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Del coronavirus al Buen Vivir: una propuesta política para la comunicación en un horizonte anticapitalista
29 de julio de 2020
Aura Isabel Mora
auraisabelm1@gmail.com
Educadora Popular y Periodista. Profesora de las Maestría Comunicación Educación en la Cultura y Maestría de Paz, Desarrollo y Ciudadanía. Directora del Centro de Investigación y Formación Popular CIF. Doctora en Comunicación Universidad de la Plata.
En estas épocas del Covid-19,
se han intensificado la crítica y censura al capitalismo y a su matriz de poder
blanca y patriarcal y a su modelo neoliberal de acumulación de capital basado
en el sistema financiero y de capital especulativo, que tiene como
característica convertir a la sociedad y al mundo en un nicho de extracción de
recursos de la tierra y de las personas. Mientras el hombre lleva quizás más o
menos 300.000 años en el planeta, el capitalismo lleva poco más de trescientos,
muy poco tiempo, pero este lapso ha servido para que entremos no solo en una
crisis ambiental, sino además civilizatoria, de tal magnitud que, inclusive,
una pandemia por contagio de un virus se ve como un factor positivo que ayuda a
las resistencias políticas frente a la transformación del panorama de
destrucción del planeta hacia salidas y soluciones a las catástrofes sociales,
culturales, económicas y ambientales que ha dejado esta forma de organizar la vida. La evidencia de
ello es que desde que iniciaron las cuarentenas aparecen animales en el paisaje
desolado de los humanos, delfines en Venecia; Canguros en Adelaida, Australia;
caimanes en Carolina del Sur, lobos marinos en Mar del Plata, Argentina; leones
y perros salvajes en un campo de golf en Sudáfrica y pingüinos en las calles;
elefantes y rinocerontes en ciudades de la India, y monos en un hotel de
Mumbai; ciervos en calles de Londres y de Japón; pumas en Colorado y en
Santiago de Chile; osos pardos en Asturias, España, y en California, y coyotes
en San Francisco; nutrias en Singapur; tiburones en las playas de Cancún; y en
Colombia: zorros en Bogotá, delfines en las playas de Cartagena y de la
Guajira, un tamandúa u oso melero en el Huila, chigüiros en el Valle, además de
osos hormigueros, comadrejas y zarigüeyas.
El riesgo de contagio a nivel
de pandemia nos obliga y reta a pensar en la delirante confianza que hemos
depositado en la propuesta capitalista, que, si bien en algún momento, logró
hacernos pensar que el crecimiento económico era generador de mejores
condiciones de vida, el modelo extractivista del neoliberalismo dejó atrás
postulados tales como el fortalecimiento del estado para invertir en
infraestructuras sociales y físicas en nombre del interés general y el
fortalecimiento de la promoción de los derechos individuales y de propiedad
privada en un ambiente de competencia justa, para entrar a despojar, saquear y
expoliar a partir de la expansión geográfica y reorganización espacial con el
respaldo del gobierno global, donde están las organizaciones financieras que
controlan las economías del mundo con el FMI, el Banco Mundial y la OMC, entre
otras, y que favorecen a las potencias del mundo para el saqueo de los recursos
naturales, culturales y sociales de las económicas más débiles, “caso América
Latina en los ochentas, economías enteras que fueron asaltadas y sus activos
recuperados por el capital financiero de Estados Unidos” (Harvey, 2004, p.
122), lo cual se consiguió por medio de la implementación de la apertura de
fronteras comerciales, un elemento del modelo neoliberal que costó la
desaparición de centenares de empresas nacionales de estas economías.
El neoliberalismo, tanto en
América, como en la misma
Europa, ha dejado con su proceso inestabilidad y crisis por
acumulación de riqueza en unos pocos señores capitalistas apoyados por los
estados, que, con sus definiciones de derecho y de legalidad, movilizan la
propuesta neoliberal. En estos países ha quedado la depredación de recursos
ambientales y la naturaleza convertida en mercancía, como el agua, que ha
pasado de ser un bien común a una mercancía, estos cambios han sido apoyados en
varios países por la privatización dentro de sus legislaciones; otro elemento,
que ha dejado desprotegida a la sociedad en los aspectos más vitales, es la
privatización de los servicios públicos como la salud y la educación, que han
quedado en manos de privados aun en contra de la voluntad popular a la que debe
responder el estado, por ultimo este sistema neoliberal ha empoderado cada vez
a Estados Unidos en una hegemonía basada en la militarización permanente que,
como lo plantea David Harvey, podría amenazar la paz mundial, un ejemplo de
ello es que, desde 1900 a
la actualidad, Estados Unidos ha estado en conflicto bélico, en uno u otro
lugar del mundo, en 67 años de los 120 transcurridos, siendo la más reciente
amenaza, la proferida contra Venezuela.
Entonces, con la expansión
del Covid-19, surge una pregunta al respecto: ¿el poder de la pandemia
debilitará o fortalecerá el sistema? El sistema neoliberal extractivista se
alimenta de cuerpos, se reproduce y expande, descomponiendo el sistema humano y
ambiental, y ya ha logrado el desequilibrio en muchos territorios, no pudiendo
ocultar más sus verdaderas intenciones. La confrontación entre el virus y el
sistema económico parece darse en franca lid, mientras el virus vive expandiéndose
en los cuerpos, causando enfermedad e impidiendo el desenvolvimiento del
mercado y la extracción; el extractivismo neoliberal trata de resistir creando
políticas en contra de la cuarentena y del aislamiento para no morir y
aprovechando algunas de las necesidades creadas que se agigantan con el
confinamiento, hasta ahora, esta confrontación parece demostrar que el sistema
económico es frágil, tanto que no pudiera aguantar dos o tres meses de pare, en
los que ya se le ve hacer agua, y si la pandemia dura un año a dos, acabaría
ganando, cumpliendo así el sueño de los proyectos políticos y movimientos
sociales que han anhelado el fin de este sistema opresor, desigual y
especulativo, ¿será?.
Una
vez que la
Organización Mundial de la Salud declarara la pandemia y
anunciara al mundo la legitimidad de las declaraciones de estado de excepción
por esa causa, no se tardó mucho en que los países tomaran medidas sobre las
libertades civiles y unas de las primeras medidas fueron el aislamiento
individual, el confinamiento en las casas y el distanciamiento social, que
restringieron la movilidad personal, los mayores de 70 años, de un día para
otro, se vieron atrapados en sus casas.
Estas medidas llevaron, por
ejemplo, en la educación, a convertir la sala, el comedor o el dormitorio,
espacios íntimos, en partes del salón de clase y a los espacios físicos de las
instituciones en aulas virtuales. Ya lo social, pereciera, no invade la
intimidad, sino que al contrario, que la intimidad cada vez más entra al
espacio de lo público, se han vuelto virales los videos de profesores y
teletrabajadores en los que sus parejas sin querer pasan en ropa interior, o
peor aún, sin ella, en plena clase virtual o teleconferencia. Por otro lado, lo
que ha demostrado la pandemia es la fragilidad e ineficiencia de los sistemas
de salud, hoy privatizados, además de las de los sistemas de seguridad y
bienestar social. Miles de trabajadores informales, desempleados y desposeídos
obviamente no pueden acomodarse a las restricciones de la cuarentena. En los
barrios de la periferia bogotana, las protestas por falta de alimento e
imposibilidad de adquirirlo han sido controladas por medio de policía
antidisturbios.(…)
Fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2020/07/29/del-coronavirus-al-buen-vivir-una-propuesta-politica-para-la-comunicacion-en-un-horizonte-anticapitalista/
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