sábado, 21 de marzo de 2020

"Esta pandemia nos recuerda pero no enseña, es algo que otros muchos estudios epidemiológicos anteriores habían enseñado a lo largo de décadas anteriores pero fue dejado de lado por aquellos y aquellas que hubieran debido tomarlo en consideración antes que nadie, los irresponsables que nos gobiernan: el tributo que pagan anualmente los trabajadores y trabajadoras a causa de condiciones de trabajo peligrosas, insalubres, desgastantes, que se pagan con patologías crónicas y con menos años de esperanza de vida; el que pagan no menos regularmente las poblaciones humanas, sobre todo urbanas, debido a las múltiples poluciones (de la atmósfera, las aguas, etc.) engendradas por el productivismo capitalista; el balance terrorífico de décadas de mala alimentación que es también responsabilidad de la industria agro-alimentaria capitalista".

Covid-19.

Por la socialización del 

aparato de salud*

20 de marzo de 2020

Por Alain Bihr

La situación creada por la pandemia de Covid-19 es una demostración, a escala natural y sin apelación, del sinsentido de la tesis que sostienen, desde hace décadas, los partidarios de la liberalización del sistema sanitario. Su postulado básico: cada uno posee un "capital salud" del que es principal sino único responsable: le corresponde conservarlo o, mejor aún, valorizarlo, mejorándolo), ha quedado desmentido desde hace algunas semanas a escala, literalmente, planetaria[i].


Tanto la propagación del virus responsable de la pandemia como las medidas, desigualmente eficaces, adoptada por los Estados para proteger a sus poblaciones son la prueba, por si fuera preciso, que la salud es ante todo un bien público: que el estado saludable o mórbido del cuerpo de cada uno/a depende ante todo del estado saludable o mórbido del cuerpo social, del cual el primero no es más que una dependencia o simple apéndice, y de la capacidad o no de dicho cuerpo social para defenderse, por si mismo o por intermedio de sus instituciones políticas, frente a los factores patógenos, sobre todo elaborando un sistema social de sanidad eficiente y una política pública de sanidad y poniendo a disposición de esta los medios (humanos, materiales, financieros) necesarios y suficientes.

Puede objetarse que la situación creada por la pandemia es propiamente excepcional y que, en consecuencia, sería erróneo o al menos aventurado tratar de sacar conclusiones generales. Pero el argumento puede perfectamente invertirse. Debido a su carácter propiamente extraordinario, pues esta referido a un factor patógeno que amenaza rápida y masivamente al conjunto de la población, la excepción puede por el contrario confirmar la regla, en el sentido más elemental del término: la hace aparecer en tanto que las condiciones normales tienden en cambio a ocultarla. Lo que esta pandemia nos recuerda pero no enseña, es algo que otros muchos estudios epidemiológicos anteriores habían enseñado a lo largo de décadas anteriores pero fue dejado de lado por aquellos y aquellas que hubieran debido tomarlo en consideración antes que nadie, los irresponsables que nos gobiernan: el tributo que pagan anualmente los trabajadores y trabajadoras a causa de condiciones de trabajo peligrosas, insalubres, desgastantes, que se pagan con patologías crónicas y con menos años de esperanza de vida[ii]; el que pagan no menos regularmente las poblaciones humanas, sobre todo urbanas, debido a las múltiples poluciones (de la atmósfera, las aguas, etc.) engendradas por el productivismo capitalista[iii]; el balance terrorífico de décadas de mala alimentación que es también responsabilidad de la industria agro-alimentaria capitalista[iv]; etcétera.
También nos recuerda -y tampoco esto, tiene nada de nuevo- algo que los empleados en los hospitales de Francia, en lucha a lo largo de todo el último año, no dejaron de repetir: que el hospital público es víctima de políticas de asfixia financiera, que lo hacen cada vez menos capaz de cumplir sus tareas de atención y cuidado a los pacientes; pero que es también la víctima de una medicina liberal de ciudad que ha dado, en gran parte, la espalda a su misión, derivando hacia el hospital público a pacientes de los que en principio debería hacerse cargo; mientras prosperan las clínicas privadas en las que el monto de los honorarios selecciona una "clientela" selecta que evita esa selección anterior. Tanto que, cuando ocurre el choque de una pandemia, la totalidad de este sistema cuidadosamente deteriorado, revela ser incapaz de hacer frente a la situación, obligando a que quienes debían cuidarlos tengan que hacer una selección de los pacientes en función de su esperanza de supervivencia… y edad. ¡Como en tiempos de guerra hacen los cirujanos en los hospitales de campaña en la retaguardia del frente!

