“Las élites aprovechan las crisis para
aprobar políticas que profundicen aún más la desigualdad”
28 de marzo de 2020
Entrevista a Naomi Klein, autora de ‘La doctrina del shock’, quien
reflexiona sobre la pandemia mundial y afirma que «lo que revela un momento de
crisis como el actual es nuestra interrelación de unos con otros. Comprobamos
en tiempo real que estamos mucho más interconectados de lo que nuestro brutal
sistema económico nos permite creer».
Por Marie Solis / Traducción: Ramón Sánchez Tabarés.
El coronavirus es oficialmente una
pandemia mundial y hasta ahora ha infectado diez veces más personas que el SARS
de 2003. En EE.UU., escuelas, universidades, museos y teatros, cierran sus
puertas; y pronto, ciudades enteras harán lo mismo. Los expertos advierten de
que algunas personas, sospechosas de estar infectadas por el virus, prosiguen
su rutina cotidiana. Porque su empleo no les permite bajas remuneradas dadas
las deficiencias del sistema privatizado de salud norteamericano.La mayoría de nosotros [NT.: ciudadanos norteamericanos] no sabe qué hacer ni a quién escuchar. El presidente Donald Trump ha rechazado las recomendaciones de los centros de control y prevención de enfermedades; y estos mensajes contradictorios han reducido nuestro margen de maniobra para atenuar los daños causados por este virus extremadamente contagioso.
Son las condiciones perfectas para que los gobiernos y la élite mundial desplieguen programas políticos, que, de otra forma, encontrarían gran oposición. Esta cadena de acontecimientos no es exclusiva de la crisis creada por el coronavirus; es el proyecto que los políticos y los gobiernos persiguen desde hace décadas, conocido con el nombre de “doctrina del shock”, término inventado por
La historia es una crónica de “shocks”: las guerras, las catástrofes naturales y las crisis económicas, y sus consecuencias. Estas consecuencias se caracterizan por el “capitalismo catástrofe”: “soluciones” calculadas y de libre mercado para las crisis que estallan y exacerban las desigualdades existentes.
Según Klein, asistimos ya a un capitalismo catastrófico en el terreno nacional; para responder al coronavirus, Trump ha propuesto un plan de estímulo de 700.000 millones de dólares que incluye reducción de las cargas sociales (que devastarán la seguridad social) y proporcionará ayuda a las industrias faltas de oportunidades de negocio causadas por la pandemia: “No lo hacen porque crean que es el medio más eficaz para paliar el sufrimiento causado por la pandemia; formulan tales ideas porque ven una oportunidad para desplegarlas”, ha declarado Klein.
VICE ha preguntado a Klein sobre la forma en la que el “shock” del coronavirus está llevando a la cadena de acontecimientos que describió hace ya más de diez años en La doctrina del shock.
-Empecemos por lo esencial. ¿Qué es el capitalismo de catástrofe? ¿Cuál es su relación con la “doctrina del shock”?
-La forma en que defino el ‘capitalismo catástrofe’ es muy simple: describe cómo las industrias privadas emergen para beneficiarse directamente de las crisis a gran escala. La especulación sobre las catástrofes y la guerra no es un concepto nuevo, pero se intensificó claramente con
La “doctrina del shock” es la estrategia política que consiste en emplear las crisis a gran escala para hacer avanzar políticas que profundicen sistemáticamente las desigualdades, enriqueciendo a las élites y debilitando a los demás. En tiempos de crisis, la gente tiende a concentrarse en las urgencias cotidianas para sobrevivir como sea y tiende a contar sobre todo con los que están el poder. En épocas de crisis, desviamos un poco la mirada, lejos del juego real.
-¿De dónde viene esta estrategia política? ¿Cómo trazar su historia en la política norteamericana?
-La estrategia de la doctrina del shock fue una respuesta de Milton Friedman al programa del New Deal. Este economista neoliberal creía que todo estaba equivocado en el New Deal: para responder a
Si usted es un economista neoliberal, comprenderá que cuando los mercados quiebran hay preparado un cambio progresivo mucho más orgánico que el tipo de políticas de desregulación que favorecen a las grandes empresas. La doctrina del shock se desarrolló como un medio de evitar que las crisis cedan el lugar a momentos orgánicos en los que surjan políticas progresistas. Las élites políticas y económicas entienden que los momentos de crisis son la ocasión para hacer avanzar su lista de deseos de políticas impopulares que polarizan aún más la riqueza, en este país y en todo el mundo.
-Actualmente estamos confrontados con múltiples crisis: una pandemia, falta de infraestructuras para resolverla y hundimiento de la bolsa. ¿Podría explicarnos cómo cada uno de estos elementos se inscribe en el esquema que ha descrito en la doctrina del shock?
-El shock en realidad es el mismo virus. Se le ha tratado de manera que maximice la confusión y minimice
Es el peor de los escenarios, máxime si se tiene en cuenta el hecho de que Estados Unidos no dispone de un programa nacional de salud y que la protección de la que se benefician los trabajadores es muy mala: por ejemplo, la ley no establece prestaciones por enfermedad. Esta combinación de fuerzas ha provocado un choque máximo. Será explotado para salvar industrias que están en el núcleo de las crisis más extremas a las que hemos de enfrentarnos, como la climática: la industria aérea, la petrolera y gasística, la de los cruceros. Quieren apuntalar todo esto.
-¿Cuándo hemos visto esto antes?
-En La doctrina del shock hablo de lo que pasó después del huracán Katrina. Grupos de expertos de Washington como
-Si nuestros gobernantes y la élite mundial van a beneficiarse de esta crisis para sus propios fines, ¿qué puede hacer la gente para apoyarse mutuamente?
-“Voy a cuidar de mí y de los míos, podemos adquirir la mejor póliza de seguro privado de enfermedad, y si usted no la tiene, probablemente es su culpa, no es mi problema”. He aquí lo que una economía de vencedor mete en nuestros cerebros. Lo que revela un momento de crisis como el actual es nuestra interrelación de unos con otros. Comprobamos en tiempo real que estamos mucho más interconectados de lo que nuestro brutal sistema económico nos permite creer.
Podemos pensar que estaremos seguros si obtenemos buenos cuidados médicos, pero si la persona que prepara o suministra nuestros alimentos, o que envuelve las cajas, no tiene acceso a cuidados médicos y no puede permitirse los análisis, y aún menos quedarse en casa porque no tiene prestación por enfermedad, no estaremos seguros. Si no nos cuidamos unos a otros, ninguno estará seguro. Estamos atrapados.
Las diferentes formas de organizar la sociedad favorecen o refuerzan diferentes partes de nosotros mismos. Si está en un sistema que, como sabe, no cuida de la gente, y no distribuye los recursos de manera justa, nuestro impulso por la acumulación estará en alerta. Piense esto, y reflexione. En vez de empecinarse en pensar en cómo pueden cuidarse a sí mismos y a su familia, podemos cambiar y reflexionar sobre la forma de compartir con nuestros vecinos, y ayudar a las personas más vulnerables.
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