Bolivia y la política de “unidad
frente al enemigo principal”
22 de noviembre de 2019
Por Rolando Astarita
A raíz de la crítica que hice a Morales y al MAS en una nota
anterior (aquí), sus defensores me
criticaron con el argumento de “no es tiempo de dividir; sino de unirse contra
el enemigo principal y urgente, la derecha racista y ultracatólica, y las FFAA
que dieron el golpe de Estado”. En otras palabras, “ahora hay que cerrar
filas”. Y quien cuestione las caracterizaciones “políticamente correctas”; o la
orientación de Morales y el MAS, será acallado con todo tipo de improperios,
desde “funcional a la derecha” hasta “agente del imperialismo y del
colonialismo blanco”. Un botón de muestra de estas reacciones energúmenas es la
manera en que, por estos días, ha sido atacada en las redes la antropóloga y
activista feminista Rita Segato. Su único pecado fue criticar a Morales; algo
intolerable para las mentes entrenadas en la escolástica de los alambres de
púa.
Como he explicado en otras entradas, estoy en contra de estas
censuras (impuestas de hecho,
en base a prepotencia). Y no solo estoy en contra, sino que me mueven a ampliar
planteos y argumentos. Por eso, en esta entrada respondo a los que dicen que es
necesario suspender las críticas a Morales y el MAS “para unir fuerzas contra
el enemigo principal”. Mi planteo es el opuesto: Sostengo que para derrotar a la derecha y al
militarismo es necesario que la clase obrera rompa ideológica y políticamente,
con el MAS y Morales. Es el eje, por otro lado, que me separa
del reformismo de izquierda, y del “nacional-marxismo” (stalinistas y variantes
del “nacional-trotskismo”). Empiezo entonces recordando una vieja
enseñanza del marxismo revolucionario sobre este asunto.
La tradición del marxismo, y de Trotsky en particular
La idea de que para vencer los trabajadores deben separarse de
aquellos que, con lenguaje de izquierda y hasta socialista, los llevan a la
derrota, recorre toda la obra de Marx, Engels, Lenin, Rosa Luxemburgo y, por
supuesto, Trotsky. En este último respecto, es instructiva la respuesta que dio
el fundador del Ejército Rojo a los que defendían, en la década de 1930, un
frente con la burguesía “democrática”, para sumar fuerzas y derrotar “al
enemigo principal” (el nazismo, el fascismo, el golpe de Franco). Trotsky decía
que con eso sus críticos no iban más allá de la primera regla de la aritmética:
la suma de los comunistas, los socialistas, los anarquistas y los liberales era
superior “a cada uno de sus términos” (España: última advertencia,
p. 98, Barcelona, Fontamara). Sin embargo, en política no basta la aritmética,
ya que si los
partidos tiran en direcciones opuestas, la resultante del paralelogramo de
fuerzas puede ser, con toda probabilidad, nula. Más todavía si esas
alianzas debilitan la confianza de la clase obrera en sus propias fuerzas.
Con las adaptaciones del caso, la advertencia de Trotsky conserva
plena vigencia frente a los movimientos de masas dirigidos por la burguesía
nacionalista, o la pequeña burguesía reformista, del presente. Con un agravante:
la clase obrera boliviana hoy ni siquiera está representada por algún partido
con el cual pueda identificarse como
clase. El movimiento obrero en Bolivia (y en prácticamente toda
América Latina) está subordinado a direcciones, programas y orientaciones
políticas que perpetúan la explotación capitalista y el Estado capitalista. Más
precisamente, en casi todos lados lo que se negocia son posiciones al interior
de democracias burguesas recortadas, fuertemente
represivas. Y alguna forma de inserción en la globalización del
capital. Más aún cuando se trata de economías dependientes y primarizadas (¿o
alguien cree que la mediación de la Unión Europea y de la Iglesia, en la crisis
boliviana, cae del cielo? ¿O que Rusia se apresura a reconocer al gobierno de
Áñez por nada?). Es todo lo que alcanzan a hacer los reformistas y
nacionalistas burgueses. Solo cuando la presión de la lucha de clases los
obliga, conceden algo a los explotados para conservar lo principal. Esta es la
matriz en el seno de la cual se despliegan los conflictos de clases, o de
fracciones de clases, y las crisis políticas.
Sin embargo, la condición para vencer es movilizar a los
trabajadores. Y para esto es
necesario que estos sientan que están luchando por su emancipación.
No que pelean para que los burócratas y oportunistas de siempre negocien y
acomoden sus futuros políticos. Por eso el marxismo ha planteado como lema
central que “la liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores
mismos”. No es una frase para quedar bien en un discurso del 1º de mayo, sino
es el principio de toda la política socialista. Pero esto obliga a no esconder
las críticas y los cuestionamientos. No hay desarrollo político sin choques de
ideas. De lo contrario, en el movimiento de masas se obtiene la unanimidad de
los cementerios.