Pero es el postulado antes mencionado el sirvió como caución y justificación de todas estas políticas. En tanto que se parte de la idea de que en primer lugar es cada uno quien debe ocuparse de su "capital salud", responsabilizándose ("escogiendo" vigilar no una vida higiénica, por ejemplo) y asegurándose (contratando un seguro de salud-enfermedad privada en función de sus "opciones": los riesgos que está dispuesto o no a correr - en realidad, en función de sus recursos monetarios), es lógico que se achique como piel de zapa el seguro de enfermedad público, dejando el campo libre a las aseguradoras privadas o mutualistas, no sin ocuparse de ponerlas en la debida situación de "competencia libre y no falseada", y de privilegiar las clínicas privadas con respecto al hospital público, abriendo doblemente nuevos campos a la valorización del capital. Porque la liberalización de la oferta, debe estar acompañada por la de la demanda, como debe ser en una "economía de mercado".
Durante el verano también se ha difundido por varias regiones del país un fuerte y masivo movimiento de tomas de terreno, el cual es evidentemente visible en Antofagasta, Calama, la conurbación Cartagena
- San Antonio, Temuco, y Osorno, las que en estos días han empezado a ser reprimidas por las fuerzas policiales, he aquí otro ava-nce del pueblo, el cual se masificará aún más en las semanas venideras.
En otro ámbito, para la coyuntura plebiscitaria la derecha se viene organizado en al menos dos bloques para la coyuntura electoral, donde algunos se inclinarán por el Apruebo, y la mayoría de este sector por el Rechazo. El empresariado enfrenta la coyuntura con elecciones de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), máxima instancia de organización patronal, y con opiniones divididas frente al plebiscito.
Por abajo, la situación es más caótica, pues la amplia y heterogénea gama de organizaciones y voceros autodesignados que se reclaman líderes de la Revuelta se debaten en si marcar AC, Apruebo y convención constituyente, otros sólo en el Apruebo y convención constituyente, o sólo apruebo, otros por un fortalecimiento de las organizaciones territoriales y autoconvocadas, llamados a la abstención y otros pocos, más directamente, por el boicot del tongo constituyente. Todo esto mientras el pueblo organizado y movilizado sigue en mayor o menor medida peleando las calles, manteniendo asambleas, y ejerciendo el control territorial y el sabotaje.
Desde estas Notas de análisis y reflexión política, lo que se sugiere humildemente, es denunciar el carácter antipopular del tongo convencional y poner el acento en el fortalecimiento de las instancias de organizaciones autoconvocadas territoriales, sectoriales y temáticas, tendiendo puentes hacia el sindicalismo de avanzada, en aras de ir levantando una propuesta política de emergencia desde nuestros pueblos. Preparando un contexto de lucha en todos los terrenos, que potencie las valiosas ansias democratizadoras y rupturistas de los pueblos.

Que amplias franjas del pueblo avance en politización, organización y disposición de lucha, no implica que la izquierda revolucionaria debe renunciar a su capacidad de levantar propuestas programáticas que denuncien las maniobras del poder para cooptar las energías volcadas en La Revuelta. Tampoco implica, en ningún caso, levantar una línea divisionista en el trabajo de organización donde se aprecie una amplia adhesión a las consignas levantadas en torno al proceso convencional.

