jueves, 21 de noviembre de 2019

iII. Observemos a Colombia que ilustra hacia dónde se desarrolla el capitalismo en el Abya Yala y cómo, pese al estado terrorista, las luchas de las diversidades oprimidas siguen abriendo caminos de organización popular contra el gobierno neoliberal.

1. Un gobierno que se opone a la implementación integral del Acuerdo Final de Paz, atacando las instituciones del SIVJRNR, escatimando voluntad y presupuesto para su adecuada ejecución en el Plan Nacional de Desarrollo (2018-2022) y dejando de lado un enfoque de derechos humanos, especialmente económicos, sociales, culturales y de género.
2. La política de seguridad y defensa, léase “seguridad democrática” cuya centralidad está en la militarización de los territorios, el posicionamiento de cúpulas militares que perpetúan la lógica del enemigo interno, y una doctrina militar que infringe el DIH al promover resultados operativos a cualquier costo, incluyendo bombardeos, el regreso de ejecuciones extrajudiciales, así como el desconocimiento y estigmatización de los pueblos y comunidades indígenas, afro descendientes, campesinos y sectores populares, dando trato de guerra a los civiles que ejercen el derecho a la protesta.
3. Políticas de gobierno que responden con represión a los legítimos reclamos de las comunidades en los territorios y a los estudiantes que reivindican una educación pública de calidad y con recursos suficientes, así como los abusos en el uso de la fuerza por parte del ESMAD que se evidencian en el creciente número de personas que han perdido la visión o sus ojos a consecuencia del uso indebido de armas de letalidad reducida por parte de francotiradores.
4. La falta de garantías para la defensa de los derechos humanos. En lo corrido del año se ha incrementado el asesinato de personas defensoras de derechos humanos, líderes y lideresas indígenas, campesinos, LGBT, afros y sindicales, al igual que el de excombatientes de las FARC-EP en proceso de reincorporación. Ante este exterminio, el Gobierno miente diciendo que más de la mitad de los casos han sido esclarecidos, criminaliza a defensoras y defensores de derechos humanos, desconoce las propuestas de la sociedad civil para fortalecer las medidas de prevención, protección y garantías, y usa esto como excusa para militarizar los territorios.
5. La pretensión de reformar las políticas laborales y pensionales precarizando aún más el empleo, especialmente para los más jóvenes, legalizando el trabajo por horas y las cotizaciones a la seguridad social por debajo del salario mínimo. Destruyendo el Sistema Público de Pensión, aumentando las condiciones de edad y cotización y legalizando pensiones por debajo del salario mínimo favoreciendo solo a los oligopolios financieros.
6. El incumplimiento de las recomendaciones de los diversos mecanismos internacionales de protección derechos humanos de la ONU y el Sistema Interamericano, y la negativa a recibir las visitas de los Relatores Especiales del Consejo de Derechos Humanos de la ONU al país.
Por estas y otras razones, rechazamos:
·                       Los pronunciamientos deslegitimadores del derecho a la protesta social de la ministra del Interior Nancy Patricia Gutiérrez y el presidente de la República, que generan un ambiente de tensión y miedo al anunciar
que “cualquier expresión de violencia será enfrentada con rigor”.
·                       Las medidas impuestas para reprimir la movilización social que solo tienen sentido en contextos de estados de excepción, como el patrullaje de militares en las ciudades y en las comunidades indígenas, toques de queda, allanamientos, como los acaecidos en la mañana del 19 de noviembre a residencias de líderes estudiantiles y a colectivos artísticos que, acompañados de señalamientos irresponsables, incrementan el riesgo de estas expresiones sociales.
·                       El práctico abandono de la política de paz, el menoscabo de los derechos sociales, la falta de garantías para las libertades democráticas y la creciente militarización de la vida civil, que perpetúan el círculo de violencia, corrupción y pauperización que hemos soportado por tantos años, dada la incapacidad de las clases dirigentes y los gobiernos de turno.

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