discrecional que hará el gobierno de la suma multimillonaria aprobada
por el Congreso para enfrentar la emergencia.
“Son 420 millones de dólares que podrán ser usados
de manera totalmente discrecional para, dicen, construir hospitales y centros
de salud. En un país como Honduras, con una institucionalidad muy débil y con
un sinnúmero de casos de corrupción que han quedado en la impunidad –
recordemos el saqueo de casi 330 millones de dólares del Seguro Social – esta
medida ha generado muchas preocupaciones.
Quiere decir -continuó Sosa- contratos sin
licitación, contratación de personal sin vigilancia de procesos de selección,
tercerización y privatización de servicios. También retoma aquella Ley Marco de
Protección Social que el año pasado generó las grandes protestas de médicos y
maestros.
Pero esto va más allá, porque una convulsión social
en un año preelectoral hasta podría gestar escenarios de continuismo político”,
advirtió Sosa.
Es el capital
Para el catedrático no hay duda alguna de que esta crisis hunde sus raíces en la implementación y profundización de un modelo económico basado en el egoísmo, el individualismo, la exclusión y la concentración de riqueza. Un modelo neoliberal acaparador y depredador que ha arrasado con el Estado de Bienestar, ha saqueado territorios y bienes comunes, ha convertido los servicios esenciales en mercancía, barriendo barrido derechos fundamentales y arrancando a la inmensa mayoría de ciudadanos y ciudadanas el sueño de una vida digna y un futuro mejor.
Para el catedrático no hay duda alguna de que esta crisis hunde sus raíces en la implementación y profundización de un modelo económico basado en el egoísmo, el individualismo, la exclusión y la concentración de riqueza. Un modelo neoliberal acaparador y depredador que ha arrasado con el Estado de Bienestar, ha saqueado territorios y bienes comunes, ha convertido los servicios esenciales en mercancía, barriendo barrido derechos fundamentales y arrancando a la inmensa mayoría de ciudadanos y ciudadanas el sueño de una vida digna y un futuro mejor.
“¿Por qué hasta ahora se preocupan en invertir en
salud? Han arrasado con todo y ahora nos encontramos en una situación donde no
hay capacidad de respuesta ante una emergencia tan grande como es la pandemia
del coronavirus. Corren como locos a pedir recursos sin involucrar a la
sociedad, sin diferenciar medidas, sin rendición de cuenta, potenciando
prácticas autoritarias y clientelares tradicionales”.
Sosa dijo estar preocupado también por el uso
político que ciertos gobiernos podrían darle a la crisis sanitaria.
“Tampoco me sorprendería que la convulsión que se
está dando en América Latina sea aprovechada tanto por los gobiernos satélites
de Estados Unidos para militarizar, criminalizar y judicializar aún más a
defensores y movimientos sociales y populares que no han parado de denunciar y
luchar contra la corrupción, la impunidad y este modelo depredador, como por
Washington y la OEA para profundizar el ataque sistemático contra aquellos
gobiernos que no se doblegan ante sus políticas e imposiciones. Esta crisis
puede convertirse en un caldo de cultivo para acallar voces críticas y
potenciar prácticas dictatoriales”.
Para el sociólogo hondureño, las secuelas de la
pandemia para países como Honduras son impredecibles, sin embargo algo
diferente es posible.
“Ya tenemos ejemplos de países, como Cuba o
Venezuela por ejemplo, que han decidido enfrentar la emergencia apartándose de
un modelo individualista y manteniendo su visión solidaria. Esto nos hace
pensar que algo diferente es posible.
Dos son los elementos
para potenciar los procesos de emancipación y lucha: el primero es reafirmar
con fuerza que lo que estamos viendo es una crisis de la sociedad capitalista
que, frente a la pandemia, lo único que sabe plantear es el ‘sálvense quien
pueda’. El segundo es que hay otro modelo que plantea el involucramiento de la
sociedad, la participación ciudadana, la solidaridad interna y externa con
quienes más necesitan.
También es una
exhortación, una estimulación a los movimientos sociales y populares a
profundizar el análisis de la relación crisis-modelo económico, proponiendo un
nuevo modelo de salud, de desarrollo, de convivencia, y luchando por ello”,
concluyó Sosa.
Nota:
[1]
Personas que trabajan 40 o más horas pero que reciben un ingreso por debajo del
salario mínimo vital
Fuente: https://rebelion.org/covid-19-no-culpen-al-destino-es-el-capital/
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