Hacia una caracterización de la coyuntura convencional
Desde el 15/11 y la posterior promulgación de la ley que habilita al presidente para convocar al plebiscito constitucional, la discusión del sistema político y parte del pueblo organizado ha girado en torno a tres aspectos que algunos han considerado relevantes: paridad de género, cupos para pueblos originarios y participación de independientes. Marginal importancia se le ha dado a que el financiamiento de la campaña plebiscitaria no esté regulada; o al hecho que los que voten Rechazo, también podrán votar y hacer campaña televisiva por la forma de convención mixta o convención electa ad hoc en caso de que gane el Apruebo; o por el hecho que la elección de los convencionales se regirá por la actual y antidemocrática Ley de partidos políticos. Y bueno, el veto de 1/3 que no es un detalle, el sistema político y empresarial lo acepta de buena gana, pues asegura estabilidad en los aspectos fundamentales para las clases dominantes: propiedad, familia, rol de FFAA, subsidiariedad del Estado, permanencia de acuerdos bi y multilaterales firmados por los representantes del Estado corrupto, entre otros aspectos estructurales.
Esbocemos las implicancias de cada una de estas características en este plebiscito:

Paridad de género
Este tema ha sido puesto con fuerza por parte importante del movimiento feminista y aspira a que los convencionales estén compuestos en igual Cupos pueblos originariosnúmero por hombres y mujeres, independiente de la filiación o inclinación ideológica. Es una demanda general, donde los sectores de la derecha más dura han sido los principales detractores, lo más probable que por razones no sólo ideológicas sino sobre todo prácticas, que indicarían que no tienen ventajas en militancia femenina en relación a la denominada oposición parlamentaria. Sin embargo, el feminismo autónomo y popular, ha presentado sus distancias frente a este debate que busca igualdades dentro del sistema actual.
En este caso, el debate puesto por la oposición parlamentaria y parte del pueblo organizado ha sido asegurar cupos en la convención a los pueblos originarios. En este punto, al colonial sistema de partidos lo que le interesa no es el punto de vista de estos pueblos, tal como lo han demostrado por siglos, sino más bien aprovechar el clientelismo étnico que todos estos partidos practican, y por esa vía poder ocupar los cupos de estos pueblos. Debate que está lucidamente zanjado por la estrategia de lucha levantada desde los sectores y organizaciones más rupturistas del movimiento autónomo mapuche.
Participación de independientes
Sin duda este es el mayor tongo, pues a ningún partido le conviene dar facilidades a los denominados independientes, pues cualquier espacio ganado por ellos es un espacio perdido para los partidos. Todos hablan de los independientes, pues los partidos tienen escasa base de apoyo y el pueblo no confía en ellos. Aquí, lo más probable es que no existan avances sustantivos. A pesar de lo anterior, ya se han inscrito varios “partidos instrumentales” en el registro electoral en la pretensión de participar como tales en la elección de convencionales.
Elección regida por la Ley de partidos políticos
Básicamente, esto significa, que la composición de la constituyente sea esta mixta o elegida, tenderá a ser un clon del actual parlamento, con algún agregado que muestre la inclusión. Así, como años atrás se incorporó al PC, y ahora último al FA, bien puede ser que se integre ahora algún rostro como un Mesina o un Cristián Cuevas, o algún otro personaje que provenga del mundo social popular, o bien M. Monckeberg o XXX por el progresismo democrático burgués.
Todo lo anterior grafica muy bien, desde el un punto de vista formal, el tongo al que se nos convoca por parte de los mismos testaferros del lumpen empresariado que opera en el país, y al cual entusiastamente han adherido el conjunto de los partidos del viejo orden, incluida la deslavada izquierda juvenil del FA, y los principales voceros del añejo sindicalismo existente.
Financiamiento no regulado de plebiscito
Finalmente, nos encontramos con el hecho de que la campaña para este plebiscito no está regulada, es decir, no existirá claridad acerca de los financiamientos con que cuente una u otra opción. Lo que ya era escandaloso con regulación, en este caso se amplifica, y lo notaremos apenas empiece el circo. Ante esta situación, Patricio Santamaría, director del servicio electoral (SERVEL), ha pedido un comportamiento ético a las campañas, lo cual a esta altura parece un pésimo chiste, incluso esos temas de financiamiento han sido denunciados por un senador de derecha (Ossandón) señalando que se “están gastando una fortuna” en la campaña por el rechazo.
Adicionalmente, como señalábamos, los que voten Rechazo podrán también pronunciarse por la forma que se elijan los convencionales en caso de ganar el Apruebo, lo que implica hacer campaña televisiva en los espacios para esas opciones.
Desde un punto de vista de la historia política de la República, Chile ha tenido tres constituciones de larga duración, la de 1833, la de 1925 y la de 1980, todas han sido redactadas por un puñado de oligarcas baja la supervisión de las clases dominantes de la época, en ninguna ha existido la más mínima pisca de pueblo soberano. En esta ocasión en los albores del siglo XXI, tampoco será así, sólo que en esta ocasión el puñado de oligarcas que redactará la constitución será en el mejor de los casos mayor, pero sin pueblo soberano.
Teniendo presente estas consideraciones, ¿qué es lo que se juega en esta coyuntura?, ¿Qué posición tomar?

