Propiedad pública y
propiedad común
30
de abril de 2019
Por Anton
Pannekoek
El Viejo Topo
Nota
de edición : Tal día como hoy [28.04] de 1960 moría el eminente astrónomo y
teórico comunista neerlandés Anton Pannekoek. Destacado portavoz del movimiento
de la izquierda consejista, lo recordamos hoy con un emblemático y clarificador
texto suyo publicado en 1947.
El objetivo reconocido del
socialismo es sacar los medios de producción de manos de la clase capitalista y
ponerlos en manos de los obreros. De este objetivo se habla a veces como de propiedad pública, a veces como
depropiedad común, del aparato de producción. Hay, sin embargo, una
diferencia marcada y fundamental.La propiedad pública es la propiedad, es decir, el derecho de disposición, de un cuerpo público que representa a la sociedad, del gobierno, el poder estatal o algún otro cuerpo político. Las personas que forman este cuerpo, los políticos, funcionarios, dirigentes, secretarios, gerentes, son los amos directos del aparato de producción; ellos dirigen y regulan el proceso de producción; ellos mandan a los obreros. La propiedad común es el derecho de disposición por los obreros mismos; la propia clase obrera –tomada en el sentido más amplio de todos los que comparten el trabajo realmente productivo, incluyendo a los empleados, campesinos, científicos– es el ama del aparato de producción, gestionando, dirigiendo y regulando el proceso de producción que es, de hecho, su trabajo común.
Bajo la propiedad pública los obreros no son amos de su trabajo; pueden ser mejor tratados y sus salarios pueden ser más altos que bajo la propiedad privada; pero son todavía explotados. La explotación no significa simplemente que los obreros no reciben el pleno producto de su trabajo; una parte considerable debe siempre gastarse en el aparato de producción y para las secciones improductivas aunque necesarias de
En los países occidentales conocemos solamente la propiedad pública (en algunas ramas) del Estado capitalista. Aquí podemos citar al bien conocido escritor «socialista» inglés G.D.H. Cole, para quien el socialismo es idéntico con la propiedad pública. El escribía que:
“El conjunto de la gente no serían más capaces que todo el cuerpo de accionistas en una gran empresa moderna de gestionar una industria… Sería necesario, bajo el socialismo tanto como bajo el capitalismo a gran escala, confiar la gestión efectiva de la empresa industrial a expertos asalariados, elegidos por su conocimiento especializado y su habilidad en ramas particulares del trabajo» (p. 674).
“No hay ninguna razón para suponer que la socialización de cualquier industria significaría un gran cambio en su personal directivo” (pág. 676, en: Un esbozo del conocimiento moderno, ed. por el Dr. W. Rose, 1931).
En otras palabras: la estructura del trabajo productivo sigue siendo como es bajo el capitalismo; los obreros subordinados a directores que mandan. Claramente, no se le ocurre al autor «socialista» que «el conjunto de la gente» consiste principalmente en trabajadores, que eran bastante capaces, siendo personal productor, de gestionar la industria que consiste en su propio trabajo.
Como una corrección a la producción gestionada por el Estado, a veces se reivindica el control obrero. Ahora, solicitar control, supervisión, a un superior, indica la actitud sumisa de objetos de explotación desvalidos. Y entonces usted puede controlar el asunto de otro hombre; lo que es su propio asunto usted no lo quiere controlado, usted lo hace. El trabajo productivo, la producción social, es el asunto genuino de la clase obrera. Es el contenido de su vida, su propia actividad. Pueden cuidar de sí mismos si no hay ninguna policía o poder estatal para mantenerles apartados. Tienen las herramientas, las máquinas en sus manos, las usan y las manejan. Ellos no necesitan amos que les manden, ni encargados para controlar a los amos.
La propiedad pública es el programa de los “amigos” de los obreros que, dada la dura explotación del capitalismo privado, desean sustituirla por una explotación modernizada más apacible. La propiedad común es el programa de la propia clase obrera, luchando por su autoliberación.
No hablamos aquí, por supuesto, de una sociedad socialista o comunista en una fase posterior de desarrollo, cuando la producción será organizada de tal modo que no constituya ya nunca más algún problema, cuando a partir de la abundancia de productos todo el mundo tome de acuerdo con sus deseos y el concepto de «propiedad» entero haya desaparecido. Hablamos del período en que la clase obrera ha conquistado el poder político y social y está ante la tarea de la organización de la producción y la distribución bajo las condiciones más difíciles. La lucha de clase de los obreros en los días presentes y en el futuro cercano estará fuertemente determinada por sus ideas sobre los objetivos inmediatos –la propiedad pública o la común— a ser realizados en ese período.
Si
la clase obrera rechaza la propiedad
pública con su servidumbre y
explotación, y reivindica la propiedad común con su libertad y autogobierno, no
puede hacerlo sin cumplir las condiciones y hacerse cargo de los deberes. La propiedad
común de los obreros implica,
primero, que la integridad de los productores es la dueña de los medios de
producción y los hace funcionar en un sistema bien planificado de producción
social. Implica, en segundo lugar que, en todos los talleres, factorías,
empresas, el personal regule su propio trabajo colectivo como parte del todo.
Así, tienen que crear los órganos por medio de los cuales dirigen su propio
trabajo, como plantilla, lo mismo que dirigen la producción social en sentido
amplio. Las instituciones
del Estado y el gobierno no pueden servir para este propósito, porque son
esencialmente órganos de dominación, y concentran los asuntos generales en
manos de un grupo de gobernantes. Pero bajo el socialismo los asuntos generales
consisten en la producción social; de modo que es la incumbencia de todos, de
cada plantilla, de cada obrero, el discutirlos y decidirlos en todo momento por
sí mismos. Sus órganos deben consistir en delegados enviados como portadores de
su opinión, y estarán continuamente retornando e informando sobre los
resultados a los que se llegase en las asambleas de delegados. Por medio de
tales delegados, que pueden ser cambiados y revocados en cualquier momento, se
puede establecer la conexión de las masas trabajadoras en grupos más pequeños y
más amplios y puede asegurarse la organización de la producción.
Tales cuerpos de delegados, para
los que se ha utilizado el nombre de consejos
obreros, forman lo que podría llamarse la
organización política apropiada para la autoliberación de la clase obrera de
Dado que tales consejos
obreros van a jugar, sin
duda, un papel considerable en la organización futura de las luchas y objetivos
de los trabajadores, merecen una atención aguda y estudio por parte de todos
los que están por la lucha intransigente y la libertad de la clase obrera.
Publicado originalmente en Western Socialist,
Noviembre de 1947. Traducido del inglés por Roi Ferreiro, Archivos digitales de marxists.org
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=255357
No hay comentarios:
Publicar un comentario