A propósito de las
elecciones presidenciales
Perspectivas e
incertidumbres
30 de octubre
de 2018
Por Daniel Campione (Rebelión)
(…)Resulta significativo que
en una sociedad signada por la recesión; la caída de los salarios y el consumo,
inflación alta y en ascenso, incremento de la pobreza y el desempleo, el hombre
que está en el gobierno y la coalición que lo respalda hayan superado el 40% de
los sufragios. Sus marchas del “Sí, se puede”, algunas multitudinarias, parecen
haberle rendido frutos. En la campaña jugó un rol sustancial la insistencia con
el miedo al kirchnerismo, la interlocución con una “clase media” que se siente
saqueada por los planes sociales, amenazada en su seguridad y en sus derechos
de propiedad. Frente al supuesto acoso de una masa de pobres soliviantados por
el “populismo”, ha preferido la propuesta de Juntos por el Cambio, pese a los
profundos nubarrones de la situación económica, que también los afectan de
lleno. Les jugó a favor que el Frente de Todos, confiado en los resultados de
las PASO dedicó mayor esfuerzo a los encuentros con factores de poder que a una
campaña vigorosa. El decorado de los “valores republicanos” y la
“transparencia” sirve de justificativo de una opción más reaccionaria,
trasuntada en los altos niveles de aceptación de Los intelectuales y periodistas del establishment se han permitido el lujo de un semifestejo del resultado “equilibrado”implícito en la diferencia de 7 u 8 puntos que se registró entre ambas candidaturas.. Macri no será presidente después de 2017, pero puede ser el jefe de una oposición fuerte, con elevada presencia en el Congreso. Con aptitudes tanto para la dura negociación como para la confrontación abierta, incluso con movilización de masas detrás suyo, como demostró en
El gran capital sigue marcha adelante con su programa intacto, con el refuerzo en líneas generales el FMI: Reforma laboral, previsional y tributaria para abrir la vía al pago de una deuda externa asfixiante y satisfacer las reivindicaciones contrarias a los trabajadores a las que el frustrado “cambio cultural” de Macri no pudo cubrir. Apuestan también a continuar con la disminución del gasto público vía recortes en salud , educación, “gasto social”, despidos y caída del salario de empleados del estado. La reducción del déficit fiscal aspira al trono de “política de estado” por nadie discutida. También se procura privilegiar la libre circulación de capitales y mantener la dolarización de las tarifas. El escenario se complica porque la crisis actual podría profundizarse, incluso con síntomas altamente disruptivos, como una devaluación muy acentuada del peso acompañada de una espiralización de la inflación.
Es probable que el nuevo gobierno asuma, al menos en parte, ese programa impulsado por los factores de poder locales e internacionales. No tiene un horizonte de clase distinto ni una perspectiva de cuestionamiento del orden capitalista. Tampoco cuenta con una coyuntura económica favorable como la que los “populismos” disfrutaron en los primeros años de este siglo. Más bien todo lo contrario; menores precios de los bienes exportables, recesión, enormes necesidades de financiación sin fuentes claras. La apuesta de los conglomerados empresarios es a reforzar la “moderación” de Alberto Fernández y sus aliados más directos para que no se aparten de los dictados del poder económico, junto con la neutralización de cualquier “desborde” de corrientes políticas y sociales menos confiables. La expectativa es que actúe en pos de desactivar el conflicto social y se convierta en administrador de las demandas empresariales, con las amplias herramientas que proporciona el peronismo. Sus estrechas alianzas con gobernadores, sindicalistas y tecnócratas viabilizan su postulación como actor central de una nueva ola de disciplinamiento social.
La tendencia en el pensamiento y la acción del futuro presidente parece apuntar a una “administración de lo existente” que permita la incorporación, así sea en dosis módicas, de banderas tradicionales del peronismo respecto al estímulo al mercado interno y la ampliación de las políticas sociales. Eso en el contexto del mantenimiento de la “paz social” por parte de los sindicatos y los movimientos sociales. Múltiples escollos lo esperan en ese camino.