¿Cómo se está ordenando la burguesía?
Básicamente, lo que se juega son dos visiones de la burguesía acerca del futuro régimen político del país, es decir, a lo que nos convocan es a dirimir acerca de dos “proyectos” burgueses. El empresariado aparece en esta contienda dividido, algunos dirigentes empresariales claramente se van a agrupar en el rechazo, y otros como Bernardo Larraín Matte presidente de los industriales (SOFOFA), Juan Claro (Ex presidente de SOFOFA), Jorge Awad (Ex presidente de la Asociación de Bancos) y Andrónico Luksic (El hombre más rico de Chile y líder del grupo homónimo) ya se han pronunciado a favor de una nueva constitución.
Por abajo, por el lado del pueblo, parece ser que un sector importante participará impulsando el apruebo, así ya lo ha manifestado la CUT quienes, en su último Congreso realizado en enero, se pronunciaron por el Apruebo, por constituir un Comando de trabajadores, y por coordinarse con los partidos políticos de oposición. Lo mismo, pero con matices, ha hecho la Mesa de Unidad Social, quienes a principios de febrero emitieron una confusa declaración pública en aras de mantener la unidad de quienes allí participan, pero que en el fondo llaman a votar apruebo en el plebiscito.


Por otra parte, tenemos un conjunto de asambleas y cabildos auto convocados que a lo largo y ancho del país ya se han manifestado por el rechazo de este proceso fraudulento, lo cual en términos prácticos.

Como ya ha sido habitual en las últimas décadas, las clases dominantes vuelven a meter una cuña en el movimiento popular, donde siempre hay sectores dispuestos a confiar, o al menos a darle cierta legitimidad a este tipo de tongos, por ese lado nada nuevo bajo el sol. En esta línea están las agrupaciones que convergen en Unidad Social y otros grupos y colectivos menores, quienes tratan a toda costa subirse al carro de la movilización popular, y sobre eso colocar intereses oportunistas y de corto plazo en aras de cambiar la constitución, declamando que ahora es la oportunidad y esa sería la característica central de lo que se avecina.convocan a no participar del tongo o al menos a restarle importancia en el marco de las tareas urgentes de seguir aumentando las capacidades organizativas y políticas del pueblo.
Incluso algunos nos convocan a disputar la convención constituyente, hasta algunos que se autodefinen como revolucionarios, o de intención,…claro, esos mismos que no reconocían crisis alguna antes del 18/10, a lo más cierta crisis de legitimidad, en su confusión nos dicen ahora que enfrentamos un cambio de periodo que hay que disputar, en fin… incluso otros, que años atrás se vestían como los más radicales, hoy cuando existen las mejores condiciones para la rebelión y la radicalidad, corren con apariencia inocente a las convocatorias del poder, a disputar dicen…...
Ya Gramsci nos lo decía, las crisis (orgánicas) son procesos donde observamos lo más aborrecible del ser humano, y en ellas los sujetos se aferran a lo que más conocen, y en el proceso de crisis se va disolviendo más o menos violentamente el bloque histórico que le dio sustentabilidad política al viejo orden. El gran problema para las clases dominantes (aun) es que no se vislumbra la emergencia de un nuevo bloque histórico, en consecuencia, la posibilidad de que la crisis sistémica se prolongue es alta.
Lo que enfrentamos es una sociedad escindida, por una parte las elites, por el otro el pueblo, y esta fisura, por la profundidad de ella, no la cerrará un plebiscito trucho ni una ilegitima convención que de ahí se derive, estos acontecimientos sólo prolongarán la agonía de un sistema decadente que augura nuevas y más feroces luchas en un futuro próximo, para el cual es de responsabilidad prepararse.