FFAA y COB, ¿de “revolucionarios anti-imperialistas” a “traidores
pro-imperialistas”?
Lo planteado en el apartado anterior se
concreta de muchas formas en los acontecimientos de Bolivia. En particular,
porque se llevó al movimiento de masas a la desmoralización y a la confusión a
partir de mensajes del más crudo oportunismo. Así, en la nota anterior me
referí a la actitud de Morales hacia las FFAA: en apenas cuatro meses pasaron
de ser “columna vertebral del proyecto anti-imperialista” a “artífices del
golpe dirigido por Washington”. O sea, en agosto todavía se le decía a los
trabajadores que podían confiar en “sus” FFAA. Hoy se les dice que no hay nada
más urgente que derrotar a esas mismas FFAA. ¿Se puede concebir algo más desorientador
y desmoralizador? Es que las caracterizaciones políticas no son adornos,
discursos para quedar bien en la
tribuna. La realidad es que calan en las conciencias y
conforman las nociones con las que se procesan y registran los acontecimientos.
Repito: hace solo cuatro meses “la máxima dirección revolucionaria” decía que
las FFAA eran anti-imperialistas. Hoy dice que son golpistas pro-imperialistas,
y llama a dar la vida para derrotarlas. Y si alguien pregunta cómo puede ser
esto, el coro de los usuales amanuenses lo acallará con “no divida al
movimiento”.
Pero vayamos a otra institución importante, la Central Obrera Boliviana.
Hasta las vísperas de las elecciones de octubre era caracterizada como
“defensora la liberación nacional y el antiimperialismo, de la igualdad y la
democracia participativa, y de la emancipación latinoamericana” (textual, de un
connotado intelectual del campo nacional). Sin embargo, el 10/11 la dirección
de la COB pidió la renuncia a Morales. Y ahora exige elecciones, convocadas por
el gobierno de Áñez. Gobierno que los “políticamente correctos” califican como
dictadura militar impuesta por Washington. ¿Se transformó entonces la COB en
agente del imperialismo? Nuestro intelectual mantiene prudente silencio al
respecto. ¿Será para sostener “la unidad frente al enemigo principal”? Con la
pregunta accesoria: ¿es la COB parte del “enemigo principal”? En cualquier
caso, ¿cómo se explican estas piruetas en las caracterizaciones? Si se responde
que lo que hizo la COB es producto de la traición de su directiva, la pregunta
es por qué las bases no se sublevaron para respaldar a Morales. Si se responde
que no lo hicieron porque están maniatadas por la burocracia, ¿por qué decía el
ideólogo que la COB era un instrumento de la liberación? ¿Liberación con la
clase obrera amordazada? Y lo mismo se extiende a otros sectores del movimiento
obrero. Por ejemplo, el sindicato de los mineros también le dijo a Morales que
su renuncia era “inevitable”. ¿Otro
pilar de la patria liberada que pasó a militar en el bando del imperialismo y
el fascismo?
El MAS “recalculando”
Naturalmente, en este balance no dejamos
afuera al MAS, clave en la lucha por el socialismo siglo XXI. Para
eso, repasamos algunos hechos (la información que sigue, tomada de diarios bolivianos,
la he contrastado con información de publicaciones pro-Morales). :
Jueves 14/11: El líder de la
bancada del MAS, Sergio Choque, fue elegido presidente de la Cámara de
Diputados. En su primer discurso anunció la elaboración de un proyecto de ley
para ordenar que el Ejército retorne a los cuartales y deje a la Policía la
misión de preservar el orden público de manera pacífica. También dijo que la Asamblea Legislativa ,
que permanece bajo el control mayoritario del MAS, tiene la voluntad de
pacificar el país y pidió “a los sectores movilizados
apaciguarnos. Ya no podemos seguir enfrentándonos”.
Por otra parte, fue elegida presidenta del
Senado Eva Copa, del MAS. La presidencia había quedado vacante por la renuncia
de Adriana Salvatierra, también del MAS. Copa se pronunció en el mismo sentido
que Choque.
Ese día también hubo clarificadoras
definiciones de Morales. “Qué bueno sería un diálogo nacional, planteado desde
aquí, abierto sin ser con agenda abierta, que participen (grupos) cívicos,
políticos que han perdido las elecciones, movimientos sociales de los distintos
sectores. (…) En este diálogo pueden acompañar países amigos, organismos
internacionales”. Asimismo sostuvo que “si el pueblo (boliviano) lo pide” está
dispuesto a regresar a su país para contribuir a su pacificación, pero enfatizó
en que “si no hay diálogo nacional va a ser difícil parar esta
confrontación”.
