Tren Maya
debilitará
tejido comunitario
en Yucatán
El proyecto consolidaría un modelo extractivista, detonando un
proceso de expulsión de las poblaciones rurales de sus territorios, que a la
par de facilitarle a los grandes capitales su acceso a la tierra y a los bienes
naturales, les provee de mano de obra barata atractiva para emplearse en las
nuevas unidades turísticas, inmobiliarias y agroindustriales.
Servindi, 1 de julio, 2020
El Consejo
Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS) denuncia
que el proyecto Tren Maya ocasionará la desruralización y
debilitamiento del tejido comunitario y su cultura.
El megaproyecto detonará «un
fuerte proceso de proletarización de la población rural» dicen Eugenio
Fernández y Sergio Madrid, director del CCMSS, en el documento Tren Maya: Nuevo impulso a la desruralización de la Península de Yucatán.
Ello se debe a que el modelo
que propicia el Tran Maya requiere «de un acceso franco a la tierra y a los bienes
naturales» y, de una oferta abundante de mano de obra.
Los territorios rurales que
hoy están en manos de comunidades campesinas e indígenas que por siglos los han
resguardado y manejado, quedaran sin la presencia y custodia de su población
originaria.
Los campesinos e indígenas
que hoy se auto emplean en sus tierras «conformarán una población urbanizada
con escasas opciones de reproducir su cultura y tejido comunitario» en la Península de
Yucatán, donde el 46.9 por ciento de la población se identifica a sí misma como
maya.
Esa situación
facilitará «la incorporación de las tierras y bienes naturales al
desarrollo de actividades extractivistas y al mercado inmobiliario».
Con este proyecto el Estado
mexicano busca la llegada de grandes inversiones a la región, bajo el supuesto
de que el empleo asalariado es la mejor forma de atacar la pobreza y la
marginalidad.
El porcentaje de población
con “empleo asalariado” se incrementaría notablemente, sin embargo, esta
apuesta se sustenta en un proceso de desposesión y despojo de las tierras de
las comunidades.
El modelo del Tren Maya
acentuará un modelo que concentra la riqueza y permite a grandes empresas y
corporativos de las finanzas, la agroindustria, el turismo y el sector
inmobiliario acumular capital y perpetuar su dominio.
Expulsión y proletarización de la población rural
Si bien el Fondo Nacional de
Fomento al Turismo (Fonatur) no ha presentado públicamente un proyecto
ejecutivo que aclare el alcance del Tren Maya, por las declaraciones de sus directivos
es posible afirmar que es una apuesta por la urbanización de la región
sur-sureste, indican el estudio.
Erige un desarrollo centrado
en la provisión de servicios en los sectores turístico e inmobiliario, y
favoreciendo la expansión agroindustrial.
Fonatur impulsa un esquema
que prioriza lo urbano y omite las realidades y derechos de las comunidades
indígenas, distribuidas en más de 1510 localidades de los pueblos maya,
tseltal, ch’ol, jakalteko, awuakateko y akateko.
Omite reconocer que se trata de
un territorio indígena habitado y poseído por pueblos originarios con derecho a
la libre determinación, de acuerdo con la Constitución.
También ignora su
conocimiento ancestral íntimamente ligado al territorio, su identidad cultural
y formas de vida, sus sistemas y medios de producción, y su valioso papel en la
protección y mantenimiento de la integridad de los territorios comunitarios.
Este enfoque deja ver el
racismo y clasismo que subyace en el Estado, expresados por el menosprecio a lo
indígena y lo campesino.
El Proyecto se perfila como
una gran inversión enfocada al desarrollo urbano, que generaría una enorme
atracción de mano de obra a los polos de desarrollo, mientras se acentúa el
abandono de los servicios públicos en zonas rurales y la desatención de las
problemáticas en los territorios.
«El proyecto efectivamente generará nuevos empleos, y es
probable que la población campesina acceda a una parte de ellos, pero en ningún
sentido esto tiene posibilidades de mejorar sus condiciones de vida».
