Ventajas y desventajas
argentinas
Los escenarios del coronavirus
29 de marzo de 2020
Por Medardo Ávila Vázquez
Con un escenario global de parálisis y cuarentenas por la pandemia de
coronavirus, los argentinos nos preguntamos si el impacto del Covid-19 nos
castigará como a Italia o España o lograremos mejores respuestas, como en Corea
del Sur, Taiwán o Alemania.
La humanidad viene sufriendo cada vez más brotes
de enfermedades infecciosas. Entre 2011 y 2018 la OMS realizó un seguimiento de
1.483 brotes epidémicos en 172 países. En septiembre del año pasado, el Comité
de Vigilancia Mundial de la Preparación para Emergencias Sanitarias (GPMB-OMS)
publicó un informe titulado Un Mundo En Peligro, donde advertía
infructuosamente de la inminente irrupción de una pandemia de virus
respiratorio que podría tener efectos catastróficos similares a los de la gripe
que en 1918 mató a 50 millones de personas.
Esta epidemia en China fue muy fuerte y sobre
todo muy rápida. En pocas semanas, miles de personas se contagiaron y 20% de
ellas requirieron cuidados médicos, el 5% cuidados intensivos y el índice de
letalidad fue de 3.8% de los infectados. La población más afectada es la de
personas mayores, que manifiestan cuadros respiratorios que requieren sostén
intensivo, lo que demanda muchos esfuerzos al sistema de salud. (China construyó
dos hospitales de alta complejidad para 1.000 internados en 10 días). La
mortalidad en el grupo de mayores de 65 años alcanzó al 15%. Personas
con factores de riesgo como cardiopatía, neumopatía, convalecientes de otras
enfermedades como cánceres, renales, diabetes, inmunodeprimidos, tabaquistas y
obesos, están en riesgo de hacer formas graves y morir.
La experiencia de China muestra que en poco más de
mes y medio fallecieron personas de frágil salud que probablemente hubieran
muerto en los próximos dos años, por la intercurrencia de alguna infección
viral menor como influenza, metapneumovirus u otro coronavirus. Por suerte los
niños y las embarazadas parecen no desarrollar las formas graves, pero sí
diseminar la infección.
Los coronavirus conviven con la especie humana
desde hace más de 5.000 años. Existen más de 40 especies y 7 son las que nos
enfermaban de una manera bastante banal (resfrío común y fiebre por pocos
días). Por su amplia difusión mundial, todos hemos tenido varias infecciones
por coronavirus en nuestras vidas. Pero ahora nos encontramos con una especie
aparentemente nueva, para la cual no tenemos protección (inmunidad).
Su capacidad de contagio/diseminación en una
comunidad es muy alta y el invierno la aceleró muchísimo en el Hemisferio Norte.
La gripe común tiene un Índice de Contagio de 1,3 y la gripe de 1918 tuvo uno
de 1,8, es decir que de cada 100 infectados se contagian 130 y 180
respectivamente. Este coronavirus mostró un Índice de Contagio de 3, por cada
100 infectados se contagiaban 300 personas por contacto directo, persona a
persona, por cercanía.
Muchas dudas surgen sobre su súbita aparición. Es
probable que los profundos cambios ecológicos que viene generando nuestro
modelo civilizatorio hayan puesto al coronavirus en nuestro camino en este
momento. El desmonte masivo, el cambio climático y la industria agropecuaria
intensiva de base química pudieron condicionar su mutación y diseminación. Las
epidemias en este siglo de gripe A, SARS, MERS, ébola, dengue, zika, o fiebre
amarilla refieren una base de disrupción ecológica generada por la actividad
humana, como en toda la historia de las epidemias desde la época de los
romanos.
Estrategias de contención y mitigación
Tenemos la amenaza de epidemia con un virus de
elevado contagio y alta letalidad. Sin vacunas y sin medicamentos para proteger
a las comunidades, las estrategias actuales tienen dos componentes (a veces
superpuestos): la contención y la mitigación. China fue sorprendida por la epidemia
y fue capaz de lograr que al día de hoy no se detecten nuevos casos. Pero
Italia, España, Estados Unidos, Brasil y, en menor medida, Francia, sufren una
multiplicación atroz de casos y luego de muertes, mientras Corea del Sur, Japón
y Taiwán tienen mejores resultados con muchos casos también pero muy baja
mortalidad. La diferencia la marca la reacción de sus gobiernos que desde el
primer momento tomaron medidas para defender a su población, aun a costa de
relegar su economía. Los gobiernos que defendieron los intereses del mercado
aduciendo que el peligro no era tan real hoy cuentan por miles a las víctimas.