En definitiva, lo que se juega en esta coyuntura plebiscitaria es el paso a la posibilidad de transitar a un nuevo régimen político que por un lado neutralice la revuelta popular en el corto plazo, y en el mediano plazo pueda compatibilizarse con el tránsito de un neoliberalismo extremo, hacia un post neoliberalismo que venga a resolver simultáneamente las contradicciones interburguesas en las que se está desenvolviendo la geopolítica mundial. Así, el plebiscito es sólo una etapa en la resolución de las contradicciones burguesas, el contenido y alcance de los cambios se jugarán en la convención constituyente de octubre, es esa la verdadera batalla en que los distintos sectores de la burguesía se enfrentaran.

La táctica del Rechazo
Aun cuando estratégicamente esta táctica está condenada al fracaso, pues va contra la sociedad y sus ansias democratizadoras, eventualmente puede emerger con cierta fuerza, pues hará uso de una campaña centrada en el miedo, construyendo un enemigo comunista, chavista, que le quitará los niños a las familias, sus casas, que el país será gobernado por encapuchados, etc. Toda una simbología que sólo existe en sus afiebradas mentes, pero que se instala en parte significativa de las clases propietarias y clases medias de mayores ingresos, y una parte del pueblo sumido en la cultura de la basura que vive con la cabeza dentro de la televisión, siendo presa fácil de la manipulación mediática que estará a la orden del día tal como se ha observado en las últimas elecciones en Chile y muchos países del mundo. 
En este escenario el pueblo organizado intervendrá con dos tácticas generales
Claramente, al igual que el Rechazo, el Apruebo busca una relegitimación del sistema político y sus instituciones. Sin embargo, los elementos de campaña serán distintos. En el Apruebo se apelará a la bondad de una Nueva Constitución, que nos represente a todos, y que ello hará más igualitario y solidario al país, eso se condimentará con la necesidad de mejoras en salud, pensiones, educación, medio ambiente, etc. Evidentemente no se cuestionará de forma práctica y radical la existencia de AFP, ISAPRES, educación privada, etc.
En el plebiscito es muy probable que el “Apruebo” gane por amplia mayoría, ya sea con baja o con mucha participación, el significado político de ese apruebo vendrá a representar las ansias democratizadoras y de una vida digna de vastos sectores del pueblo. Sin embargo, posterior a eso el pueblo se dará cuenta, apenas empiecen las campañas de convencionales, que dicha convención es trucha, pues se verán -las mismas caras representando a los mismos partidos que por décadas ha usufructuado de privilegios a las órdenes de los lumpen empresarios. Claro, eventualmente tendremos a un Mesina o una Bárbara Figueroa, u otro dirigente social conocid@ de convencional, así como se tuvo a un Boric o una Vallejos en el Parlamento, pero en definitiva esas caras nuevas solo serán adornos en un horno con los panes listos.
El legalismo y la confianza depositada en este sistema decadente parecen inexplicables, sobre todo cuando la confianza de la ciudadanía en los partidos políticos es del 2%, en el congreso de 3%, y las organizaciones de trabajadores se alían con ellos, hipotecando la autonomía de clase de la que se jactan, y con los peores aliados, los que han gobernado por casi tres décadas este país perfeccionando un sistema de exploración y dominación salvaje, único en el mundo.
Una segunda táctica será aquella que se moverá entre el rechazo y el boicot al proceso convencional, sin embargo, ambas sólo tienen sentido en la medida que se avanza en el fortalecimiento de las instancias de organización popular que se han ido conformando en la lucha. Por el contrario, impulsar una táctica de estas características, sectaria y vanguardista, que resulte en un quiebre y fragmentación de las organizaciones populares sólo servirá a los intereses más retardatarios y reaccionarios.
Esta coyuntura tiene características muy distintas a los hitos electorales pasados, pues expresa prístinamente una crisis de proporciones, y cuya trascendencia histórica difícilmente se repetirá, por ello, el arte de la política en cuanto resolución de contradicciones en las organizaciones populares demanda mucha sabiduría y capacidad de resolución positiva, con la conciencia de que esto recién comienza y será necesario ir engrosando y fortaleciendo las instancias de autoorganización que por promisorias que sean son extremadamente débiles aún en relación con los desafíos de transformación que se avizoran.
