Prohibición de despidos y
concepción materialista
4 de julio de 2020
Rolando Astarita
El 31 de marzo el gobierno nacional emitió un decreto de necesidad
y urgencia por el cual por 60 días se prohibieron los despidos “sin causa
justa” o que tuvieran por causales la falta o disminución de trabajo. También
prohibieron las suspensiones por los mismos motivos. Aunque con la salvedad de
estar exceptuadas las pactadas entre el sindicato y los trabajadores “y se
basen en fuerza mayor”. El 8 de junio el gobierno prorrogó la prohibición por
60 días. La medida fue saludada por la CGT y la CTA y por buena parte de la
izquierda nacional. Por supuesto, se señalaron insuficiencias – por caso, los
trabajadores informales, más del 35% de la fuerza laboral, quedó fuera del
decreto; además de las suspensiones “pactadas” – pero se lo consideró un paso
en el sentido de que “la política le marque el paso a los grandes grupos
concentrados”. Alguno incluso sugirió que, a fin de dar más fuerza a la medida,
se debería establecer por ley que “preservar las fuentes de trabajo es
prioridad absoluta [absoluta, faltaba más] del Estado”.
Pues bien, según datos del Sistema Integrado
Previsional Argentino (SIPA) 185.000 trabajadores registrados perdieron sus
empleos en abril. La caída de empleos de los trabajadores informales
seguramente también fue muy elevada. A lo que se suman las innumerables
suspensiones, acompañadas de rebajas salariales. Pero… ¿no era que la política
domina a la economía? ¿Y que un gobierno “con sensibilidad popular” protegería
el empleo? ¿Qué ocurrió? ¿Nos falló la “sensibilidad” de AF? ¿O le está
faltando coraje, como se cuestiona un seguidor de Francisco? Son las preguntas
habituales de los “amigos del pueblo”, que analizan los fenómenos sociales con
los lentes del subjetivismo. De ahí también la historia de cambiar fusibles en
las “altas esferas de la política” para que todo siga más o menos igual para la
gente común.
El enfoque materialista del marxismo
El enfoque del marxismo es opuesto al de los “amigos del pueblo”.
Parte de un análisis científico de la sociedad, con centro en las fuerzas
productivas y las clases sociales. Como escribía Lenin, refiriéndose a Marx,
este no se limitó a juzgar y condenar al capitalismo, sino estudió sus leyes de
funcionamiento y desarrollo, demostrando “la necesidad de la explotación [del trabajo] de
semejante régimen” (“¿Quiénes son los amigos del pueblo?”, Obras Completas, t.
1, p. 168, Cartago). En el mismo sentido se refiere “al método científico en
sociología, consistente en considerar a la sociedad como un organismo vivo…
para cuyo estudio es necesario realizar un análisis objetivo de las relaciones
de producción que constituyen una formación social determinada, estudiar las
leyes de su funcionamiento y desarrollo” (p. 176).
Es la idea que expresa Marx en el Prólogo a la Contribución a la
crítica de la economía política: las formas de Estado no pueden
comprenderse por sí mismas ni por la evolución general del espíritu humano,
sino radican, por el contrario, en las condiciones materiales de vida cuyo
conjunto Hegel resumió bajo el nombre de sociedad civil. Y la anatomía de la
sociedad civil hay que buscarla en la Economía Política. En
la producción los seres humanos contraen determinadas relaciones de producción
que corresponden a una determinada fase de desarrollo de las fuerzas
productivas. El conjunto de esas relaciones forma la estructura económica de la sociedad. Esta es
la base sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política, a la
que corresponden determinadas formas de conciencia. El modo de producción de la
vida material condiciona la vida social, política y espiritual. Y cuando
hablamos del modo de producción nos referimos a todas sus “unidades”. No se
trata solo de “los grandes grupos económicos”, sino del capital en todas sus
formas y tamaños.
Pero si el modo de producción condiciona la vida política; si la
explotación es una necesidad del sistema capitalista; si el capital basa su
poder económico y social en la propiedad privada de los medios de producción; y
si el Estado en la sociedad capitalista no puede no ser capitalista, ¿cómo se
puede anular el crecimiento de la desocupación, en medio de una depresión económica, mediante leyes, sin cambiar
las relaciones sociales que son el fundamento de esas mismas leyes? Un análisis
mínimamente serio nos muestra que el capital domina a través de decenas y
centenares de miles de relaciones de propiedad sobre los medios de producción y
de cambio. ¿A quién se le puede ocurrir que los efectos de la depresión, que
entra hasta el último rincón de la sociedad, se van a anular con decretos?
En definitiva, estas medidas “vende humo”
solo llevan a la frustración y a reciclar el control de burócratas y arribistas
sobre las masas populares. Por eso los que andan con estas panaceas nunca hacen
balance. En ellos todo es relato del relato del relato. “Verso” como también se
le dice. Es necesario que la izquierda – y en primer lugar la que se reivindica
del marxismo – enfrente esta ideología que solo contribuye a mantener las
cadenas del trabajo asalariado.
Fuente: https://rolandoastarita.blog/2020/07/04/prohibicion-de-despidos-y-concepcion-materialista/
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