El escenario planeado por los candidatos triunfantes, de un amplio “pacto social” que incluya a centrales empresarias, sindicalistas burocráticos e Iglesia, es preocupante para los intereses de los trabajadores. Es probable que un acuerdo de ese tipo sólo devenga en un moderado ascenso de salarios que no compense el marcado deterioro de los últimos tiempos. Y a cambio de eso legitime diversas concesiones a las patronales, incluida una reforma laboral pactada, con detalles a definir sector por sector.
En tales condiciones las clases populares se encontrarán ante un nuevo horizonte de lucha para defender sus condiciones de vida y de trabajo, sin dejar que le sigan robando la posibilidad de una vida digna. Que el futuro gobierno no vaya a profesar el credo “neoliberal” no implica que se aparte de la lógica del gran capital. Éste se encargará a diario de recordarle el “camino correcto” ante la mínima desviación.
Existen sectores en la coalición que apoyó a la fórmula de los Fernández que aspiran a un horizonte menos concesivo. Hasta ahora ocupan un lugar bastante marginal, fuera de la disputa por el poder real y por los lugares de gobierno dentro de la futura alianza gobernante. Habrá que esperar a cómo reaccionan frente a esa situación de postergación y a eventuales medidas antipopulares del nuevo gobierno.
De cualquier manera, en coincidencia con las rebeliones populares de Ecuador y Chile, se insinúa una oleada desfavorable a las políticas cuyos efectos, o mejor dicho sus propósitos, son ampliar la desigualdad, la explotación y
En este panorama, cabe interrogarnos sobre la actualidad y perspectivas de las propuestas de izquierda. La actuación electoral del Fitu fue pobre. El hecho de ser la única lista de izquierda que llegó a esta elección, acentúa el magro resultado nacional, apenas superior al 2%. Eso no quita que la votación a parlamentarios fue bastante mayor, por ejemplo la obtenida por la lista que encabezó Myriam Bregman en CABA, que estuvo cerca de obtener una banca. Esa coalición se mantiene hasta ahora como una tentativa bastante exitosa de agrupar a la izquierda trotskista, pero parece haber alcanzado un techo difícil de superar con sus solas fuerzas y tiende a mantenerse en límites sectarios, inaptos para expandirse más allá de su propio campo.
La
perspectiva de formar una alternativa popular más amplia y diversa que la que
hoy tiene presencia electoral, sigue en estado latente. Hoy se necesita una
perspectiva feminista, comprometida en la defensa del medio ambiente y los
bienes comunes, atenta a las necesidades y derechos de una clase trabajadora
diversificada, segmentada y precarizada o desempleada en gran proporción. Se
requiere un nuevo planteo de la tradición de izquierda y una articulación con
espacios sociales y políticos que vienen de otros campos, incluido el
kirhcnerismo. Todo eso articulado por una crítica radical del sistema capitalista,
que reivindique una orientación socialista clara.
Las
organizaciones sociales, políticas y culturales (muchas de ellas son las tres
cosas a la vez) que procuran construir una izquierda innovadora, plural y no
sectaria, deberían asumir el compromiso firme de generar una alternativa que,
desde sus construcciones en distintos planos de la sociedad civil, pueda
desplegarse en la perspectiva electoral. Por desgracia, lo que predomina hasta
ahora es la fragmentación, acompañada por intentos de alianzas que resultan
parciales, frágiles y efímeras.
La actuación electoral no puede ser un fin en sí mismo ni convertirse en un campo de altísima prioridad, pero no puede estar ausente en una sociedad en la que “el ejercicio normal de la hegemonía” se da en el terreno parlamentario. El electoralismo es un peligro siempre presente, el abstencionismo electoral una manifestación de impotencia a menudo encubierta por pretensiones de “pureza”.
El escenario permanece abierto, poblado de desafíos que exigen un salto cualitativo en nuestras capacidades.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=261956
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