Argentina prepara fuerte represión para el G20
16
de octubre de 2018
Durante los
últimos días de noviembre se realizará en Buenos Aires el encuentro anual del
G20, donde participarán los líderes de los países que lo constituyen. El G20
fue una apertura a las decisiones que rigen un orden mundial suplantando al G7.
Los debates se dan en torno a cómo mantener los poderes de las élites y
corporaciones mundiales a espaldas de los pueblos. El gobierno de la alianza CAMBIEMOS
viene incrementando la militarización en el territorio denominado Argentina con
la excusa de posibles protestas.
Guillermo
Martinez
La formación militar israelí y
estadounidense
En octubre de
2017, la armada argentina realizó un ejercicio denominado “Cormorán” combinado
con el ejército de EE.UU. Sectores de la oposición cuestionaron la
realización de estas maniobras realizadas en las ciudades de Trelew y Bahía
Blanca, donde participaron 30 militares estadounidense.
Recientemente
Patricia Bullrich anunció en Estados Unidos la posibilidad de instalar una
“fuerza de intervención” de la agencia antinarcóticos (DEA) en Misiones para
supuestamente combatir el terrorismo y narcotráfico.
Oscar Aguad,
actual ministro de defensa, también anunció la posibilidad que el Comando Sur
de EE.UU. brinde asistencia militar con la excusa de la reunión del G20 que se
realizará en noviembre. El ministerio, asimismo, posee un presupuesto próximo a
los $90 millones para gastos operativos durante la cumbre. Parte de
este dinero será utilizado para ciberdefensa, un posible vendedor es la empresa
israelí Elbit Systems, representada también por Mario Montoto. Esta empresa
pertenece a la corporación bélica que suministró misiles al Reino Unido para
las Islas Malvinas y proveyó a la Argentina pantallas digitales para los
aviones Pampa que nunca pudieron ponerse en funcionamiento.
En noviembre de
2017, Bullrich también firmó un acuerdo con su par israelí para el “trabajo
conjunto sobre el crimen organizado, tráfico de personas, lavado de activos,
tráfico ilícito de drogas, precursores químicos y sustancias psicotrópicas y
crimen cibernético”, “metodologías de seguridad publica en eventos masivos” e
“inteligencia”. La formación de las fuerzas represivas nacionales y
provinciales se incrementó notablemente. Un ejemplo de esto: la primera
formación fuera del territorio de la policía bonaerense en 15 años se realizó
en Israel.
Durante el mes
de septiembre de este año, un grupo conformado por 22 miembros de diferentes fuerzas represivas
argentinas recibió entrenamiento de parte de los servicios de seguridad e
inteligencia israelí en el Centro de Capacitación IMI Academy. En el marco de
estas formaciones, fuentes de la embajada israelí expresaron al medio Infobae:
“la cooperación entre Argentina e Israel en el campo de la Seguridad se da en
múltiples áreas y en un amplio rango jerárquico. Nuestros vínculos son sólidos
tal como lo es el compromiso de nuestros países en la lucha contra el flagelo
del terrorismo internacional”. Ronaldo Jonte quien asistió a la formación y
conduce la Dirección de Seguridad de la Superintendencia de la Policía Federal
informó sobre la capacitación: “Los cursos que recibimos en Jerusalén de las
autoridades de seguridad de Israel nos sirvieron para tener una visión global
del terrorismo ante eventuales ataques en un evento internacional como el que
se va a realizar en la Argentina con el la cumbre del G20”
Las compras de armas
A pesar de los
ajustes que viene realizando el gobierno de Mauricio Macri, las compras de
material bélico aumentaron el último año. En el último ejercicio fiscal en
Argentina se incrementó un 300% la importación de material de guerra. Este
significativo aumento es de armas convencionales de guerra, no tiene en cuenta
el incremento de compra de material ligero y represivo.
Un ejemplo de
esto, es el contrato que Argentina firmó por decenas de millones de
dólares con una empresa israelí por controles fronterizos. Según informó en su
página web IAI (Industria Aeroespacial Israelí) se finalizó la instalación en
La Quiaca y se encuentran en proceso los pasos fronterizos de Salvador Mazza,
Aguas Blancas y Puerto Iguazú.
En abril el jefe
del ejército, Claudio Pasqualini, formalizó una entrega de material de guerra a
la dirección de arsenales. La composición del mismo tenía entre otros:
vehículos de combate de artillería de 155mm, vehículos porta mortero M106 y
fusiles.
El gobierno
nacional mediante el decreto 125/2018 inició el proceso de compras de
equipamiento bélico, defensas antiaéreas de baja y muy baja cobertura que se
tramita bajo el expediente 6/2017 del ministerio de defensa. El decreto
establece el secreto de la adquisición por razones de seguridad y defensa
nacional.
También se han
adquirido a Bélgica vehículos blindados utilizados para el
lanzamiento de gases los cuales tiene tracción en las 4 ruedas . Estas
tanquetas son comparadas para utilizar en sectores urbanos.
Un dato que
revela las intenciones del actual gobierno para compra material bélico y
la recepción a los productores mundiales es el levantamiento de las
restricciones de venta de material de guerra de parte de Gran Bretaña tras 6
años de embargo.
En los últimos
meses el gobierno nacional utilizó un importante monto para la adquisición de
equipo bélico y antidisturbios para la reunión del G20. Ya se encuentran a
disposición de las fuerzas represivas el nuevo material: 180 escopetas,
proyectiles de gases lacrimógeno y chalecos policiales, vallas, mas de 10
millones de balas de goma, 2 millones de cartuchos de armas de 9mm, cascos,
escudos, máscaras antigás, bastones y miles de precintos plásticos utilizados
para capturar personas.