Nuestro gobierno viene teniendo tempranas
iniciativas para contener-demorar el ingreso y diseminación del virus. La
Argentina cerró las escuelas el día 15 de la epidemia, China el día 27, Italia
el día 35, España el día 41, Francia el 51 y Estados Unidos el día 56 y solo en
algunos Estados. Estas medidas son un gran esfuerzo para la población pero
posibilitan pensar escenarios de la epidemia controlables, por nuestra
capacidad de atención de la enfermedad.
La Argentina , que hace cuatro meses ni tenía Ministerio de
Salud, está recuperándose de la debacle del gobierno empresarial pero no pudo
reaccionar para que tuviéramos en forma precoz mayor disponibilidad de testeos
masivos de sospechosos de contagio; centralizar inicialmente en el Malbrán fue
un error, pronto corregido. Tal vez no se pudo vencer la tentación de controlar
centralizadamente la
información. Existe una inclinación de los funcionarios
políticos a manejar con reservas la información en epidemias, algo que yo
presencie durante las epidemias de dengue y gripe H1N1 de 2009 cuando era
Subsecretario de Salud de la Ciudad de Córdoba. Incluso muchos plantean estas
situaciones como «de guerra”; guerras en que todos sabemos que la primera
víctima es la verdad y la segunda la transparencia. Esto
no es una guerra. Las epidemias son situaciones críticas y
catastróficas que viven las sociedades generadas en su interrelación con la
naturaleza, de la cual la humanidad forma parte. No es una agresión externa. Si
no entendemos esto, las epidemias continuarán multiplicándose y estaríamos
encubriendo el carácter antropocéntrico y destructor de nuestro modelo
civilizatorio, que va a seguir generándolas cada vez más rápido.
Mitigación
La mitigación es tratar de disminuir los daños, tratando a los enfermos.
Esto pasa principalmente por el sistema de salud. El principal indicador es la
tasa de camas de hospital por cada 1.000 habitantes. Los países con más camas
son Japón y Corea del Sur, que no por casualidad tienen mejores resultados en
esta epidemia. Japón tiene 13 camas/1.000 habitantes y Corea del Sur 12.
Italia, con más de 500 muertos diarios con coronavirus, tiene 3,1 camas por
1.000. España, que va muy mal, tiene 2,9 camas /1.000 y Estados Unidos, que
parece caminar al desastre, tiene solo 2,7 camas /1.000 habitantes, la mitad
que la Argentina.
Una moderada ventaja argentina es que nosotros
tenemos 5 camas por 1.000 habitantes, resabio de nuestro estado de bienestar,
bastante golpeado por los gobiernos neoliberales. Esas camas se concentran en la Capital Federal ,
con 7,1/1.000, Córdoba con 5,9 camas, la provincia de Buenos Aires con 5 y
Santa Fe con 4,5 camas por 1.000. Cuba tiene 5,2 camas por 1.000 y
lamentablemente otros países hermanos están más débiles: Chile con 2,2, Uruguay
con 2,8, Brasil con 2,2 y México solo 1,5 camas por 1.000. Se siente el paso de
las políticas neoliberales en nuestra región, sobre todo desde que la OMS pasó
a subordinarse al Banco Mundial con su manifiesto: “Invertir en Salud”, de
1998, que guió las reformas para desmontar lo público y ampliar el
mercado y debilitó notablemente las redes de hospitales y sobre todo la
atención primaria.
La inequidad y las dificultades para el acceso a
la salud crean las condiciones que conforman la tasa de letalidad. Porque la
epidemia no consiste solo en un virus particularmente peligroso: se trata de un
huésped (la persona infectada) con su carga biológica y su realidad social, su
clase, su educación, su acceso a la salud y red de contención. Y además, como
si fuera poco, hay otra cuestión que es el ambiente. Ambientes degradados del
Hemisferio Sur conforman un mal pronóstico para enfermarse de coronavirus. Más
aún si respiras agrotóxicos inmuno-disruptores, como glifosato o clorpirifós.
La Argentina
No hay comentarios:
Publicar un comentario