Sábado 16/11, Página 7: “El diálogo
Gobierno y MAS avanza con la mediación de la Iglesia Católica
y la Unión Europea
(UE). El objetivo es pacificar el país y viabilizar la selección de
vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y convocar a nuevas
elecciones presidenciales. (…) La Iglesia, la UE y expresidentes
gestionaron, a pedido del MAS, la salida del expresidente a México, donde
está asilado desde el 12 de noviembre. (…) Las condiciones del MAS: garantías
para sus dirigentes y sus legisladores, salvoconductos y el retorno
de Morales. (…) El diálogo tiene como protagonistas a monseñor Eugenio
Scarpellini, obispo de El Alto; León de la Torre, embajador de la UE en
Bolivia, ambos considerados piezas claves. Entre los representantes del
MAS que asisten a las mesas están Adriana Salvatierra, Susana Rivero y
Teresa Morales”.
Miércoles 20/11: Áñez envió este
miércoles al Congreso un proyecto de ley que anula las elecciones del 20 de
octubre y convoca a nuevas elecciones generales. El texto debe ser aprobado en
el Congreso, donde el MAS tiene mayoría.
El MAS había entregado más temprano al Senado un proyecto similar.
En ese texto el MAS afirma que Evo Morales y Álvaro García Linera renunciaron,
que al salir exiliados a México abandonaron sus funciones; que la propuesta Ley
excepcional y transitoria para la realización de elecciones nacionales y
subnacionales se realiza según lo que establece la Constitución Política
del Estado en relación a la sucesión presidencial. Sostiene también que el
gobierno de Áñez es legítimo, “surge de la sucesión constitucional,
determinando como objetivo principal de su mandato la convocatoria a elecciones
generales del país, configurando inequívocamente su razón de legitimidad en el
cumplimiento de este cometido, inexcusable por su naturaleza transitoria” (El Deber).
El documento se difundió por vía oficial.
Como resultado de este acuerdo, la cámara de
Senadores eligió como presidente de la Comisión de Constitución al senador y ex
candidato a presidente Óscar Ortiz, acompañado por los senadores del MAS Ciro
Zabala y Adriana Salvatierra. Esta Comisión tiene tres objetivos: anular las
elecciones del 20/10; designar al nuevo Tribunal Supremo Electoral y convocar a
elecciones generales.
Jueves 21/11: El MAS anuncia que
Morales no será candidato a presidente en las elecciones presidenciales. García
Linera declaró que ni él, ni Evo, serán candidatos.
De nuevo, ¿qué unidad?
Estos posicionamientos y negociaciones se desarrollan en el marco
de una feroz represión, que a esta altura ha ocasionado 32 muertos. Una vez
más, el pueblo pone su sangre y los oportunistas juegan sus cartas en la mesa
de negociación. Lo fundamental, sin embargo, es que no se trata de traidores,
ni de defectos personales de los líderes del MAS, sino de una concepción
profundamente burguesa. Esto es, estamos frente a una línea de clase. Si
se tiene una concepción burocrático y burguesa de algo que han llamado
socialismo (siglo XXI), no se puede esperar una actitud obrera y revolucionaria
frente al avance de los militares y los racistas. Como reza el dicho, no le
pidan peras al olmo.
Pero además, todo se desenvuelve en medio de una confusión mayúscula.
Es que si se afirma que en Bolivia se instaló una dictadura militar-fascista,
¿cómo es posible que el MAS sostenga que el nuevo gobierno es legítimo? ¿O cabe
concluir que el partido de Evo Morales viró al fascismo? Pero… ¿en 15 días pasó
de ser bastión de la lucha por el socialismo a pactar con los fascistas? Parece
raro, aunque la defensora de “la unidad contra el golpe” tiene una respuesta:
“el MAS está luchando por una salida democrática al golpe fascista que se hizo
con el poder”, explica. O sea, los líderes del socialismo siglo XXI están
convenciendo a los fascistas y a las FFAA (indudables agentes del imperialismo
y del fascismo) de que adopten una salida “democrática”. Las posibilidades
retóricas de los reformistas son infinitas.
Pues bien, a esta altura sospecho que los cínicos se están riendo
de nosotros. En tanto, la táctica “unidad sin chistar frente al enemigo
principal” ha dado su fruto más genuino: la derecha y el militarismo han
avanzado en Bolivia, y la clase obrera no ha
tenido una
presencia propia, como clase políticamente independiente de las corrientes
burguesas y pequeño burguesas. Peor aún, se han profundizado las divisiones
en su seno. ¿De qué unidad nos hablan?
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frente al enemigo principal”
Fuente: https://rolandoastarita.blog/2019/11/22/bolivia-y-la-politica-de-unidad-frente-al-enemigo-principal/
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