Actualmente se
encuentra en proceso de licitación y compra materiales que serán utilizados
para el operativo de seguridad y control para la reunión del G20, estos
incluyen bastones y cartuchos para ametralladoras.
El G20 y su agenda destructiva
3 de
octubre de 2018
Vanessa Dourado
En noviembre de
2018, el grupo de los 19 países considerados los más desarrollados y emergentes
del mundo más la Unión
Europea se reunirán en la Argentina para discutir temas e
decidir qué medidas regirán el funcionamiento del mundo bajo un contexto de
crisis global.
Lo que debería
ser motivo de celebración, sin embargo, es un elemento de preocupación entre
los movimientos sociales y organizaciones de derechos humanos. La atención está
puesta en la forma que los temas abordados por el Grupo de los 20 son tratados y también cuáles de
ellos quedaron afuera de la mesa de debates.
El
mundo pasa por una crisis importante que tienen por lo menos cinco puntos muy
relevantes en el siglo XXI: la desconstrucción del Estado regulador, la fiebre
del oro negro, la esclavitud moderna, el proceso de recolonización de
territorios y la guerra contra los inmigrantes. Estos puntos son o
ignorados o tratados en la agenda del G20 como secundarios.
Los
tres ejes centrales del G20 para este año son: el futuro del trabajo, la
infraestructura para el desarrollo y la seguridad alimentaria. La posible
salida para las problemáticas del desempleo, del maldesarrollo y del hambre es
la misma lógica del crecimiento infinito utilizando recursos finitos y no
renovables. Para lograr el objetivo de tal crecimiento es necesario aplicar
medidas que precarizan las relaciones de trabajo, que permitan el libre
comercio de bienes y servicios, y que profundicen la desigualdad.
Nada
distinto se puede esperar de países que pretenden discutir el futuro del
trabajo en los cuales los derechos de las personas trabajadoras son
sistemáticamente violados. Según un informe de la Confederación
Sindical Internacional (CSI), en China, India, Corea,
Turquía, Indonesia, Arabia Saudita y México, las personas trabajadoras no
tienen sus derechos laborales garantizados y muchas sufren violencia y
represión. En Brasil, Reino Unido y Estados Unidos las personas trabajadoras
son impedidas de sindicalizarse y no son pocos los casos de personas que
trabajan bajo condiciones análogas a las de la esclavitud. Todos
estos países son integrantes del G20.
El
Grupo de los 20 apuesta en la uberización del trabajo. Es decir, el trabajo en
plataformas digitales que hace de la persona trabajadora una emprendedora y que
también tiene como consecuencia la flexibilización del empleo. Según el
investigador francés André Lamarche, este proceso de uberización tiene un
fuerte componente de desregulación neoliberal que busca reformar el poder del
mercado. La consecuencia de la implementación de esta lógica de trabajo es
precarización, destruición de los derechos laborales y desamparo social.
Asimismo crea una autoexplotación y una subjetivación individual meritocrática.
La
infraestructura para el desarrollo –planteada por el G20 como fundamental para
atraer inversiones– busca avanzar sobre los territorios e implementar
rutas eficientes que permitan la mejor circulación de bienes y
mercancías. Sin embrago, no se habla de las consecuencias que estos
megaproyectos tienen en la vida de campesinos/as y pueblos originarios, como
también el impacto ambiental producido.
Estos
megaproyectos como los de Colombia –que pretenden conectar los océanos Pacífico
y Atlántico a través de un canal seco–, tienen un impacto directo en las
culturas y en el territorio de las personas negras e indígenas de la región;
pasan por encima de la población, que no es consultada sobre la
construcción de estos proyectos. El abogado y profesor de Derecho
Ambiental, Juan Pablo Vismara, afirma que el costo ambiental de los
megaproyectos de ingeniería es una preocupación real en todos los lugares donde
se desarrollan y, con la modernización de la cadena productiva, este es
un tema aún más importante.
El
planteamiento del G20 sobre la seguridad alimentaria es preocupante.
Decir que el problema del hambre es la insuficiente producción de alimentos,
sin problematizar el modelo productivo dominante y la distribución, es
solamente una forma de seguir con la profundización de la desigualdad en un
mundo que produce alimentos suficientes para alimentar a 12 mil millones de
personas.
La decisión de no tratar el cambio
climático como un eje central del debate es un nítido alineamiento de la
reunión del G20 a los intereses de las grandes corporaciones petroleras.
Sobre este tema , el abogado de Derechos Humanos y Soberanía Alimentaria,
Marcos Filardi, señala que “comemos petróleo”. Filardi remarca que los
intereses de las compañías petroleras en este sistema agroindustrial descansa
en el petróleo, desde el fertilizante sintético, la mecanización agrícola a
base de combustibles fósiles y el packaging; asimismo agrega que no
producimos alimentos, sino que el objetivo de la producción es el mercado
internacional de commodities.
Al
observar los objetivos de la agenda del G20, es nítido que no hay una
preocupación en buscar alternativas que puedan realmente terminar con la crisis. En este sentido
el G20 es parte del problema, no la solución. La probabilidad de que la crisis se
profundice aún más si estas medidas se concretaren es enorme. Sin dudas es un
paquete suicida impuesto por un sistema en el cual garantizar las ganancias
está por encima de garantizar la vida misma en el planeta.
Fuentes
originales:
Fuente:
http://virginiabolten.com.ar/politica-argentina/
No hay comentarios:
Publicar un comentario