La estrategia del Estado
mexicano para combatir la pobreza a partir de que la población rural se
contrate en un empleo asalariado es una falacia; por el contrario, genera una
población urbana marginada y excluida con limitaciones para acceder a los
bienes naturales, la tierra y las estructuras sociales que otrora gozaba y le
sostenían, y dependiente de los vaivenes de la economía y los mercados
globales.
Este proceso de
desruralización impacta negativamente a las comunidades indígenas y campesinas
debilitando su gobernanza y capacidad institucional, así como vulnerando sus
cimientos para la reproducción de la vida y la protección de los territorios.
Expulsión y despojo
Para acceder a los terrenos
que requiere el proyecto Tren Maya se usarán derechos de vía ya existentes y
terrenos federales; pero, además, se incorporarán tierras ejidales mediante un
esquema de largo plazo de mercantilización y bursatilización de las tierras,
conocido como Fideicomiso de Inversión y Bienes Raíces (FIBRA).
En ese esquema, los ejidos
aportarían la tierra al Proyecto una vez completado el procedimiento de
privatización de la tierra.
Fonatur ha presionado de
distintas formas a los ejidos para “sumarse” al Proyecto, como en los casos de
los ejidos Bacalar, Tulum y Cobá, en Quintana Roo, a los cuales se les ha
requerido aportar mil hectáreas a cada uno al proyecto, a cambio de hacerse
“socios”.
En los tres casos, las
autoridades ejidales han expresado que el ejido no está de acuerdo en ceder
tales extensiones de sus tierras. En estos casos, Fonatur ha reaccionado con
amenazas de “que no hay tren” e incluso con la modificación del trazo del
Proyecto.
“El patrimonio de gran
parte de la población campesina en México se sustenta en la propiedad social de
la tierra, con las figuras del ejido y la comunidad agraria. Actualmente, la
mitad de la tierra en la Península yace en manos de comunidades que usan sus
territorios bajo diferentes arreglos internos, muchos de ellos colectivos. Esa
tierra y ese derecho son el resultado de un complejo proceso por el cual la
reforma agraria mexicana extendió títulos de propiedad a miles de comunidades,
hecho que ha otorgado seguridad para mantener y conservar el patrimonio por
generaciones, y que ha salvado a muchas regiones del proceso de reconcentración
de la tierra que se registra por toda América Latina. Sin embargo, la propuesta
del Fonatur que plantea la aportación de la tierra ejidal a los FIBRA pone en
riesgo este enorme valor” explica el documento.
Para el CCMSS resulta muy
preocupante que la administración actual reproduzca los mismos esquemas de
gobiernos anteriores al impulsar a la agroindustria en Campeche y el desarrollo
urbano y turístico en Quintana Roo.
Ambas experiencias han
mostrado que atraer inversiones y crear nuevos empleos puede lograrse, pero no
reditúa en mejores condiciones de vida para la población local. Estos casos
están plagados de violaciones a los derechos humanos, daños e impunidad
ambiental y detrimento de los valores para una convivencia sana.
Aun cuando en el discurso se
han incorporado conceptos como sustentabilidad e inclusión es difícil encontrar
diferencias con los esquemas implementados años atrás.
El proyecto consolidaría un
modelo extractivista, detonando un proceso de expulsión de las poblaciones
rurales de sus territorios, que a la par de facilitarle a los grandes capitales
su acceso a la tierra y a los bienes naturales, les provee de mano de obra
barata atractiva para emplearse en las nuevas unidades turísticas,
inmobiliarias y agroindustriales.
Acceda al documento a partir
del siguiente hipervínculo:
·
Nuevo impulso a la
desruralización de la Península de Yucatán (PDF, 9 páginas).
·
fuente y màs enlaces relacionados: https://www.ccmss.org.mx/acervo/nuevo-impulso-a-la-desruralizacion-de-la-peninsula-de-yucatan/
ttp://www.servindi.org/actualidad-informe-especial/01/07/2020/tren-maya-debilitara-tejido-comunitario-en-yucatan
Fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2020/07/02/mexico-tren-maya-debilitara-tejido-comunitario-en-yucatan/
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