Algunas reflexiones respecto del qué hacer de la militancia popular
La memoria política de las y los trabajadores y los pueblos no permite dejar de volver a señalar que esta República oligárquica ha tenido tres constituciones de larga duración, la portaliana de 1833, la de Alessandri de 1925, y la de Pinochet de 1980, en ninguna de ellas se ha ejercido la soberanía popular, en ninguna de ellas ha participado el pueblo organizado, todas fueron redactadas por sujetos mandatados por las clases dominantes de la época. En esta ocasión no será distinto, pue será construida sin deliberación popular efectiva, sin mandatos populares exigibles al gran capital, serán los mismos representantes de los partidos políticos financiados por el empresariado quienes tendrán esa misión, nada ha cambiado en dos siglos, excepto que en esta ocasión el pueblo no quiere nada con políticos y sus partidos que trabajan para el empresariado. Es ahí, en este punto de fuerzas fundamental, donde está la oportunidad de avanzar en organización y en soberanía popular, no en plebiscitos y convenciones truchas.
Es deber político de les revolucionaries comunicar el carácter de la coyuntura en todos los lugares donde sea posible, denunciar la manipulación con que el poder pretende encauzar y aislar la rebeldía popular, sin cálculos cortoplacistas, con la verdad por delante y que sean las bases las que decidan el que hacer inmediato, así se resuelven las contradicciones en las instancias de pueblo organizado, aunque seamos minoría hoy, lo importante es ser consistentes en- el tiempo, lejos del oportunismo, eso es lo que dará la fuerza a la política popular para ser mayoría el día de mañana, cuando todo este simulacro de democracia no sea más que un recuerdo más dentro de siglos de engaños.
Lo que no quita que se debe fijar el horizonte en hechos objetivos, dado que nos aproximamos raudamente a un cierre de periodo frágil e inestable, vía nueva constitución, que abrirá otro horizonte de lucha, donde nuevamente se pondrá en cuestión el entramado institucional, pues en el origen y en el proceso la nueva constitución será trucha, pues en lo fundamental no apunta a dar respuesta a los problemas reales del pueblo y la defensa de la vida. A diferencia de otros periodos, como el cambio de régimen dictatorial a democracia restringida, en esta oportunidad las clases dominantes no tienen un proyecto de desarrollo que ofrecer, pues aún no se avizora que las clases dominantes resuelvan sus contradicciones en términos de en qué lugar se pone en una geopolítica mundial en pugna por el dominio global de la era de mercados ubicuos e hiperconectados.
Lo que se impulse desde el campo revolucionario debe apuntar dos objetivos políticos centrales. Una primera orientación es hacer lo posible por levantar un programa de emergencia popular que se concentre en las principales demandas inmediatas de los pueblos, donde básicamente se debe dar un horizonte de solución de corto plazo sin lucro del gran capital de todas las cirugías en lista de espera en los hospitales públicos; segundo, aumentos de todas las pensiones menores al salario mínimo; Plan integral de viviendas populares; Recuperación integral de las zonas de sacrifcio; Educación pública con control comunitario; Plan de Igualdad Social en dignidad y derechos para mujeres e infancia popular; etc. Como se ha dicho en Notas anteriores, para este programa de emergencia no se requeriría cambio constitucional alguno: solo la fuerza del pueblo.
Un segundo objetivo debe enfocarse en fortalecer los espacios de organización autoconvocados, de manera de avanzar en la constitución de un sujeto político, que a la vez en un proceso de deliberación sistemático vaya resolviendo las principales aristas de un proyecto político emancipador y afirmativo de realidades concretas. Fortalecer los espacios de organización autoconvocados es central para poder dar materialidad y fuerza social organizada a una política de ruptura con el viejo orden, pero no puede agotarse ahí, se deben tender puentes entre espacios autoconvocados y sectores sindicales y feministas de avanzada, así como de todos los espacios que se han ido conformando en la Revuelta y que se rebelan contra el viejo orden.
Tender puentes y espacios de dialogo con sectores del movimiento mapuche autónomo, lo hemos señalado antes e insistimos ahora, cobra un carácter estratégico. No hay liberación del pueblo mapuche sin aliados en el pueblo chileno, y difícilmente habrá una revolución sino existen tales espacios de dialogo y construcción política de largo plazo, así lo demandan las principales organizaciones de ese mundo, y así lo deben demandar los programas revolucionarios chilenos.
Fortalecer espacios juveniles de articulación, este es una línea de trabajo fundamental para las futuras luchas, es ahí donde se fragua el futuro, es ahí desde donde surgirán l@s líderes de la revolución chilena y latinoamericana. Basta ya de tratar a nuestras infancias y juventudes populares como la escoria del enriquecimiento.
Fortalecer espacios de acción directa, la cualificación de las luchas y de la acción directa en particular son fundamentales, unir la acción directa, la autodefensa de masas y el sabotaje son armas que l@s revolucionari@s se han dado durante su historia, son esos los espacios donde se foguean l@s futur@s combatientes de la dignidad. El derecho a la rebelión frente a lo injusto es el más humano de todos los derechos.
Fortalecer las brigadas de salud, propaganda y educación. Lo anterior no es sustentable sino se cualifican los espacios de organización de estas brigadas, lo fueron antes, lo son ahora y con seguridad lo serán próximamente. La cualificación no es sólo logística, también avanza a la construcción de proyecto, aporta en ese sentido y en esa dirección avanzan los encuentros que se han llevado a cabo en febrero en distintas partes del país.
Finalmente, se deben crear, profundizar y multiplicar los vínculos con las luchas, al menos latinoamericanas, en la perspectiva de la solidaridad internacional de los pueblos, este aspecto cobrará importancia a medida que las luchas enfrenten momentos especialmente críticos. Como sabemos, aquí las redes sociales aumentan la velocidad de la información, y por lo tanto son una herramienta vital para este cometido.
-Impulsar decididamente la táctica de aislar objetiva y materialmente a los poderosos, las clases dominantes ya están aisladas de la subjetividad de la juventud popular y las clases trabajadoras más empobrecidas, hay que avanzar hacia su aislamiento y cerco material objetivo, y eso sólo se hace avanzando en organización, convicción y proyecto.
Esos son algunos de los afanes tácticos hacia el mañana que, junto a otros que probablemente irán emergiendo, se esbozan para enfrentar el parcial y momentáneo “cierre” que de esta crisis nos ofrecen las elites.
Para ir cerrando estas Notas al Galope sobre la Coyuntura y tal como se señalaba en las primeras Notas, estas coyunturas abiertas a partir del 18/10 deben insistir en colocar el derecho de Rebelión Popular en nuestras pieles y marcar a fuego a las generaciones protagonistas de la Revuelta, no perderse en la maraña jurídico institucional de las elites que comparten derechas y algunas izquierdas, por el contrario, es precisamente contra esas elites y testaferros del capital contra quienes hay que luchar y emanciparse, ese es el afán de l@s revolucionari@s. Ayer, hoy y mañana.
Lo que viene para el proyecto popular es precisamente ir aterrizando respuestas provisorias a los principales problemas del desarrollo en el siglo XXI, pues el capitalismo en sus versiones neoliberales o estatalistas no tienen respuesta sustentable alguna para resolver los problemas del poder ser humanos y desplegar su potencia contenida en equilibrios sociales y ambientales justos, emancipadores y, por qué no decirlo, bellos.
Vamos Pueblx!,
por las grandes Alamedas y con todas las Fuerzas de la Historia!
El pueblo soberano avanza construyendo su poder!
Con el Pueblo…. todo, con las elites… nada!
Fuera Piñera, Fuera el Congreso!!

Fuente: https://contrahegemoniaweb.com.ar/notas-al-galope-sobre-la-revuelta-popular-en-chile

No hay comentarios:

Publicar un comentario